RETOS Y OPORTUNIDADES DEL ENVEJECIMIENTO EN CHILE Ignacio Apella,Truman Packard, Clement Joubert y Melissa Zumaeta RETOS Y OPORTUNIDADES DEL ENVEJECIMIENTO EN CHILE Ignacio Apella, Truman Packard, Clement Joubert y Melissa Zumaeta Santiago, Chile, mayo de 2019 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Ignacio Apella, Truman Packard, Clement Joubert y Melissa Zumaeta. Primera edición – Santiago de Chile: Banco Mundial, 2019. 208 páginas; 25,4x17,7cm © 2019 Banco Mundial Avenida Apoquindo 2929, Piso 13 (7550246), Las Condes, Santiago, Chile Telefono: +56223982400 Internet: www.worldbank.org El presente trabajo es un producto realizado por el equipo del Banco Mundial con la colaboración de contribuciones externas. Los resultados, interpretaciones, y conclusiones expresadas en él no reflejan necesariamente la opinión del Banco Mundial, del Directo- rio Ejecutivo, o la de los gobiernos que ellos representan. El Banco Mundial no garantiza la precisión de la información incluida en el presente libro. Los límites territoriales, colores, nombres y toda aquella información presentada en cual- quier mapa que se exponga en este volumen no implican juicio de valor alguno por parte del Banco Mundial acerca de la condición legal de ninguno de los territorios ni la aprobación de tales fronteras. Derechos y permisos El material presentado en este trabajo se encuentra sujeto a derechos de propiedad inte- lectual. Dado el interés del Banco Mundial en alentar la difusión de su conocimiento, el presente trabajo puede ser reproducido total o parcialmente, para fines no comerciales, otorgando la atribución correspondiente a la presente obra. Cualquier consulta sobre los derechos y licencias, incluyendo derechos subsidiarios, de- berá dirigirse a la Oficina del Editor, Banco Mundial, 1818 H Street NW, Washington, DC 20433, EE.UU., fax: 202-522-2422, e-mail: pubrights@worldbank.org. Diseño y armado: Florencia Micheltorena Fotografía de tapa: Dancing at Sunset, oleo sobre lienzo. Autora: Lucía Bonfiglio, Mon- tevideo. La presente imagen fue cedida por su autora para ilustrar la portada de esta publicación. Impresión: Esta edición se imprimió bajo el cuidado de Imprenta MMG, en la ciudad de Santiago de Chile, Chile, en el mes de mayo de 2019. Índice Prólogo 9 Prefacio 11 Capítulo 1. Introducción y resumen 13 Introducción 13 La dinámica demográfica en Chile entre 1950 y 2100 21 Relaciones de dependencia, el bono y dividendos demográficos 25 La inmigración como motor del bono demográfico 27 Cuentas nacionales de transferencias y el déficit del ciclo de vida 29 Perfiles de consumo, transferencias y espacio fiscal 35 El desafío de aumentar los recursos 41 Reflexiones finales y estructura del libro 52 Estructura del libro 53 Referencias bibliográficas 55 Capítulo 2. La transición demográfica en Chile 59 Introducción 59 Tendencias y perspectivas de la población chilena 60 Evolución de las variables demográficas determinantes 64 Relaciones de dependencia, el bono y dividendos demográficos 74 Referencias bibliográficas 78 Capítulo 3. Las cuentas nacionales de transferencias en Chile 79 Introducción 79 El ciclo de vida económico 82 El ingreso y el consumo 82 El resultado del ciclo de vida 88 Déficit de ciclo de vida y transferencias públicas 91 Las transferencias públicas por edad 94 Efectos del cambio demográfico sobre la razón de sustento y las cuentas públicas 99 Conclusiones 106 Referencias bibliográficas 107 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 3 Capítulo 4. Demanda potencial de cuidados de adultos mayores 109 Introducción 109 Tamaño de la población de adultos mayores con dependencia funcional y tipos de cuidados asociados 110 Tipos de hogares por demanda de cuidado 114 Dimensionamiento de la demanda de cuidado de adultos mayores en distintas zonas del país y en comparación con otros países 119 Conclusiones y principales mensajes 121 Referencias bibliográficas 124 Capítulo 5. La fuerza laboral chilena frente al envejecimiento poblacional 125 Introducción 125 Tendencias y perspectivas de la participación laboral entre las mujeres y los adultos mayores 128 Demanda de trabajo de adultos mayores y mujeres. Brechas salariales por edad y género 136 La formación continua en un contexto de envejecimiento 143 El sistema de pensiones y el impacto del envejecimiento en el gasto público 146 Conclusiones 151 Referencias bibliográficas 153 Capítulo 6. Escenarios de simulación del gasto público social 155 Introducción 155 Expansión de la participación económica femenina 157 Retraso en la edad efectiva de retiro del mercado de trabajo 162 Incremento del flujo inmigratorio 166 Conclusiones 171 Capítulo 7. Transición demográfica y efectos macroeconómicos 175 Introducción 175 Transición demográfica, ventana de oportunidad y ahorro 176 El déficit de ciclo de vida y la razón de sustento del consumo 180 Dividendos demográficos y crecimiento económico 186 Fuentes de crecimiento económico, más allá de los dividendos demográficos. 192 Reflexiones finales 204 Referencias bibliográficas 207 4 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figuras 1.1 Estructura poblacional según grandes grupos de edad. Años 1950-2100. 22 1.2 Esperanza de vida al nacer (en años). Quinquenio 1950-55 – 2095-2100. 24 1.3 Tasa global de fecundidad. Quinquenio 1950-55 – 2095-2100. 24 1.4 Tasa de dependencia demográfica. Quinquenio 1950-55 – 2095-2100. 26 1.5 Porcentaje de la población extranjera. Censos 1854-2012. 28 1.6 Perfil de consumo e ingresos per cápita normalizado (en relación al ingreso promedio). 31 1.7 Chile: Perfil de consumo e ingresos per cápita normalizado (en relación al ingreso promedio de entre 30 y 49 años). Años 1997 y 2016. 33 1.8 Déficit del ciclo de vida por edad y países en relación. al ingreso promedio de personas de entre 30 y 49 años. Años 2000s. 34 1.9 Razón de sustento del consumo. Años 2015-2100. 34 1.10 Perfiles de consumo de educación, salud y transferencias de pensiones. 36 1.11 Proyecciones básicas considerando efecto demográfico solamente. Como porcentaje del PBI. Años 2019 - 2100. 37 1.12 Gasto de bolsillo en salud según edad como porcentaje. del gasto promedio de la población de entre 30 y 49 años. 39 1.13 Cantidad y porcentaje de adultos mayores según severidad de la dependencia funcional y edad. 39 1.14 Población económicamente activa según edad y país. 1995/96 - 2015. 43 1.15 Chile: porcentaje de la población económicamente activa según sexo y grupo de edad. Años 1996 y 2015. 44 1.16 Proyección de la población económicamente activa con cierre de brecha de género. 2015-2100. 45 1.17 Tasa de ahorro bruto como porcentaje del PIB, países seleccionados. Años 1986-2013. 50 1.18 Crecimiento de la productividad total de los factores, 2000-2014. 51 2.1 Estructura poblacional según grandes grupos de edad. Años 1950-2100. 61 2.2 Pirámides poblacionales. Años 1950-2100. 63 2.3 Población por edad a través del tiempo. Años 1950-2100. 64 2.4 Esperanza de vida al nacer (en años). Quinquenio 1950-55 – 2095-2100. 65 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 5 2.5 Tasa global de fecundidad. Quinquenio 1950-55 – 2095-2100. 67 2.6 Porcentaje de la población extranjera. Censos 1854-2012. 68 2.7 Tasa neta de migración según país. Quinquenios 1950/55 – 2095/100 (por cada 1000 habitantes). 70 2.8 Distribución de inmigrantes según país de procedencia, entre los años 2011 y 2016. 71 2.9 Inmigrantes según país de procedencia. Años 2011-2016. 71 2.10 Distribución etaria de la inmigración entre los años 2011 y 2016. 72 2.11 Distribución de inmigrantes según nivel educativo. Años 2011 – 2016. 73 2.12 Tasa de dependencia demográfica. Quinquenio 1950-55 – 2095-2100. 75 3.1 Ingreso y consumo per cápita, según edad. 83 3.2 Consumo público y privado total per cápita, según edad. 84 3.3 Consumo en educación per cápita, según edad. 86 3.4 Consumo en salud per cápita, según edad. 87 3.5 Ingreso y consumo agregados por edad. 88 3.6 Déficit del ciclo de vida per cápita, según edad. 89 3.7 Déficit del ciclo de vida agregado, según edad. 89 3.8 Déficit del ciclo de vida y transferencias públicas netas per cápita, según edad. 91 3.9 Déficit del ciclo de vida y transferencias públicas netas agregadas por edad. 92 3.10 Relación entre las transferencias públicas netas per cápita, de adultos mayores y niños. 93 3.11 Flujos públicos de entrada y salida per cápita, según edad. 95 3.12 Componentes de los flujos públicos de entrada per cápita, según edad. 96 3.13 Componentes de los flujos públicos de salida per cápita por edad en relación al ingreso laboral promedio del grupo de 30 a 49 años de edad. En porcentaje. 98 3.14 Perfiles de consumo de educación, salud y transferencias de pensiones. 101 3.15 Gasto público en pensiones, 2019-2100. 102 3.16 Transferencias públicas sociales en Chile, 2019-2100. 103 4.1 Número y porcentaje de adultos mayores, por severidad de la dependencia y grupo de edad. 110 4.2 Porcentaje de adultos mayores, por severidad de la dependencia y quinquenio de edad. 111 4.3 Porcentaje de adultos mayores según necesidades de cuidado, por severidad de la dependencia y por grupo de edad. 113 6 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 4.4 Porcentaje de cuidadores por parentesco con la persona que requiere cuidado, por severidad de la dependencia y por grupo de edad. 114 4.5 Número y porcentaje de hogares por tipo y características de jefe del hogar. 116 4.6 Porcentaje de cuidadores que declaran realizar una actividad en un día de semana, por tipo de actividad y severidad del sujeto que cuida. 117 4.7 Porcentaje de horas dedicadas al trabajo no remunerado en el hogar, por tipo de actividad y severidad del sujeto que cuida. 117 4.8 Porcentaje de cuidadores que declaran estar satisfechos con el tiempo disponible para descanso y personal, por severidad del sujeto que cuida. 118 4.9 Porcentaje de cuidadores que declaran estar estresados y causas a las que se le atribuye el estrés, por severidad del sujeto que cuida. 119 4.10 Porcentaje de hogares con jefe de hogar de 60 años o más en donde adulto mayor vive solo o con su cónyuge, por decil de ingresos autónomos. 120 4.11 Porcentaje de hogares con jefe de hogar de 60 años o más, por país 121 5.1 Cambios demográficos y el tamaño de la fuerza laboral. 126 5.2 Tasa de participación laboral de los adultos mayores en Chile y países de la OCDE. 128 5.3 Tendencias de la participación laboral según grupo etario. Años 1990-2015. Base 1990 = 100. 129 5.4 Perfil etario de la participación laboral. Años 1990 y 2015. 129 5.5 Heterogeneidad según tasa de participación laboral del adulto mayor. 130 5.6 Educación y participación laboral de las mujeres chilenas vs. promedio de la OCDE. 134 5.7 Tendencias en la educación de las mujeres chilenas. 135 5.8 Participación laboral y solicitud de pensiones (cohorte de nacimientos 1945-1955). 148 5.9 Conocimiento del sistema de pensiones (EPS 2002-2004). 150 6.1 Tasa de participación económica según sexo y edad simple. Año 2017. 159 6.2 Proyección de tasas globales de participación laboral. Años 2019-2100. 160 6.3 Gasto público social como porcentaje del PBI con incremento de la tasa de participación laboral femenina. Años 2019-2100. 161 6.4 Población económicamente activa según género. 165 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 7 6.5 Proyección del gasto social como porcentaje del PBI con postergación de edad de jubilación. 165 6.5 Población total. Años 2019-2100. 169 6.7 Población por edad con y sin inmigración. Años 2050 y 2100. 170 6.8 Proyección del gasto público social como porcentaje. del PBI bajo un escenario de flujo inmigratorio. Años 2019-2100. 170 7.1 Inversa de la tasa de dependencia. Años 1950 - 2100. 177 7.2 Ahorradores primarios como porcentaje de la población total Años 1950-2100. 179 7.3 Perfiles de ingreso y de consumo según edad. Año 2016. 181 7.4 Razón de sustento del consumo. Años 1950-2100. 184 7.5 Déficit de ciclo de vida en relación con el ingreso laboral total. Años 1955-2100. 185 7.6 Chile: Descomposición factorial del crecimiento del PBI per cápita. Años 1960-2014. 191 7.7 Tasa de ahorro bruto como porcentaje del PIB, países seleccionados. Años 1986-2013. 192 Tablas 1.1 Características básicas de los inmigrantes venezolanos en Colombia y Chile. 29 2.1 Características básicas de los inmigrantes venezolanos en Colombia y Chile. 74 2.2 Características de la ventana de oportunidad demográfica. 76 5.3 Características del empleo de los adultos mayores (cohorte nacida entre 1940 y 1950). 138 5.4 Salarios horarios de los adultos mayores hombres. 139 5.5 Salarios horarios de los adultos mayores mujeres. 141 5.6 Salarios horarios. 142 5.7 Porcentaje de los nuevos pensionados en 2017 que reclamaron su pensión temprana o la postergaron. 147 5.8 Características de los afiliados que solicitan una pensión anticipada vs. exacta vs. postergada. 148 8 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Prólogo Chile, al igual que otros países del sur de América Latina, está envejeciendo rápidamente. La mayor participación del grupo de adultos mayores (más de 65 años) es una tendencia que está relacionada con diversas dimensiones, incluyen- do una fuerte caída en fertilidad y crecimientos constantes en la esperanza de vida. El envejecimiento poblacional plantea desafíos de política y riesgos econó- micos y sociales. Los hacedores de política expresan su preocupación acerca del impacto que una reducción de la fuerza de trabajo pueda llegar a tener en el cre- cimiento económico. En el mediano plazo, existen desafíos fiscales relacionados con la provisión de servicios de salud, pensiones y servicios de atención a largo plazo ante el rápido envejecimiento. El envejecimiento está ocurriendo en un contexto donde el conjunto de políticas y reglas que regulan los comportamien- tos sociales no se encuentran adaptadas para este nuevo escenario demográfico. Este libro ofrece nueva evidencia analítica que muestra que estos desafíos son tan grandes para Chile como para sus pares en América Latina y Europa. Sin embargo, como también se demuestra en el presente volumen, en este mo- mento Chile enfrenta estos desafíos en un período en el cual la proporción de personas activas es mayor que la proporción de niños dependientes y adultos mayores y, en consecuencia, con mayores oportunidades para aumentar su tasa de ahorro e inversión productiva. Aprovechar esta oportunidad será vital para que Chile logre una mayor productividad económica en el largo plazo. El libro presenta evidencias que dan sustento a tres mensajes clave para los responsables de la política pública. Primero, Chile se encuentra en un período durante el cual la proporción de personas en edad de trabajar se encuentra en su punto más alto y podría ser aprovechado como fuente importante de crecimiento económico. Segundo, los hogares chilenos tienen una mayor propensión a ahorrar que los hogares en otros países de la región, lo cual constituye una segunda fuente vital de crecimiento. Finalmente, las mejoras constantes en el capital humano en los últimos años podrían ir acompañadas de políticas que promuevan una vida laboral más larga y de la innovación necesaria para aumentar la productividad. Los esfuerzos para manejar el rápido crecimiento del envejecimiento en Chile requerirán varias decisiones de política. Con respecto a la seguridad de ingresos durante la vejez, el aumento de la esperanza de vida amenaza con reducir el va- lor de las pensiones de los nuevos jubilados y aumentar el gasto público dirigido Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 9 al financiamiento del pilar solidario. Por lo tanto, es de vital importancia alentar a más hombres y mujeres chilenos a permanecer económicamente activos du- rante un período de tiempo más largo y posponer la edad en que se otorgan los beneficios previsionales. Respecto del mercado laboral, se requieren una serie de medidas dirigidas a: (a) aumentar la participación económica de las mujeres; (b) modernizar las regulaciones del mercado laboral y las políticas de apoyo que promuevan una mayor permanencia de los adultos mayores ene el mercado laboral; (c) eliminar las barreras que enfrentan las personas de todas las edades, y especialmente las personas mayores, que buscan renovar sus habilidades y brindarles otros progra- mas de apoyo laboral; y (d) establecer mecanismos que atraigan la inmigración, particularmente de personas jóvenes con las habilidades necesarias para soste- ner el crecimiento de Chile. En el sector de la salud, el aumento de la incidencia de algunas enfermedades no transmisibles que se vuelven más frecuentes a medida que la población en- vejece, tales como la diabetes, las afecciones cardíacas y la hipertensión, junto con el aumento de los costos de los medicamentos y los servicios hospitalarios, tendrán un profundo impacto. El gobierno deberá mejorar la eficiencia en la contratación de servicios médicos, aumentar la inversión en atención primaria y preventiva, y mejorar la gestión de la atención para adultos mayores con enfer- medades crónicas. Asimismo, el envejecimiento poblacional está alimentando un rápido crecimiento de la demanda de servicios de atención a largo plazo. Este libro presenta una evaluación del tamaño de la población con diferentes grados de dependencia funcional y propone un mecanismo para identificar y certificar dicha dependencia el cual mejoraría el acceso y la capacidad de res- puesta de los servicios de atención. Como se ha experimentado en muchos países de Asia Oriental y Europa, las reformas necesarias para aprovechar las oportunidades ofrecidas por el enveje- cimiento poblacional a menudo son complejas y requieren un amplio consenso político. Deseo que este libro contribuya a un debate sobre las opciones de políticas para hacer frente a los desafíos y aprovechar las oportunidades de los cambios demográficos en Chile y, establecer las bases para mantener un creci- miento económico sostenido. Axel van Trotsenburg Vicepresidente Regional Región de América Latina y el Caribe Banco Mundial 10 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Prefacio El presente libro fue realizado en el marco del Programa de Estudios Conjuntos entre el Gobierno de Chile y el Banco Mundial por Ignacio Apella, Truman Packard, Clement Joubert y Melissa Zumaeta, siguiendo la línea de investigación iniciada por Michele Gragnolati y Rafael Rofman sobre envejecimiento poblacional en diferentes países de América Latina. El desarrollo de este libro contó con las valiosas estimaciones de las Cuentas Nacionales de Transferencias provistas por Paulo Saad y Mauricio Holz, ambos del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas. Dichas estimaciones fueron realizadas en el ámbito del proyecto “Transición demográfica: oportunidades y desafíos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sustentable en América Latina y el Caribe”, coordinado por CELADE-CEPAL, con fondos de la Cuenta para el Desarrollo de las Naciones Unidas (Décimo Tramo). El desarrollo de este libro contó con los aportes de Verónica Silva, Daniel Cotlear, Luciana Garcia y Martina Goldenberg. Asimismo, el presente libro fue enriquecido por los comentarios y sugerencias aportadas por Alberto Rodriguez, Livia Benavidez, Pablo Gottret, Rafael Rofman y Michele Gragnolati. Los autores agradecen la cooperación y sugerencias realizadas por José Pablo Gómez Meza, Hermann von Gersdorff, Francisca Dussaillant y Leonardo González, todos del Gobierno de Chile. Especial agradecimiento a Gastón Blanco, Representante de País para Chile del Banco Mundial, Francisco Winter Donoso y Ana Cristina Cárdenas Pizarro por su apoyo y guía durante todo el proceso de trabajo. El libro cuenta con siete capítulos, que discuten y analizan el potencial impacto económico de la transición demográfica en Chile. El primer capítulo resume los hallazgos encontrados en el libro. El capítulo 2 presenta las proyecciones demográficas para Chile hasta el año 2100. El capítulo 3 estima las cuentas naciones de transferencias y el perfil de consumo e ingresos laborales por Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 11 edad, como así también analiza el potencial impacto fiscal. El capítulo 4 analiza la demanda de cuidados de los adultos mayores. El capítulo 5 estudia la dinámica del mercado de trabajo en un contexto de envejecimiento y el potencial impacto sobre la productividad total de la fuerza de trabajo. El capítulo 6 presenta algunas proyecciones del gasto público social según algunos escenarios de política pública. Finalmente, el capítulo 12 estudia el desempeño macroeconómico Chile vis a vis diferentes experiencias internacionales, y los desafíos y oportunidades generadas por la transición demográfica. Esperamos que la lectura de este libro no sólo permita abrir un espacio de ideas y debates de política pública, sino que también que la misma sea agradable. 12 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile CAPÍTULO 1 Introducción y resumen Introducción D urante los últimos 30 años, el país ha experimentado un proceso de rápida convergencia con los estándares de vida de los países de ingre- sos altos, incorporándose en 2010 al grupo de países miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El PBI real creció a una tasa promedio de 5,1% anual en el período comprendido entre los años 1984 y 2014. La dependencia del desempeño económico y las finanzas públicas del país al precio mundial del cobre constituyen una vulnerabilidad, las cuales podrían agudizarse en el mediano y largo plazo al considerar el cambio en la estructura demográfica del país. Chile se encuentra atravesando un proceso de transición demográfica que resulta en un progresivo envejecimiento de la población, con una disminución del número de niños, un aumento de los adultos mayores y, en general, una tendencia a la estabilización de su estructura poblacional. Este proceso es el resultado de dos fenómenos muy positivos en términos sociales: la disminución de la mortalidad a todas las edades y la reducción de la fecundidad, que refleja la creciente capacidad de los hogares de decidir sobre el tamaño de sus familias. Las tendencias demográficas observadas en décadas recientes y las esperadas para el futuro implican importantes desafíos para la dinámica macroeconómica e institucional y tendrán implicancias para el desarrollo económico y el bienes- tar de la población. El desafío que plantea el envejecimiento poblacional se encuentra asociado al hecho de que las instituciones, es decir, el conjunto de políticas y reglas que regulan determinados comportamientos sociales, en general, no se encuentran adaptadas para este nuevo escenario demográfico. En la gran mayoría de los paí- ses que están atravesando el periodo de envejecimiento, en efecto, las finanzas públicas, el desempeño del mercado de trabajo y el crecimiento económico se encuentran fuertemente condicionados por el contexto demográfico. El envejecimiento poblacional ocurrirá inevitablemente, pero de manera gra- dual. Actualmente, Chile acaba de comenzar un período de poco más de 30 años Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 13 con la más favorable estructura etaria de su población, lo cual podría favorecer un mayor crecimiento económico. Asímismo, esta oportunidad demográfica po- dría ofrecer el contexto ideal para establecer las bases de políticas sustentables en el mediano y largo plazo y generar oportunidades económicas y sociales. En este sentido, el planeamiento a largo plazo de diversas políticas públicas debería tener como punto de partida la dinámica poblacional, su estructura etaria y sus variables determinantes (fecundidad, mortalidad y migraciones). El país enfrenta en las próximas décadas un desafío importante ante el cre- cimiento de las necesidades para financiar a la población dependiente, por un lado, y la tendencia declinante en la población en actividad, por el otro. Si el objetivo central de las políticas públicas en Chile es asegurar una senda de me- joramiento sostenido del bienestar de la población, promoviendo el crecimiento económico y la distribución de sus beneficios en forma adecuada, entonces los principales desafíos serán identificar las políticas que, en un contexto de en- vejecimiento de la población con tasas de crecimiento demográfico muy bajas o incluso negativas, aseguren que el producto per cápita crezca a lo largo del tiempo y que las instituciones ofrezcan los mecanismos apropiados para que este crecimiento se distribuya equitativamente entre toda la población. La preparación del análisis desarrollado en este documento se llevó a cabo utilizando como base una metodología conocida como “Cuentas Nacionales de Transferencias” (NTA, por su sigla en inglés). El principio metodológico del mo- delo NTA es sencillo: partiendo de datos empíricos recolectados por encuestas de hogares u otros instrumentos, es posible estimar el perfil de ingresos y con- sumos por edad de la población, tanto a nivel agregado como desagregándolo en relación a los tipos de consumos (como son los gastos en educación o salud) y discriminando el consumo público (financiado con recursos del Estado) del privado (financiado directamente por los hogares). Al complementar esta in- formación con la correspondiente a las transferencias y flujos de capital (tanto públicos, como es el caso de los sistemas previsionales, los impuestos y transfe- rencias a los hogares, como privados, como el ahorro y desahorro de las familias o las transferencias intergeneracionales) y ajustando los distintos perfiles etarios de forma que la sumatoria por edad de los valores sea equivalente con los de las cuentas nacionales, es posible formular un modelo que distribuya el ingreso, el consumo y las transferencias totales del país por edad. La discusión sobre los impactos del cambio demográfico y las demandas que éstos producirán sobre las instituciones y políticas públicas se construye, enton- ces, partiendo de considerar el efecto que la variación de la estructura etaria de la población podría tener sobre distintas dimensiones económicas y sociales, lo que podría definirse como el “efecto demográfico puro”. A partir de este esque- ma, los capítulos del libro discuten las implicancias económicas y fiscales que estas tendencias producirían. 14 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile El envejecimiento poblacional genera un incremento potencial de las deman- das fiscales de algunos sectores sociales, tales como los sistemas de pensiones y salud. Si bien es posible plantear algunas reformas que contengan este aumento en las necesidades fiscales, resulta importante considerar al mismo tiempo las fuentes de crecimiento del producto per cápita y sus mecanismos posteriores de distribución para satisfacer estas posibles mayores demandas fiscales. En este contexto, el objetivo de esta introducción es resumir los principales hallazgos del libro. En la segunda y tercera sección, se describen las principales tendencias demográficas y sus implicancias en términos de dependencia pobla- cional, respectivamente. En la cuarta sección, se analiza la dinámica migratoria y su potencial impacto en la extensión del bono demográfico. La quinta sección incorpora la dimensión económica y analiza los perfiles de consumo e ingresos de la población en el año 2016 y el déficit del ciclo de vida del país. Asimismo, se analiza el impacto del cambio demográfico sobre el gasto social. En la sexta, se identifica y analiza las principales fuentes de crecimiento económico, a saber, la dinámica del mercado de trabajo, el proceso de acumulación de capital y la productividad total de los factores. Finalmente, se resumen los principales ha- llazgos del libro e identifica las principales áreas donde se justifica concentrar la atención de política pública de mediano y largo plazo. A lo largo de este libro es posible extraer algunas conclusiones clave con claras implicancias para la formulación de políticas públicas en Chile. La com- binación de las estimaciones de las cuentas nacionales de transferencias y la estructura y tendencias demográficas, permiten sugerir que Chile tiene un gran potencial para aprovechar el bono demográfico, en comparación con sus veci- nos de la región e inclusive algunos países de la OCDE. En este sentido, los per- files de consumo e ingreso del país tienen más en común con los observados en la República de Corea, que con los de Argentina, Uruguay e incluso con los de algunos países de Europa. Dado los perfiles de ingreso y consumo, se desprende que la capacidad de ahorro potencial del país durante el bono demográfico, y por tanto de inversión, es mayor a la de sus vecinos latinoamericanos. Si a esto se añade que el período de la ventana de oportunidad demográfica será más extenso, es posible tomar grandes ventajas de la transición demográfica en tér- minos de crecimiento económico sostenido en el largo plazo. Sin embargo, las conclusiones de los capítulos de este libro merecen la atención de los hacedores de políticas públicas, en tanto si bien las condiciones se encuentran dadas, exis- ten algunos desafíos que enfrentar con el fin de poder tomar ventaja de ellas. Chile puede volverse rico antes de volverse viejo. El país atraviesa un es- cenario demográfico y económico favorable que podría permitirle aprovechar el primer dividendo demográfico y preparar las bases para la realización del segundo dividendo. En este sentido, la demografía le otorga al país una gran posibilidad presente: se encuentra en el medio de su ventana de oportunidad Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 15 demográfica, es decir, en un período en el cual se registra la mayor participación de la población en edad de trabajar. Ello constituye una importante fuente de crecimiento económico. Al mismo tiempo, es el período en el cual el país cuenta con la mayor participación de la población con capacidad de ahorro. De acuer- do a los perfiles de consumo e ingreso por edad estimados en el capítulo 3 de este libro, el país mantiene una razón entre consumo e ingreso similar a la de la República de Corea, con una propensión al ahorro mayor a la de sus vecinos latinoamericanos. Por tal motivo, Chile enfrenta las mejores condiciones de- mográficas y económicas para incrementar su tasa de ahorro y de inversión, de manera de lograr aumentos de productividad global de la economía al momento de entrar en la etapa de envejecimiento (segundo dividendo demográfico). En este contexto, es importante comenzar a discutir en el presente las condiciones que fomentan un mayor nivel de ahorro doméstico y de inversión, de manera de incrementar las dotaciones de capital por trabajador en el mediano y largo pla- zo. Asimismo, y como las fuentes de crecimiento no se agotan en la dotación de factores, resulta imprescindible analizar acciones que posibiliten el incremento de la productividad total de éstos últimos, la cual en el pasado no ha jugado un papel importante en términos de su contribución al crecimiento del producto. En relación a la primera necesidad, el aprovechamiento del bono demográ- fico implica generar los incentivos, tanto desde el mercado de trabajo como desde el sistema financiero, para elevar el nivel de ahorro y, por tanto, la inver- sión y acumulación de capital físico. El esfuerzo presente debe direccionarse a reducir el déficit de oportunidades de empleo productivo, en tanto una propor- ción importante de la fuerza de trabajo o bien está buscando un empleo o está constituida por trabajadores poco calificados, con empleos de baja calidad en la economía informal y con salarios muy bajos. Asimismo, las condiciones del mercado financiero, en términos de respeto del derecho de propiedad, alterna- tivas de colocación de activos y tasas de interés, son fundamentales para generar mayores incentivos al ahorro. Respecto de la importancia del incremento de la productividad de la econo- mía, el desafío de mediano plazo consiste en generar las condiciones necesarias que incentiven un mayor nivel de inversión en investigación y desarrollo, como así también una mayor inversión en capital humano, que permita la mejora constante en el proceso de organización de los factores productivos, de manera tal de generar ganancias de eficiencia productiva. El avance en esta dirección no implica solamente la generación genuina de nuevo conocimiento (ciencia básica), sino que también admite aquellas actividades asociadas con la adop- ción y adaptación de cambios tecnológicos desarrollados en países desarrollados. Esto requiere una participación activa no sólo del sector privado, a partir de la toma de riesgos, sino también del Estado, a través de programas de fomento y promoción de las capacidades tecnológicas locales mediante el otorgamiento de 16 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile licencias tecnológicas y acuerdos de transferencia de saberes técnicos (know- how) con las empresas multinacionales que se encuentren radicadas en el país. En el corto plazo, aunque con miras al largo plazo, probablemente lo más importante es mantener e incluso incrementar el tamaño de la población eco- nómicamente activa. En este sentido, el envejecimiento poblacional tiende a reducir el tamaño de la fuerza de trabajo. Ello podría constituir una restricción en el mediano y largo plazo para lograr un crecimiento económico sostenido. Por tal motivo, diferentes estrategias que permitan incrementar el tamaño de la fuerza de trabajo deben ser analizadas. Se identifican tres acciones específi- cas que Chile podría priorizar para mantener o aumentar la fuerza laboral: (i) generar incentivos que permitan postergar el retiro del mercado de trabajo de los adultos mayores, en especial de aquellos con alta productividad; (ii) estable- cer las condiciones necesarias para permitir un incremento de la participación laboral de las mujeres que, si bien ha aumentado en las últimas décadas, aún sigue siendo relativamente baja; y, (iii) establecer mecanismos que fomenten la inmigración hacia el país, sin depender de factores externos tales como las crisis económicas y/o políticas que puedan darse en el resto del mundo. Incrementar la participación laboral de las mujeres. Si bien la participación laboral femenina se ha incrementado significativamente durante los últimos veinte años, la misma se encuentra en niveles muy por debajo de la de los hom- bres. Ello permite sugerir que Chile aún tiene sin explotar un activo económico con gran potencial. Uno de los determinantes más importantes del aumento de la participación de las mujeres en la fuerza laboral es el mayor nivel educativo con el que cuentan. De hecho, al controlar por el nivel educativo, no se iden- tifica una diferencia entre la tasa de participación de las mujeres en la fuerza laboral en Chile con aquella vigente en los países de la OCDE. Sin embargo, aún existe una brecha considerable entre el logro educativo de las mujeres y el promedio de los países de la OCDE. En los países de ingresos medios y altos de Europa y Asia Oriental, las intervenciones de política pública dirigidas a incre- mentar la participación femenina son aquellas que facilitan un mayor equilibrio entre la vida laboral y las responsabilidades familiares. El capítulo 5 provee evidencia que confirma que las responsabilidades en términos de cuidado de los miembros de la familia constituyen un factor determinante de la participación laboral de las mujeres. Chile ha logrado avances significativos dirigidos a ga- rantizar que los padres reciban apoyo desde el primer momento del embarazo hasta los primeros años de vida de sus hijos, a partir de la vigencia en 2007 de Chile Crece Contigo. Sin embargo, se requieren mayores esfuerzos para alentar el otorgamiento de la licencia parental remunerada y proporcionar a los niños opciones de cuidado, de manera de permitir un mayor ingreso de mujeres al mercado laboral. Ello complementado con instrumentos que eliminen la dis- criminación entre hombres y mujeres en el proceso de selección por parte de Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 17 la demanda de trabajo. En este sentido, la organización de la atención y de los sistemas de cuidados de los miembros del hogar funcionalmente dependientes podrían liberar tiempo de una gran proporción de mujeres y permitir su inser- ción laboral. Potenciar los programas de formación continua. Relacionado con el punto anterior, resulta relevante señalar la importancia de la iniciativa adoptada por el Gobierno de Chile referida a la eliminación de los topes máximos de edad para el acceso a los programas nacionales de capacitación y desarrollo de habilidades otorgados por el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SENCE). Tra- dicionalmente, los sistemas formales de educación, en todos sus niveles, fueron diseñados con el objetivo de fomentar aquellas habilidades necesarias para desa- rrollar tareas en la era industrial, en la cual la historia laboral de los trabajadores se encontraba claramente definida. En el contexto actual, esto no representa la forma en que las personas se insertan en el mercado laboral ni la forma en que las personas desean/necesitan trabajar a medida que envejecen. Resulta vital la posibilidad de combinar las actividades laborales con la ca- pacitación y actualización de sus habilidades. Generalmente, dicha combina- ción encuentra limitaciones en tanto las personas dedican su tiempo al trabajo sin poder hacerlo para su capacitación. En efecto, los programas de formación continua, tanto subvencionados o provistos directamente por el sector público, asumen que los beneficiarios deberían dejar de trabajar para su participación. Es precisamente esta la razón de la existencia de obstáculos no deseados para el aprendizaje permanente. El gobierno ha identificado que los límites de edad para acceder a los pro- gramas de capacitación ofrecidos por SENCE constituían un obstáculo en el al- cance del objetivo de incrementar el capital humano entre los adultos mayores e incentivar una mayor participación económica. Por tal motivo, se ha optado por la eliminación de dichos límites. Sin embargo, y habiendo avanzado en la eliminación de los límites regulatorios de acceso a los programas de formación, resulta indispensable la identificación de aquellas barreras no intencionales –ta- les como las financieras, de horario, etc.– que impiden a los trabajadores tomar los cursos ofrecidos por el SENCE o aprovechar cualquier otra oportunidad de actualización de habilidades. Promover formas flexibles de trabajo formal. La participación en el mer- cado de trabajo de los adultos mayores ha crecido constantemente durante las últimas décadas. En efecto, la proporción de adultos mayores económicamente activos es significativamente más alta que el promedio de los países miembros de la OCDE. Ello permite sugerir que la tendencia futura podría ir en dicha dirección, en donde los individuos posterguen su retiro del mercado de trabajo. A pesar del descontento generalizado con el nivel de los beneficios otorgados por el sistema de pensiones, no se encuentra evidencia suficiente de que la pos- 18 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile tergación de la vida laboral se encuentre asociada con la necesidad de financiar el consumo corriente. Si bien el fenómeno obedece a un cambio continuo en la conducta de los individuos, aún existe espacio para la intervención de política púbica dirigida a alentar una mayor participación económica entre los adultos mayores. En este sentido, este grupo de trabajadores en Chile cuenta con limi- tadas oportunidades de empleo y parece haber una especie de “multa” salarial para los trabajadores mayores a la edad legal de retiro. Además, el cuentapro- pismo se convierte en una de las opciones más comunes de reinserción laboral entre hombres y mujeres de edad avanzada. Los factores que se encuentran detrás de este comportamiento podrían reflejar tanto las preferencias de los individuos como así también sus restricciones. Por un lado, los adultos mayores habrán tenido tiempo para acumular la experiencia y el nivel de ahorro reque- rido (capital inicial) que les permita comenzar su propio negocio después de una larga carrera de trabajo dependiente. Por otro lado, las personas mayores suelen valorar la flexibilidad horaria. La inquietud que surge en este punto re- fiere a en cuánto las diferencias en la inserción laboral de los adultos mayores podrían estar revelando una reacción a las rigideces establecidas en el código laboral sobre el lugar de trabajo y la cantidad de horas requeridas en un empleo formal. Tales rigideces podrían incentivar el retiro del mercado de trabajo o la participación en empleos informales de menor productividad. Una mayor postergación del retiro podría constituirse en un resultado vital para mejorar el bienestar de las personas y la sostenibilidad de las finanzas públicas. El otorga- miento a la demanda y oferta de trabajo de una mayor libertad para consensuar el lugar de trabajo y la cantidad de horas podría ser una alternativa que elimine los obstáculos desalentadores mencionados. Simultáneamente, los empleadores podrían entender que las habilidades de los adultos mayores se encuentran des- actualizadas y, por lo tanto, requerirán mayores garantías antes de contratar a un trabajador mayor. Garantizar el acceso a servicios de desarrollo, formación y actualización de habilidades en un contexto de cambio tecnológico, junto con la utilización de subsidios a empleos específicos, podrían ser respuestas efectivas a este problema que merece su discusión. Fomentar y gestionar la inmigración. La inmigración en Chile ha crecido significativamente en los últimos seis años. El flujo de inmigrantes se ha expan- dido considerablemente a partir del éxodo desde Venezuela, que afecta a varios países de la región. La respuesta de Chile ha sido muy pragmática: certificar y proporcionar identificación a los inmigrantes; recolectar información sobre sus habilidades y proporcionar orientación referida a los lugares en los que tales habilidades resultan más escasas; garantizar el acceso a la protección social mí- nima y la oportunidad de obtener la elegibilidad para una cobertura adicional. El enfoque adoptado por Chile se basa en las prácticas de políticas migratorias de Canadá, Nueva Zelanda y Australia. Tales países gestionan con éxito la po- Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 19 blación nacida en el extranjero, que va del 20% al 25% del total de la población. Al proporcionar identificación, el derecho legal al trabajo y orientación, el go- bierno se encuentra capaz de administrar con éxito la inmigración y mantener, de este modo, el tamaño de la fuerza de trabajo. Contener los costos de la atención de la salud. De las tres áreas princi- pales del gasto social analizado, los resultados presentados en este reporte indican que los costos y la prestación de servicios de salud representan el ma- yor desafío desde el punto de vista de la sostenibilidad fiscal. Esto contrasta directamente con el gasto en educación, el cual disminuye gradualmente. Las pensiones, aunque aumentan como una categoría de gasto, desde el punto de vista fiscal no son una preocupación y podrían ser mitigadas a partir de mayores incentivos para la postergación del retiro del mercado de trabajo. Los costos del cuidado de la salud presentan una perspectiva diferente. Las proyecciones presentadas en este reporte indican que el gasto total en salud podría aumentar casi 3 puntos porcentuales del PBI sólo como consecuencia del cambio demográfico. Si bien la población beneficiaria de bienes y servicios de salud abarca a todas las edades, existen claras diferencias en la composición de los servicios de salud y el nivel de gasto según grupo etario. Debido a que la demanda de servicios de salud y el gasto es mayor entre los adultos mayo- res, un aumento en la edad promedio de la población generalmente implicará un mayor gasto en el sector en general. La Revisión del Gasto Público (PER, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial, entregada al Gobierno de Chile en diciembre de 2016 (Banco Mundial, 2016), identificó a los costos de aten- ción de la salud como una amenaza creciente para las finanzas públicas. Las instituciones y estructuras actuales se combinan con el envejecimiento de la población para impulsar estos mayores costos. El aumento del gasto público en atención de la salud se debe principalmente a un aumento del gasto en concepto de medicamentos y servicios hospitalarios. El PER del Banco para 2016 sugirió que se podrían lograr mejoras de eficiencia, a través de una mejor adquisición de medicamentos y equipo médico y de una mejor gestión de la atención de las personas mayores (pacientes frágiles con morbilidades múlti- ples). El PER sugirió, asimismo, que las innovaciones en la gestión de la salud podrían ser incentivadas para reducir las admisiones hospitalarias evitables. Las ganancias de eficiencia en el sector salud, en términos de costos medios, se encuentran asociadas positivamente con mayores inversiones en la atención primaria de salud y las acciones de atención preventiva. Sin embargo, este tipo de intervenciones, tales como la promoción de la actividad física, el desincen- tivo a los hábitos de fumar, el impulso de una alimentación saludable, etc., implican importantes cambios culturales y de comportamiento que requieren varios años para concretarse. Por tal motivo, resulta necesario la implementa- ción e intensificación de este tipo de intervenciones en el corto plazo, a fin de 20 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile lograr ganancias de eficiencia del sector en el mediano y largo plazo, una vez que el país entre en la etapa de envejecimiento. Identificación y certificación de la dependencia funcional. En el capítulo 4 se presenta el esfuerzo analítico realizado por el equipo del Banco Mundial di- rigido a avanzar en una de las recomendaciones sugeridas para el sector de salud en el PER: reducir las admisiones hospitalarias evitables. En muchos países, un factor determinante de los costos de la atención médica es la hospitalización innecesaria, en particular destinada a la prestación de atención de largo plazo. El cuidado de largo plazo no debería significar un riesgo para la sustentabilidad de las finanzas públicas cuando es posible establecer una combinación de estruc- turas públicas y de mercado. El gobierno de Chile está proponiendo un nuevo plan integrado de subsidios y seguros de mercado que agruparía de manera más eficiente los costos de cuidado a largo plazo para las personas con mayor depen- dencia funcional. Pero, incluso para aquellos cuya dependencia funcional no es significativamente grave, una evaluación precisa de las necesidades es vital para responder de manera efectiva y asequible con servicios de cuidado en el hogar. Chile ha tenido una evaluación rigurosa de la dependencia funcional, que es reconocida internacionalmente, y está desarrollando un instrumento consisten- te, que puede ser aplicado con mayor agilidad por un conjunto más amplio de agencias. El cuidado a largo plazo para satisfacer las necesidades de las personas con dependencia funcional se propone como un pilar de la expansión de la pro- tección social, de manera de lograr la inclusión de las familias de clase media. El capítulo 4 presenta una evaluación del tamaño de la población expuesto al ries- go de necesidad de estos servicios, así como los principios clave que el gobierno debe seguir para evaluar la dependencia funcional a medida que implementa nuevos esquemas de protección. La dinámica demográfica en Chile entre 1950 y 2100 Los cambios poblacionales no sólo implican modificaciones en el tamaño de la población, sino también modificaciones graduales en la estructura etaria, ya que distintos grupos crecen a diferente ritmo. Entre 1950 y 2015, la población total pasó de 6,2 millones a 17,7 millones, con un crecimiento anual promedio de 1,7%, el cual se va desacelerando en el tiempo (la tasa de crecimiento pobla- cional anual promedio pasó de 2,04% entre 1950 y 1980 al 1,3% en las últimas tres décadas). La población ascendería a 20,7 millones en el año 2050 y a 18,7 millones en 2100, creciendo al 0,4% anual en promedio hasta el año 2050, para luego verificar tasas negativas. Para el período comprendido entre los años 2015 y 2100, la tasa de crecimiento promedio sería negativa (-2%) para los menores de 15 años, -1% para las edades de 15 a 65 y 8% para los mayores de 65 años. Esta tendencia implica un envejecimiento gradual de la población. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 21 La figura 1.1 presenta la evolución histórica y proyectada de la población en Chile, según grandes grupos de edades. La mayor participación que va adqui- riendo el grupo de adultos mayores (más de 65 años) es conocido como proceso de envejecimiento poblacional1. Dicha participación en Chile era del 4% en 1950, llegó al 10% en 2015, alcanzaría el 24% en 2050 y el 33% en 2100. La transición demográfica es producto, en una primera etapa, del significati- vo descenso de la tasa de mortalidad y, en menor medida, del de la fecundidad. Luego, el impacto del descenso de este último resulta más significativo que la disminución del primero. En este sentido, la transición demográfica es un proceso de larga duración, que parte de una situación inicial con altas tasas de mortalidad y fecundidad para arribar a una situación final de bajas tasas. En ambas situaciones, la tasa de crecimiento demográfico es baja. En el transcurso de la situación inicial a la situación final se pueden distinguir dos etapas: en la primera, la tasa de creci- miento de la población aumenta como consecuencia de la caída en la tasa de mortalidad. Por el contrario, en la segunda etapa, es la caída en la tasa de fecun- didad lo que provoca una disminución en la tasa de crecimiento poblacional (CEPAL/CELADE/BID, 1996). Con excepción de Uruguay, Chile fue uno de los primeros países que inició su transición demográfica hacia una estructura poblacional más envejecida. Tal como fuera mencionado precedentemente, los motivos de esta dinámica pobla- Figura 1.1 Estructura poblacional según grandes grupos de edad. Años 1950-2100 25000 20000 15000 10000 5000 0 1950 1975 2000 2025 2050 2075 2100 0-14 15-64 +65 Fuente: Elaboración propia en base a Naciones Unidas, División de Población (2017). 22 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile cional se encuentran asociados al acelerado ritmo de reducción de dos variables clave: la tasa de mortalidad y la tasa de fecundidad. Si bien ambos indicadores parten de niveles relativamente altos, experimentan un reducción significativa y temprana ya a partir de mediados del siglo pasado. Chile tuvo una mejora importante en sus principales indicadores de morta- lidad desde principios del siglo pasado. De acuerdo con Cerda (2005), la tasa de mortalidad general cayó desde 30 por 1.000 habitantes en 1924 hasta cerca de 5 por 1.000 habitantes en 1999, mientras que la tasa de mortalidad infantil (menores de un año fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos) y la de mortalidad neonatal (menores de un mes fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos) cayeron desde 254 y 136 en 1915 hasta 10 y 5 por mil en el año 1999, respectivamente. En este sentido, desde mediados del siglo pasado2 la esperanza de vida al nacer presenta una tendencia ascendente prácticamente lineal. Desde 1955 hasta el año 2015, la esperanza de vida aumentó de 55 a 81 años: un incremento abso- luto de 28 años equivalente a 0,46 años de ganancia por año calendario. Tal como se desprende de la figura 1.2, Chile inició más tempranamente la reducción de la mortalidad en comparación con la mayoría de los países de la región, a excepción de Argentina y Uruguay. Sin embargo, ya a mediados de la década del 90, la esperanza de vida al nacer del país superó a la de todos los paí- ses de la región, incluidos estos últimos. Con relación a los países más desarrolla- dos, miembros de la OCDE, Chile, junto con México, inició desde un punto de partida más abajo. No obstante, el país muestra un ritmo mayor de crecimiento de la esperanza de vida comparado al del resto de los países, logrando converger en el año 2010 a la tendencia global de este grupo. De acuerdo con las proyecciones realizadas por la División de Población de Naciones Unidas, durante las próximas décadas la esperanza de vida al nacer aumentaría de 81 años en el quinquenio 2010-15 a 88 en el quinquenio 2045- 50, es decir, a razón de 0,19 años por año calendario. Respecto del segundo factor demográfico que condiciona la evolución de la estructura poblacional, la tasa de fecundidad presenta un ritmo de caída sig- nificativo desde mediados del siglo pasado. La figura 1.3 muestra la evolución histórica y proyectada de la tasa global de fecundidad para algunos países selec- cionados. La tasa global de fecundidad por mujer en Chile ha ido disminuyendo desde casi 5 hijos por mujer, en 1950, hasta situarse cerca de 1,8 en el 2015, por debajo de la tasa de reemplazo. Es decir, alcanzar esta cifra global de fecundidad implica que, finalmente, los hijos nacidos por cada mujer no alcanzarían para renovar la población una vez que fallezcan sus padres. Si bien Chile mantuvo una tasa global de fecundidad relativamente alta en comparación con Argentina y Uruguay y con los países desarrollados, se destaca el ritmo acelerado con el que comenzó a decrecer a partir de mediados del siglo pasado. Ya en el quinquenio 1975-80 era menor a la de Argentina igualando Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 23 la vigente en Uruguay (el país más envejecido de la región). No obstante, fue recién en el quinquenio 2010-2015 cuando logró converger a los niveles de los países desarrollados. Las proyecciones sugieren que la tasa global de fecundidad, no sólo para Chile sino también para el resto de los países, se estabilizaría alre- dedor de los valores presentes (1,8 hijos por mujer). Figura 1.2 Esperanza de vida al nacer (en años). Quinquenio 1950-55 – 2095-2100 a. América Latina y el Caribe b. Países miembros de la OCDE 100 100 90 90 80 80 70 70 60 60 50 50 40 40 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 Chile Colombia Brasil Chile Noruega México Perú Argentina Uruguay OCDE Canadá Australia América Latina y el Caribe Fuente: Naciones Unidas, División de Población (2017). Figura 1.3 Tasa global de fecundidad. Quinquenio 1950-55 – 2095-2100 a. América Latina y el Caribe b. Países miembros de la OCDE 8 8 7 7 6 6 5 5 4 4 3 3 2 2 1 1 0 0 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 Chile Colombia Brasil Chile Noruega México Perú Argentina Uruguay OCDE Canadá Australia América Latina y el Caribe Fuente: Naciones Unidas, División de Población (2017). 24 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Relaciones de dependencia, el bono y dividendos demográficos El cambio de la estructura por edades de la población tiene una incidencia importante desde el punto de vista social y económico, en cuanto trae consigo una modificación en el peso que tienen las edades integradas por población potencialmente pasiva o dependientes de ingresos de terceros en relación con aquella que pertenece a edades de población consideradas potencialmente ac- tivas o productivas. Para determinar la etapa del bono demográfico, se recurre al índice de depen- dencia demográfico total3, que mide la relación de niños/adolescentes y adultos mayores (menores de 15 años y mayores de 65) con respecto a la población en edades activas (entre 15 y 65 años de edad). En la figura 1.4 se presentan las razones entre población potencialmente inactiva y potencialmente activa para Chile y un conjunto de países seleccionados. En los inicios de la transición demográfica, la relación de dependencia de- mográfica es alta por el elevado porcentaje de niños. El posterior descenso de la fecundidad lleva a una etapa (que puede durar varias décadas) en que la población registra una mayor proporción de las edades intermedias y se la de- nomina “bono demográfico” o “ventana de oportunidad”, debido a que es en dicho período de tiempo donde se registra la menor proporción de población dependiente de ingresos de terceros y, por tanto, una oportunidad de generación de excedente o ahorro global. Reconociendo que no hay una medida exacta del inicio y final del bono de- mográfico, Gragnolati et al. (2011) consideran que el mismo transcurre durante todos los años en los cuales la tasa de dependencia demográfica se encuentra por debajo de determinado umbral arbitrariamente elegido –generalmente se considera 60%–. A partir de ello, la “ventana de oportunidad demográfica” chi- lena abarcaría las casi seis décadas que van de 1990 a 2050. En el año 2015 se alcanzó el mínimo valor de la tasa de dependencia, y a partir de allí restan 35 años para ingresar a la etapa de envejecimiento. Chile se encuentra en el centro de su ventana de oportunidad demográfica, la que continuará por un período extenso de tiempo, aproximadamente hasta principios de 2050. Dicho bono demográfico no sólo tiene una duración mayor al del resto de los países de la región, sino que también tiene una mayor inten- sidad, incluso que aquel de los países miembros de la OCDE. Si bien la relación de dependencia total es un buen indicador de las tenden- cias demográficas, su utilidad para evaluar el impacto que la demografía puede tener sobre el desempeño de la economía es limitada dados dos supuestos bási- cos utilizados en su construcción. Primero, las tasas de dependencia sólo consi- deran el aspecto demográfico asumiendo que la totalidad de la población menor de 15 años y mayor de 65 es dependiente y que la totalidad de los adultos de Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 25 Figura 1.4 Tasa de dependencia demográfica. Quinquenio 1950-55 – 2095-2100 a. América Latina y el Caribe b. Países miembros de la OCDE 1,2 1,2 1,0 1,0 0,8 0,8 0,6 0,6 0,4 0,4 0,2 0,2 0,0 0,0 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 Chile Colombia Brasil Chile Noruega México Perú Argentina Uruguay OCDE Canadá Australia América Latina y el Caribe Fuente: Elaboración propia en base a Naciones Unidas, División de Población (2017). Nota: Tasa de dependencia demográfica se define como la suma de la población menor de 15 años y mayor de 65 años dividida la población de entre 15 y 64 años. entre 15 y 65 son activos, cuando en realidad las tasas específicas de actividad comienzan a crecer en la adolescencia (aunque nunca llegan al 100% de la po- blación), y declinan en torno a la edad de retiro. La segunda limitación es que el indicador es “estático” ya que establece como edades de corte los 15 y 65 años (o cualquier otro valor determinado normativamente), sin reconocer que, a lo largo del tiempo, la población tiende a modificar comportamientos y las insti- tuciones a adaptarse a ellos, cambiando así las edades de ingreso a la fuerza de trabajo (debido a una mayor educación) y de salida (por postergaciones en las edades de retiro). No obstante, es claro que durante este período se crea un contexto especial- mente favorable para el desarrollo debido a la mayor viabilidad para el incre- mento del ahorro y la oportunidad de inversión. Ello se encuentra directamente asociado con el patrón de consumo e ingreso de los individuos de una sociedad, dado que ello define el superávit (ahorro) total del ciclo de vida. En este sentido, la dinámica demográfica tiene implicancias en diferentes dimensiones económi- cas y sociales, puesto que cada grupo etario tiene diferentes niveles de ingreso y consumo y, por tanto, de déficit/superávit durante su ciclo de vida. En efecto, los cambios en la estructura etaria implican cambios en el déficit del ciclo de vida global y en las necesidades de transferencias destinadas a su financiamiento. 26 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile La inmigración como motor del bono demográfico Una dimensión importante que afecta a la estructura poblacional en los países, en especial de América Latina y el Caribe, son los flujos migratorios. Las migra- ciones en Chile se encuentran ligadas a factores tanto internos como externos. Entre los primeros, se destacan el nivel de crecimiento económico, la estabilidad política y paz social, en tanto que, entre los segundos, se encuentran los con- flictos sociales y políticos de los países vecinos y crisis económicas, entre otros. Si bien la migración internacional es un factor de suma relevancia para muchos países, en el caso chileno esta variable desempeñó un papel fundamental a fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, pero su impacto demográfico ha sido prácticamente nulo desde entonces. Con base en información de los Censos de Población, la figura 1.5 presenta el porcentaje de los residentes extranjeros sobre el total de la población des- de 1854 hasta 2012. La población extranjera en Chile experimentó subas y descensos muy pronunciados, principalmente entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, como consecuencia de las grandes olas inmigra- torias recibidas. A mediados del siglo XIX, los extranjeros residentes en Chile no superaban el 1,5% de la población total, aunque en 1885 dicho porcentaje más que se duplicó alcanzando el 3,4%. Pasada la gran inmigración europea de principios del siglo pasado, la can- tidad de inmigrantes disminuyó y hacia finales de éste, prácticamente alcanzó menos del 1% de la población. Sólo a partir del censo de 1982 se observa un cambio en la procedencia del movimiento migratorio, y pasaron a predominar los extranjeros nacidos en Sudamérica. Es en dicho momento donde la tenden- cia se revierte y comienza un período de incrementos, llegando al último censo de 2012 a representar el 2% de la población total, cifra que es más del doble que la observada veinte años antes. La inmigración venezolana a Chile ha sido una de las que más ha crecido en los últimos años. Dicho fenómeno no es exclusivo de Chile, sino que la corrien- te migratoria venezolana se ha dirigido hacia diferentes países de la región como consecuencia de la crisis económica y social por la que atraviesa el mencionado país. No obstante, las características de los inmigrantes venezolanos en Chile son algo diferentes a las de los países receptores más cercanos a Venezuela, y ello podría constituir una oportunidad económica en un contexto de enveje- cimiento poblacional. En este sentido, mientras que la población venezolana en plena edad de actividad y de alta productividad de entre 29 y 40 años que reside, por ejemplo, en Colombia es del 28% del total de venezolanos, en Chile dicho porcentaje asciende al 52% (Tabla 1.1). Asimismo, en tanto los inmi- grantes venezolanos en Colombia se concentran entre aquellos con educación secundaria o menos, en Chile el 61% tiene nivel universitario de estudios. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 27 Figura 1.5 Porcentaje de la población extranjera. Censos 1854-2012 4,5% 4,0% 3,5% 3,0% 2,5% 2,0% 1,5% 1,0% 0,5% 0,0% 1854 1865 1875 1885 1895 1907 1920 1930 1940 1952 1960 1970 1982 1992 2002 2012 Fuente: Censos de Población, Instituto Nacional de Estadística. El valor de 2016 (4,3%) es elaboración propia en base a información de la División de Población, Naciones Unidas y la Dirección de Extranjería y Migración. En un contexto demográfico que tiende a reducir el tamaño de la fuerza de trabajo en el mediano y largo plazo, no sólo la inmigración sino también sus características permitirían expandir la fuerza de trabajo y de ese modo el pe- ríodo del bono demográfico. En este sentido, si bien el comportamiento demo- gráfico es el que finalmente establece los límites a la ventana de oportunidad, la incorporación de las corrientes migratorias a la fuerza de trabajo permitiría otorgarle cierta flexibilidad. Sin embargo, el aprovechamiento de la ventana de oportunidad es de carácter potencial, en tanto se encuentra sujeto a las condi- ciones del mercado de trabajo que permitan la máxima utilización de la fuerza de trabajo, no sólo en términos de cantidad de empleo generado, sino también de su característica. Como será estudiado en los capítulos 2 y 6, las corrientes migratorias po- drían resultar una fuente importante de fuerza de trabajo y, por tanto, de ex- pansión de la población económicamente activa. Dependiendo no sólo de las características de la población inmigrante sino también de la capacidad de ge- neración de empleos productivos de la economía, la inmigración de población en edad de trabajar podría tener impacto en la productividad de la economía y mantener la tasa de dependencia demográfica en niveles bajos. Sin embargo, surgen algunas inquietudes que merecen un análisis en mayor profundidad y que exceden el alcance de este reporte. Los flujos migratorios desde Venezuela y Haití han sido crecientes pero, aún así, representan sólo una 28 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile pequeña participación en el total poblacional. En este sentido, ¿existen razones que permitan esperar un constante incremento de dicho flujo de inmigrantes?; incluso en un escenario donde el número de inmigrantes no sea significativo, ¿existe alguna cualidad que los distinga del resto de los inmigrantes hacia otros destinos (por ejemplo, profesionales calificados)?; ¿es el reciente aumento en la inmigración el resultado de la atracción por las características de Chile o es un efecto de expulsión "puro" de otros países que podría atenuarse si las con- diciones económicas y políticas en los países de origen cambian? De cualquier manera, el país ha desarrollado sistemas y procesos administrativos, siguiendo el modelo canadiense, para aprovechar la reciente ola migratoria. En caso que este flujo migratorio sea permanente el sistema será de utilidad en el futuro. Cuentas nacionales de transferencias y el déficit del ciclo de vida4 A fin de comprender el impacto de la transición demográfica sobre las posibili- dades de crecimiento económico en el corto, mediano y largo plazo, y las nece- sidades de financiamiento fiscal, es necesario incorporar la dimensión asociada con el comportamiento de las cohortes, en términos de niveles de consumo e ingresos, aportadas por las estimaciones de Cuentas Nacionales de Transferen- cias5, lo que permitirá a su vez definir el déficit de ciclo de vida. Tabla. 1.1 Características básicas de los inmigrantes venezolanos en Colombia y Chile Características Colombia Chile Hombres 52% 52% 0-18 años 27% 3% 19-28 años 21% 19% 29-40 años 28% 52% 41-64 años 20% 23% 65+ años 4% 3% Sin educación 27% 4% Educación básica 26% 5% Educacón secundaria 32% 20% Educación técnica 7% 11% Educacón universitaria 5% 61% Fuente: Colombia, Banco Mundial (2018); Chile, Dirección de Extranjería y Migración. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 29 No sólo el tamaño y composición de la población es un aspecto importante, sino también el cambio en su estructura etaria dado que, a lo largo del ciclo de vida, los patrones de consumo e ingresos laborales se ven modificados. En este sentido, la participación económica y los niveles de consumo, ingresos y ahorro, entre otros fenómenos de relevancia socioeconómica, presentan perfiles característicos que hacen que el aumento o disminución del tamaño relativo de un determinado grupo de edad implique consecuencias sobre el nivel agregado del fenómeno en cuestión. A modo de ejemplo, el envejecimiento poblacional podría implicar, ceteris paribus, una reducción en el tamaño relativo de la fuerza laboral (o un aumento en los niveles de dependencia económica) y, por tanto, una menor cantidad de personas en condiciones de ahorrar. A lo largo del ciclo de vida de los individuos, el consumo y la producción evolucionan de manera diferente. Esta evolución dispar da lugar a dos etapas claramente definidas en las que el consumo de los individuos supera a la pro- ducción (particularmente, en la infancia y vejez) y períodos en que ocurre lo contrario (período de actividad). En conjunto, el resultado acumulado en estas etapas deficitarias y superavitarias se conoce como déficit del ciclo de vida. La figura 1.6 presenta el perfil de ingresos y consumo per cápita (expresado en términos del ingreso promedio de las personas de entre 30 y 49 años) para Chile y un conjunto de países participantes del proyecto de Cuentas Nacionales de Transferencias. La evidencia internacional muestra perfiles similares en todos los países, en- contrándose que en los países de menor grado de desarrollo existe una mayor generación de recursos en las primeras y últimas edades (Mason y Lee, 2011). Pero, en general, se identifican tres etapas claramente diferenciadas según si el nivel de ingreso es menor o mayor al consumo. Un nivel de ingreso nulo en la niñez y creciente a partir de determinada edad en la juventud y decreciente en algún momento de la vejez. Por su parte, el consumo presenta un patrón de comportamiento relativamente constante a cada edad, con un leve incremento en las edades mayores, en algunos países asociado con un mayor gasto en salud6. En el caso de Chile, las edades entre las que las personas son consideradas ahorradores primarios, es decir el período en el cual los ingresos laborales resul- tan superiores al nivel de consumo, son 27 y 61 años de edad. Ello representa un período de 36 años en el cual los individuos tienen capacidad de generación de ahorro. Este período de superávit es el mayor en relación al observado en el resto de los países, inclusive al de la República de Corea. Este último tiene un período de superávit de 34 años, le sigue Argentina (33) y Uruguay (30). Mención especial merece el caso de China ya que, de acuerdo a los perfiles de consumo e ingreso per cápita, la cantidad de años en los que un individuo promedio tiene un nivel de ingresos superior a su consumo se extiende por 38 años, desde los 22 hasta los 59 años de edad. 30 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 1.6 Perfil de consumo e ingresos per cápita normalizado (en relación al ingreso promedio de entre 30 y 49 años). Años 2000s Uruguay Argentina 120% 100% 80% 60% 40% 20% 0% Brasil Chile (2016) 120% 100% 80% 60% 40% 20% 0% Japón Rep. de Corea 120% 100% 80% 60% 40% 20% 0% China Alemania 120% 100% 80% 60% 40% 20% 0% 0 6 12 18 24 30 36 42 48 54 60 66 72 78 84 90+ 0 6 12 18 24 30 36 42 48 54 60 66 72 78 84 90+ Edad Edad Consumo Ingreso Fuente: Chile: CELADE-CEPAL/Holz (2018); resto de países: proyecto de Cuentas Nacionales de Transferencias http://ntaccounts.org Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 31 Por otra parte, el área superavitaria de los países Argentina, Brasil y Uruguay es significativamente menor al área superavitaria de los países asiáticos de alto crecimiento seleccionados. En dichas áreas, la diferencia entre ingresos laborales y consumo para el caso de China, Japón y República de Corea es muy supe- rior al observado para los casos de Argentina, Brasil y Uruguay. Sin embargo, a excepción de lo observado para los países de Sudamérica, Chile mantiene características similares a las de la República de Corea en términos del área su- peravitaria. En concreto, Chile se encuentra frente a un escenario demográfico y económico muy favorable, en tanto no sólo la ventana temporal por la que los individuos son superavitarios es extensa, sino también porque el nivel de dicho superávit es más alto que el de sus vecinos y similar al de la República de Corea. Como será discutido más adelante, este hecho genera las condiciones iniciales para lograr incrementos sustantivos del nivel de ahorro e inversión y, por tanto, de la productividad de la economía en el largo plazo. La figura 1.7 muestra el perfil de consumo e ingresos per cápita de Chile para los años 1997 y 2016. Cabe destacar que no es una comparación del nivel de ingreso laboral o consumo por edad entre los años 1997 y 2016, sino que compara la estructura (o perfil per cápita) por edades del ingreso laboral y del consumo entre los años 1997 y 2016. En ella, se puede observar que la estruc- tura por edad simple del consumo en el año 1997 tiene una incidencia mayor en niños y jóvenes en relación a los adultos mayores, comparada con la estructura de consumo por edad que se observa en el año 2016. El perfil de consumo por edad en el año 2016 muestra un incremento del consumo en las edades más avanzadas en relación a los niños y adolescentes. La estructura por edad del consumo en el año 1997, si bien muestra un aumento del consumo a medida que avanza la edad del individuo, el mismo es menos pronunciado de lo que se observa en el año 2016. Este cambio hacia una estructura de consumo per cápita, con una mayor incidencia en las edades más avanzadas del ciclo de vida, tendría como conse- cuencia un mayor déficit de ciclo de vida (consumo menos ingresos laborales) en las edades avanzadas del ciclo de vida en relación al déficit de ciclo de vida en las edades tempranas. No obstante, en el año 2016 y producto del mayor nivel de ingresos laborales generados en las edades avanzadas, la ventana en la que se registra un superávit es mayor a la observada para el año 1997: mientras que en 1997 la ventana superavitaria se extendía desde los 26 años hasta los 54 (29 años), en 2016 dicha ventana transcurre entre los 26 y 61 años (36 años). Sin embargo, en veinte años el nivel de consumo per cápita, en relación al ingreso promedio de los trabajadores de entre 30 y 49 años, registró una caída en todos los grupos etarios, aunque esto es precisamente el resultado del incremento del nivel de ingreso per cápita de Chile7. 32 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 1.7 Chile: Perfil de consumo e ingresos per cápita normalizado (en relación al ingreso promedio de entre 30 y 49 años). Años 1997 y 2016 120% 100% 80% 60% 40% 20% 0% 0 6 12 18 24 30 36 42 48 54 60 66 72 78 84 90+ Edad Ingreso1997 Consumo 1997 Ingreso 2016 Consumo 2016 Fuente: Chile (2016): CELADE-ECLAC/Holz (2018); Chile (1997): proyecto de Cuentas Nacionales de Transferencias http://ntaccounts.org. La diferencia entre ingresos y gastos se denomina déficit del ciclo de vida (figura 1.8). En términos relativos, Chile presenta, con excepción de los casos de China, uno de los menores déficits combinado de niños y adultos mayores, equivalente a un 47% de los ingresos laborales agregados. Por su parte, el défi- cit de los niños es 2,15 veces más grande que el correspondiente a los adultos mayores. Por su parte, Argentina tiene un déficit combinado del 57,3%, segui- do por Japón, Uruguay y Brasil, con valores que ascienden al 54,7%, 54,6% y 48,8%, respectivamente. Por su parte, China y la República de Corea, son los países que cuentan con el menor déficit combinado. Una medida sintética de los niveles de déficit y superávit a lo largo del ci- clo de vida es la razón de sustento, que muestra la relación entre productores y consumidores en un momento dado. El interés de esta aproximación es que permite profundizar el análisis de las relaciones de dependencia, ya que ofrece información para considerar no sólo la potencial participación en la producción económica de la población a lo largo del ciclo de vida sino su participación efec- tiva, así como para refinar el concepto de “consumidores efectivos”. Esta razón aumenta al incrementarse la población activa en relación al total, pero también refleja los niveles de consumo y ahorro de la población, ya que cuanto mayor sea el ahorro de los individuos (y, por consiguiente, menor el consumo) mayor será el indicador. Así, la razón muestra el balance entre ingresos y consumo a Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 33 Figura 1.8 Déficit del ciclo de vida por edad y países en relación al ingreso promedio de personas de entre 30 y 49 años. Años 2000s 100% 50% 0% -50% -100% -150% 0 4 8 12 16 20 24 28 32 36 40 44 48 52 56 60 64 68 72 76 80 84 88 Edad Chile China Japón Argentina Brasil Alemania Uruguay Fuente: Chile: CELADE-ECLAC / Holz (2018); resto de países proyecto de Cuentas Nacionales de Transferencias http://ntaccounts.org Figura 1.9 Razón de sustento del consumo. Años 2015-2100 100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 2015 2020 2025 2030 2035 2040 2045 2050 2055 2060 2065 2070 2075 2080 2085 2090 2095 2100 Fuente: Elaboración propia en base a CELADE-CEPAL/Holz (2018)y División de Población, Naciones Unidas. 34 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile nivel de la sociedad y por edad. Cuando el ingreso agregado es idéntico en valor al consumo de los hogares la razón toma valor 1 y, a medida que se observa más ahorro, su valor aumenta. La figura 1.9 presenta una proyección de esta razón de sustento si se consideran los cambios demográficos esperados. En resumen, Chile se encuentra atravesando un período favorable en términos de su potencial capacidad de ahorro y menor déficit del ciclo de vida, período que llegaría hasta finalizar la ventana de oportunidad demográfica en el año 2050. En este sentido, durante los últimos 20 años, se observa una disminución significativa del déficit global como consecuencia de la reducción de la tasa de fecundidad y, por tanto, de la disminución de la participación de los niños y adolescentes en el total de la población y el incremento de la población activa. Sin embargo, este resultado se revertirá en el futuro a medida que la población envejezca. Perfiles de consumo, transferencias y espacio fiscal La metodología de Cuentas Nacionales de Transferencias permite desagregar el gasto/consumo según su destino. La figura 1.10 muestra la estructura del consumo y transferencias en pensiones, tanto per cápita como agregado, según edad. En términos per cápita, como es esperable, el gasto en educación, tanto público como privado, se concentra en las edades más jóvenes, mientras que el gasto en salud presenta un perfil de suave crecimiento con la edad. Por su parte, las transferencias en concepto de pensiones son bajas entre la población más joven, pero crece rápidamente con la edad. En términos agregados, es decir contemplando la estructura etaria de la po- blación de Chile, el gasto en pensiones decrece rápidamente en las edades más avanzadas debido al menor tamaño de la población en dicho grupo etario. Por el contrario, el gasto en educación crece relativamente entre los niños y jóvenes debido al gran tamaño que aún mantiene este grupo poblacional. Respecto de la distribución etaria de las transferencias y consumos públicos, se puede observar una mayor participación de los adultos mayores en relación a los niños. Como se discutirá en mayor profundidad en el capítulo 3, esta especie de inequidad intergeneracional si bien persiste, ha decrecido significativamente en los últimos veinte años e implica una mayor inversión en capital humano futuro financiado con recursos públicos. La desagregación por edad de los recursos públicos y privados destinados a los principales sectores sociales permite, al combinarla con las proyecciones de población, presentar una primera simulación de los impactos demográficos po- tenciales sobre estas variables. Es importante señalar que esta simulación no tie- ne carácter predictivo ya que en su cálculo se supone que no ocurrirán cambios en la forma como estos consumos y transferencias se organizan en los próximos años, un supuesto evidentemente de poca factibilidad. Sin embargo, el ejercicio Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 35 resulta útil para considerar cuál sería el impacto “puro” de la demografía8. La figura 1.11 muestra los resultados de este ejercicio. De no mediar cambios normativos o de comportamiento, el gasto social total podría pasar del 20% del PBI en 2019 al 24% y 32% en los años 2050 y 2100, respectivamente. Con respecto a la demanda de bienes y servicios de educación, a medida que Chile avanza en la transición demográfica el esfuerzo económico (fiscal y privado) requerido para mantener los actuales niveles de cobertura y gasto por alumno es menor, empujado por una disminución de la población objetivo. Es decir, al tener cohortes menos numerosas, se reduce el gasto agre- gado en educación, lo que libera recursos que pueden ser utilizados o bien para mejorar la inversión dentro del sector (mayor cobertura y/o mayor gasto por alumno) o para financiar las necesidades emergentes en otros sectores. Según esta simulación, que responde puramente al cambio demográfico, se podría li- berar aproximadamente un 1,4% del PIB entre 2019 y 2100. El sector salud, en cambio, enfrentaría un desafío fiscal debido al cambio en la estructura demográfica. La Revisión del Gasto Público del Banco Mundial en 2016 (Banco Mundial, 2016) describió cómo el gasto público en salud de Chile ha aumentado significativamente en la última década, impulsado en parte por la introducción de garantías para un paquete definido de prestaciones. El cambio en la estructura poblacional ha cambiado la carga de las enfermedades crónicas y no transmisibles. En este sentido, el desempeño del sistema de salud de Chile es mejor que el promedio de la OCDE en la incidencia del cáncer (hombres), enfermedades del corazón (ambos sexos) y suicidios (mujeres). Sin Figura 1.10 Perfiles de consumo de educación, salud y transferencias de pensiones a. Per cápita. En miles de $ b. Agregado. En millones de $ 3.500 300 3.000 250 2.500 200 2.000 150 1.500 100 1.000 500 50 0 0 0 6 12 18 30 36 42 48 54 60 66 72 78 84 +90 0 6 12 18 30 36 42 48 54 60 66 72 78 84 +90 Edad Edad Educación Pública Salud Pública Educación Privada Salud Privada Pensiones Públicas Pensiones Privadas Fuente: Elaboración propia en base a CELADE-CEPAL/Holz (2018) y División de Población, Naciones Unidas. 36 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 1.11 Proyecciones básicas considerando efecto demográfico solamente. Como porcentaje del PBI. Años 2019 - 2100 12% 10% 8% 6% 4% 2% 0% 2019 2022 2025 2028 2031 2034 2037 2040 2043 2046 2049 2052 2055 2058 2061 2064 2067 2070 2073 2076 2079 2082 2085 2088 2091 2094 2097 2100 Educación Pública Salud Pública Pensiones Públicas Educación Privada Salud Privada Pensiones Privadas Fuente: Elaboración propia en base a CELADE-CEPAL / Holz (2018) y División de Población, Naciones Unidas. embargo, los resultados son peores que el promedio de la OCDE en términos de incidencia del cáncer (mujeres), accidentes cerebrovasculares y accidentes de tránsito (mujeres) y mortalidad infantil (ambos sexos). Como la segunda ca- tegoría presupuestaria más grande, el sector salud representó el 18,3% del gasto público total en 2015, en comparación con el 13,6% en 2005. El gasto público real en salud aumentó en un 10,5% por año durante los años 2000 y 2015. En el año 2015, el gasto total en salud había llegado a CLP 6,6 billones o US$ 10.1 mil millones. En relación con el PIB, esto representa un aumento del 2,5% en 2005 al 4,2% en 2015. El aumento del gasto público en atención de la salud se debe principalmente a un aumento en los gastos asociados con la adquisición de medicamentos y pagos hospitalarios. El PER del Banco para 2016 sugirió que se podrían lograr mejoras de eficiencia a través de una mejor adquisición de me- dicamentos y equipos médicos y una mejor gestión de la atención de pacientes frágiles con múltiples morbilidades. El PER sugirió, además, que las innovacio- nes en la gestión de la salud podrían incentivar la reducción de las admisiones hospitalarias evitables. La simulación sugiere un crecimiento en el consumo de servicios y bienes para el cuidado de la salud financiado por el sector público desde aproximadamente un 3% del PBI en 2019 hasta un 4,4% en 2100. Del mismo modo, el gasto privado Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 37 en salud presentaría la misma tendencia, que pasará del 2,8% en 2019 al 4,2% en 2100. En otras palabras, el gasto total en salud podría presentar un incremento de 2,8 puntos porcentuales del PBI. Si bien la población objetivo en este sector incluye todas las edades, existen diferencias en el gasto en salud por edad. En particular, como fuera descrito previamente, el gasto en salud es mayor entre las edades más avanzadas. Por lo tanto, un incremento en la edad media de la pobla- ción implicaría un mayor esfuerzo fiscal futuro en el sector. El aumento de la de- manda y gasto en salud se manifiesta, primero, a nivel del hogar, donde los gastos de bolsillo en salud muestran un fuerte aumento con la edad. Este es un factor dominante en la vulnerabilidad financiera de los hogares chilenos (figura 1.12). Un factor importante de los costos en salud en todos aquellos países que se encuentran envejeciendo lo constituye la identificación correcta de la depen- dencia funcional. Esta discusión se presenta en detalle en el capítulo 4 de este informe. En muchos países, las personas mayores que experimentan el deterioro natural de sus capacidades cotidianas se canalizan hacia el sistema de salud y la hospitalización. Ello puede ser el resultado de una asignación poco clara de la responsabilidad del sistema de atención a largo plazo (si lo hay) y/o la falta de herramientas para identificar correctamente la necesidad de atención no médi- ca a largo plazo en lugar de la atención médica. El análisis realizado para este informe ayuda a identificar la posible demanda de servicios de atención a largo plazo que surgen del envejecimiento de la población en Chile (figura 1.13). Chile está considerando la introducción de un subsidio adicional y un seguro social contributivo destinado a cubrir los costos de atención para las personas con dependencia funcional más severa en la vejez. Para ello, determinar quiénes son los adultos mayores que requieren este tipo de cobertura, se convertirá en una función adicional del sistema de protección social. El capítulo 4 aborda este tópico con mayor detalle. Basado en una revisión de las prácticas líderes en otros países que gestionan las demandas de servicio de una población adulta mayor en rápido crecimiento, este informe identifica principios importantes que podrían aplicarse en el proceso de identificación y certificación de depen- dencia funcional en la vejez (Recuadro 1.1). Finalmente, las transferencias públicas asociadas al sistema de pensiones se mantendrían relativamente estables en el orden del 5% del PBI hasta el año 2052. Ello se encuentra asociado al traspaso de los beneficios previsionales des- de el régimen público de reparto hacia el sistema de capitalización administra- do por las AFP. La incorporación del pilar de capitalización permite mantener un nivel de gasto relativamente constante asociado con el componente solida- rio. Posteriormente, con la maduración del nuevo régimen de capitalización, el componente demográfico se volvería más relevante e implicaría un crecimiento en el gasto de jubilaciones y pensiones en ambos pilares –el de capitalización y el público y solidario– hasta alcanzar un 17,3% del PIB en 2100. 38 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figure 1.12 Gasto de bolsillo en salud según edad como porcentaje del gasto promedio de la población de entre 30 y 49 años. 180% 160% 140% 120% 100% 80% 60% 40% 20% 0% 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 +90 Edad Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Presupuestos y Gastos (2017). Figure 1.13 Cantidad y porcentaje de adultos mayores según severidad de la dependencia funcional y edad. Año 2015 80+ con dependencia severa, 182501, 6% 80+ con dependencia moderada, 41098, 1% 80+ con dependencia leve, 68559, 2% 80+ no dependientes, 252542, 8% Entre 60 y 79 con dependencia severa, 228537, 8% Entre 60 y 79 con dependencia leve, 127938, 4% Entre 60 y 79 con dependencia moderada, 51845, 2% Entre 60 y 79 no dependientes, 70% Fuente: Silva y Zumeata (2018) para el presente documento, en base a Encuesta del Segundo Estudio Nacional de Discapacidad (2015). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 39 Recuadro 1.1 Principios para la certificación de dependencia funcional en la vejez Sobre la base de la experiencia nacional e internacional, se acordaron ocho principios/crite- rios para el diseño de un proceso de certificación nacional para la dependencia funcional: (1) Los procesos de evaluación y certificación deben estar separados: para garantizar deci- siones independientes y reducir posibles conflictos de intereses, es una buena práctica que las responsabilidades de evaluación y certificación no sean asumidas por el mismo personal. (2) Validez nacional de las herramientas utilizadas para la evaluación: las herramientas utili- zadas para evaluar la dependencia deben validarse en el contexto local, ya sea mediante la adaptación de herramientas internacionales o mediante el diseño de un instrumento personalizado para el país. (3) Optimizar el uso de los recursos humanos y financieros disponibles: antes de asignar nuevos recursos a una nueva tarea, es sugerible asegurarse que los recursos disponibles se utilicen de manera eficiente. (4) Asegurar que las políticas nuevas y antiguas estén alineadas: el diseño de un nuevo proceso de certificación debe considerar las políticas existentes que afectan directa o indirectamente a la misma población, en este caso las relacionadas con la discapacidad, la salud y las pensiones. (5) Maximizar la complementariedad entre políticas e intervenciones: los nuevos procesos deben contribuir a los objetivos de las políticas relacionadas; en este caso, el proceso de certificación debe contribuir a las políticas asociadas al bienestar de las personas mayo- res y otras personas con dependencia funcional. (6) Asegurar la asignación de recursos humanos en tareas donde tengan ventajas compa- rativas: las políticas públicas, especialmente las relacionadas con temas sociales, exigen equipos multidisciplinarios en los que las habilidades y competencias de los miembros se complementen entre sí. (7) Establecer conexiones explícitas entre el proceso de certificación y la activación de los beneficios o el acceso a los servicios asociados al resultado de la certificación: el proceso de certificación debe mantener una conexión institucional clara con la agencia que pro- porciona los beneficios o servicios a los beneficiarios. población. (8) El costo del proceso de certificación debe ser coherente con el valor del beneficio aso- ciado: asegurar que el costo del proceso de certificación sea menor que los beneficios asociados para las personas que obtienen la certificación. Fuente: Silva y Zumeata (2018) para este documento 40 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Si bien las cuentas fiscales constituyen el principal punto de interés, resulta relevante observar que las necesidades de financiamiento por parte del sector privado, en salud y pensiones, son crecientes a medida que avanza la transición demográfica. Ello representa una aproximación al esfuerzo que la sociedad en su conjunto debería hacer para generar recursos a ser transferidos. En otras pa- labras, si bien la incorporación de un pilar privado de capitalización permite ali- viar la demanda fiscal de recursos, ello no implica una mayor demanda de recur- sos para el financiamiento del sistema, en tanto el envejecimiento poblacional estaría requiriendo un mayor porcentaje del PBI para financiar una demanda mayor de pensiones. Por tal motivo, aunque no sea de urgente preocupación para las finanzas públicas, enciende algunas alarmas para la economía y justifica la realización de esfuerzos dirigidos a contener el gasto en pensiones e incenti- var la postergación de la edad de retiro y de jubilación. El desafío de aumentar los recursos El desafío de mediano y largo plazo que enfrenta Chile es el de generar las condiciones que permitan el crecimiento sostenido del PBI per cápita en un contexto de envejecimiento poblacional. En las próximas décadas se prevé un incremento de las necesidades de recursos para las políticas sociales y, además, una disminución de la población en edades activas. Esta situación demanda la discusión de políticas y búsqueda de consensos que busquen contener el creci- miento del gasto social, tal como podría ser la generación de incentivos que pro- longuen la edad efectiva de retiro de la actividad económica y la promoción de hábitos saludables que mejoren la calidad de vida y disminuyan la morbilidad. Adicionalmente, resulta de suma importancia hallar mecanismos a través de los cuales se fomente el crecimiento sostenido del nivel de ingreso por persona. El crecimiento económico depende de la dotación de los factores produc- tivos (trabajo y capital) y de la forma de organización del proceso productivo (tecnología), es decir, de la productividad de los factores. En este contexto, es posible sugerir que existen, al menos, tres desafíos de política pública de me- diano y largo plazo que plantea el envejecimiento poblacional para lograr un crecimiento sostenido del producto per cápita. Ellos son: i) el aumento de las tasas de actividad de la población –especialmente entre algunos grupos críti- cos– de manera de expandir la ventana de oportunidad; ii) el incremento de la relación capital por trabajador y iii) el aumento de la productividad total de los factores productivos. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 41 Dinámica del mercado de trabajo La dinámica del mercado laboral es relevante en un contexto de cambio demo- gráfico en tanto esto último tiene efectos aparentes sobre dos grandes dimensio- nes de la fuerza de trabajo: i) su nivel y ii) sus características, y por tanto, sobre la capacidad de crecimiento económico en el largo plazo. La magnitud de la fuerza de trabajo define el tamaño del grupo poblacio- nal dependiente de ingresos de terceros (inactivos) y el grupo de ahorradores primarios, es decir, la cantidad de personas con superávit del ciclo de vida y, por tanto, con capacidad de generar ahorro. En tanto la transición demográfica avanza, ceteris paribus, la cantidad de personas en edad de trabajar se reduce y con ello una de las principales fuentes de crecimiento económico. Siguiendo a Apella y Troiano (2015), existen algunos cambios conductuales que podrían demorar la caída de la fuerza de trabajo producto del envejeci- miento. En particular, la postergación del retiro del mercado por parte de los adultos mayores, junto con un incremento de la participación de las mujeres en el mercado, permitiría compensar los efectos adversos del envejecimiento sobre la fuerza de trabajo, aunque sea en el mediano plazo. Si se sigue esta línea argumental, a continuación se presentan algunas simu- laciones de la evolución de la fuerza de trabajo para Chile en contexto inter- nacional con algunos países de América Latina y el Caribe, a fin de tener una mejor comprensión sobre el efecto que estos cambios conductuales podrían tener sobre el nivel de la fuerza de trabajo9. En este sentido, la figura 1.14 pre- senta, para los años 1995 y 2015, la población económicamente activa (PEA) según sexo y edad simple. En general, con alguna excepción, se observa un patrón bien definido en términos de las decisiones de los individuos referidas a su participación en el mercado, caracterizado por un retraso tanto en la entrada como en la salida del mismo. Chile, al igual que Argentina, Bolivia, Brasil, México, República Do- minicana y Uruguay, muestra una disminución de la participación económica entre los grupos etarios más jóvenes y un incremento de la participación de aquellos de más de 55 años de edad. Sin embargo, la magnitud del incremento de la participación económica de los adultos mayores en Chile es significativa- mente superior a la observada en el resto de los países. Dicha participación pasó de 20% en 1996 a 25,6% en 2015. Al observar la variación de las tasas de participación económica según sexo, se aprecian diferencias significativas entre hombres y mujeres (figura 1.15). Por un lado, no se identifica un incremento importante de la participación mascu- lina, aunque sí un traslado de la curva: un retraso a la entrada al mercado por parte de los jóvenes y una mayor permanencia por parte de los adultos mayores, particularmente a partir de los 50 años de edad. Por otro lado, la participación 42 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile femenina incrementó entre los años considerados, pasando en promedio del 28% en 1996 al 37% en 2015. Dicho aumento se da en todos los grupos etarios a partir de los 25 años de edad. Figura 1.14 Población económicamente activa según edad y país. 1995/96 - 2015 Argentina Bolivia Brasil 1 0 Chile El Salvador México Población Económicamente Activa 1 0 Perú Rep. Dominicana Uruguay 1 0 20 40 60 80 20 40 60 80 20 40 60 80 Edad 1995 2015 Fuente: Apella y Zunino (2018). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 43 Figura 1.15 Chile: porcentaje de la población económicamente activa según sexo y grupo de edad. Años 1996 y 2015 a. hombres b. mujeres 100% 100% 80% 80% 60% 60% 40% 40% 20% 20% 0% 0% 15-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49 50-54 55-59 60-64 65-69 70-74 75-79 15-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49 50-54 55-59 60-64 65-69 70-74 75-79 1996 2015 1996 2015 Fuente: Elaboración propia en base a CASEN. Un hecho característico es la creciente participación femenina en la mayoría de los rangos de edad. Ello permitiría sugerir que la fuerza de trabajo podría continuar aumentando a un ritmo sostenido. En este sentido, se simula la ten- dencia potencial de la población económicamente activa dado un incremento de la participación femenina (figura 1.16). Para ello, se plantea un escenario límite, el que asume un cierre completo de la brecha de género en términos de participación, es decir, que las mujeres tienen tasas de participación equivalen- tes a las prevalecientes entre los hombres en cada grupo etario. Los resultados hallados coinciden con los presentados por Amarante y Colla- ce (2016) para el caso uruguayo y por Apella y Troiano (2015) en el caso argenti- no: un aumento en la participación de las mujeres, aún suponiendo el caso límite de cierre completo de brecha de género, resultaría en un aumento del nivel de la tasa de participación en cada uno de los países, aunque no detiene su tendencia decreciente. Ello como consecuencia de que, una vez que las tasas femeninas alcancen el nivel supuesto, el impacto del efecto demográfico no se ve afectado. Sin embargo, el caso de Chile presenta una característica particular. Aunque la tasa de participación femenina ha aumentado en los últimos años, ésta aún sigue estando por debajo de los niveles de muchos países de América Latina. Por tal motivo, cerrar la brecha de género traería beneficios relativamente mayores en términos de impacto sobre el tamaño de la fuerza de trabajo global. Esto plantea la importancia relativa de las iniciativas de política pública dirigidas a incrementar la participación de las mujeres en el mercado de trabajo en Chile. 44 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 1.16 Proyección de la población económicamente activa con cierre de brecha de género. 2015-2100 Argentina Bolivia Brasil 80% 75% 70% 65% 60% 55% 50% 45% 40% Chile El Salvador México 80% 75% 70% 65% 60% 55% 50% 45% 40% Perú Rep. Dominicana Uruguay 80% 75% 70% 65% 60% 55% 50% 45% 40% 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 Efecto demográfico Cierre de brecha de género Fuente: Apella y Zunino (2018). Un análisis reciente del Banco Mundial sobre las tendencias del envejecimiento de la población en los países de Asia Oriental (O'keefe, et al, 2016) revela la recompensa en términos de vidas laborales más largas a partir de políticas que promueven una mayor participación de las mujeres (Recuadro 1.2). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 45 Recuadro 1.2. Cuando más mujeres trabajan, la gente trabaja más tiempo La respuesta de política de la mayoría de los países al “shock” sistémico del envejecimiento poblacional, se divide en dos categorías: alentar a las personas a tener más hijos e incentivar a las personas a permanecer por más tiempo en actividad. La disposición de las mujeres a trabajar es vital para ambos enfoques. ¿Por qué? Las opciones de uso del tiempo de las mu- jeres pueden determinar la velocidad de los cambios demográficos; la vida de las mujeres se extiende más allá de la de los hombres en casi todos los países y contextos; y si son muy jóvenes, en edad de tener hijos, las mujeres asumen o se les asigna la responsabilidad por defecto del trabajo en el hogar, tengan o no un puesto de trabajo remunerado. A nivel mundial, la proporción de la población en edad de trabajar ha alcanzado su pun- to máximo y continuará una disminución constante. Si bien el panorama varía sustancial- mente según las regiones, los países más envejecidos ya enfrentan desafíos importantes para mitigar la reducción de la población en edad de trabajar. Esto implica contar con polí- ticas a lo largo del ciclo de vida, como así también enfrentar los desafíos referidos al cambio de comportamiento de empleadores y trabajadores. La medida más poderosa para mitigar la disminución de la fuerza laboral en una pobla- ción que envejece en la mayoría de los países es aumentar la participación económica de las mujeres. Esto requiere políticas que faciliten un equilibrio entre el trabajo y la vida familiar. Los subsidios públicos para el cuidado infantil han demostrado ser una herramienta impor- tante, pero también lo ha hecho el financiamiento público del cuidado de adultos mayores, ya que son las mujeres las que generalmente asumen dicha tarea. Las iniciativas que pueden liberar tiempo a las cuidadoras en el hogar para desempeñar una ocupación remunerada cuentan con un doble beneficio: por un lado, aquellas mujeres con talento e intereses po- drían dedicarse a aquellas tareas de su interés y pasión, mientras al mismo tiempo genera una demanda de servicios de atención domiciliaria en el mercado. Las licencias parentales remuneradas hasta un máximo razonable también ha demos- trado ser un instrumento eficaz para apoyar las aspiraciones laborales de los padres y de las madres, en particular. Cuando la licencia parental remunerada es una institución bien establecida, se refuerzan las preferencias de trabajo de las personas. Ello incrementa la pro- babilidad de regreso al mercado de trabajo de las mujeres. Contrariamente, las medidas directas para estimular la fecundidad, como los bonos por niño, rara vez han tenido un im- pacto significativo en la fecundidad o en la participación de las mujeres en la fuerza laboral. Similarmente, las políticas de administración de la inmigración tienen un doble bene- ficio, lo que aumenta la participación de las mujeres en el trabajo de mercado y hace que las personas mayores trabajen por un período mayor de tiempo. En los países con tasas de fecundidad por debajo delatasa de reemplazo, la inmigración es una importante fuente po- tencial de fuerza laboral, permitiendo que muchas mujeres se activen (Ozden y Testaverde, 2014). Complementariamente, se requieren mayores esfuerzos de sensibilización pública so- bre el sesgo del empleador contra las mujeres y los adultos mayores. El sesgo de los emplea- dores y la internalización de tales sesgos por parte de las mujeres y los adultos mayores han demostrado ser un obstáculo importante para incrementar la participación de las mujeres y adultos mayores en la fuerza laboral. Si bien los incentivos financieros son importantes, el 46 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile cambio de actitud también resulta clave, y ésta es un área donde se necesita más experien- cia. A nivel macro, un error importante que se debe superar es el “la falacia de la proporción de trabajo”, según la cual se asume que una mayor participación de los adultos mayores afecta negativamente las tasas de participación de los trabajadores más jóvenes. De hecho, en los países de la OCDE (y en países en desarrollo tales como China), éste no ha sido el caso ya que la mayor participación de los adultos mayores tiene en el peor de los casos un efecto neutral sobre la participación de los trabajadores más jóvenes, y en promedio un efecto moderadamente positivo (Gruber, Milligan y Wise, 2010; Zhang y Zhao, 2012). Al observar los impactos potenciales de varias medidas para mitigar la disminución de la fuerza laboral, el incremento de la participación económica femenina resultaría la más efectiva. Fuente: Ozden y Testaverde (2014), en O’Keefe et al., (2016). En resumen, existe margen para lograr una expansión de la fuerza laboral en Chile, mediante la postergación de la edad de retiro y el incremento de la participación femenina, o para mitigar el costo de las transferencias totales a las personas dependientes, mediante incentivos al retraso de la jubilación. Las tendencias observadas van en esta dirección: la postergación del retiro y una mayor participación económica de las mujeres. La mejora en términos de logros escolares y la menor fecundidad sugieren que se podrían lograr aumentos adi- cionales, incluso en ausencia de intervenciones políticas específicas. No obstante, resulta necesario comenzar una discusión de política públi- ca sobre esta dimensión que fortalezca a las propias tendencias observadas. Al comparar a Chile con la experiencia internacional se aprecia que hay más espa- cio para el crecimiento de la participación laboral femenina y que la mejora en el acceso de ellas a la educación terciaria es el principal mecanismo. El impacto negativo del tamaño del hogar en la participación de las mujeres también sugie- re el papel importante que juegan las políticas públicas en el área del sistema de cuidado y su compatibilidad con el mundo del trabajo. Finalmente, la gran brecha salarial según género sugiere que las mujeres se enfrentan a la discrimi- nación o acceden a empleos de baja remuneración. Los esfuerzos para reducir esta brecha podrían incentivar un ingreso mayor de mujeres al mercado laboral. En términos de la postergación del retiro del mercado de trabajo, el mar- gen para la intervención pública es menor debido a que: (i) los chilenos ya se encuentran trabajando un período mayor en sus vidas, según los estándares in- ternacionales, (ii) la participación laboral en la vejez está aumentando natural- mente, y (iii) el sistema de pensiones no es un factor distorsivo en las opciones de participación laboral como lo es en otros países. En el capítulo 5, se identifica la existencia de un efecto negativo proveniente del nivel de los beneficios por jubilaciones y pensiones sobre las decisiones de participación laboral. Sin em- Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 47 bargo, esto puede interpretarse como una reducción del trabajo “involuntario” en la vejez y, por tanto, puede ser deseable y/o necesario para la economía polí- tica del sistema de pensiones. El mayor desafío consiste en que la economía tenga capacidad de absorción de esta fuerza de trabajo adicional. Actualmente, las caídas en los salarios hora que se observan en la vejez son relativamente modestas y podrían reflejar una compensación entre mantener los ingresos y la flexibilidad horaria. Sin embar- go, no es posible garantizar que esta situación continúe en un contexto de cam- bio tecnológico y automatización. La evidencia de los países de altos ingresos de Asia Oriental sugiere que las reformas al código laboral destinadas a incremen- tar el atractivo del trabajo a tiempo parcial, a otorgar a los empleadores mayor flexibilidad en términos de la jornada laboral y a permitir el trabajo remoto (facilitado por las comunicaciones digitales), generarían una mayor preferencia entre los adultos mayores a permanecer activos. Otra iniciativa de política pública dirigida a incrementar el tamaño de la fuerza de trabajo –al tiempo que permitiría contener el nivel gasto en pensio- nes– es la generación de incentivos para la postergación de la jubilación. Las reformas del sistema de pensiones en Chile han hecho que el retiro y solicitud anticipado de las pensiones sean una opción mucho menos atractiva de lo que es en la mayoría de los países de la OCDE. Actualmente, la mayoría de los hom- bres solicitan su pensión a la edad legal permitida y una fracción considerable de ellos combina una pensión con un ingreso laboral. Hay diferentes interpre- taciones para este comportamiento. Una de ellas es la necesidad de contar con liquidez, que es abordada por la reforma actual. Sin embargo, es poco probable que los cambios propuestos por la reforma tengan un gran impacto en un con- texto de bajo conocimiento y poca confianza en el sistema. Se debe hacer más para mejorar las interacciones entre los afiliados y las instituciones de pensiones durante su vida laboral a fin de generar confianza. Dividendos demográficos en Chile Una segunda dimensión que propicia una tasa positiva de crecimiento del pro- ducto per cápita es el aumento de la dotación de capital por trabajador, lo cual favorece un incremento de la productividad laboral en el mediano y largo plazo. Chile se encuentra en un escenario favorable para llegar a la etapa de envejeci- miento con una mayor dotación de capital por trabajador. Ello es consecuencia del período de bonanza demográfica por el que atraviesa, durante el cual se registra la mayor cantidad de ahorradores primarios. En este sentido, previo a alcanzar el estado de envejecimiento, Chile tiene una gran oportunidad: el bono demográfico. Tal como fuera discutido prece- dentemente, el bono demográfico es una ventana temporal en la cual la partici- 48 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile pación de la población en edad de trabajar y con capacidad de ahorro sobre la población total (ahorradores primarios) se encuentra en sus niveles máximos. Mientras descienden las tasas de fecundidad, los países tienen ante sí la opor- tunidad de obtener dos tipos de dividendos demográficos. A medida que dismi- nuye la tasa de fecundidad, la tasa de dependencia infantil cae, mientras que el porcentaje de la población en edad de trabajar se incrementa y permanece ele- vado durante algunas generaciones. Ello representa una gran oportunidad en el corto plazo en tanto se alcanza el nivel máximo de la fuerza de trabajo, generan- do un crecimiento del producto y potencial ahorro. A medida que los cambios en la estructura etaria incrementan la producción y los recursos, puede surgir un “segundo dividendo demográfico” al acumularse el ahorro, lo que posibilita una mayor tasa de inversión en capital humano y físico por trabajador. Esto último es el canal a través del cual se genera el incremento de la productividad una vez ingresado en la etapa de envejecimiento. La bonificación producida por el primer dividendo, es decir, el aporte de un mayor tamaño de la fuerza de trabajo al producto, es pasajera, mientras que el segundo dividendo produce beneficios duraderos materializados en un mayor crecimiento de la productividad y un desarrollo sostenible. A diferencia de lo que ocurre en el resto de los países de la región, Chile cuenta con probabilidades de volverse rico antes de viejo. En otras palabras, el país mantiene una tasa de ahorro nacional igual que la del promedio de la OCDE y superior al promedio para América Latina y el Caribe. Si bien dicha tasa de ahorro resulta muy inferior a la vigente en los países asiáticos, parte de la alta tasa de la República de Corea se encuentra asociada con la estructura etaria de su población. Esta situación permitiría aprovechar el bono demográ- fico, acumular capital durante el mismo y, de ese modo, lograr un incremento de la productividad en la etapa de envejecimiento, es decir, realizar el segundo dividendo. Chile ha mantenido un nivel de ahorro interno relativamente alto en décadas recientes, particularmente al compararlo no sólo con los países de la región, sino también con el promedio de la OCDE(figura 1.15). De mantenerse estos niveles de ahorro e inclusive incrementarse en los próximos años, se podría alcanzar la sostenibilidad del crecimiento de la economía en el mediano y largo plazo. La tasa de ahorro bruto en Chile se relaciona, en parte, con el comporta- miento de los “ahorradores primarios”, el grupo poblacional que, por su edad, se encuentra en la etapa del ciclo de vida con mayores oportunidades de ahorro. Este grupo comprende a los adultos que ya han pasado la etapa de formación de familias y transferencias importantes de recursos hacia sus hijos, pero aún continúan generando ingresos importantes. Tal como se ha observado en la fi- gura 1.6, en Chile este grupo tiene niveles de consumo relativamente bajos en comparación a otros países de la región, lo cual favorece su capacidad de ahorro. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 49 Figura 1.17 Tasa de ahorro bruto como porcentaje del PIB, países seleccionados. Años 1986-2013 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 2001 2003 2005 2007 2009 2011 2013 2015 2017 1999 China OCDE América Latina y el Caribe Chile Japón Rep. de Corea Fuente: Banco Mundial, World Development Indicators. Young (1995) argumenta que el milagro de los tigres asiáticos se debe prin- cipalmente a la acumulación de factores. Desde el punto de vista de los divi- dendos demográficos, este proceso de acumulación se debe en gran medida a los cambios que tienen lugar durante la transición demográfica, en particular el crecimiento más acelerado de los ahorradores primarios, es decir, la realización del primer dividendo demográfico. Esto aumenta directamente el aporte eco- nómico, mientras que el segundo dividendo –aumento del ahorro y la inversión con acumulación– hace que el capital físico y humano por trabajador se incre- mente y con ello la productividad. Mason y Kinugasa (2008) también argumentan que el primer y segundo dividendo demográfico explican gran parte del crecimiento económico de Asia Oriental. En particular, mostraron que el cambio demográfico representó alre- dedor del 92% del aumento de las tasas de ahorro durante los años 1965 y 1995. Deaton y Paxson (1997) y Lee et al. (2003) mostraron que la transición demo- gráfica de Asia aumentó significativamente la tasa de ahorro, lo que permitió realizar el segundo dividendo demográfico jugando un papel importante en la convergencia económica hacia los países desarrollados. 50 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Incremento de la productividad total de los factores Tal como fuera mencionado precedentemente, el crecimiento económico de- pende de la dotación de los factores productivos (trabajo y capital) y de la productividad total de los factores. En el capítulo 7, se adopta el método de contabilidad del crecimiento con el fin de descomponer el crecimiento del PIB per cápita del país según sus componentes factoriales. Si bien el primer dividen- do demográfico juega un papel significativo en la explicación del crecimiento económico, en especial durante los últimos 14 años, la característica particular es que la productividad total de los factores no sólo no ha sido fuente de cre- cimiento, sino que su contribución ha sido negativa. Al comparar con otros países del mundo (figura 1.18), se observa que en promedio tanto los países de la OCDE como de América Latina y el Caribe mantuvieron crecimientos de la PTF. Si la transición demográfica constituye una fuerza impulsora del crecimien- to económico, es probable que éste pueda comenzar a estancarse a partir de la finalización del bono demográfico en caso que no se logre el segundo dividendo. Chile se encuentra en condiciones favorables para realizar no sólo el primero sino también el segundo dividendo, dada la tasa de ahorro que mantiene. No obstante, a medida que la razón de sustento comienza a descender, ello podría constituirse en una limitación para el crecimiento económico. Figura 1.18 Crecimiento de la Productividad Total de los Factores, 2000-2014 1 0,89 0,61 0,5 0,43 0,45 0,16 0 -0,17 -0,27 -0,5 -0,6 -1 -1,2 -1,5 México Noruega Canadá Chile OCDE América Latina y el Caribe Australia Colombia Perú Fuente: Penn World Tables 9.0. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 51 En este sentido, dada la tendencia declinante en el tamaño de la fuerza de trabajo, parece claro que en el futuro el principal determinante del crecimiento económico será la productividad total de los factores. Si bien la productividad no ha tenido un rol importante en el crecimiento económico de la última déca- da, ésta será la principal fuente de crecimiento que deberá promoverse. En este contexto, el desafío de mediano plazo consiste en generar condi- ciones que incentiven un mayor nivel de inversión tanto en capital humano como en investigación y desarrollo, que permita lograr mejoras constantes en el proceso de organización de los factores productivos. La innovación tecno- lógica, a través de la generación de procesos productivos automatizados y el conocimiento, suele ser contemplada como un factor productivo adicional. El avance en esta dirección no implica solamente la generación genuina de nuevo conocimiento, sino que también admite la adopción de cambios tecnológicos originados en países desarrollados. En efecto, en una primera etapa del proceso de fortalecimiento del sistema de innovación, se destacan las actividades asocia- das con la innovación imitativa y de ingeniería inversa de los inventos realizados en los países centrales. Tal es el caso de la República de Corea, que comenzó siendo más activa en la adaptación de tecnologías extranjeras, para luego avan- zar en el desarrollo propio. Para ello, es necesario que el sector productivo, con apoyo del Estado, realice esfuerzos de inversión más intensivos en el desarrollo de capacidades tecnológicas locales, sobre todo a través de licencias tecnológicas y acuerdos de transferencia de saberes técnicos. Reflexiones finales y estructura del libro Chile se encuentra transitando hacia una población más envejecida, con cre- ciente participación de los adultos mayores y lenta declinación en la población total. Estos cambios son claramente positivos en tanto se generan por dos fe- nómenos que muestran el progreso en las condiciones sociales y materiales de vida de la población: la caída en los niveles de mortalidad (generada a su vez por mejores condiciones de salud a lo largo de la vida) y en los niveles de fecundi- dad, resultado de una mayor capacidad por parte de las familias de controlar su fecundidad en forma efectiva. En el contexto de América Latina y el Caribe, el caso chileno es un caso sin- gular. Por un lado, y al igual que Brasil, Colombia, Perú y el promedio regional, hubo un descenso tardío de la fecundidad comparado con los casos de Argentina y Uruguay. Sin embargo, la velocidad de dicho descenso fue significativamente rápida. Ello le permitió ser el primer país de la región en ingresar a la ventana de oportunidad demográfica (diez años antes que Brasil y quince antes que Colom- bia y abarca). Asimismo, la duración de la ventana es la más extensa de la región, abarcando un total de 60 años, en tanto que el promedio regional es de quince 52 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile años menos. Por su parte, junto con Brasil y Colombia, Chile mantiene una de las mayores intensidades del bono demográfico, lo que implica ello una gran opor- tunidad de desarrollo futuro una vez que se alcance la etapa de envejecimiento. Dada la velocidad de la transición y prolongación de la ventana de oportuni- dad, es claro que, a diferencia del resto de los países de la región, en particular Argentina y Uruguay, donde el proceso de envejecimiento es más gradual como en los países de Europa, la dinámica demográfica chilena es similar a la de los países de Asia Oriental. Este contexto es propicio para sentar las bases para el desarrollo económico futuro. Chile se encuentra atravesando un período favorable en términos de su potencial capacidad de ahorro y menor déficit del ciclo de vida. En este sentido, durante los últimos años se observó una disminución significativa del déficit global como consecuencia de la reducción de la tasa de fecundidad y, por tanto, la disminución de la participación de los niños y adolescentes en el total de la población y el incremento de la población activa. Sin embargo, este resultado se revertirá en el futuro a medida que la población envejezca. Uno de los desafíos para la sociedad chilena será mantener una senda de crecimiento económico sostenido en el tiempo, en un marco de reducción de la población en edad de trabajar. Esto podrá compensarse parcialmente mediante el incremento de la participación económica de las mujeres, un proceso que se ha iniciado hace varias décadas, así como por una progresiva postergación del retiro de la actividad por parte de adultos mayores. Sin embargo, parece imprescindible asegurar que quienes participen en la actividad económica man- tengan un ritmo de incremento en su productividad significativo, lo que sólo podrá lograrse mediante una dinámica de capitalización de la economía (lo que requiere niveles sostenidos de inversión y, por consiguiente, de ahorro por parte de los hogares) y la incorporación de innovaciones y desarrollos tecnológicos que faciliten una mayor producción de bienes y servicios para toda la población. Estructura del libro El objetivo de este libro es servir de base para motivar una discusión de po- lítica de mediano y largo plazo. Chile acaba de comenzar un período de más de 30 años con la más favorable estructura etaria de su población, lo cual po- dría favorecer un mayor crecimiento económico. Así mismo, esta oportunidad demográfica podría ofrecer el contexto ideal para poner las bases de políticas sustentables en el largo plazo y generar oportunidades económicas y sociales. En general, existe cierta urgencia en la puesta en marcha de un marco institucional y de políticas adecuadas que tengan en cuenta el gradual cambio demográfico. Ello responde a dos razones: (i) los cambios institucionales son lentos, y (ii) aquellos que serán adultos mayores a partir de 2050 son los que ingresan a la Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 53 fuerza de trabajo actualmente y, por tanto, sus decisiones presentes y resultados futuros se encuentran condicionadas por las actuales reglas de juego. Las deci- siones tomadas por las personas a lo largo de toda su vida adulta se enmarcan en las instituciones sociales y económicas, actuales y futuras, las cuales definen la seguridad económica en la vejez. Asimismo, la realidad política normalmente impone un largo período de transición hasta la plena aplicación de un nuevo marco regulatorio. Cuanto más tiempo se pospone una reforma, mayor es la necesidad de ésta y más drástica sería su implementación. Como resultado, el costo de las actuales instituciones puede continuar aumentando durante varios años a lo largo del período de transición antes de comenzar a sentir los efectos estabilizadores de la reforma. El resto del libro se encuentra organizado de la siguiente manera: En el ca- pítulo 2, se describe la dinámica de largo plazo de los factores demográficos en Chile, y presenta sus tendencias históricas y proyecciones de su evolución futura. Asimismo, se discute el aporte de las corrientes migratorias sobre la po- blación. En el capítulo 3, se presenta en detalle las estimaciones de Cuentas Na- cionales de Transferencias y su aplicación para el caso chileno, a fin de estimar los perfiles de consumo, ingreso laboral y transferencias públicas por edad. Se- guidamente, se presentan las proyecciones básicas de las erogaciones demandas por los sectores sociales asumiendo sólo el efecto del cambio demográfico. En el capítulo 4, se presenta la demanda potencial de cuidados de largo plazo de los adultos mayores. El capítulo 5 analiza la perspectiva del mercado de trabajo futuro en un contexto de envejecimiento, en tanto que el capítulo 6 discute algunos escenarios de simulación del impacto del crecimiento de la población económicamente activa sobre el gasto público social. Finalmente, el capítulo 7 estudia las potenciales implicancias macroeconómicas de la transición demo- gráfica. Notas 1 Si bien la población adulta mayor es aquella mayor de 60 años, en el presente trabajo se consideran a aquellos mayores de 65 años, a fin de poder realizar comparaciones internacionales. 2 Aunque la tendencia ascendente data desde fines del siglo XIX, la información dis- ponible comienza en 1950. 3 Si bien, este indicador sugiere tres etapas claramente diferenciadas, asociadas con la participación potencial en el mercado de trabajo, niñez, adultez y vejez, ello no necesariamente implica que las mismas sean inflexibles para adaptarse a nuevos esce- narios. En otras palabras, la duración de cada etapa (prelaboral, laboral y poslaboral) podría variar entre las personas y se encuentra condicionada por diferentes factores, no sólo la edad. Ver Apella y Troiano (2014). 54 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 4 Esta sección se basa en las estimaciones de las Cuentas Nacionales Transferencias producidas en el ámbito del proyecto “Transición demográfica: oportunidades y desa- fíos para alcanzar los ODS en América Latina y el Caribe”, coordinado por el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE)-División de Población de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas, con fondos de la Cuenta para el Desarrollo de las Naciones Unidas (Décimo Tramo). 5 Las Cuentas Nacionales de Transferencias se desarrollan en el marco de un proyecto internacional iniciado a principio de los años 2000 por Ronald Lee (University of California, Berkeley) y Andrew Mason (University of Hawaii), con el objetivo de recopilar información sobre las transferencias inter-generacionales en distintos países. El sistema permite desagregar los principales componentes del Sistema de Cuentas Nacionales según edad, para entender cómo las familias, el mercado y el gobierno interactúan para sustentar los individuos a lo largo de las varias etapas de la vida. Una mayor descripción se desarrollará en el Capitulo 3 y se puede encontrar en http:// www.ntaccounts.org. 6 Esto último se encuentra asociado a la participación que el sector público tenga como financiador y prestador de servicios de salud. En países como Corea del Sur, donde la oferta pública de servicios de salud es importante, las necesidades de gasto de bolsillo por parte de los hogares son menores. 7 El PBI real creció a una tasa promedio de 5,1% anual durante el período comprendi- do entre 1984 y 2014, y a un ritmo de 2% entre 2015 y 2017. 8 A los fines de esta simulación, se supuso que los consumos reales per cápita y por edad en salud y educación se mantendrán fijos en el tiempo y que el PBI varía en fun- ción de la evolución de la población económicamente activa. Por su parte, el monto de las transferencias en concepto de pensiones se ajusta a medida que el sistema previsional introducido en 1981 termina de madurar y la población pasa a recibir beneficios previsionales de las AFP. 9 Dicha simulación tiene por objetivo comprender tendencias posibles y puntos de tensión sobre el nivel de la fuerza de trabajo, sin contemplar la calidad del capital humano. Referencias Bibliográficas Apella, I. y G. 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Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 57 58 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile CAPÍTULO 2 La transición demográfica en Chile Introducción C hile se encuentra atravesando un proceso de transformación de su es- tructura demográfica. Las dinámicas en la tasa de fecundidad y morta- lidad generan un gradual envejecimiento de la población, con implican- cias claras sobre todas las dimensiones de la sociedad. Con diferentes niveles de desarrollo, el envejecimiento poblacional es un fenómeno que se viene dando en la mayoría de los países del mundo. Dicho fenómeno, lejos de ser un proble- ma, constituye una clara característica del desarrollo humano, en tanto se veri- fica un incremento de la esperanza de vida de la población y una disminución de la tasa de fecundidad, es decir, una mayor planificación familiar por parte de los hogares. El desafío que plantea el envejecimiento población se encuentra asociado al hecho de que las instituciones, es decir, el conjunto de reglas que regulan determinados comportamientos sociales, en general no se encuentran adaptadas para este nuevo escenario demográfico. En efecto, algunos sectores sociales tales como el sistema de pensiones, de salud y de educación, como así también el desempeño del mercado de trabajo, las finanzas públicas y el crecimiento eco- nómico se encuentran fuertemente condicionados por el contexto demográfico. El envejecimiento poblacional es un fenómeno que ocurrirá inevitablemen- te, pero de manera gradual. Actualmente, Chile acaba de comenzar un período de 30 años con la más favorable estructura etaria de su población, lo cual po- dría favorecer un mayor crecimiento económico. Asímismo, esta oportunidad demográfica podría ofrecer el contexto ideal para poner las bases de políticas sustentables en el largo plazo y generar oportunidades económicas y sociales. En cualquier caso, el planeamiento a largo plazo de diversas políticas públi- cas debería tener como punto de partida la dinámica poblacional, su estructura etaria y sus variables determinantes (fecundidad, mortalidad y migración). El objetivo del presente trabajo es analizar la situación demográfica actual y futura de Chile, con énfasis en la evolución de su estructura poblacional por edades (en particular, el proceso de envejecimiento) y en los factores que con- Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 59 tribuyen al cambio demográfico (fecundidad, mortalidad y migraciones) ocurri- dos y proyectados, todo ello en el marco de su transición demográfica. Asimis- mo, se analiza cómo el cambio en la estructura etaria de la población altera las relaciones de dependencia demográficas. Para ello, se hace uso, principalmente, de las proyecciones de población elaboradas por la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, que se extiende durante los años 1950 y 2100. En la siguiente sección se analizan las tendencias (1950-2015) y perspectivas (2015-2100) de la población de Chile, y se enfatiza su composición por grandes grupos de edad. En la tercera sección, se estudia la evolución de las variables demográficas determinantes (tasa de moralidad, tasa global de fecundidad, y en menor medida por su bajo impacto, migraciones). Finalmente, en la cuarta sección se discuten las implicancias sobre tasas de dependencia, el bono demo- gráfico y su comparación internacional en el mediano y largo plazo. Finalmente, se presentan las conclusiones. Tendencias y perspectivas de la población chilena La población total pasó de 6,2 millones en el año 1950 a 17,7 millones en 2015, con un crecimiento anual promedio de 1,7%, el cual se va desacelerando en el tiempo (la tasa de crecimiento disminuyó de 2,04% en las tres primeras décadas a 1,3% en las últimas tres). La población ascendería a 20,7 millones en el año 2050 y a 18,7 millones en 2100, creciendo al 0,4% anual en promedio hasta el año 2050, para luego verificar tasas negativas. Los cambios poblacionales no sólo implican modificaciones en el tamaño de la población sino también cambios graduales en la estructura etaria, ya que distintos grupos crecen a diferente ritmo. En el período 2015/2100 la tasa de crecimiento promedio sería negativa (-2%) para los menores de 15 años, -1% para las edades de 15 a 65 y 8% para los mayores de 65 años. Este comporta- miento implica un envejecimiento gradual de la población. La figura 2.1 presenta la evolución pasada y proyección futura de la pobla- ción en Chile según grandes grupos de edades. La mayor participación que va adquiriendo el grupo de adultos mayores (más de 65 años) es conocido como proceso de envejecimiento poblacional. Dicha participación en Chile era del 4% en 1950, llegó al 10% en 2015, alcanzaría el 24% en 2050 y el 33% en 2100. La transición demográfica es producto, en una primera etapa, principalmen- te del significativo descenso de la tasa de mortalidad y, en menor medida, del de la fecundidad. Luego, el impacto del descenso de la fecundidad resulta más significativo que la disminución de la tasa de mortalidad. En este sentido, la transición demográfica es un proceso de larga duración que parte de una situación inicial con altas tasas de mortalidad y fecundidad 60 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 2.1 Estructura poblacional según grandes grupos de edad. Años 1950-2100 25000 20000 15000 10000 5000 0 1950 1975 2000 2025 2050 2075 2100 0-14 15-64 +65 Fuente: Elaboración propia en base a Naciones Unidas, División de Población (2017). para arribar a una situación final de bajas tasas de mortalidad y fecundidad. En ambas situaciones, la tasa de crecimiento demográfico es baja. En el transcurso de la situación inicial a la situación final se pueden distinguir dos etapas. En la primera la tasa de crecimiento de la población aumenta, como consecuencia de la caída en la tasa de mortalidad. Por el contrario, en la segunda etapa la caída en la tasa de fecundidad provoca una disminución en la tasa de crecimiento poblacional (CEPAL/CELADE/BID, 1996). En general, los procesos de transición demográfica pueden ser caracterizados por diferentes etapas. La primera de ellas es una fase de crecimiento poblacio- nal alto y estable que se destaca por altas tasas de fecundidad y altas tasas de mortalidad. Esta etapa tradicionalmente se relaciona con países europeos entre 1800 y 1850, que fue la de pre-industrialización, en que no existía ningún tipo de planificación familiar (Cerda, 2008). La segunda fase de transición demográfica es una etapa de alto y acelerado crecimiento poblacional. Esta etapa tiene similares características a las de la fase uno en lo que respecta a tasas de fecundidad, pero varía por la disminución considerable de las tasas de mortalidad debido a la mejora en medicamentos y vacunas (medicina en general), así como en servicios sanitarios. La tercera fase está caracterizada por tasas de mortalidad similares a las de la fase dos, pero con una disminución significativa en las tasas de fecundidad. De esta forma, la población continúa con tasas de crecimiento positivas, pero cada vez menores. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 61 Finalmente, la cuarta fase de la transición demográfica se destaca por una baja (cercana a cero), pero estable, tasa de crecimiento poblacional asociada con bajas tasas de fecundidad y bajas tasas de mortalidad. Esta última fase es a la que eventualmente deberían converger los países. Hasta 1915 aproximadamente, Chile pasaba por la primera fase descrita: contaba con una alta tasa de mortalidad junto a una alta tasa de fecundidad, con crecimiento estable y significativo de la población (aproximadamente de 1,5% al año). Desde ese momento, y hasta comienzos de los años 60, pasa a tener un aumento en su tasa de crecimiento poblacional. Este período se caracteriza por la significativa disminución de tasas de mortalidad general, mientras que la tasa de fecundidad se mantenía estable. Desde mediados de la década de los 60, el país entra en la tercera fase de la transición demográfica, con una disminución sustancial en las tasas de fe- cundidad y reducciones adicionales en tasas de mortalidad, que se deben a las menores tasas de mortalidad infantil como consecuencia de las mejoras en los tratamientos hospitalarios y patrones de nutrición para los recién nacidos im- pulsadas por el gobierno de Chile (Cerda, 2008). Chile estaría entrando en la cuarta y última fase de su transición demográfi- ca, es decir, en una fase de bajo, pero estable, crecimiento poblacional, con bajas tasas de fecundidad y bajas tasas de mortalidad. Esta última fase, por tener bajas tasas de mortalidad, está caracterizada por alta expectativa de vida y, por lo tan- to, por un consecuente envejecimiento paulatino de la población. Frecuentemente, el proceso de cambios en la estructura por edad y sexo se resume con las conocidas “pirámides de población”, las cuales se van modifican- do pasando de una forma de “triángulos” a una cada vez más estrecha, luego a una con abultamiento en las edades centrales y, finalmente, llegando tener una forma rectangular. Una síntesis de este proceso para el caso chileno se presenta en la figura 2.2. La figura 2.3 permite apreciar en detalle cómo (tras el crecimiento en casi todas las edades durante 1950 a 2010) se va modificando la composición por edades, como consecuencia de la distribución alcanzada. En términos absolutos, entre 2010 y 2100, el número estimado de nacimientos y de población menor a 35 años resulta relativamente estable, entre 2010 y 2040 se destacan los aumen- tos para las edades entre 35 y 70 y, finalmente, desde el año 2040 se destacan los aumentos para los mayores de 70 años. 62 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 2.2 Pirámides poblacionales. Años 1950-2100 a. 1950 b. 1980 100+ 90-94 80-84 70-74 60-64 50-54 40-44 30-34 20-24 10-14 0-4 c. 2010 d. 2040 100+ 90-94 80-84 70-74 60-64 Edad (años) 50-54 40-44 30-34 20-24 10-14 0-4 e. 2070 f. 2100 100+ 90-94 80-84 70-74 60-64 50-54 40-44 30-34 20-24 10-14 0-4 0,20 0,10 0,00 0,10 0,20 0,20 0,10 0,00 0,10 0,20 Hombres Mujeres Fuente: Elaboración propia en base a Naciones Unidas, División de Población (2017). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 63 Figura 2.3 Población por edad a través del tiempo. Años 1950-2100 1600 1400 1200 1000 800 600 400 200 0 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 95+100 Edad 1950 1980 2010 2040 2070 2100 Fuente: elaboración propia en base a Naciones Unidas, División de Población (2017). Evolución de las variables demográficas determinantes Con excepción de Uruguay, Chile fue uno de los primeros países que inició su transición demográfica hacia una estructura poblacional más envejecida. Tal como fuera mencionado precedentemente, los motivos de esta dinámica pobla- cional se encuentran asociados al acelerado ritmo de reducción de dos variables clave: la tasa de mortalidad y la tasa de fecundidad. Si bien ambos indicadores parten de niveles relativamente altos, experimentan un reducción significativa y temprana ya a partir de mediados del siglo pasado. Asimismo, el flujo migratorio podría constituir un factor clave en la determinación del tamaño y estructura poblacional. A continuación, se analizan estas dimensiones no sólo para el caso chileno sino también comparativamente con un grupo de países seleccionados. Tasa de mortalidad Chile tuvo una mejora importante en sus principales indicadores de mortali- dad desde principios del siglo pasado. De acuerdo con Cerda (2005), la tasa de mortalidad general cayó desde 30 por 1.000 habitantes en 1924 hasta cerca de 5 por 1.000 habitantes en 1999, mientras que las tasas de mortalidad infan- til (menores de un año fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos) y mortalidad neonatal (menores de un mes fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos) cayeron 64 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile desde 254 y 136 en 1915 hasta 10 y 5 por mil en el año 1999, respectivamente. Un indicador tradicionalmente utilizado para describir los cambios del nivel de la mortalidad general a lo largo del tiempo, es la esperanza de vida al nacer ya que constituye una medida de la mortalidad que no se encuentra afectada por los cambios de la estructura etaria de la población. En Chile, desde mediados del siglo pasado1, la esperanza de vida al nacer presenta una tendencia ascendente prácticamente lineal. Desde 1955 hasta el año 2015, la esperanza de vida aumentó de 55 a 81 años, un incremento abso- luto de 28 años equivalente a 0,46 años de ganancia por año calendario. En cuanto al contexto internacional (figura 2.4), Chile inició más tempra- namente la reducción de la mortalidad que en la mayoría de los países de la región, con excepción de Argentina y Uruguay. Sin embargo, ya a mediados de la década del 90, la esperanza de vida del país al nacer superó a la de todos los países de la región incluidos estos dos. Con relación a los países más desarrollados de la OCDE, Chile comienza, junto con México, desde un punto de partida más abajo. No obstante, el país mantiene un ritmo de crecimiento de la esperanza de vida mayor al de resto de los países comparadores que se logran converger en el año 2010 a la tendencia global. En este sentido, aunque se parte de niveles más bajos, la caída de la mortali- dad en Chile se asemeja en parte al proceso experimentado por los países más desarrollados y se distancia de la mayoría de los países del resto de América Latina. Figura 2.4 Esperanza de vida al nacer (en años). Quinquenio 1950-55 – 2095-2100 a. América Latina y el Caribe b. Países miembros de la OCDE 100 100 90 90 80 80 70 70 60 60 50 50 40 40 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 Chile Colombia Brasil Chile Noruega México Perú Argentina Uruguay OCDE Canadá Australia América Latina y el Caribe Fuente: Naciones Unidas, División de Población (2017). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 65 Al seguir a Grushka (2015), la mortalidad, como muchos fenómenos de- mográficos, muestra un comportamiento diferencial según la edad. El riesgo de morir es alto durante los primeros años de vida, especialmente en el primero, y se reduce notoriamente entre los 5 y 15 años. Luego, la mortalidad aumenta levemente hasta alrededor de los 40 años, para incrementar posteriormente su intensidad y alcanzar otra vez valores elevados en las edades más avanzadas. A su vez, la reducción de la mortalidad no se produce con el mismo ritmo en todas las edades: durante el proceso de descenso de la mortalidad la caída más rápida ocurre en las primeras edades. A medida que la edad aumenta dis- minuye la dispersión de los valores para los distintos períodos analizados. Este proceso ha dado lugar a la típica transformación de la estructura por edad de la mortalidad, que cambia de una forma de U (con intensidades de la mortalidad similares entre los grupos más jóvenes y los de edades mayores) a una forma más similar a una J. La denominada transición epidemiológica describe el proceso empírico de descenso de la mortalidad y de transformación de la estructura de causas de muerte que la acompaña. En términos generales, la disminución de la mortali- dad responde, en principio, a una reducción de la incidencia de las enfermeda- des transmisibles (infecciosas y parasitarias), dando lugar a un aumento de la importancia relativa de las enfermedades del aparato circulatorio, las neoplasias y los traumatismos. Una vez que las enfermedades transmisibles han sido con- troladas, la disminución de la mortalidad se hace más lenta, dadas las mayores dificultades para controlar las otras causas. De acuerdo con las proyecciones realizadas por la División de Población de Naciones Unidas, durante las próximas décadas, la esperanza de vida al nacer aumentaría de 81 años en el quinquenio 2010-15 a 88 en el quinquenio 2045- 50, es decir, a razón de 0,19 años por año calendario. Tasa global de fecundidad Respecto del segundo factor demográfico que condiciona la evolución de la estructura poblacional, la tasa de fecundidad, ésta presenta un ritmo de caída significativo desde mediados del siglo pasado. La figura 2.5 muestra la evolución pasada y proyección futura de la tasa global de fecundidad para algunos países seleccionados. La tasa global de fecun- didad por mujer en Chile ha ido disminuyendo desde casi 5 hijos por mujer en 1950 hasta situarse cerca de 1,8 en el 2015, por debajo de la tasa de reemplazo. Es decir, alcanzar esta cifra global de fecundidad implica que finalmente los hijos nacidos por cada mujer no alcanzarían para renovar la población una vez que fallezcan la madre y el padre de esos hijos. 66 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 2.5 Tasa global de fecundidad. Quinquenio 1950-55 – 2095-2100 a. América Latina y el Caribe b. Países miembros de la OCDE 8 8 7 7 6 6 5 5 4 4 3 3 2 2 1 1 0 0 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 Chile Colombia Brasil Chile Noruega México Perú Argentina Uruguay OCDE Canadá Australia América Latina y el Caribe Fuente: Naciones Unidas, División de Población (2017). Si bien Chile mantuvo una tasa global de fecundidad relativamente alta en comparación con Argentina y Uruguay y con los países desarrollados, se destaca el ritmo acelerado con el que comenzó a decrecer a partir de mediados del siglo pasado. En efecto, ya en el quinquenio 1975-80 era menor a la de Argentina que iguala a la vigente en Uruguay (el país más envejecido de la región). No obstan- te, fue recién en el quinquenio 2010-2015 cuando convergió a los niveles de los países desarrollados. Las proyecciones sugieren que la tasa global de fecundidad, no sólo para Chile sino también para el resto de los países, se estabilizaría alre- dedor de los valores presentes (1,8 hijos por mujer). Las razones de estos cambios en las variables demográficas pueden ser múl- tiples y existe una amplia literatura al respecto (ver entre otros Becker, 1981; Becker y Lewis, 1973; Cerda, 2005; Holtz et al., 1997). Cerda (2008) identi- fica, para el caso particular de Chile, los siguientes factores: En primer lugar, han existido cambios sociales que inciden en las decisiones demográficas de las personas como, por ejemplo, la caída en la tasa de nupcialidad. En segun- do lugar, han ocurrido cambios socioeconómicos importantes que afectaron las decisiones de fecundidad: particularmente, el aumento significativo en el nivel educativo de las mujeres y su relación con el número de hijos promedio por familia. En tercer el lugar, el costo por hijo que las familias deben asumir resulta relevante como factor condicionante, en particular el aumento del costo de la inversión en capital humano. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 67 Flujo migratorio Una dimensión importante que afecta a la estructura poblacional en los paí- ses, en especial de América Latina y el Caribe, es la de los flujos migratorios. Las migraciones en Chile se encuentran ligadas a factores tanto internos como externos. Entre los primeros se destacan el nivel de crecimiento económico, la estabilidad política y paz social, en tanto que entre los segundos se encuentran los conflictos sociales y políticos de los países vecinos y crisis económicas, entre otros. Si bien la migración internacional es un factor de suma relevancia para muchos países, en el caso chileno esta variable desempeñó un papel fundamen- tal a fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, pero su impacto demo- gráfico ha sido prácticamente nulo desde entonces. En base a información de los Censos de Población, la figura 2.6 presenta el porcentaje de los residentes extranjeros sobre el total de la población des- de 1854 hasta 2012. La población extranjera en Chile experimentó subas y descensos muy pronunciados, principalmente entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, como consecuencia de las grandes olas inmigra- torias recibidas. A mediados del siglo XIX los extranjeros residentes en Chile no superaban el 1,5% de la población total, aunque en 1885 dicho porcentaje más que se duplicó alcanzando el 3,4%. Figura 2.6 Porcentaje de la población extranjera. Censos 1854-2012 4,5% 4,0% 3,5% 3,0% 2,5% 2,0% 1,5% 1,0% 0,5% 0,0% 1854 1865 1875 1885 1895 1907 1920 1930 1940 1952 1960 1970 1982 1992 2002 2012 Fuente: Censos de Población, Instituto Nacional de Estadística. El valor de 2016 (4,3%) es elaboración propia en base a información de la División de Población, Naciones Unidas y la Dirección de Extranjería y Migración. 68 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile La inmigración en Chile, a lo largo de estos años, ha ocurrido por razones económicas y de estabilidad política, en tanto ésta presentó picos en aquellos períodos de bonanza económica y paz social. Durante el boom del salitre (1880- 1910) Chile tuvo en términos porcentuales la mayor cantidad de inmigrantes, número que comenzó a descender hasta la crisis de 1982 y que aumentó nue- vamente con la reactivación económica de los noventa. En 1907, el porcentaje de extranjeros sobre el total de la población alcanzó su máximo valor en el período bajo estudio, alrededor del 4%. A partir de dicho año, la inmigración disminuye notablemente. De acuerdo con el Departamento de Extranjería y Migración, los diez principales países de donde proviene el ma- yor volumen de extranjeros en cada censo son Argentina, Bolivia y Perú, junto a España y Alemania. En este sentido, entre 1907 y 1970 predominó la inmigra- ción europea. Entre 1920 y 1970, España aportó el mayor número de extran- jeros, entre el 23% y el 18%, respectivamente. Por su parte, también hubo un flujo de inmigrantes de países limítrofes en esta etapa: el 21% de los inmigrantes residentes en el país eran peruanos, en tanto que el 15% procedían de Bolivia. Los españoles fueron el grupo de inmigrantes más populoso entre los años 20 y 50 del siglo pasado, con porcentajes que oscilaron en torno al 22%. Sin embargo, esa importancia relativa fue decreciendo a partir de la década del 60, para llegar a la actualidad con una población que representa el 2,5% del total de inmigrantes residentes. Pasada la inmigración europea, la cantidad de inmigrantes tiende a disminuir y hacia final del siglo prácticamente alcanzó menos del 1% de la población. Sólo a partir del censo de 1982 se observa un cambio en la procedencia del movi- miento migratorio, que pasa a predominar los extranjeros nacidos en Sudaméri- ca. Es en dicho momento donde la tendencia se revierte y comienza un período de incrementos, llegando al último censo de 2012 a representar el 2% de la población total, cifra que es más del doble que la observada veinte años antes. Sin embargo, el flujo migratorio se encuentra compuesto no sólo por aque- llas personas que migran al país (inmigrantes), sino también por aquellos resi- dentes chilenos que emigran hacia otros países. El resultado de ambos flujos (migración neta) constituye la tercera variable, junto con la fecundidad y morta- lidad, que define la estructura población. En este sentido, la figura 2.7 presenta la evolución pasada de la tasa neta de migración y la proyección futura de Chile en comparación con un conjunto de países. Junto con los países de América Latina y el Caribe (panel a), Chile ha man- tenido tasas netas de migración negativas. Desde 1950 hasta 1990 la tasa neta de migración ha sido en promedio de -1,2 por cada mil habitantes. Esta tenden- cia es contraria a la observada en los países desarrollados tales como Australia, Canadá y Noruega (panel b). Sin embargo, el país ha revertido dicha relación de migración a partir del decenio de los 90, constituyéndose en receptor neto de inmigrantes, en particular desde América Latina. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 69 Figura 2.7 Tasa neta de migración según país. Quinquenios 1950/55 – 2095/100 (por cada 1000 habitantes) a. América Latina y el Caribe b. Países miembros de la OCDE 15 15 10 10 5 5 0 0 -5 -5 -10 -10 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 Chile Colombia Brasil Chile Noruega México Perú Argentina Uruguay OCDE Canadá Australia América Latina y el Caribe Fuente: Naciones Unidas, División de Población (2017). Con el fin de contar con una caracterización de la inmigración chilena, la información de registro del Departamento de Extranjería y Migración permite tener algunas características de la población extranjera entre los años 2011 y 2016. La figura 2.8 presenta la distribución de inmigrantes según el país de procedencia para el total del período comprendido entre los años 2011 y 2016. De total de inmigrantes recibidos en estos últimos años, aquellos proceden- tes de Perú (30%), Colombia (19,6%) y Bolivia (15,5%) son los de mayor par- ticipación. Luego, le sigue Haití (5,2%), Venezuela (4,8%) y Argentina (4,4%). No obstante, la importancia de Haití y Venezuela como países de origen de la inmigración chilena no ha sido siempre así. En efecto, entre los años 2014 y 2016 se observa un incremento significativo del flujo de inmigrantes prove- nientes de dichos países (figura 2.9). Claramente, ello se encuentra asociado con factores externos a Chile, tales como la crisis económica y social por la que atraviesan ambos países de origen. No es extraño observar que la población que emigra a Chile se encuentra concentrada en el rango de edades activas, es decir entre los 30 y 49 años de edad (figura 2.10). Asimismo, y en función de la información disponible, el 80% de la población inmigrante tiene un alto nivel de estudios: 53% con estudios medios completos, 8% con nivel técnico completo y un 21% con estudios uni- versitarios completos (figura 2.11). Ello sugiere el potencial que encuentra el país en la masa inmigratoria en términos de productividad que puede absorber a través de la fuerza laboral. 70 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 2.8 Distribución de inmigrantes según país de procedencia, entre los años 2011 y 2016 35% 30% 25% 20% 15% 10% 5% 0% Perú Colombia Bolivia Haiti Venezuela Argentina España Estados Unidos R. Dominicana China Brasil Mexico Francia Cuba Italia Alemania Corea Canada Portugal India Reino Unido Otros Ecuador Paraguay Uruguay Fuente: Dirección de Extranjería y Migración. Figura 2.9 Inmigrantes según país de procedencia. Años 2011-2016 60000 50000 40000 30000 20000 10000 0 2011 2012 2013 2014 2015 2016 Bolivia Colombia Haiti Perú Argentina Venezuela Fuente: Dirección de Extranjería y Migración. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 71 Figura 2.10 Distribución etaria de la inmigración entre los años 2011 y 2016 4% 4% 3% 3% 2% 2% 1% 1% 0 1 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 95 100 Edad Fuente: Dirección de Extranjería y Migración. La inmigración venezolana a Chile ha sido una de las que más ha crecido en los últimos años. Dicho fenómeno no es exclusivo de Chile, sino que la corriente emigratoria de dicho país se ha dirigido hacia diferentes países de la región como consecuencia de la crisis económica y social por la que atraviesa. No obstante, las características de los inmigrantes venezolanos en Chile son algo diferentes a la de los países receptores más cercanos a Venezuela, y ello podría constituir una oportunidad económica en un contexto de envejecimiento po- blacional. En este sentido, mientras que la población venezolana en plena edad de ac- tividad y de alta productividad, de entre 29 y 40 años, que reside por ejemplo en Colombia es del 28% del total de venezolanos, en Chile dicho porcentaje asciende al 52% (Tabla 2.1). Asimismo, en tanto los inmigrantes venezolanos en Colombia se concentran entre aquellos con educación secundaria o menos, en Chile el 61% tiene nivel universitario de estudios. En un contexto demográfico que tiende a reducir el tamaño de la fuerza de trabajo en el mediano y largo plazo, no sólo la inmigración, sino también sus características, permitirían expandir la fuerza de trabajo y de ese modo el período del bono demográfico. En este sentido, si bien el comportamiento de- mográfico es el que finalmente establece los límites a la venta de oportunidad, la incorporación de las corrientes migratorias a la fuerza de trabajo permitiría otorgarle cierta flexibilidad. Sin embargo, el primer dividiendo es un fenómeno 72 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 2.11 Distribución de inmigrantes según nivel educativo. Años 2011 – 2016 100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 2011 2012 2013 2014 2015 2016 Ninguno Prebásico Básico Medio Técnico Universitario Fuente: Dirección de Extranjería y Migración. de carácter potencial, en tanto su aprovechamiento se encuentra sujeto a las condiciones del mercado de trabajo que permitan la máxima utilización de la fuerza de trabajo, no sólo en términos de cantidad de empleo generado sino también de su calidad. En resumen, si bien Chile se ha convertido en un receptor neto de pobla- ción extranjera, la inmigración ha tenido una influencia menor sobre el total de la población del país. En términos porcentuales la población extranjera ha fluctuado entre el 0,7% y el 4,1% del total poblacional, es decir en el momen- to de menor presencia de inmigrantes (1982) existía un inmigrante por cada 100 habitantes, y en el momento de mayor presencia de inmigrantes (1907) se registraron 4 inmigrantes por cada 100 habitantes. No obstante, las característi- cas de la población inmigrantes (en edad activa y con elevado nivel educativo) plantea una posibilidad para lograr incrementos de productividad global de la fuerza de trabajo y de mantenerse esta tendencia alargar la duración del bono demográfico. Sin embargo, surgen algunas inquietudes que merecen un análisis de mayor profundidad y que exceden el alcance de este reporte. Los flujos migratorios desde Venezuela y Haití han sido crecientes, pero aún así representan sólo una pequeña participación en el total poblacional. En este sentido, ¿razones que permitan esperar que dicho flujo de inmigrantes aumentará?; incluso en un escenario donde el número de inmigrante no sea significativo, ¿existe alguna Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 73 cualidad que los distinga del resto de los inmigrantes hacia otros destinos (por ejemplo, profesionales calificados)?; ¿es el reciente aumento en la inmigración el resultado de la atracción por las características de Chile o es un efecto de expulsión "puro" de otros países que podría atenuarse si las condiciones econó- micas y políticas en los países de origen cambian? Tabla. 2.1 Características básicas de los inmigrantes venezolanos en Colombia y Chile Características Colombia Chile Hombres 52% 52% 0-18 años 27% 3% 19-28 años 21% 19% 29-40 años 28% 52% 41-64 años 20% 23% 65+ años 4% 3% Sin educación 27% 4% Educación básica 26% 5% Educacón secundaria 32% 20% Educación técnica 7% 11% Educacón universitaria 5% 61% Fuente: Colombia, Banco Mundial (2018); Chile, Dirección de Extranjería y Migración. Relaciones de dependencia, el bono y dividendos demográficos Como consecuencia de la caída de las tasas de fecundidad y mortalidad discuti- das precedentemente, la población chilena se encuentra atravesando un proceso de envejecimiento poblacional. Es decir, sobre el total de la población, el grupo de adultos mayores de 65 años va adquiriendo una mayor participación relativa. Este fenómeno, que es lento y certero, no es particularmente diferente al resto del mundo. Este proceso de cambio de la estructura por edades de la población tiene una incidencia importante desde el punto de vista social y económico, en cuanto trae consigo una modificación en el peso que tienen las edades integradas por población potencialmente pasiva o dependientes de ingresos de terceros, en relación con aquella que pertenece a edades de población consideradas poten- cialmente activas o productivas. 74 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile En los inicios de la transición demográfica la relación de dependencia es alta por el elevado porcentaje de niños. El posterior descenso de la fecundidad lleva a una etapa (que puede durar varias décadas) en que la población registra una mayor proporción de las edades intermedias y se la denomina “bono” demográ- fico o “ventana de oportunidad” debido a que es dicho período de tiempo donde se registra la menor proporción de población dependiente de ingresos de terce- ros y, por tanto, una oportunidad de generación de excedente o ahorro global. Para determinar la etapa del bono demográfico se recurre al índice de depen- dencia demográfico total2, que mide la relación de niños/adolescentes y adultos mayores (menores de 15 años y mayores de 65), con respecto a la población en edades activas (entre 15 y 65 años de edad). En la figura 2.12 se presentan las razones entre población potencialmente inactiva y potencialmente activa para Chile y un conjunto de países seleccionados. Al reconocer que no hay una medida exacta del inicio y final del bono de- mográfico, Gragnolati et al. (2011) consideran que el bono transcurre durante todos los años en los cuales la tasa de dependencia demográfica se encuentra por debajo de determinado umbral arbitrariamente elegido, generalmente se considera 60%. A partir de ello, la “ventana de oportunidad demográfica” chi- lena abarcaría las casi seis décadas que van de 1990 a 2050. En el año 2015 se alcanzó el mínimo valor de la tasa de dependencia y, a partir de allí, restan algo más de 30 años para ingresar a la etapa de envejecimiento. Figura 2.12 Tasa de dependencia demográfica. Quinquenio 1950-55 – 2095-2100 a. América Latina y el Caribe b. Países miembros de la OCDE 1,2 1,2 1,0 1,0 0,8 0,8 0,6 0,6 0,4 0,4 0,2 0,2 0,0 0,0 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 Chile Colombia Brasil Chile Noruega México Perú Argentina Uruguay OCDE Canadá Australia América Latina y el Caribe Fuente: Elaboración propia en base a Naciones Unidas, División de Población (2017). Nota: Tasa de dependencia demográfica se define como la suma de la población menor de 15 años y mayor de 65 años dividida la población de entre 15 y 64 años. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 75 Tabla. 2.2 Características de la ventana de oportunidad demográfica País Año de inicio Año final Duración Valor mínimo Profundidad máxima Chile 1990 2050 60 45,5% 14,5% América Latina y el Caribe 2005 2050 45 48,6% 11,4% Argentina 2000 2050 50 53,2% 6,8% Brasil 1995 2045 50 43,3% 16,7% Colombia 2000 2050 50 44,8% 15,2% Perú 2005 2055 50 50,6% 9,4% Uruguay 2005 2040 35 55,3% 4,7% Australia 1970 2025 55 48,1% 11,9% Canada 1975 2025 50 44,2% 15,8% México 2010 2055 45 47,4% 12,6% Noruega 1950 2030 80 50,8% 9,2% OCDE 1975 2025 50 50,0% 10,0% Fuente: Elaboración propia en base a Naciones Unidas, División de Población (2017). La comparación del proceso demográfico chileno con otras experiencias internacionales que se desarrollan a continuación con dos grandes grupos de países seleccionados, de la región (Argentina, Brasil, Colombia, Perú, Uruguay y promedio de la región) y de mayor nivel de desarrollo (Australia, Canadá, México, Noruega y promedio de la OCDE), permite apreciar diferencias y si- militudes, pero también las limitaciones del indicador establecido. El análisis se centra sobre la evolución de la tasa de dependencia demográfica y la consecuen- te aparición del bono. A efectos de la comparación se considerarán tres variables: el año de inicio, la duración de cada etapa y la “profundidad” (máxima distancia alcanzada desde el valor de la tasa de dependencia al momento de comenzar a declinar o el límite establecido en 60% hasta el mínimo valor alcanzado). La tabla 2.2 describe estos indicadores para el conjunto de países seleccionados. En el contexto de América Latina y el Caribe, el caso chileno es un caso sin- gular. Por un lado, y al igual que Brasil, Colombia, Perú y el promedio regional, tuvo un descenso tardío de la fecundidad comparado con los casos de Argentina y Uruguay. Sin embargo, la velocidad de dicho descenso fue significativamente rápido, lo que le permitió ser el primer país de la región en ingresar a la ventana de oportunidad demográfica (diez años antes que Brasil y quince que Colom- 76 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile bia). Asimismo, la duración de la ventana es la más extensa de la región abarcan- do un total de 55 años, en tanto que el promedio regional es de diez años menos. Por su parte, junto con Brasil y Colombia, Chile mantiene una de las mayores intensidades del bono demográfico, lo que implica ello una gran oportunidad de desarrollo futuro una vez que se alcance la etapa de envejecimiento. En relación con los países de mayor nivel de desarrollo, el caso chileno no es muy diferente. El bono demográfico es en promedio diez años más tardío, aunque con una mayor duración (con excepción de Noruega) e intensidad. A medida que las tasas de fecundidad disminuyen, los países tienen la oportunidad de obtener dos tipos de “dividendos demográficos” (Lee y Mason 2006). La tasa de dependencia infantil disminuye tanto dentro de los hogares como con relación al total de la población, en tanto que la población en edad de trabajar se incrementa y permanece elevada durante algunas generaciones. Un primer dividendo demográfico se genera debido al crecimiento de la fuerza laboral que sostiene una menor cantidad de niños. A medida que los cambios en la estructura etaria permiten una expansión de la producción y los recursos, un segundo dividendo demográfico podía surgir a medida que se incrementa el nivel de ahorro, aumenta la inversión y se acumula capital físico y humano. Mientras que el primer dividendo es transitorio, el segundo podría ser duradero en tanto se logran incrementos de la productividad global de la economía. En resumen, Chile transita una ventana de oportunidad caracterizada por un inicio más temprano, una duración y profundidad muy alta, sobre todo si se compara con los países de América Latina y el Caribe. Si bien la presencia de bajas relaciones de dependencia demográfica marca un hecho positivo, se han formulado ciertas reservas acerca de pecar de un optimismo desmesurado: para que exista una relación de dependencia efecti- vamente favorable debe enfrentarse con éxito la demanda de empleos de una población activa creciente. Un país con una elevada población desocupada con- duciría a una relación de dependencia real elevada y la estructura demográfica favorable estaría dependiendo de la capacidad del mercado laboral para absor- ber una creciente demanda de empleos. Notas 1 Aunque la tendencia ascendente data desde fines del siglo XIX, la información dis- ponible comienza en 1950. 2 Si bien, este indicador sugiere tres etapas claramente diferenciadas asociadas con la participación potencial en el mercado de trabajo, niñez, adultez y vejez, ello no necesariamente implica que las mismas sean inflexibles para adaptarse a nuevos esce- narios. En otras palabras, la duración de cada etapa (prelaboral, laboral y poslaboral) podría variar entre las personas y se encuentra condicionada por diferentes factores, no sólo la edad. Ver Apella y Troiano (2014). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 77 Referencias Bibliográficas Banco Mundial, 2018. Migración desde Venezuela a Colombia: impactos y es- trategia de respuesta en el corto y mediano plazo. Colombia, Banco Mundial. CEPAL, CELADE y BID (Comisión Económica para América Latina y el Ca- ribe, Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía y Banco Interamericano de Desarrollo), 1996. 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No sólo el tamaño y composición de la población es un aspecto importante, sino también el cambio en su estructura etaria dado que, a lo largo del ciclo de vida, los patrones de consumo e ingresos laborales se ven modificados. En este sentido, la participación económica y los niveles de consumo, ingresos y ahorro, entre otros fenómenos de relevancia socioeconómica, presentan perfiles carac- terísticos que hacen que el aumento o disminución del tamaño relativo de un determinado grupo de edad, implique consecuencias sobre el nivel agregado del fenómeno en cuestión. A modo de ejemplo, el envejecimiento poblacional podría implicar, ceteris paribus, una reducción en el tamaño relativo de la fuerza laboral (o un aumento en los niveles de dependencia económica) y, por tanto, una menor cantidad de personas en condiciones de ahorrar. La transición demográfica tiene implicancias clave para la economía a causa de los cambios en los comportamientos y resultados económicos de los indi- viduos según la edad. En términos generales, es posible distinguir tres etapas secuenciales a lo largo de la vida. La primera corresponde a la niñez y adoles- cencia, cuando aún no se generan recursos propios y el sustento proviene del resto de la sociedad. Con la entrada al mercado de trabajo, comienza un segun- do período en que los ingresos laborales ayudan al sustento propio y de otros como, por ejemplo, el de niños y adolescentes. Con el retiro y la pérdida de las remuneraciones, se ingresa a la tercera etapa en la que toman relevancia los ahorros realizados en la época económicamente activa, así como, nuevamente, las transferencias que realiza el resto de la sociedad. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 79 Esta descripción del ciclo de vida económico pone en relieve la importancia en la sociedad de los mecanismos que aseguran que los excedentes generados por quienes están en la segunda etapa de la vida fluyan hacia quienes están en la primera y tercera etapa. Estos mecanismos pueden ser privados (por ejemplo, cuando los padres proveen alimentos a sus hijos) o públicos (el gobierno cobra impuestos con los que provee servicios y prestaciones a la población). Uno de los desafíos del cambio demográfico es la adecuación de estos mecanismos en dos aspectos. Por un lado, la caída en la tasa de fecundidad y mortalidad resulta en un progresivo envejecimiento y, en la etapa más avanzada de la transición demo- gráfica, implica una caída de la proporción de población que genera recursos. Por lo tanto, aumenta gradualmente la presión que recae sobre ella para sostener a toda la población. En otras palabras, tal como se explica en el capítulo 2, afecta la relación de dependencia. Por otro lado, el envejecimiento también aumenta la relación adultos mayo- res/niños. Los mecanismos para asegurar transferencias a niños y adultos mayo- res son distintos. Alcanza con observar que los niños viven con adultos y formar un hogar en el que se toman decisiones, entre ellas la del sustento de todos los integrantes. Mientras la convivencia de personas en la segunda y tercera etapa es menos frecuente por lo que requiere una coordinación entre hogares para dar lugar a transferencias entre ellos. Así, mecanismos aceitados para asegurar transferencias en una sociedad en que existe una determinada relación adultos mayores/niños pueden dejar de serlo cuando esa relación aumenta. En particular, las instituciones públicas tienden a necesitar de un tiempo mayor para diseñar, consensuar e implementar las reformas necesarias. Por ello, es en los mecanismos públicos de transferencias más que en los privados donde tienden a evidenciarse eventuales insuficiencias para asegurar el sustento en las diferentes etapas de la vida y una mayor equidad intergeneracional. En este capítulo se analizan dos dimensiones: La primera, asociada con la descripción del ciclo de vida económico en Chile y la segunda, relacionada con el efecto del cambio demográfico sobre el gasto social. La elaboración de los datos utilizados sigue la propuesta metodológica de es- timación del Sistema de Cuentas Nacionales de Transferencias (conocida como Sistema NTA, acrónimo de su nombre en inglés, National Transfers Account), cuyas características básicas se presentan en el Recuadro 3.1. Estas cuentas ofre- cen información del ingreso, consumo y más en general flujos económicos por edad, permitiendo analizar relaciones entre edades. 80 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Recuadro 3.1 El Sistema NTA, su relevancia para las políticas públicas y su aplicación en Chile El Sistema NTA se desarrolla en el marco de un proyecto internacional iniciado a principio de los años 2000 por Ronald Lee (University of California, Berkeley) y Andrew Mason (University of Hawaii), con el objetivo de recopilar información sobre las transferencias inter-generacio- nales en distintos países. En particular, el sistema permite desagregar los principales compo- nentes (y sub-componentes) del Sistema de Cuentas Nacionales según edad, para entender cómo las familias, el mercado y el gobierno interactúan para sustentar los individuos a lo largo de las varias etapas de la vida. Entre otras aplicaciones, el Sistema NTA ha sido identificado como una fuente de infor- mación fundamental en el diseño de políticas públicas, dado que éstas tienen un impacto (explícito o implícito) diferente por grupos etarios distintos. Por ejemplo, tal como señalan Miller y Castanheira (2013) y Gragnolati y Troiano (2014), el gasto del sector público en edu- cación básica se concentra mayoritariamente entre los 3 y los 17 años de edad, mientras que su efecto es menor en las personas en otras etapas de la vida. El sistema NTA recoge este fenómeno asignando el gasto (o beneficio) en educación a las personas que efectivamente lo reciben. Por lo tanto, el perfil NTA por edad captura tanto la cobertura educativa (que es mayor para el grupo de 3 a 17 años) como el beneficio captado por alumno (reflejando así las diferencias de los subsistemas educativos). Existen estimaciones NTA para Chile para los años 1997. Las estimaciones utilizadas en este capítulo hacen referencia al año 2016, y se construyen a partir de dos conjuntos de datos. Para cada rubro, por un lado, se computan macro-controles, que consisten en los valores agregados de los varios componentes y sub-componentes (ej.: consumo público en educación, asignaciones familiares, remuneraciones del trabajo) que aseguran consistencia con las Cuentas Nacionales y con las cifras oficiales publicadas por las instituciones compe- tentes. En el caso de Chile, los valores de los macrocontroles provienen principalmente de las Cuentas Nacionales elaboradas por el Banco Central. Para la distribución de los macro- controles por edad se utiliza principalmente la información de la Encuesta de Presupuestos Familiares y la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN). Por último, las estimaciones NTA son consistentes con la estimación de población por edad para el año 2016 realizada por Naciones Unidas (World Population Prospect, Revisión 2017). En términos generales, el método de estimación de un componente sigue tres etapas. Primero, se imputa a cada grupo etario (por edades simples) el valor promedio del consumo o ingreso obtenido de la base de microdatos (CASEN o Encuesta de Presupuestos Familia- res según corresponda). Segundo, se realiza un procedimiento de suavización por edad del valor imputado. Tercero, se calcula el valor agregado por edad considerando la población total por edad y se procede a reescalar de manera que el valor agregado coincida con el macrocontrol. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 81 El ciclo de vida económico El ingreso y el consumo En un año calendario, la generación de recursos descansa en las personas en las edades medias. Con el fin de medir este patrón, en la figura 3.1 se presenta el ingreso laboral promedio por edad en el año 2016 en relación al ingreso laboral promedio del grupo de 30 a 49 años. El ingreso laboral incluye los impuestos y contribuciones pagados por trabajadores y empleadores; o sea, responde por el valor de todo el costo del trabajo. Para calcular su promedio por edad, se consi- dera a toda la población, o sea que quienes no trabajan y no generan recursos se computan con ingreso nulo. Por dicho motivo, la curva tiene forma de campana. Los primeros años de ingreso cero corresponden al período de inactividad eco- nómica de los niños. En la adolescencia y juventud el ingreso promedio laboral crece con la edad por dos motivos: aumenta el número de personas que entran al mercado laboral y crece la remuneración por ocupado. El valor máximo se alcanza alrededor de los 38 años. A partir de allí, el ingreso promedio comien- za a caer ligeramente, aunque no es hasta los 60 años donde la pendiente se profundiza. Esto último es en gran medida como consecuencia del retiro del mercado de trabajo. La forma general es similar a la del año 1997 aunque el punto máximo se encuentra ahora en una edad algo más joven. La evidencia internacional recoge perfiles similares en todos los países, encontrándose que en los países de menor grado de desarrollo existe una mayor generación de recursos en las primeras y últimas edades (Mason y Lee, 2011). El consumo, en cambio, se realiza toda la vida, lo que se refleja en perfiles por edad más planos. Para el caso chileno, los datos de 2016 muestran que el consumo aumenta continuamente con la edad (figura 3.1). La evidencia inter- nacional indica que en todos los países el consumo es menor en la niñez que en la vejez, aunque en general la diferencia es menos importante en los países desarrollados (Tung, 2011). De todas maneras, no todos los países muestran un crecimiento sostenido en las edades más avanzadas como en el caso chileno. El perfil de consumo por edad en el año 2016 presenta un incremento del consumo en las edades más avanzadas en relación a los niños y adolescentes. La estructura por edad del consumo en el año 1997, si bien muestra un incremento a medida que avanza la edad del individuo, dicho aumento es menos pronuncia- do al observado en el año 2016. Con el objetivo de analizar la estructura de consumo, se cuenta con infor- mación del consumo en educación, salud y otros consumos, separados entre los componentes público y privado. Mientras el consumo privado es el valor total de los bienes y servicios comprados por las unidades familiares, el consumo público refleja los bienes y servicios a los que las personas acceden a través del sector público. 82 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 3.1 Ingreso y consumo per cápita, según edad. En porcentaje del ingreso laboral promedio del grupo de 30 a 49 años de edad 120% 100% 80% 60% 40% 20% 0% 0 6 12 18 24 30 36 42 48 54 60 66 72 78 84 90+ Edad Ingreso1997 Consumo 1997 Ingreso 2016 Consumo 2016 Fuente: Chile (2016): CELADE-CEPAL / Holz (2018); Chile (1997):proyecto de Cuentas Nacionales de Transferencias http://ntaccounts.org El perfil del consumo creciente con la edad responde al comportamiento del consumo privado. Esto se aprecia en la figura 3.2 donde se presenta el consumo público y privado por separado. El consumo público total es menor al privado para todas las edades. Es relativamente elevado en las primeras etapas de vida: la proporción del componente público es alrededor de 17% en la niñez y menor en el resto de las edades (entre 8,2% y 12%). Cae en las edades medias y vuelve a crecer moderadamente en las edades avanzadas. La importancia del consumo público en la niñez, se explica fundamentalmente por la educación, mientras que el alza del consumo público en las edades mayores se debe al consumo en salud. Así, el consumo público redistribuye entre edades, gastando más en niños y adultos mayores que en las personas en edad de trabajar. Tanto el consumo público como privado pueden ser desagregados según conceptos. En el presente capítulo, se distingue el consumo en servicios en edu- cación y salud. En este sentido, dentro del primer concepto se contempla tanto el gasto que el Estado destina al financiamiento del acceso de los niños y jóve- nes a todos los niveles del sistema educativo, como el financiamiento que los hogares destinan al consumo de bienes y servicios en educación. De este modo, el consumo en educación pública está compuesto principalmente por las sub- venciones y aportes que el Estado entrega a los establecimientos de preescolar, Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 83 Figura 3.2 Consumo público y privado total per cápita, según edad. En porcentaje del ingreso laboral promedio del grupo de 30 a 49 años de edad 115% 95% 75% 55% 35% 15% -5% 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 Edad Consumo público Consumo privadoero Fuente: CELADE-CEPAL / Holz (2018). primaria y secundaria, por cada alumno matriculado, en el marco de un sistema de financiamiento que funciona bajo la lógica de voucher o financiamiento a la demanda. Asimismo, se consideran los recursos que el Estado destina para el financiamiento de estudiantes matriculados en establecimientos de educación superior (becas y gratuidad). Por último, se toman en cuenta todos los recursos públicos que se destinan a programas específicos, como por ejemplo de alimen- tación escolar, para el fortalecimiento de universidades, entre otros. Por su parte, el consumo en bienes y servicios de educación de los hogares está compuesto, principalmente, por el pago de aranceles para el financiamiento del acceso a establecimientos privados (subvencionados y no subvencionados) de educación primaria y secundaria y por el pago de aranceles para el financia- miento de carreras y programas en el sistema de educación superior. Asimismo, se contempla el gasto en útiles escolares, vestuario y transporte escolar, entre otros. Los perfiles por edad de los estudiantes matriculados en establecimientos escolares, que reciben subvención del Estado, de los beneficiarios de financia- miento para el acceso a carreras y programas de educación superior y de los beneficiarios de programas específicos en educación financiados con recursos fiscales se obtienen de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica (CA- SEN). Por su parte, la distribución de los montos que destinan a la subvención escolar, a becas y programas específicos se obtienen de las Estadísticas Fiscales 84 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile que pública la Dirección de Presupuesto (DIPRES) del Ministerio de Hacienda. La distribución observada se aplica al macrocontrol de gasto en educación pú- blica que se obtiene de Cuentas Nacionales, el cual luego se ajusta a los perfiles obtenidos en CASEN. Luego, se divide por la población total por edades para obtener el valor per cápita. Por su parte, el perfil por edad del gasto de los ho- gares en educación se obtiene de la Encuesta de Presupuesto y Gasto, mediante una regresión que permite obtener coeficientes por edad con los cuales se dis- tribuye el gasto en educación total del hogar por edades.1 El monto total que destinan los hogares a la educación, se obtiene de Cuentas Nacionales, el cual se ajusta al perfil obtenido de la encuesta de presupuesto y gasto. Luego, el perfil etario de montos agregados se divide por la población total en cada edad simple. La educación es uno de los componentes de la inversión en capital humano. Se estima que en el año 2016 fue un 6% del consumo total, cifra que se eleva a 19% para el grupo de edad de 0-29 años. Puesto que el consumo en educación es más intenso en las edades en que no se generan recursos suficientes, las trans- ferencias son cruciales para que la inversión se realice. Una parte de ellas se rea- lizan a través de canales privados: se trata fundamentalmente de transferencias de otros miembros del hogar y de la familia. Corresponden al consumo privado en educación, incluyendo matrículas en establecimientos privados, gastos en libros y materiales escolares, pago de profesores particulares, etc. Otra parte de las transferencias se realiza a través de canales públicos: este componente, finan- ciado a través de impuestos, es el consumo público en educación que incluye gasto corriente de la enseñanza pública. En la figura 3.3, se muestran los perfiles por edad del consumo público y privado en educación. Estos perfiles representan el consumo en educación por persona, que reflejan, entonces, al mismo tiempo el consumo por alumno y la cobertura educativa2. Entre los niveles iniciales hasta los 18 años de edad, el peso del componente público es siempre mayor al privado. Sin embargo, di- cha relación cambio a partir cuando los jóvenes pasan del nivel secundario de estudios al universitario. Allí, el sector privado es el principal responsable del financiamiento de los servicios de educación. En 2016, la sociedad destinó 8% de sus ingresos laborales al consumo en educación. Es importante recordar que, mientras que el consumo público en educación está casi totalmente dedicado a alumnos en el sector público, el con- sumo privado en educación refiere a alumnos en ambos sectores, dado que al- gunos recursos y servicios (por ejemplo, cuadernos, útiles, etc.) están a cargo de las familias, independientemente del tipo de establecimiento educativo. La salud es otro importante determinante del capital humano pero, en con- traste con la educación, su consumo es más intenso en las edades mayores. Representa el 11% del consumo de toda la población y 13% del consumo de los mayores de 65 años. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 85 Figura 3.3 Consumo en educación per cápita, según edad. En porcentaje del ingreso laboral promedio del grupo de 30 a 49 años de edad. 12% 10% 8% 6% 4% 2% -5% 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 Edad Educación pública Educación privada Fuente: CELADE-CEPAL / Holz (2018). El consumo en salud está compuesto por los recursos que el Estado destina al financiamiento de prestaciones cubiertas por el seguro de salud público, el Fondo Nacional de Salud (FONASA), mientras que el gasto privado considera el gasto en que incurren las aseguradoras de salud privadas (ISAPRES) para el financiamiento de prestaciones médicas y el gasto de bolsillo que destinan los afiliados tanto al seguro público de salud, como de ISAPRES, por prestaciones médicas. Las prestaciones médicas que se consideran son consultas médicas, medicamentos, exámenes, intervenciones quirúrgicas y hospitalización. Los perfiles por edad del uso de recursos del seguro de salud pública por tipo de prestación, como así también los perfiles etarios del uso de los recursos de las ISAPRES por tipo de prestación, se obtienen de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica (CASEN). En cuanto al perfil por edad del gasto de bolsillo este se obtiene de la Encuesta de Presupuestos y Gasto, mediante la estimación de coeficientes que se utilizan como ponderadores para distribuir el gasto del hogar por edad. Por último, los montos totales de gasto en salud pública y en salud privada se obtienen de Cuentas Nacionales, los cuales se ajustan a los perfiles por edad obtenidos en las encuestas y luego se dividen por la población total por edades para obtener los valores per cápita. 86 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 3.4 Consumo en salud per cápita, según edad. En porcentaje del ingreso laboral promedio del grupo de 30 a 49 años de edad. 7% 6% 5% 4% 3% 2% 1% -5% 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 Edad Salud pública Salud privada Fuente: CELADE-CEPAL / Holz (2018). En la figura 3.4, se presenta el perfil del consumo en salud, donde se dis- tinguen sus componentes público y privado. El consumo público refiere a los servicios financiados por el sector público a través de impuestos. El consumo privado responde a los bienes y servicios financiados por las personas: gastos en los establecimientos de atención, pagos por análisis médicos, compras de medi- camentos, etc. Recuérdese que también en este caso, el consumo promedio se calcula para toda la población; por ende, captura el número de consumidores y el gasto por consumidor. Finalmente, en la figura 3.5, se presenta el ingreso y consumo agregados por edad. Estos valores se obtienen de multiplicar el promedio de cada edad (figura 3.1) por la población de cada edad, de manera que la suma de estos valores representa el ingreso laboral y consumo del país. Debido a que el peso de cada grupo etario en la población es distinto, las formas del ingreso y consumo por edad de la figura 3.1 son distintas a las de la figura 3.5. En efecto, el máximo del ingreso laboral se alcanza a los 43 años. Con respecto al consumo, el rasgo más contrastante con el perfil per cápita es la pendiente decreciente con la edad, que se debe a que los tamaños de las cohortes de edad más avanzada son más pequeños que los tamaños de las cohortes más jóvenes. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 87 Figura 3.5. Ingreso y consumo agregados por edad. En porcentaje del ingreso laboral promedio del grupo de 30 a 49 años de edad 140% 120% 100% 80% 60% 40% 20% 0% 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 Edad Consumo Ingreso Fuente: CELADE-CEPAL / Holz (2018). El resultado del ciclo de vida El déficit de ciclo de vida describe la situación en que el consumo es mayor al ingreso laboral, en oposición al superávit de ciclo de vida en que la generación de recursos es más que suficiente para financiar el consumo personal. En la figura 3.6, se presenta la estimación del déficit por grupo de edad, o sea ingreso menos consumo. Los valores negativos indican que hay déficit y que, por lo tanto, el consumo es mayor al ingreso y necesita ser financiado. Los valores po- sitivos, en cambio, indican que hay superávit por lo que a esa edad se generan recursos que permiten financiar no sólo el consumo propio, sino también el de otros grupos etarios. La forma de la curva muestra que, en 2016, las personas menores a 26 años y mayores a 61 años se encuentran en situación deficitaria y son financiadas por las edades intermedias. El déficit per cápita es mayor en las edades avanzadas que en la niñez, pero el déficit agregado es menor debido a que el tamaño de esas generaciones es más reducido (figura 3.7). En términos globales, 66% del déficit es generado por los menores de 26 años y 34% por los mayores de 61 años. El cambio demográfico juega un papel relevante en la definición del déficit del ciclo de vida. En efecto, se observa una disminución significativa del déficit global de 9,2 puntos porcentuales, pasando de representar el 54,6% del total de ingresos laborales en 1997 a alcanzar el 31%. Ello se encuentra asociado 88 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 3.6: Déficit del ciclo de vida per cápita, según edad En porcentaje del ingreso laboral promedio del grupo de 30 a 49 años de edad 60% 40% 20% 0% 0 3 6 9 12 15 18 21 24 27 30 33 36 39 42 45 48 51 54 57 60 63 66 69 72 75 78 81 84 87 +90 -20% -40% -60% -80% -100% Edad Fuente: CELADE-CEPAL / Holz (2018). Figura 3.7 Déficit del ciclo de vida agregado, según edad. En porcentaje del ingreso agregado promedio del grupo de 30 a 49 años de edad 60% 40% 20% 0% 0 3 6 9 12 15 18 21 24 27 30 33 36 39 42 45 48 51 54 57 60 63 66 69 72 75 78 81 84 87 -20% -40% -60% -80% -100% Edad 2016 1997 Fuente: CELADE-CEPAL / Holz (2018). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 89 con la reducción de la tasa de fecundidad y, por tanto, de la disminución de la participación de los niños y adolescentes en el total de la población y el incre- mento de la población activa. En efecto, el déficit del ciclo de vida de los niños y adolescentes en relación al de los adultos mayores se redujo significativamente pasando de 3,5 veces a 2. El déficit y el superávit son sostenibles debido a mecanismos económicos de institucionalización más o menos formales, que canalizan el movimiento de recursos entre edades. En otras palabras, las personas reciben (flujos de entrada) y dan (flujos de salida) recursos: el déficit se financia con flujos de entrada su- periores a los de salida. Estos flujos se canalizan a través de dos mecanismos: los activos y las transferencias. La reasignación de recursos a través de activos se realiza en el mercado. Se refiere a los ingresos y egresos que provienen de la propiedad de activos, como los intereses y las rentas, el ahorro y el desahorro, que involucran a menudo in- tercambios intertemporales. Por ejemplo, una manera que los individuos tienen de reasignar recursos a lo largo del tiempo es comprar una vivienda en la edad activa (generando un flujo de salida) y venderla en la vejez (lo que genera un flujo de entrada). A diferencia de la reasignación a través de activos, el mecanismo de transfe- rencias no involucra al mercado y no implica –al menos explícitamente– un in- tercambio de compromisos ni presentes ni futuros entre receptores y donantes. Por ejemplo, cuando los padres alimentan a sus hijos o el sector público paga asignaciones familiares se está realizando una transferencia, en un caso, volunta- ria y privada y, en el otro, en el marco de un programa público. Tanto en la reasignación, vía activos, como en las transferencias, los agentes pueden ser públicos o privados. Este estudio se enfoca en el rol del sector pú- blico en la reasignación a través de transferencias, en el entendido que cualquier reforma que busque adaptar las políticas públicas a los cambios en la estructura etaria de la población se beneficia de discusiones previas basadas en informa- ción cuantitativa. Es por ello que solamente se ha realizado estimaciones de este mecanismo de reasignación. Las transferencias públicas constituyen un mecanismo institucionalizado y regulado de reasignación de recursos. El gobierno recauda impuestos y contri- buciones que son utilizadas para financiar su gasto, que toma la forma de con- sumo público (o consumo de los hogares directamente financiado por el sector público) y transferencias en dinero. Desde el punto de vista de los individuos, la recaudación del gobierno implica flujos de salida, mientras que el gasto público implica flujos de entrada. Flujos de entrada mayores a los de salida implican una situación superavitaria con respecto a la relación con el sector público, que requiere ser financiada por los individuos cuyos flujos de salida (impuestos y contribuciones) superan los de entrada (consumo público y transferencias). Por 90 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile lo tanto, las transferencias públicas netas (flujos de entrada menos flujos de salida) identifican una suerte de resultado de ciclo de vida en relación al sector público, cuyas edades límites pueden diferir con las del resultado del ciclo de vida relacionado con la economía en su conjunto. Déficit de ciclo de vida y transferencias públicas En la figura 3.8 se presenta el déficit de ciclo de vida y las transferencias públi- cas netas per cápita en el año 2016. Hasta los 19 años de edad, las transferencias públicas netas son positivas indicando que los recursos recibidos a través del sector público son superiores a los pagos realizados (impuestos y contribucio- nes) al sector público. Entre los 20 y 62 años, las personas vuelcan más recursos al sector público de los que reciben y, a partir de esa edad, la población vuelve a ser perceptora neta de recursos públicos. La figura 3.8 muestra que, en términos per cápita, las transferencias públi- cas netas recibidas por la población en edades más avanzadas son superiores a las recibidas por niños y adolescentes. Así, niños y adolescentes hacen uso más intensivo de otros canales para financiar su déficit de ciclo de vida, lo que se aprecia en la brecha existente entre las curvas de déficit de ciclo de vida y trans- ferencias públicas netas. Figura 3.8 Déficit del ciclo de vida y transferencias públicas netas per cápita, según edad. En porcentaje del ingreso laboral promedio del grupo de 30 a 49 años de edad 60% 40% 20% 0% 0 3 6 9 12 15 18 21 24 27 30 33 36 39 42 45 48 51 54 57 60 63 66 69 72 75 78 81 84 87 90 -20% -40% -60% -80% -100% Edad Transferencias públicas netas Déficit del ciclo de vida Fuente: CELADE-CEPAL / Holz (2018). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 91 La figura 3.9 se presenta los valores agregados por edad del déficit de ciclo de vida y de las transferencias públicas netas. Como las cohortes de niños y adolescentes son más numerosas que las de adultos mayores, la curva de trans- ferencias públicas netas es más elevadas para las edades menores que para las avanzadas. Los resultados presentados permiten sugerir la importancia de las transfe- rencias públicas en el financiamiento del déficit del ciclo de vida, en especial entre las cohortes mayores. Estas observaciones proponen una interpretación diferente del financiamiento del consumo respecto a la que se desarrolla prece- dentemente. En esa instancia, se vio que el consumo público (transferencias en especie) tenía un peso mayor en el sustento del consumo de niños y adolescen- tes con respecto a adultos mayores. Al añadir a la discusión el papel de las trans- ferencias recibidas en dinero por la población (como, por ejemplo, pensiones y jubilaciones y otros programas de transferencias en dinero) y los recursos que la población vuelca al sector público (impuestos y contribuciones a la seguridad social), es posible capturar el financiamiento completo neto ofrecido por el sector público (transferencias públicas en especie y en dinero recibidas por la población, impuestos y contribuciones). En particular, debido a las jubilaciones y pensiones, los adultos mayores encuentran en el sector público una fuente de sustento fundamental para su consumo. Por otra parte, si bien el consumo Figura 3.9 Déficit del ciclo de vida y transferencias públicas netas agregadas por edad. En porcentaje del ingreso agregado promedio del grupo de 30 a 49 años de edad. 60% 40% 20% 0% 0 3 6 9 12 15 18 21 24 27 30 33 36 39 42 45 48 51 54 57 60 63 66 69 72 75 78 81 84 87 90 -20% -40% -60% -80% -100% Edad Transferencias públicas netas Déficit del ciclo de vida Fuente: CELADE-CEPAL / Holz (2018). 92 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile público representa el 40% del consumo total de los menores, la importancia del sector público para sustentar niños y adolescentes se ve disminuida debido a que éstos financian parte de los gastos públicos a través del pago impuestos indirectos. La información presentada en la figura 3.9, sugiere la particular incidencia de los programas públicos de transferencias para cada grupo deficitario. Como resultado del diseño de estos programas y del tamaño relativo de los respectivos grupos deficitarios, la figura 3.10 presenta la relación entre las transferencias públicas netas per cápita a la vejez (población mayor de 65 años) y a la niñez (0 a 14 años de edad). En el año 1997, la relación de transferencias netas públicas a la vejez era 3,5 veces mayor a la dirigida hacia los niños en Chile. Tales valores ubicaban al país junto con Brasil, Costa Rica, Colombia y Uruguay entre los países que mayor importancia relativa le otorgaba al financiamiento público del déficit durante la vejez. Sin embargo, dicha relación descendió a más de la mitad en veinte años. En 2016, las transferencias netas públicas per cápita a la vejez en Chile repre- senta 1,6 veces las transferencias dirigidas a los niños. Con estos nuevos valores, el país se ubica junto con Japón, Estados Unidos y República de Corea entre aquellos con menores inequidades intergeneracionales en términos de financia- miento del déficit. Figura 3.10 Relación entre las transferencias públicas netas per cápita, de adultos mayores y niños Brasil (2002) Chile (1997) Costa Rica (2004) Colombia (2008) Uruguay (2013) Perú (2007) Suecia (2003) Argentina (2010) Hungría (2005) España (2000) Slovenia (2004) México (2004) Finlandia (2004 Chile (2016) Japón (2004) Estados Unidos (2003) República de Corea (2000) Taiwán (1998) 0,0 0,5 1,0 1,5 2,0 2,5 3,0 3,5 4,0 Fuente: CELADE-CEPAL / Holz (2018). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 93 Las diferencias reflejadas en la figura anterior dan lugar a un debate sobre la equidad intergeneracional del sistema. Esta discusión presenta dos dimensiones. Por un lado, en términos de período, es claro que los adultos mayores se ven fuertemente beneficiados en las transferencias, aunque es posible que parte de estas diferencias se compensen mediante transferencias intrafamiliares (es decir, que los adultos mayores usen parte de estos recursos para financiar el consumo de sus hijos y nietos). Aún si este fuese el caso, cabe preguntar la razonabilidad de una política de financiamiento del déficit del ciclo de vida con tan fuerte sesgo. Por otro lado, en un análisis de cohorte, sería posible considerar que esta apa- rente inequidad no es tan importante. Los principales argumentos en este punto serían que (i) todas las cohortes pasan, a lo largo del ciclo de vida, por la niñez y la ancianidad, por lo que eventualmente todos se benefician de este modelo; y (ii) los adultos mayores que actualmente se encuentran percibiendo estos be- neficios han realizado aportes, tanto de tipo contributivo al sistema previsional como a través de su trabajo y pago de impuestos generales, a lo largo de su vida, por lo que estas transferencias representan fundamentalmente el resultado de los esfuerzos realizados en décadas pasadas. Esto último se encuentra asociado a la idea de que los beneficios previsio- nales constituyen un ingreso en concepto de salario diferido. Dada la configura- ción actual del sistema de pensiones, que se financia tanto con contribuciones sobre el salario como por ingresos por rentas generales, el trabajador, en su pe- ríodo de actividad, tanto formal como informalmente, ha realizado contribu- ciones como manera de posponer parte de esos ingresos para el período de su retiro. En cualquier caso, parecería que, más allá de la discusión normativa sobre la equidad intergeneracional que estos datos deberían provocar, parece importante considerar también una cuestión de eficiencia. Aun si se asume que el enfoque por cohortes es más adecuado y, por consiguiente, las transferencias intergeneracionales son menores, valdría considerar la efectividad, en términos de promoción de la acumulación de capital humano y desarrollo económico y social, de demorar hasta las últimas etapas de la vida el grueso de las transferen- cias públicas a los hogares. Una transferencia más temprana en el ciclo de vida podría facilitar la acumulación de capital humano mediante, por ejemplo, un mayor gasto en educación, que redundaría en mejores condiciones de vida a lo largo de todo el ciclo, que incluye a la tercera edad. Las transferencias públicas por edad En la figura 3.11, se presenta los flujos de entrada y salida per cápita por concepto de transferencias públicas, que dan lugar a la curva de transferencias netas presentada en la sección anterior. Se percibe claramente que el flujo de entrada es superior para las edades mayores que para el resto de las eda- 94 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 3.11 Flujos públicos de entrada y salida per cápita, según edad. En porcentaje del ingreso laboral promedio del grupo de 30 a 49 años de edad. 50% 45% 40% 35% 30% 25% 20% 15% 10% 5% 0% 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 Edad Ingresos por transferencias públicas Egresos por transferencias públicas Fuente: CELADE-CEPAL / Holz (2018). des. Los mayores de 60 años reciben una transferencia per cápita promedio 2 veces superior que los menores de 18 años. Mientras, el flujo de salida tiene forma de campana: la generación de recursos recae fundamentalmente sobre las edades medias. A continuación, en el primer apartado se analizan los rubros que compo- nente los flujos de entrada y, en el segundo, los componentes de los flujos de salida. Flujos de entrada Las transferencias públicas se dividen en aquellas que son en especie, compues- tas principalmente por servicios de salud y educación y por transferencias en dinero, las cuales están compuestas principalmente por pensiones, seguros de desempleo financiados por el Estado y subsidios de diversa índole. El método de estimación de los perfiles per cápita por edad de las transferencias públicas en dinero es similar al utilizado para estimar los perfiles por edad de las trans- ferencias públicas en especie. En relación a las transferencias públicas en dinero, de la Encuesta de Carac- terización Socioeconómica, se obtiene el perfil por edades de las pensiones fi- nanciadas por el Estado, a saber, las pensiones del sistema antiguo administrado por el Instituto de Previsión Social (IPS) y del pilar solidario (aporte previsional Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 95 solidario y pensión básica solidaria); el perfil por edades del seguro de desem- pleo público y de los diversos subsidios estatales. De la información de Cuentas Nacionales y DIPRES, se obtiene el monto total de las transferencias públicas en dinero según concepto. Una vez obtenidos los montos ajustados a Cuentas Nacionales para cada concepto de transferencia pública, éstos se distribuyen por edad utilizando los perfiles etarios obtenidos de la CASEN. Posteriormente, los montos agregados por edad se dividen por la población por edad simple para obtener los perfiles per cápita3. El patrón etario ilustrado en la figura 3.11 indica que el flujo de entrada presenta una joroba para la niñez, adolescencia y juventud temprana. Ello se debe al consumo público correspondiente a educación, que crece en las edades tempranas alcanzando su pico más alto a los 6 años de edad y se mantiene cons- tante hasta los 17, tal como se recoge en la figura 3.12. A partir de los 17 años, el componente de consumo público en educación cae, puesto que la participación del sector público en el financiamiento de la educación universitaria es muy re- ducida. El consumo en educación pública es el flujo de entrada más importante en las primeras etapas de vida, seguido por el resto del consumo público, el con- sumo público de servicios de salud y, finalmente, las transferencias en dinero. Figura 3.12 Componentes de los flujos públicos de entrada per cápita, según edad. En porcentaje del ingreso laboral promedio del grupo de 30 a 49 años de edad. 35% 30% 25% 20% 15% 10% 5% 0% 0 3 6 9 12 15 18 21 24 27 30 33 36 39 42 45 48 51 54 57 60 63 66 69 72 75 78 81 84 87 90 -5% Edad Desempleo Subsidios Pensiones Consumo Público Fuente: CELADE-CEPAL / Holz (2018). 96 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile En las edades medias, el flujo de entrada se mantiene estable en niveles más bajos. El principal componente es el “resto del consumo público” seguido por salud y, con un peso notoriamente menor, las transferencias en dinero. A partir de los 63 años, el flujo de entrada crece ininterrumpidamente impulsado por las transferencias provenientes del tradicional sistema de pensiones, seguido en importancia por el resto del consumo público, en particular el asociado a servi- cios de salud. Existen así importantes diferencias en relación al flujo de entrada de trans- ferencias públicas de las edades deficitarias. Por un lado, el nivel del flujo de en- trada es notoriamente superior hacia las edades avanzadas que hacia las edades tempranas. El flujo hacia la los adultos mayores es prioritariamente en dinero (64% del total de flujo de entrada per cápita), mientras que el consumo juega un papel menor (64% y 32%, respectivamente). Por el contrario, el flujo hacia niños y adolescentes es mayormente en especie (93% del total), especialmente en educación. Flujos de salida El perfil de impuestos en las Cuentas Nacionales de Transferencias está com- puesto por cuatro grandes categorías: el impuesto al consumo, el impuesto a las utilidades, el impuesto a los salarios y las contribuciones a los sistemas de salud y pensiones4. La metodología de estimación de los perfiles per cápita por edad de los impuestos es similar a la que se utiliza para las transferencias. En particular: a. Impuesto al valor agregado: se utiliza el perfil de consumo privado agregado por edad, para distribuir por edades el monto total que recauda el Servicio de Impuestos Internos por concepto de Impuesto al Valor Agregado. Luego el perfil agregado de pago de IVA por edad se divide por la población total por edad simple. b. Impuestos a las utilidades: se utiliza el perfil por edad agregado de ingreso por rentas de capital (utilidades, arriendos, etc.) obtenido de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica (CASEN), para distribuir el monto que recauda el Estado por impuesto de primera categoría el cual se obtiene de cuentas nacionales. Luego se divide por la población total en cada grupo de edad. Cabe mencionar que el perfil por edad de la renta de capital tiene un sesgo hacia edades avanzadas del ciclo de vida. Esto último, se encuentra asociado a que uno de los supuestos de la metodología NTA es que el dueño de los activos en el hogar es el jefe de hogar y el perfil etario del jefe de hogar tiene un sesgo hacia edades avanzadas del ciclo de vida. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 97 c. Impuesto a los salarios de segunda categoría: Es un impuesto de tasa progre- siva a los sueldos y salarios. Para obtener el perfil per cápita por edades del impuesto de segunda categoría se utiliza el perfil agregado de ingreso laboral de empleados, el cual se utiliza para distribuir el monto que recauda el Es- tado por impuesto de segunda categoría obtenido de Cuentas Nacionales. Luego se divide por la población total en cada grupo de edad. d. Contribuciones sociales: Para obtener el perfil per cápita por edades de las contribuciones sociales se utiliza el perfil agregado de ingreso laboral de em- pleados, el cual se utiliza para distribuir el monto que recauda el Estado por concepto de contribuciones que proviene de Cuentas Nacionales. Luego, se divide por la población total en cada grupo de edad. Los valores más bajos del flujo de salida se dan durante la niñez y adolescencia. Tal como se ilustra en la figura 3.13, estos flujos responden al pago de impues- tos indirectos que se realiza al consumir (como, por ejemplo, el impuesto al valor agregado). A medida que se ingresa al mercado de trabajo, empiezan a to- mar importancia los flujos correspondientes a las contribuciones a la seguridad social, las contribuciones y los impuestos directos al capital o riqueza. En las edades mayores, correspondientes a la segunda etapa deficitaria, los principales flujos de salida vuelven a ser los impuestos indirectos a lo que se agregan los impuestos directos al capital o riqueza. Figura 3.13 Componentes de los flujos públicos de salida per cápita por edad en relación al ingreso laboral promedio del grupo de 30 a 49 años de edad. En porcentaje. 20% 15% 10% 5% 0% 0 3 6 9 12 15 18 21 24 27 30 33 36 39 42 45 48 51 54 57 60 63 66 69 72 75 78 81 84 87 90 Edad -5% Impuesto al consumo y a los productos Contribuciones sociales Impuestos al trabajo Impuestos a las utilidades Fuente: CELADE-CEPAL / Holz (2018). 98 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Efectos del cambio demográfico sobre la razón de sustento y las cuentas públicas A partir de los perfiles de consumo y transferencias, en especial aquellas por pensiones, se realiza un simple ejercicio de simulación del efecto de la tran- sición demográfica sobre el gasto en los sectores sociales: educación, salud y pensiones. El presente ejercicio puramente analítico, si bien es simplista, permite obte- ner una aproximación de la magnitud de los efectos del cambio demográfico so- bre el resultado de las políticas sociales. En este sentido, mientras que el futuro económico y político puede ser difícil de predecir, las tendencias demográficas constituyen un cambio gradual y seguro. Por tal motivo, la presente proyección no tiene como finalidad la obtención de un conjunto de números exactos refe- ridos al ingreso, consumo y gasto social en cada momento del tiempo, sino re- flejar la importancia de considerar un factor predecible como lo es la transición demográfica en el diseño e impacto de las políticas públicas. El objetivo de la presente sección es estudiar el efecto del cambio demográ- fico sobre los distintos componentes sociales de las transferencias públicas. En particular, políticas tales como educación, atención a la salud y jubilaciones tie- nen como objetivo distintos grupos etarios. En consecuencia, cada uno de estos componentes se verá afectado en forma diferente por el avance de la transición demográfica. A continuación, se presenta el resultado de las proyecciones con el propósito de mostrar el impacto de los cambios puramente demográficos. La estrategia utilizada es la propuesta por Miller et al. (2011), la que consis- te en proyectar el gasto social como porcentaje del PBI, y asume que la única variable que cambia es la composición de la población por edad. Para ello, se realiza una descomposición del gasto social en dos factores: gasto social del sec- tor i per cápita, , y la población total Na, desagregados por edad, a. Asimis- mo, se descompone el PBI total en tres factores: productividad media por traba- jador, , tasa de ocupación y población total , también desagregado por edad. Lo anterior se expresa en la siguiente ecuación: En este escenario la estrategia de cálculo es hacer variar a lo largo de la pro- yección del gasto social como porcentaje del PBI, la estructura por edades de la población total por edad según el cambio demográfico, manteniendo constantes el resto de las variables (gasto social per cápita, productividad por trabajador y la tasa de ocupación). Así, el gasto social como porcentaje del PBI aumentará Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 99 producto de la variación de la población en cada grupo etario y la incidencia que tenga este sobre el gasto social y el PBI, dependerá del perfil etario per cá- pita del gasto social, por un lado, y de los ingresos laborales, por el otro. A los efectos de estudiar el efecto del cambio demográfico, se asume que el beneficio per cápita por edad se mantiene en los niveles del 2016 con excep- ción de las jubilaciones y pensiones. Para el sistema previsional se utiliza una modelización ad hoc que tiene en cuenta la transición de los contribuyentes desde el antiguo sistema de reparto público al pilar de capitalización individual de gestión pública-privada en el cual toman relevancia las Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP). En este sentido, el perfil per cápita por edad de las pensiones privadas, se obtiene estimando el valor agregado por edad de ingresos que reciben los in- dividuos del sistema de capitalización individual, el que es posible estimar a partir de la información provista por la CASEN. Luego, el perfil agregado por edades se ajusta al monto total de beneficios pagados por el sistema de pensio- nes privados el que se obtiene de Cuentas Nacionales. Después, se divide por la población total por edades, para obtener el perfil de pensiones privadas por edad a nivel per cápita. La figura 3.14 muestra la estructura del consumo y transferencias en pensio- nes, tanto per cápita como agregado, según edad. En términos per cápita, como es esperable, el gasto en educación, tanto público como privado, se concentra en las edades más jóvenes, mientras que el gasto en salud presenta un perfil de suave crecimiento con la edad. Por su parte, las transferencias en concepto de pensiones son bajas entre la población más joven, pero crece rápidamente con la edad. En términos agregados, es decir contemplando la estructura etaria de la po- blación de Chile, el gasto en pensiones decrece rápidamente en las edades más avanzadas debido al menor tamaño de la población en dicho grupo etario. Por el contrario, el gasto en educación crece relativamente entre los niños y jóvenes debido al gran tamaño que aún mantiene este grupo poblacional. La desagregación por edad de los recursos públicos y privados destinados a los principales sectores sociales permite, al combinarla con las proyecciones de población, presentar una primera simulación de los impactos demográficos potenciales sobre estas variables. La proyección del gasto público en pensiones está compuesta por tres com- ponentes: los beneficios del sistema de reparto antiguo, los beneficios del pilar solidario del sistema de capitalización individual y los beneficios del sistema de pensiones de las fuerzas armadas. Dado lo anterior la proyección del gasto público en pensiones es la suma de las proyecciones de estos tres componentes. La proyección del gasto del sistema de pensiones de reparto antiguo se basa en dos componentes: el perfil etario de las pensiones por beneficiario y el perfil 100 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 3.14 Perfiles de consumo de educación, salud y transferencias de pensiones a. Per cápita. En miles de $ b. Agregado. En millones de $ 3.500 300 3.000 250 2.500 200 2.000 150 1.500 100 1.000 500 50 0 0 0 6 12 18 30 36 42 48 54 60 66 72 78 84 +90 0 6 12 18 30 36 42 48 54 60 66 72 78 84 +90 Edad Edad Educación Pública Salud Pública Educación Privada Salud Privada Pensiones Públicas Pensiones Privadas Fuente: Elaboración propia en base a CELADE-CEPAL/Holz (2018) y División de Población, Naciones Unidas. etario de los beneficiarios de pensiones del sistema antiguo. En cada año t de la proyección el monto agregado de pensiones del sistema de reparto es igual a la sumatoria de los montos por edad que se obtienen de la multiplicación de las pensiones y del número de beneficiarios. A lo largo de la proyección se mantie- ne constante el monto de las pensiones por beneficiario en cada edad simple, y se permite la variación del número de beneficiarios por edad. Este último varía por el avance de la cohorte pensionada y por la probabilidad de muerte por edad. Dado que es un sistema cerrado, es decir no entran nuevos pensionados al sistema, el número de beneficiarios se reduce año a año debido al fallecimiento de los pensionados. Por su parte, la proyección del pilar solidario se basa en tres componentes: el perfil etario de los beneficios por beneficiario, las tasas de cobertura del pilar so- lidario por edad y la población total por edad simple. En cada año t de la proyec- ción el monto agregado de beneficios del pilar solidario es igual a la sumatoria de los montos por edad que se obtienen de la multiplicación de los beneficios por beneficiario y de la tasa de cobertura, y de la población total. A lo largo de la proyección, se mantiene constante el monto de beneficios por beneficiario y las tasas de cobertura en cada edad simple y lo que varía es la población total por edad, producto del proceso de envejecimiento de la población. Finalmente, la proyección del gasto del sistema de reparto de las Fuerzas Armadas contempla tres componentes: el perfil etario de los beneficios por be- neficiario, las tasas de cobertura por edad y la población total por edad simple. En cada año t de la proyección, el monto agregado de beneficios del sistema de reparto de las Fuerzas Armadas es igual a la sumatoria de los montos por edad Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 101 que se obtienen de la multiplicación de los beneficios por beneficiario y de la tasa de cobertura, y de la población total. A lo largo de la proyección, se man- tiene constante el monto de beneficios por beneficiario y las tasas de cobertura en cada edad simple y lo que varía es la población total por edad, producto del proceso de envejecimiento de la población. A partir de los supuestos presentados, el gasto público en pensiones manten- dría una tendencia moderadamente creciente hasta alcanzar un 5% del PBI en 2050. Ello, basado en la proyección del gasto del pilar solidario y del régimen de las Fuerzas Armadas, en tanto el gasto público en concepto de pensiones por el tradicional régimen de reparto decrece a un ritmo constante (figura 3.15). Es importante señalar que esta simulación no tiene carácter predictivo, ya que en su cálculo se supone que no ocurrirán cambios en la forma como estos consumos y transferencias se organizan en los próximos años, un supuesto evi- dentemente de poca factibilidad. Sin embargo, el ejercicio resulta útil para con- siderar cuál sería el impacto “puro” de la demografía5. La figura 3.16 presenta el resultado de esta simulación en términos del PBI, abierto en tres componentes: educación, salud y pensiones. En términos generales, el envejecimiento poblacional plantea un desafío des- de el punto de vista, no sólo fiscal, sino también económico, en tanto podría implicar un incremento de la demanda de servicios y transferencias sociales. En Figura 3.15 Gasto público en pensiones, 2019-2100. En porcentaje del PBI. 8% 7% 6% 5% 4% 3% 2% 1% 0% 2022 2025 2076 2019 2028 2034 2037 2040 2043 2046 2049 2052 2055 2058 2061 2064 2067 2070 2073 2079 2082 2085 2088 2091 2097 2100 Total Pilar solidario Sistema antiguo Fuerzas Armadas Fuente: Elaboración propia. 102 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 3.16 Proyecciones básicas considerando efecto demográfico solamente. Como porcentaje del PBI. Años 2019 - 2100 12% 10% 8% 6% 4% 2% 0% 2019 2022 2025 2028 2031 2034 2037 2040 2043 2046 2049 2052 2055 2058 2061 2064 2067 2070 2073 2076 2079 2082 2085 2088 2091 2094 2097 2100 Educación Pública Salud Pública Pensiones Públicas Educación Privada Salud Privada Pensiones Privadas Fuente: Elaboración propia en base a CELADE-CEPAL / Holz (2018) y División de Población, Naciones Unidas. este sentido, de no mediar cambios en otras variables económicas y de compor- tamiento, el gasto social total podría pasar del 20% del PBI en 2019 al 24% y 32% en los años 2050 y 2100, respectivamente. Con respecto a la demanda de bienes y servicios de educación, a medida que Chile avanza en la transición demográfica el esfuerzo económico (fiscal y privado) requerido para mantener los actuales niveles de cobertura y gasto por alumno es menor, empujado por una disminución de la población objetivo. Es decir, al tener cohortes menos numerosas, se reduce el gasto agregado en educación, liberando recursos que pueden ser utilizados o bien para mejorar la inversión dentro sector (mayor cobertura y/o mayor gasto por alumno) o para financiar las necesidades emergentes en otros sectores. Según esta simulación, que responde puramente al cambio demográfico, se podría liberar aproximada- mente un 1,4% del PIB entre 2019 y 2100. El sector salud, en cambio, enfrentaría un desafío fiscal debido al cambio en la estructura demográfica. La simulación sugiere un crecimiento en el consumo de servicios y bienes para el cuidado de la salud financiado por el sector público, desde aproximadamente un 3% del PBI en 2019 hasta un 4,4% en 2100. Del mismo modo, el gasto privado en salud presentaría la misma tendencia, pasan- Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 103 do del 2,8% en 2019 al 4,2% en 2100. En otras palabras, el gasto total en salud podría presentar un incremento de 2,8 puntos porcentuales del PBI. Si bien la población objetivo en este sector incluye todas las edades, existen diferencias en el gasto en salud por edad. En particular, como fuera descrito previamente, el gasto en salud es mayor entre las edades más avanzadas. Por lo tanto, un incremento en la edad media de la población implica un mayor esfuerzo fiscal futuro en el sector. Recuadro 3.1 Una agenda de políticas de salud para una población que envejece Ahora que Chile ha alcanzado las más avanzadas etapas de su transición demográfica y se ha convertido en una sociedad en envejecimiento, sus problemas de salud han cambiado. Sin un cambio de prioridades en las políticas de salud ni en cómo el sector de la salud organiza la provisión de servicios, el patrón demográfico cambiante podría amenazar la sustentabili- dad fiscal del sector. Es posible realizar algunos cambios que permitan mejorar la eficiencia y la eficacia de los servicios que se ven afectados, principalmente, por enfermedades no transmisibles (ENT) que actualmente constituyen el principal porcentaje de enfermedades en Chile: sólo las enfermedades del sistema circulatorio y los tumores malignos (cáncer) representaron el 54% de las muertes femeninas y el 51% de las muertes masculinas en 2012. Muchos de los indicadores de salud de Chile aún están por debajo de los promedios de los países miembros de la OCDE. Chile tiene bajos niveles de utilización de la atención mé- dica: bajos índices de consultas médicas y bajos índices de detección y supervivencia para ciertos cánceres, como el cáncer de mama, cervical y colorrectal. La proporción de adultos que fuman diariamente (29,8%) es más alta que el promedio de la OCDE, que se ubica en 21,1%, y la tasa de obesidad entre los adultos (25,1%) es más alta que el promedio de la OCDE, de 17.8%. Cuando estos indicadores se consideran en conjunto muestran que el sis- tema de atención de salud requiere más énfasis en la prevención y una mejor integración de la atención. Actualmente, el Gobierno está actuando para hacer frente a la creciente amenaza de las ENT. Desde 2011, Chile ha implementado políticas de salud pública a largo plazo destinadas a reducir la proporción de enfermedades causadas por ENT, que promueven estilos de vida más activos y el consumo de alimentos más saludables. Las autoridades de salud están im- plementando intervenciones dirigidas al nivel de atención primaria para brindar prevención secundaria y tratamiento adecuado a los pacientes con ENT. Para pacientes con ENT con necesidades de salud más complejas (es decir, pacientes con enfermedades avanzadas, en- fermedades comórbidas complejas, problemas psicosociales complejos, poco apoyo social y familiar y/o bajos ingresos, ancianos frágiles) y pacientes con riesgo de transformarse en frágiles y complejos, ni los centros de atención primaria ni los hospitales ofrecen un modelo adecuado de atención que satisfaga las necesidades cambiantes de los pacientes. A través de la red descentralizada de provisión que posee Chile, pocas autoridades locales han logra- do un modelo de atención integrada que permita una mejor coordinación de los servicios de atención de salud. 104 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile El alto nivel de fragmentación que posee el sistema de información y la disponibilidad limitada de información granular para la planificación y la gestión del desempeño, limitan la capacidad del gobierno para administrar estratégicamente el sistema de atención médica descentralizado. La existencia de diferentes proveedores de atención de salud plantea un desafío para la gobernanza del sistema de salud y exacerba la falta de escala en la adquisi- ción centralizada de medicamentos y suministros médicos. Otro desafío consiste en generar nuevos modelos de atención que logren una mejor integración de los niveles de atención (especialmente necesarios para reducir las admisiones evitables relacionadas con las ENT) y generen ganancias de eficiencia en el sector farmacéutico y hospitalario. El aumento en el gasto público en atención médica durante los últimos cinco años ha sido impulsado principalmente por un aumento de los gastos en medicamentos y los pagos a los médicos que participan en la práctica dual. Los gastos en medicamentos han aumenta- do sustancialmente durante los últimos diez años debido a las compras descentralizadas de medicamentos y suministros médicos por parte de los hospitales públicos y los municipios. Los instrumentos de gestión también son esenciales para promover cambios en el mo- delo de atención de ENT, con el objetivo de mejorar la integración de la atención y evitar el uso innecesario de los servicios hospitalarios. En 2015, el 52,34% de los pacientes hos- pitalizados en la red de hospitales públicos sufrían de ENT y complicaciones médicas rela- cionadas. Entre los pacientes con ENT, aquellos con diabetes, hipertensión e insuficiencia renal crónica (y sus complicaciones) causaron casi el 30% de todas las estancias de pacientes hospitalizados. Fuente: Análisis del Staff del Banco Mundial (2016) y (2017) Finalmente, las transferencias públicas asociadas al sistema de pensiones se mantendrían relativamente estables en el orden del 5% del PBI hasta el año 2052. Ello se encuentra asociado al traspaso de los beneficios previsionales des- de el régimen público de reparto hacia el sistema de capitalización administra- do por las AFP. La incorporación del pilar de capitalización permite mantener un nivel de gasto relativamente constante asociado con el componente solida- rio. Posteriormente, con la maduración del nuevo régimen de capitalización, el componente demográfico se volvería más relevante, e implicaría un crecimiento en el gasto de jubilaciones y pensiones en ambos pilares, el de capitalización y el público y solidario, hasta alcanzar un 17,3% del PIB en 2100. Si bien las cuentas fiscales constituyen el principal punto de interés, resulta relevante observar que las necesidades de financiamiento por parte del sector privado en pensiones son crecientes a medida que avanza la transición demo- gráfica. Ello representa una aproximación al esfuerzo que la sociedad en su con- junto debería hacer para generar recursos a ser transferidos. En otras palabras, si bien la incorporación de un pilar privado de capitalización permite aliviar la demanda fiscal de recursos, ello no implica una mayor demanda de recursos para el financiamiento del sistema, en tanto el envejecimiento poblacional esta- Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 105 ría requiriendo un mayor porcentaje del PBI para financiar una demanda mayor de pensiones. Conclusiones Este capítulo realiza una primera presentación de un sistema de información especialmente diseñado para analizar el financiamiento del déficit de ciclo de vida. En particular, este sistema muestra cómo el consumo público y privado, los ingresos laborales y las transferencias desde y hacia el sector público varían con la edad. En consecuencia, el cambio esperable en la estructura etaria de la población y en particular el envejecimiento general de la misma tiene impli- cancias económicas y sociales fundamentales para el país. A medida que Chile avanza en la transición demográfica, las políticas públicas deberán adaptarse para tener en cuenta los cambios que ella genera en términos de composición y productividad de la fuerza trabajo, el espacio fiscal y la demanda para los sectores sociales (educación, salud, protección y asistencia social), entre otros. Si bien es notorio, este hecho está poco presente en el debate analítico sobre las políticas públicas en Chile, principalmente a causa de falta de información detallada sobre la variación por edad de flujos de ingreso y egreso a lo largo del ciclo de vida. La información presentada en este capítulo permite superar este obstáculo y ofrece las bases para una discusión rigurosa y amplia de los efectos de la transición demográfica. Las estimaciones para el año 2016, en particular, indican que en Chile las transferencias públicas juegan un papel notoriamente más importante en finan- ciar el déficit en las últimas etapas de vida que durante las primeras. Se eviden- cia por ende un patrón de "reparto de responsabilidades" por el cual los hogares están principalmente a cargo de financiar el consumo de niños y adolescentes, mientras que el sector público tiene un rol más importante en el sostén de los adultos mayores. Las transferencias del sector público difieren por grupo etario no solamente en términos cuantitativos. Mientras niños y adolescentes reciben sustento principalmente a través de consumo público, o sea transferencias en es- pecie, los adultos mayores perciben mayoritariamente transferencias en dinero. Las simulaciones sugieren que la magnitud del efecto del cambio demográ- fico no es alarmante. La presión sobre el gasto social es contenida al inicio y aumenta a partir de la década de 2050. En esta década influyen dos cambios: el demográfico y la culminación de la transición de la reforma de la seguridad so- cial de 1981. Todo ello indica que Chile dispone de tiempo para adecuar sus po- líticas a los desafíos que implica el proceso de envejecimiento de la población. Sin embargo, es importante dar inicio a un debate informado, especialmente para entender a fondo las tensiones que se evidenciarán por los cambios en los requerimientos relativos de los sectores públicos sociales. No sorprende el 106 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile aumento del gasto en concepto de jubilaciones y pensiones desde el momento dado el aumento del número de adultos mayores. Ello se acompaña un papel creciente del gasto de salud, ya que son también los adultos mayores quienes más consumen estos servicios. En cambio, la proyección del gasto en educación indica una liberación de recursos debido a la disminución de la población en edad de escolarización, asumiendo que la cobertura se mantiene en los niveles actuales. En conclusión, los cambios demográficos pueden ofrecer oportunida- des para alcanzar diferentes objetivos de política, según la estrategia que el país elija. Notas 1 Para un mayor detalle ver “National Transfers Accounts Manual, Measuring and Analyzing the Generational Economy”, https://ntaccounts.org/doc/repository/ NTA%20manual%202013.pdf 2 Siguiendo lo sugerido por el sistema NTA, no se aplicó ninguna suavización a los per- files en educación debido a que las discontinuidades observadas en el consumo por edad en este sector suelen no ser aleatorias, sino que están asociadas con las edades de entrada y salida en los niveles educativos. 3 El supuesto tras esta metodología de estimación es que el beneficio por beneficiario es constante para todos los grupos etarios. 4 El impuesto de segunda categoría grava los sueldos y salarios. Se aplica a través de una tasa progresiva, creciente al nivel de sueldo. Bajo un cierto monto de sueldo se aplica una exención del pago de impuestos. El monto recaudado es destinado para el financiamiento general del Estado. Las contribuciones sociales son aportes que rea- lizan los trabajadores a los sistemas de salud público o privado y al sistema privado pensiones, para acceder a los beneficios de cobertura de salud y de pensiones que ofrecen. Los aportes son mensuales y equivalentes al 19% del sueldo bruto. 5 A los fines de esta simulación, se supuso que los consumos reales per cápita y por edad en salud y educación se mantendrán fijos en el tiempo y que el PBI varía en fun- ción de la evolución de la población económicamente activa. Por su parte, el monto de las transferencias en concepto de pensiones se ajusta a medida que el sistema previsional introducido en 1981 termina de madurar y la población pasa a recibir beneficios previsionales de las AFPs. Referencias bibliográficas Gragnolati, M. y S. Troiano, 2014. “Las finanzas públicas frente al envejecimiento en Argentina", en Gragnolati, M., R. Rofman, I. Apella y S. Troiano (Editores). Los años no vienen solos: oportunidades y desafíos económicos de la transición demográfica en Argentina, Banco Mundial, Buenos Aires: 119-140. Mason, A. y R. Lee, 2011. “Population aging and the generational economy: key findings”, en  Lee, R. y A. Mason (Editores), Population aging and the generational economy: a glo- Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 107 bal perspective, Cheltenham, UK: Edward Elgar Publishing Limited, Capítulo 1: 3-31. Miller, T. y H. Castanheira, 2013. “The fiscal impact of population aging in Brazil: 2005- 2050”. Revista Brasileira de Estudos de População, 30: S5-S23. Miller, T., C. Mason y M. Holz, 2011. “The fiscal impact of demographic change in ten Latin American countries: projecting public expenditures in education, health, and pensions”. En Cotlear (ed.), Population aging. Is Latin America Ready? Banco Mundial, Washington D. C. National Transfer Accounts Project, www.ntaaccounts.org Tung, A., 2011. “Consumption over the lifecycle: an international comparison”, en Lee R. y A. Mason (Editores): Population aging and the generational economy: a global perspec- tive, Cheltenham, UK: Edward Elgar Publishing Limited, Chapter 6: 136-160. 108 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile CAPÍTULO 4 Demanda potencial de cuidados de adultos mayores en Chile Introducción L a demanda por cuidado a lo largo de la vida de una persona está relacio- nada con su capacidad para realizar, sin ayuda de terceros, actividades de la vida diaria; por lo que, en circunstancias regulares, se concentra tanto al inicio (durante la infancia) como al final del ciclo de vida (en la vejez), así como durante la adultez en los casos de discapacidad. El cuidado consiste en “la entrega cotidiana de bienestar a una persona en situación de dependencia y abarca apoyo en las actividades diarias, como por ejemplo ayudar a comer, vestirse, asearse, desplazarse, comprar o ir al médico. Incluye tareas domésticas como aseo y preparación de comidas, lavado de ropa, limpieza del hogar, entre otras”1. La transición demográfica por la que transita Chile plantea un desafío de mediano y largo plazo en términos de la demanda de cuidado. El incremento de la tasa de dependencia demográfica, principalmente vinculada a adultos ma- yores, implicará un aumento de la demanda de cuidados por esta parte de la sociedad. Como se discute en el Capítulo 2, se estima que la participación de adultos mayores (65 o más) en el total de población se que duplicará un poco más de 10% en 2015 a 24% en 2050. A diferencia de otros tipos de cuidado (durante la infancia y por discapa- cidad en edad adulta), la demanda del adulto mayor traerá consigo retos espe- cíficos vinculados a la naturaleza del proceso de envejecimiento que pondrán especial presión sobre el sistema de salud, además de desafíos en la provisión del cuidado en contextos donde menores tasas de fecundidad tienden a reducir el tamaño de las familias y, por tanto, la posibilidad de recibir cuidado en el hogar. En este contexto, el objetivo del presente capítulo es estimar y caracterizar la demanda potencial de cuidados de adultos mayores en Chile, considerando la incidencia de distintos grados de severidad de dependencia y las dinámicas de cuidado en el hogar. Para ello, tomamos a toda la población mayor de 60 años de manera de abarcar un gran grupo etario. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 109 Tamaño de la población de adultos mayores con dependencia funcional y tipos de cuidados asociados Fuente de información La información utilizada para estimar la demanda de cuidado proviene de la Encuesta del Segundo Estudio Nacional de Discapacidad de 2015. Esta encues- ta fue seleccionada teniendo en consideración que, a diferencia de otras encues- tas de hogares disponibles en el país, su diseño considera de manera explícita el objetivo de caracterizar a las personas en situación de dependencia y a las personas que son responsables principales del cuidado2. Cabe mencionar que existen diferencias importantes en los estimados de porcentajes de personas de todas las edades con dependencia funcional a partir de la Encuesta Nacional de Discapacidad y CASEN 2015. Mientras CASEN estima la incidencia de porcentaje de personas con dependencia funcional –en todos los niveles de severidad– en 18%, la Encuesta Nacional de Discapacidad la estima en 26.3%. Teniendo en cuenta estas diferencias los estimadores presen- tados a continuación, muestran el escenario conservador de estimación, es decir, el máximo estimador de potencial demanda. La Encuesta Nacional de Discapacidad tiene representatividad para adultos (mayores de 18 años) en el nivel nacional, nacional urbano, nacional rural y Figure 4.1 Número y porcentaje de adultos mayores, por severidad de la dependencia y grupo de edad 80+ con dependencia severa, 182501, 6% 80+ con dependencia moderada, 41098, 1% 80+ con dependencia leve, 68559, 2% 80+ no dependientes, 252542, 8% Entre 60 y 79 con dependencia severa, 228537, 8% Entre 60 y 79 con dependencia leve, 127938, 4% Entre 60 y 79 con dependencia moderada, 51845, 2% Entre 60 y 79 no dependientes, 70% Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta del Segundo Estudio Nacional de Discapacidad (2015). 110 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 4.2 Porcentaje de adultos mayores, por severidad de la dependencia y quinquenio de edad 60-64 65-69 70-74 75-79 80-84 85-89 90 + 0 20 40 60 80 100 Hombres Mujeres 60-64 60-64 65-69 65-69 70-74 70-74 75-79 75-79 80-84 80-84 85-89 85-89 90 + 90 + 0 20 40 60 80 100 0 20 40 60 80 100 No dependiente Dependencia leve Dependencia moderada Dependencia severa Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta del Segundo Estudio Nacional de Discapacidad (2015). quince regiones y, para niños, (entre 2 y 17 años) en el nivel nacional, nacional urbano y nacional rural. El análisis utiliza la variable de dependencia funcional tal como es definida por el Estudio de Discapacidad (2015). Es decir, son consi- deradas dependientes funcionales aquellas personas que declaran tener dificul- tades extremas o que presentan imposibilidad para realizar actividades básicas (caminar o subir peldaños, asearse o vestirse, alimentarse, utilizar el baño, acos- tarse y levantarse de la cama) o instrumentales de la vida diaria (hacer tareas de la casa, salir a la calle, hacer compras o ir al médico) o que reciben ayuda con alta frecuencia (muchas veces o siempre). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 111 Estimación del número de adultos mayores con dependencia funcional En 2015, 3.210.651 personas en Chile (19% de la población total) son adultos mayores, es decir tienen 60 años o más. Entre éstos, 57% son mujeres y, tal como se muestra en la figura 4.1, 22% presenta algún grado de dependencia funcional. La severidad de la dependencia aumenta a lo largo de la vida del adulto mayor. Tal como se observa en la figura 4.2, la incidencia de dependencia severa aumenta a mayor la edad, especialmente entre las mujeres de 80 o más años. En general, la mujer adulto mayor muestra una mayor incidencia de dependencia severa en todos los tramos de edad, a lo que se suma que su promedio de edad es dos años más alto que el de los hombres (72 años mujeres vs 70 hombres). Brechas y dinámica de cuidado entre adultos mayores con dependencia funcional La mayor severidad de la dependencia parece asociarse a mayores brechas de cuidado. Los adultos mayores con dependencia severa muestran las mayores brechas en cuidado (tanto por no recibir lo suficiente, como no recibirlo por completo). En particular, los adultos mayores con dependencia severa de 80 o más años muestran la mayor incidencia de no cuidado (figura 4.3). El cuidado a adultos mayores, y a lo largo de la vida, es provisto principal- mente por miembros del hogar. Del total de personas identificadas como cui- dadores de adultos mayores (856.509 personas), 72% reside en el hogar y 28% fuera de éste. Los cuidadores son en todos los casos principalmente miembros de la familia, mayoritariamente parejas o hijos, proporción que aumenta en los cuidadores de adultos mayores de 80 años y más (figura 4.4). De este modo, al tener en cuenta que la dinámica del cuidado se da de ma- nera relacional en el hogar, la siguiente sección identifica tipos de hogares por demanda de cuidado. Es de especial relevancia utilizar al hogar como unidad de análisis para entender la demanda de cuidado ya que su composición direc- tamente influenciará los tipos de cuidado requeridos (por ejemplo, cuidado de niños versus cuidado de adultos mayores o de personas adultas con discapaci- dad) y la presencia de posibles cuidadores. 112 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 4.3 Porcentaje de adultos mayores según necesidades de cuidado, por severidad de la dependencia y por grupo de edad % de adultos mayores de 60 a 79 años, por nivel de dependencia, según necesidades de cuidado Severo Moderado Leve No dependiente 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 No dependiente Leve Moderado Severo No requiere cuidado adicional 96% 86% 76% 67% Recibe cuidado pero adicional 1% 13% 24% 27% No recibe cuidado y requiere 3% 1% 0% 6% % de adultos mayores de 80 años y más, por nivel de dependencia, según necesidades de cuidado Severo Moderado Leve No dependiente 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 No dependiente Leve Moderado Severo No requiere cuidado adicional 91% 88% 72% 47% Recibe cuidado pero adicional 4% 11% 28% 50% No recibe cuidado y requiere 5% 1% 0% 3% Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta del Segundo Estudio Nacional de Discapacidad (2015). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 113 Figura 4.4 Porcentaje de cuidadores por parentesco con la persona que requiere cuidado, por severidad de la dependencia y por grupo de edad Prom. país 80+ Dep. severa 80+ Dep. moderada 80+ Dep. leve 80+ No dep. 60- 79 Dep. severa 60- 79 Dep. moderada 60- 79 Dep. leve 60- 79 No dep. No es adulto mayor 0% 20% 40% 60% 80% 100% Cónyuge o conviviente Hijo/a, hijastro/a Yerno, nuera Nieto/a Hermano/a, cuñado/a Padres/suegros Abuelo/a Otro pariente Vecino/a Amigo/a Servicio doméstico, Otra o de salud Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta del Segundo Estudio Nacional de Discapacidad (2015). Tipos de hogares por demanda de cuidado Clustering de hogares por características de ingreso, composición familiar y demanda de cuidado Con el fin de identificar “tipos” de hogares, se realizó un ejercicio de clustering3, que busca agrupar hogares similares en términos de variables relevantes para entender la dinámica del cuidado. En este sentido, se seleccionaron las siguien- tes variables vinculadas a composición del hogar, ingreso y demanda de cuidado: (1) Variables de composición del hogar e ingreso: 1. Edad promedio de los miembros del hogar. 2. Tamaño del hogar. 3. Quintil de ingreso autónomo. (2) Variables de demanda de cuidado en el hogar 1. Número de miembros adultos mayores con dependencia severa o moderada. 2. Número de miembros adultos mayores con dependencia leve o no de- pendientes. 3. Número de miembros entre 15 y 59 con discapacidad moderada o severa. 4. Número de miembros menores de 14 sin discapacidad4. 114 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 5. Número de miembros menores de 14 con discapacidad. 6. Algún miembro de la familia declara no recibir el cuidado que necesita. Como resultado se identificaron cuatro tipos de hogares con las siguientes ca- racterísticas: • Tipo 1: Hogares con un ingreso ligeramente más concentrado en quintiles más ricos (quintil de ingreso IV y V), compuestos mayoritariamente por dos personas, con miembros adultos mayores sin dependencia funcional o con dependencia leve, sin niños menores de 14 y 7.3% con algún miembro que requiere cuidado, pero no lo recibe. • Tipo 2: Hogares con un ingreso concentrado en quintiles más ricos (quintil de ingreso IV y V), compuestos mayoritariamente por entre 3 y 5 miembros, y una importante proporción de los cuales no tiene sujetos de cuidado (solo 28% cuenta con adultos mayores sin dependencia o con dependencia leve, 22.5% con un niño menor de 14 y 3.5% con miembros entre 15 y 59 años con discapacidad). • Tipo 3: Hogares con un ingreso en quintiles más pobres (quintil de ingreso I y II), compuestos mayoritariamente por entre 3 y 5 miembros, con uno o dos niños menores de 14 y con baja brecha de cuidado (solo 2.3% con algún miembro que requiere cuidado, pero no lo recibe). • Tipo 4: Hogares con un ingreso en quintiles más pobres (quintil de ingreso I y II), principalmente unipersonales o compuestos solo por 2 personas, y una importante proporción de los cuales cuenta con miembros adultos mayores, tanto sin dependencia funcional como con distintos niveles de dependencia, no tiene niños y muestra la mayor brecha de cuidado (19.4% de estos hoga- res con algún miembro que requiere, pero no recibe cuidado). Estos cuatro tipos de hogares representan diferentes porcentajes del total de ho- gares en el país y se diferencia también por las características del jefe de hogar. El tipo de hogar más común es el 3 (39% del total de hogares del país), seguido por el tipo 1 (30%), tipo 2 (26%) y tipo 4 (5%) (figura 4.5). Los jefes de hogar muestran, además, perfiles distintos en términos de edad (la edad promedio del jefe del hogar tipo 1 es de 66 años, del tipo 2 de 54, del tipo 3 de 43 y del tipo 4 de 82) y nivel educativo (el nivel educativo promedio de jefe del hogar tipo 1, 2 y 3 es secundario o más y del 1 es nivel básico o primaria). Los adultos mayores son miembros de hogares que concentran mayores brechas de cuidado. En particular, son miembros de dos tipos de hogares: • Tipo 4 (251.529 hogares) con la brecha de cuidado más alta (19.4%) y ma- yor incidencia en quintiles de ingreso más pobres (I y II). • Tipo 1 (1.632.443 hogares) con brecha de cuidado (7.3%) e ingreso ligera- mente más concentrado en quintiles más ricos (quintil de ingreso IV y V). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 115 Figura 4.5 Número y porcentaje de hogares por tipo y características de jefe del hogar Tipo 4; 251529; 5% Tipo 1; 1632553; 30% Jefe de hogar mujer de 82 Jefe de hogar hombre de 66 años con nivel educativo años con nivel educativo básico o primaria secundario o más Tipo 3; 2125620; 39% Tipo 2; 1400889; 26% Jefe de hogar hombre de 43 Jefe de hogar hombre de años con nivel educativo 54 años con nivel educativo secundario o más secundario o más Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta del Segundo Estudio Nacional de Discapacidad (2015). Cuidadores en los hogares con adultos mayores En hogares con perfiles similares al tipo 1 (con adultos mayores y miembros con dependencia funcional lev) y 4 (con adultos mayores y miembros con depen- dencia funcional moderada o severa), el día de semana típico de un cuidador varía según la severidad de la dependencia del sujeto al que cuida5. Los cuida- dores de hogares tipo 1 declaran en mayor proporción trabajar (43% vs 30% y 24% para cuidadores de dependientes moderados y severos), asistir al colegio o universidad (6% vs 3% y 2% para cuidadores de dependientes moderados y severos) o estar de vacaciones (11% vs 9% y 1% para cuidadores de depen- dientes moderados y severos). En general, a mayor severidad de la dependencia del sujeto que cuida, menor la proporción de cuidadores que declaran trabajar, estudiar o estar de vacaciones y mayor la incidencia de cuidadores que utilizan su tiempo para tareas domésticas (figura 4.6). En todos los tipos de hogar, el cuidado de personas con dependencia funcio- nal representa solo una proporción del tiempo que el cuidador dedica a trabajos no remunerados en el hogar. Si bien existe una relación positiva entre la mayor severidad de la dependencia del sujeto de cuidado y el porcentaje de horas de trabajo no remunerado dedicadas a su cuidado, en todos los casos el trabajo doméstico representa por lo menos 30% del tiempo dedicado al trabajo no re- munerado en el hogar (figura 4.7). 116 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 4.6 Porcentaje de cuidadores que declaran realizar una actividad en un día de semana, por tipo de actividad y severidad del sujeto que cuida 100% 80% 60% 40% 20% 0% Trabajó Fue al colegio Hizo tareas Recibió Estuvo de Estuvo en /universidad domésticas visitas vacaciones o cama por fuera del hogar alguna todo el día enfermedad De dependiente leve De dependiente moderado De dependiente severo Fuente: Elaboración propia en base a la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (2015). Figura 4.7 Porcentaje de horas dedicadas al trabajo no remunerado en el hogar, por tipo de actividad y severidad del sujeto que cuida De dependiente severo De dependiente moderado De dependiente leve 0% 20% 40% 60% 80% 100% % horas cuidado % horas trabajo doméstico Fuente: Elaboración propia en base a la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (2015). Si bien el porcentaje de horas dedicadas al trabajo doméstico es menor en cuidadores de sujetos con dependencia severa, es importante tener en cuenta que existe una diferencia sustancial en el número de horas diarias dedicadas al trabajo no remunerado. En un día promedio de semana, la jornada de trabajo no remunerado de los cuidadores en hogares tipo 1 (de dependiente leve) es de 10.7 horas, mientras que en hogares tipo 4 (de dependiente moderado o severo) fluctúa entre 10.6 y 15.6 horas (tabla 4.1). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 117 Tabla 4.1 Promedio del total horas diarias (en día de semana) destinadas a trabajo no remunerado en el hogar Número de horas De dependiente leve 10.7 De dependiente moderado 10.6 De dependiente severo 15.6 Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (2015). La intensidad del trabajo no remunerado del que es responsable el cuidador tiene consecuencias en su percepción de la calidad del uso de su tiempo perso- nal y descanso. En particular, los cuidadores de dependientes severos declaran en menor proporción estar satisfechos con el tiempo disponible para descanso o personal (figura 4.8). Relacionado a esta no satisfacción con el tiempo personal y para descanso, a mayor severidad de la dependencia del sujeto de cuidado mayor la incidencia de cuidadores que se encuentran estresados siempre o algunas veces. La inciden- cia de estrés permanente es el doble entre cuidadores de dependientes severos (41%), que entre los cuidan dependientes leves (20%). Las causas a las que se atribuye este estrés, además, están claramente relacionadas a las actividades de cuidado (entre los cuidadores de dependientes severos el 45% reconoce el cuidado de personas como causa de estrés, mientras que sólo 15% de los cuida- dores de dependientes severos reconocen esta causa) (figura 4.9). Figura 4.8 Porcentaje de cuidadores que declaran estar satisfechos con el tiempo disponible para descanso y personal, por severidad del sujeto que cuida De dependiente severo De dependiente moderado De dependiente leve 0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% Satisfecho con tiempo personal Satisfecho con tiempo para descanso Fuente: Elaboración propia en base a la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (2015). 118 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 4.9 Porcentaje de cuidadores que declaran estar estresados y causas a las que se le atribuye el estrés, por severidad del sujeto que cuida De dependiente severo De dependiente moderado De dependiente leve 0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% Algunas veces estresado Siempre estresado Causas a las que atribuyen el estrés De dependiente severo De dependiente moderado De dependiente leve 0% 20% 40% 60% 80% 100% El trabajo fuera del hogar El trabajo doméstico El cuidado de personas Problemas económicos La vida en familia El estudio El tráfico La delincuencia Otra Fuente: Elaboración propia en base a la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (2015). Dimensionamiento de la demanda de cuidado de adultos mayores en distintas zonas del país y en comparación con otros países El perfil de vulnerabilidad de adultos mayores está cambiando, pero aún se ve afectado por los ingresos y por el área de residencia. En los últimos diez años, los hogares con el perfil del tipo 1 o 4 (i.e. con jefe adulto mayor y de número reducido de miembros) muestran un incremento importante en concentración en el decil más pobre de ingreso, tanto en áreas urbanas como en áreas rurales. Esta distribución es más evidente en áreas rurales en donde el porcentaje de hogares con estas características en los cuatro deciles más pobres representa el 59% en 2015 vs. 39% en hogares urbanos (figura 4.10). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 119 Figura 4.10 Porcentaje de hogares con jefe de hogar de 60 años o más en donde adulto mayor vive solo o con su cónyuge, por decil de ingresos autónomos 15% Urbano 12% 9% 6% 3% 0% 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 Decil 1 Decil 2 Decil 3 Decil 4 Decil 5 Decil 6 Decil 7 Decil 8 Decil 9 Decil10 30% Rural 25% 20% 15% 10% 5% 0% 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 2015 2006 Decil 1 Decil 2 Decil 3 Decil 4 Decil 5 Decil 6 Decil 7 Decil 8 Decil 9 Decil10 2015 Fuente: Elaboración propia en base a CASEN 2006 y 2015. Nota: para 2006 se utilizan datos de deciles calculados bajo la nueva metodología de caracterización de pobreza. En relación con otros países, la demanda potencial por cuidado de adultos mayores en Chile es similar a países europeos de la OCDE. El porcentaje de hogares con jefe de 60 o más años, es decir, de perfil semejante al hogar tipo 1 o 4, es similar al de países que, al igual que Chile, están pasando por procesos de envejecimiento poblacional, como Reino Unido, Francia, Bélgica y Austria (figura 4.11). 120 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 4.11 Porcentaje de hogares con jefe de hogar de 60 años o más, por país 50% 40% 30% 20% 10% 0% Italia Japón Grecia Portugal Hungría Finlandia Eslovenia Alemania Rep. Checa Reino Unido Francia Chile (2002) Chile (2015)* Bélgica Austria España Rep. Eslovaca Noruega Holanda Canada Polonia Australia Estados Unidos Irlanda Luxemburgo Suiza Nueva Zelanda Israel Estonia Singapur Turquía Corea México Fuente: UN (2018) “HouseholdSize and CompositionAroundtheWorld 2017” Nota: *El estimado de Chile 2015 se refiere al porcentaje total de hogares tipo 1 y 4. Conclusiones y principales mensajes El análisis presentado en este capítulo permite extraer los siguientes mensajes de relevancia para la estimación del tamaño de la demanda de cuidado de adul- tos mayores, así como la caracterización de su entorno familiar y cuidadores: Tamaño de la población que demanda cuidado de larga duración entre adul- tos mayores: • El 3% de la población de la población chilena en 2015, es decir 503.981 personas, tiene 60 o más años (adultos mayores) y dependencia funcional moderada o severa. Entre éstos, las mujeres están sobre representadas (70%), en particular a partir de los 80 años, cuando la incidencia de dependencia severa aumenta de manera importante. • Los adultos mayores con dependencia severa declaran las mayores brechas de cuidado. La dinámica del cuidado se da de manera relacional en el hogar: • 72% del cuidado de adultos mayores es provisto por parejas e hijos. Es por esto especialmente importante utilizar al hogar como unidad de análisis para entender la demanda de cuidado. • De los cuatro tipos de hogares identificados por el ejercicio de cluster, dos ti- pos son de especial relevancia para entender el cuidado de adultos mayores: - Hogares tipo 1: con ingreso ligeramente en quintiles de mayores ingresos, compuesto por dos personas, con adultos mayores sin dependencia funcio- nal o con dependencia leve, sin niños y 7.3% con algún miembro que requie- re cuidado, pero no lo recibe. En el país existen 1.632.443 hogares de este tipo (30% del total de hogares en el país). Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 121 - Hogares tipo 4: con un ingreso en quintiles más pobres, unipersonales o de 2 personas, y con adultos mayores con distintos niveles de dependencia, sin niños y mayor brecha de cuidado (19.4%). En el país existen 251.529 hogares de este tipo (5% del total de hogares en el país). • El segundo tipo de hogares (tipo 4) constituye claramente prioridad para atender brechas de cuidado en adultos mayores. Los cuidadores de adultos mayores con dependencia funcional muestran alta carga de trabajo no remunerado en el hogar, asociada a altos niveles de estrés. • Los cuidadores asociados a hogares similares al tipo 1 y 4 (con miembros de 60 o más años y con miembros a cargo del cuidado de sujetos con depen- dencia funcional) muestran cargas de trabajo no remunerado en el hogar de hasta 15.6 horas diarias (para cuidadores de dependientes severos). • Además del cuidado de adultos mayores con dependencia funcional, los cui- dadores declaran cargas adicionales de trabajo no remunerado asociadas a tareas domésticas (limpiar, cocinar, etc.). • Esta alta carga de trabajo tiene consecuencias en la percepción de su calidad de vida (alta insatisfacción con tiempo libre y para sí mismo) y en sus niveles de estrés (entre 20 y 40% declaran estar siempre estresados). En suma, la demanda de cuidado de adultos mayores en el contexto actual muestra retos importantes, en particular debido a: (i) altas brechas de cuidado no atendido en particular entre adultos mayores con dependencia funcional severa; (ii) cuidadores con largas jornadas de trabajo no remunerado y alto nivel de estrés y; (iii) la constatación de que los adultos mayores tienden a vivir en hogares con bajos números de miembros donde la provisión de cuidado por otros miembros de la familia se dificulta o se concentra en una sola persona. Con el proceso de envejecimiento poblacional, estos desafíos pueden crecer si no se aplican políticas para atenderlos. Posibles criterios para el fortalecimiento de políticas nacionales de cuidado específicos para adultos mayores incluyen: • Tener en cuenta que, si bien como en otros países como Ecuador y Reino Unido es posible apoyar el trabajo de los cuidadores en el hogar con tras- ferencias de dinero y capacitación, para el cuidado de adultos mayores está aproximación no será suficiente, ya que éstos pertenecen a hogares con re- ducido número de miembros. En este contexto, es importante considerar el fortalecimiento de políticas de participación laboral que formalice las tareas de cuidado como una actividad remunerada que pueda atender la demanda de adultos mayores (que se estima será creciente) por cuidados. • Priorizar grupos poblacionales en función a su vulnerabilidad. Hogares tipo 4 en zonas rurales resultan una clara prioridad para la concentración de es- 122 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile fuerzos en la provisión de servicios de cuidado y posibles subsidios a la pro- visión de tareas de cuidado ya sea dentro o fuera del hogar. • La demanda potencial por cuidado de adultos mayores en Chile es similar a países europeos de la OCDE; la experiencia de países como Reino Unido, Francia, Bélgica y Austria puede ser evaluada como posible relevante para inspirar políticas de cuidado de adultos mayores en el país. Notas 1 Programa Chile Cuida, http://www.chilecuida.gob.cl/preguntas-frecuentes-general/ #1507737840147-1094e1d5-b575 2 Ver https://www.senadis.gob.cl/pag/137/1398/introduccion. 3 En el análisis de cluster, un conjunto de observaciones caracterizadas por la infor- mación de n variables es agrupada de manera que las observaciones pertenecientes a un grupo (cluster) sean tan similares entre sí como sea posible, siendo los distintos grupos tan disimilares como sea posible. Se utilizó weighted-average linkage cluster analysis. 4 Se considera el corte de 15 años considerando que, a partir de esa edad, las personas comienzan a formar parte de la población económicamente activa. 5 La base de información utilizada para la caracterización de los cuidadores es la En- cuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo - ENUT (2015). Esta encuesta contiene información que permite identificar a detalle el tiempo destinado por las personas a actividades de trabajo productivo (incluido el remunerado y no remunerado en el hogar) y personales (de socialización, entretenimiento, entre otras); y, por tanto, permite perfilar a los cuidadores en función al tipo de actividades que realizan en un día promedio. Los estimados de la ENUT tienen representatividad en el nivel urbano nacional y urbano regional. Las equivalencias utilizadas para actividades básicas e instrumentales se muestran en la siguiente tabla: Actividades básicas de la vida diaria (ABVD) Comer Dar de comer o amamantar (N11) Bañarse Bañar o asear (N14) Desplazarse dentro de la casa Utlizar W.C. Mudar o llevar al baño (N13) Acostarse y levantarse de la cama Acostar (N12) Vestirse Vestir o arreglar (N15) Actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD) Salir a la calle Hacer compras o ir al médico Acompañar o llevar a algún centro de salud (N18) Realizar tareas del hogar Dar medicamentos, algún tratamiento de salud o cuidar por alguna enfermedad (N17) Hacer o recibir llamadas Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 123 Cuidador de sujeto con: Características del sujeto de cuidado Provee cuidado en: Dependencia leve Incapacidad (o dificultad extrema) para En solo 1 ABVD ex- efectuar 1 AIVD o necesidad de ayuda siempre cepto bañarse (N14) o o casi siempre para efectuar 1 ABVD (excepto 1 AIVD (N17 o N18) bañarse) o necesidad de ayuda siempre o casi siempre para efectuar 2AIVD Dependencia moderada Incapacidad (o dificultad extrema) para bañar- En bañarse (N14) o se o necesidad de ayuda siempre o casi siem- en 2 ó 3 ABVD o las pre para efectuar 2 o más ABVD o necesidad 2 AIVD de ayuda siempre o casi siempre o casi siempre para efectuar 3 o más AIVD o incapacidad para efectuar 1 AIVD y necesidad de ayuda siempre o casi siempre para efectuar 1 ABVD Dependencia severa Incapacidad (o dificultad extrema) para efec- En 4 o 5 (todas) las tuar 1 AIVD (excepto bañarse) o incapacidad ABVD (o dificultad extrema) para efectuar 2 AIVD. Referencias bibliográficas Instituto Nacional de Estadísticas Chile, 2018. “Encuesta Nacional Sobre Uso del Tiempo ENUT 2015”. Disponible en https://www.ine.cl/estadisticas/menu-sociales/enut GOV.UK, 2018. “Carers and disability benefits”. Disponible en https://www.gov.uk/ca- rers-allowance Ministerio de Desarrollo Social Chile, 2017. “Adultos Mayores Síntesis de Resultados CA- SEN 2015”.Disponible enhttp://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/ca- sen-multidimensional/casen/docs/CASEN_2015_Resultados_adultos_mayores.pdf Naciones Unidas, 2018.“HouseholdSize and CompositionAroundtheWorld 2017”. Dis- ponible en http://www.un.org/en/development/desa/population/publications/pdf/ ageing/household_size_and_composition_around_the_world_2017_data_booklet. pdf Presidencia del Gobierno de Ecuador, 2018. “Bono Joaquín Gallegos Lara beneficia a cerca de 23 mil cuidadores de personas con discapacidad severa” Disponible en https://www. presidencia.gob.ec/bono-joaquin-gallegos-lara-beneficia-a-cerca-de-23-mil-cuidado- res-de-personas-con-discapacidad-severa/ Sistema de Apoyos y Cuidados Chile Cuida, 2018. “Información General Chile Cuida”. Disponible en http://www.chilecuida.gob.cl/preguntas-frecuentes-general/#150773 7840147-1094e1d5-b575 Senadis, 2016. “II Estudio Nacional de la Discapacidad”. Disponible en https://www. senadis.gob.cl/pag/137/1398/introduccion 124 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile CAPÍTULO 5 La fuerza laboral chilena frente al envejecimiento poblacional Introducción L a tasa de fecundidad y la esperanza de vida en Chile han ido convergien- do rápidamente hacia los valores promedios de los países de la OCDE desde mediados del decenio de los ochenta. A partir de ello, y tal como fuera discutido a lo largo de los capítulos anteriores, la tasa de dependencia, es decir la relación entre la población inactiva y activa, comenzará a crecer. En este sentido, un efecto directo de esta doble tendencia en la fecundidad y esperan- za de vida es que la población económicamente activa disminuirá en caso de que se mantengan constantes las tasas de participación laboral vigentes en cada grupo etario. Apella y Zunino (2018) proyectan el tamaño de los cambios de la partición económica para un conjunto de países latinoamericanos, mientras atraviesan la transición demográfica. Los autores asumen que las tasas de par- ticipación económica para cada grupo etario permanecen constantes, aunque no así el tamaño poblacional de cada grupo, el que es proyectado a partir de la información de la División de Población de Naciones Unidas. De este modo, los autores evalúan el impacto demográfico sobre la participación laboral mante- niendo constante el resto de las variables económicas. Los resultados sugieren que, a medida que el tamaño del grupo de adultos mayores crece en relación al resto de los grupos etarios, los que a su vez tienen tasas de participación relativamente más bajas, la fuerza laboral de Chile podría decrecer a un ritmo constante pasando del 61% en 2015 al 52% en 2050 y 46% en 2100. (figura 5.1). Ceteris paribus, el envejecimiento poblacional tiende a limitar el crecimien- to del consumo per cápita debido a que el producto de cada chileno activo debe ser compartido con un mayor número de personas inactivas. Sheiner et al. (2007) calibran este mecanismo a los parámetros de la economía estadouni- dense y prevén caídas permanentes en el consumo per cápita de un 4,4%. Cabe destacar que la evolución demográfica en Chile es mucho más rápida, pudién- dose esperar efectos aún de mayor magnitud. De acuerdo con estos autores, de no verificarse un aumento significativo en la participación de la fuerza laboral Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 125 Figura 5.1 Cambios demográficos y el tamaño de la fuerza laboral Argentina Bolivia Brasil .8 .6 .4 Chile El Salvador México .8 .6 Población Económicamente Activa .4 Perú Rep. Dominicana Uruguay .8 .6 .4 2020 2040 2060 2080 2100 2020 2040 2060 2080 2100 2020 2040 2060 2080 2100 Perú Año .8 .6 Total Hombres Mujeres .4 2020 2040 2060 2080 2100 Fuente: Apella y Zunino (2018). 126 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile de aquellos grupos que mantienen participaciones relativamente bajas, el en- vejecimiento poblacional conducirá a una reducción en el consumo per cápita. Este fenómeno tendría impactos directos en el desempeño del sistema de pensiones. Dado un esquema de financiamiento de reparto, al reducirse la canti- dad de trabajadores, disminuye el número de cotizantes, reduciéndose el finan- ciamiento al tiempo que aumenta los compromisos de pagos. En el caso chileno, al mantener un sistema de ahorro individual con un régimen de capitalización, los cambios demográficos no impactan directamente sobre la sustentabilidad del sistema. El menor número de cotizantes se compensa por el menor número de beneficiarios en el futuro. No obstante, esto no es así para el esquema de pensiones no contributivas financiadas exclusivamente con rentas generales, ya que esta parte del sistema garantiza beneficios, y se financia con impuestos a la actividad económica actual. En el año 2009, se dio una expansión de la cobertu- ra de este tipo de pensiones y la reforma del sistema de pensiones, presentada el 28 de octubre de 2018 por el gobierno, incluye una nueva expansión evaluada en unos US$3.500 millones al año. El nivel de costo adicional asociado con esta expansión de las pensiones no contributivas dependerá del número de benefi- ciarios, el cual podría aumentar debido al envejecimiento poblacional, al tiempo que el número de personas económicamente activas se reduce. El aumento de las tasas de participación laboral y el retraso de la edad de retiro son los márgenes de comportamiento económico más lógicos dirigidos a compensar parte de estas tendencias. En este capítulo se diferencia el concepto de “retiro”, que se refiere al momento en el que una persona deja de trabajar definitivamente, del de “jubilación”, el cual designa el hecho de comenzar a recibir una pensión. En este sentido, vidas laborales más largas o con menos interrupciones contienen el incremento de la tasa de dependencia, aumentando simultáneamente el número de trabajadores activos y reduciendo el número de jubilados. Las simulaciones realizadas por Sheiner et al. (2007) para el caso de Estados Unidos muestran que un retraso en la edad de retiro de dos años podría compensar más de la mitad de la caída del consumo causada por el en- vejecimiento poblacional. Aplazar la edad de jubilación aumenta el nivel de la pensión al reducirse el número de años de consumo que debe financiar el saldo de la cuenta de ahorro previsional. Esto, a su vez, reduce los desembolsos del estado en subsidios no contributivos. Este capítulo describe las tendencias recientes y analiza las perspectivas fu- turas de la participación laboral y de los comportamientos de jubilación en un contexto de envejecimiento poblacional. La sección 5.2 considera el crecimien- to en las tasas de participación de los adultos mayores y de las mujeres con relación a sus características individuales. La sección 5.3 describe los salarios obtenidos por estos grupos comparado con hombres adultos y los interpreta como indicios de la capacidad de la demanda de trabajo para absorber nuevos Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 127 trabajadores. Seguidamente, se analiza la importancia de los programas de for- mación continua y sugerencias de política pública. La sección 5.5 se focaliza en los comportamientos de jubilación y su impacto en el gasto público en pensio- nes. Finalmente, se discuten las principales conclusiones. Tendencias y perspectivas de la participación laboral entre las mujeres y los adultos mayores Cambios recientes en la participación laboral Chile, en comparación con el resto de los países de la OCDE, mantiene una mayor tasa de participación económica entre los adultos mayores (figura 5.2). Por ejemplo, en el grupo etario 55-64, la participación en Chile se acerca al 70% comparado con un promedio en la OCDE de 62%. Aun así, es de notar que algunos países mantienen tasas de participación por encima del 80% tales como Nueva Zelanda, Islandia y Suecia. Esta alta participación se inscribe en una tendencia históricamente creciente (figura 5.3a). Entre los hombres, la proporción de inactivos antes de la edad legal de jubilación (grupo etario 61-65) se ha reducido un treinta por ciento desde los años noventa (figura 5.4a). La participación declina rápidamente des- pués de los sesenta y cinco, pero casi un cuarto de los hombres chilenos trabaja más allá de los setenta. Si bien la participación laboral femenina en Chile ha sido tradicionalmente baja, se han registrado aumentos constantes desde los años noventa para todos los grupos etario entre un 40% y un 110% (figuras 5.3b y 5.4b). Figura 5.2 Tasa de participación laboral de los adultos mayores en Chile y países de la OCDE a. Edades 55 a 64 b. Mayores de 65 85% 35% 80% 30% 75% 25% 70% 65% 20% 60% 15% 55% 10% 50% 45% 5% 40% 0% Brasil OCDE Autralia Chile Corea Japón Suecia Autralia Brasil OCDE Suecia Japón Chile Corea Fuente: Elaboración propia en base a OCDEstat. 128 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 5.3 Tendencias de la participación laboral según grupo etario. Años 1990-2015. Base 1990=100 a. Hombres b. Mujeres 220 220 200 200 180 180 160 160 140 140 120 120 100 100 80 80 60 60 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006 2009 2011 2013 2015 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006 2009 2011 2013 2015 46-50 51-55 56-60 61-65 46-50 51-55 56-60 61-65 66-70 71-75 76-80 66-70 71-75 76-80 Fuente: Elaboración propia en base a CASEN 1990-2015. Figura 5.4 Perfil etario de la participación laboral. Años 1990 y 2015 a. Hombres b. Mujeres 100 60 80 50 40 60 30 40 20 20 10 0 0 46-50 51-55 56-60 61-65 66-70 71-75 76-80 46-50 51-55 56-60 61-65 66-70 71-75 76-80 2015 1990 2015 1990 Fuente: Elaboración propia en base a CASEN 1990-2015. En resumen, durante los últimos veinticinco años se ha registrado una ten- dencia positiva de las tasas de participación económica, tanto entre los adultos mayores como entre las mujeres. Seguidamente, se identifican los factores ex- plicativos de la participación de estos grupos poblacionales. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 129 Los determinantes de la participación económica en Chile Detrás de estas tendencias medias es importante observar que las tasas de par- ticipación laboral pueden variar significativamente entre diferentes grupos de individuos. Por ejemplo, si la participación laboral de los grupos más jóvenes aumenta, es posible esperar un incremento de la participación media de la po- blación. Antes de analizar de forma sistemática las características que determi- nan la tasa de participación entre los grupos de interés, es interesante ilustrar la heterogeneidad de comportamientos según sólo dos características clave: el estado de salud y el nivel educativo. En este sentido, mientras que entre los hombres mayores de 55 años, solte- ros, con educación primaria y con mal estado de salud sólo el 11% trabaja, dicho Figura 5.5 Heterogeneidad según tasa de participación laboral del adulto mayor a. Mujeres casadas edades 56-75 b. Mujeres solteras o viudas edades 56-75 80 80 70 70 60 60 50 50 40 40 30 30 20 20 10 10 0 0 Edu Basica Edu Media Edu Univers Edu Basica Edu Media Edu Univers c. Hombres casados edades 56-75 d. Hombres solteros o viudos edades 56-75 80 80 70 70 60 60 50 50 40 40 30 30 20 20 10 10 0 0 Edu Basica Edu Media Edu Univers Edu Basica Edu Media Edu Univers Salud buena Salud regular Salud mala Fuente: Elaboración propia en base a CASEN 1990-2015. 130 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile porcentaje asciende al 83% entre los hombres mayores, casados, en buen estado de salud y que tienen un nivel universitario de educación (Figura 5.5)1. Las tasas de participación se encuentran positivamente correlacionadas con el estado de salud y nivel educativo, lo cual sugiere la presencia de un efecto preferencias por continuar en el mercado de trabajo por parte de los individuos. A medida que el capital humano de los trabajadores se incrementa, aumenta el incentivo a permanecer activos a fin de poder continuar un período mayor de tiempo haciéndose de los rendimientos de dicho capital. Los hombres casados son más propensos a trabajar que los hombres solteros, particularmente entre aquellos con mal estado de salud. Lo contrario pasa con las mujeres solteras al comparar con las mujeres casadas. Asimismo, es intere- sante notar que el nivel educativo es la características que domina la elección entre las mujeres. Preferencias heterogéneas por tener una carrera o tener hijos, así como diferencias salariales entre niveles de educación se ven reflejadas en distintos niveles de inversión en capital humano tanto educativo como profe- sional. Por el contrario, la salud es el factor más importante para los hombres. Con el objetivo de obtener una mejor aproximación a los determinantes de la probabilidad de ser económicamente activo, se estima un modelo de par- ticipación en la fuerza laboral de un individuo i en el momento t. Al seguir el marco empírico propuesto por Heckman (1974), la decisión de participar en el mercado laboral es el resultado de comparar una oferta de salario disponible en el mercado laboral, , con un salario “de reserva”, , el cual representa el costo de una hora menos de trabajo doméstico o de ocio: La oferta de salario se modeliza como una función lineal de variables exóge- nas que representan la productividad: nivel educativo , la experiencia , el estado de salud , y otros determinantes no observables 23 : El salario de reserva incorpora las características del individuo y de su cónyuge que pudieran afectar el costo monetario, físico y psicológico asociado con el hecho de trabajar como, por ejemplo, el estado de salud o la propia edad. Asimismo, se incorpora un conjunto de factores que afecta el valor relativo del ocio y del trabajo doméstico. Esos factores incluyen la presencia de familia- res que requieran de cuidados y otras fuentes de ingreso del hogar tales como aquellos provenientes del propio conyugue y las transferencias en concepto de pensiones: Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 131 Asumiendo una distribución gaussiana para y , y agrupando los de- terminantes de los salarios ofrecido y de reserva bajo la notación , se obtiene la siguiente ecuación: Donde Φ es la función de distribución acumulada gaussiana con media cero y desvío estándar uno. El modelo se estima utilizando los datos longitudinales de la Encuesta de Protección Social (EPS) para la ventana temporal comprendi- da entre los años 2004 y 2015. Los resultados de la estimación de este modelo están contenidos en las columnas (1), (3) y (5) de la tabla 5.1, respectivamente para los hombres mayores, mujeres mayores y mujeres adultas. Una limitación del modelo es que no permite distinguir entre el efecto real de las variables contenidas en el vector y el efecto de las variables no obser- vadas contenidas en y que estuvieran correlacionadas con las variables en el vector . Para aliviar este problema, Mundlak (1978) propone modeli- zar las variables no observadas constantes como una función de los promedios temporales de las variables observadas. Los resultados de este procedimiento para los tres grupos están compilados en las columnas (2), (4) y (6) de la tabla 5.1. Los valores estimados muestran poco impacto de la heterogeneidad no ob- servada y confirman los resultados descriptivos presentados más arriba. Un mal estado de salud tiene un efecto negativo, más importante en hombres, mientras que el nivel educativo impacta positivamente mucho más entre las mujeres. Ambos factores pueden afectar la decisión de retirarse del mercado de trabajo, a través de su efecto en la productividad y salarios o a través de la preferencia por ocio. El modelo probabilístico permite incorporar determinantes adicionales como, por ejemplo, las características del hogar y los derechos a pensión. Contar con un cónyuge con mal estado de salud implica una mayor participación labo- ral, posiblemente para compensar la pérdida de ingreso del hogar o cubrir los costos adicionales en concepto de bienes y servicios de salud. Un mayor núme- ro de personas en el hogar implica una participación más alta de los hombres y más baja de las mujeres. Este resultado se encuentra asociado a la persistente es- pecialización tradicional en las parejas chilenas: la responsabilidad del hombre es proveer ingreso adicional, y la de la mujer es proveer cuidado, lo cual implica una mayor restricción para participar en el mercado de trabajo. Los resultados del modelo también señalan la correlación negativa y sig- nificativa entre la decisión de no continuar en el mercado de trabajo y la de solicitar una pensión. Dicha correlación es mayor entre aquellos individuos con mayor cantidad de fondos acumulados en sus cuentas individuales de ahorro 132 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Tabla 5.1 Determinantes de la participación laboral VARIABLES (1) (2) (3) (4) (5) (6) Hombres Hombres Mujeres Mujeres Mujeres Mujeres 50-80 50-80 50-80 50-80 5-50 25-50 Edad 0.112*** 0.153*** 0.141*** 0.052 0.063** 0.022 (0.035) (0.046) (0.054) (0.063) (0.028) (0.036) Edad al cuadrado -0.001*** -0.002*** -0.002*** -0.001 -0.001** -0.000 (0.000) (0.000) (0.000) (0.001) (0.000) (0.000) Salud mala -0.700*** -0.335*** -0.538*** -0.217*** -0.311*** -0.060 (0.047) (0.067) (0.054) (0.078) (0.062) (0.082) Tamaño del hogar 0.021** 0.007 -0.044*** -0.040* -0.084*** -0.062*** (0.009) (0.017) (0.011) (0.021) (0.010) (0.021) Jubilado -0.520*** -0.307*** -0.272*** -0.641*** (0.039) (0.062) (0.065) (0.096) Jubilado x Saldo AFP 2015 -0.124* -0.217* 0.221 -0.192 (0.074) (0.116) (0.355) (0.602) Educación media 0.052 0.035 0.270*** 0.253*** 0.291*** 0.258*** (0.036) (0.037) (0.045) (0.046) (0.037) (0.038) Educación superior 0.246*** 0.178*** 0.974*** 0.928*** 0.813*** 0.743*** (0.062) (0.065) (0.073) (0.076) (0.052) (0.054) Edad del cónyuge 0.024 0.014 -0.006 0.017 -0.042*** -0.016 (0.016) (0.019) (0.022) (0.024) (0.015) (0.016) Edad del cónyuge -0.000* -0.000 0.000 -0.000 0.001*** 0.000 al cuadrado (0.000) (0.000) (0.000) (0.000) (0.000) (0.000) Mala salud del cónyuge 0.382*** 0.229*** 0.258*** 0.174** 0.077 0.089 (0.047) (0.063) (0.053) (0.070) (0.064) (0.080) Participación laboral del -0.115*** -0.098 -0.025 -0.061 0.063 0.004 cónyuge (0.039) (0.062) (0.045) (0.067) (0.044) (0.058) Cónyuge jubilado 0.030 -0.115 -0.163*** -0.102 -0.276** -0.171 (0.049) (0.073) (0.051) (0.076) (0.111) (0.159) Educación media del 0.108*** 0.034 0.005 0.021 0.057 0.063 cónyuge (0.036) (0.070) (0.045) (0.088) (0.036) (0.078) Educación superior del 0.064 -0.120 -0.057 0.047 0.121** 0.058 cónyuge (0.070) (0.144) (0.073) (0.149) (0.051) (0.105) Constante -1.667 -2.135** -3.041** -2.946* -0.635 -0.723 (1.037) (1.062) (1.533) (1.544) (0.478) (0.498) Observaciones 8,906 8,906 6,266 6,266 8,642 8,642 Términos de Mundlak N N N N N N Notas: Todos los modelos son Probit con variable dependiente igual a 1 si el individuo trabaja más de 10 horas semanales y gana más de 200 pesos al mes. Errores estándar entre paréntesis. ***, **, y * indican el nivel de significancia estadística al 1, 5, y 10 por ciento, respectivamente. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 133 para la vejez. En otras palabras, cuando la pensión esperada es baja, se reduce la probabilidad. Al analizar la probabilidad de participación entre las mujeres, excluyendo las variables relacionadas con el sistema de pensiones, se observa que un mal esta- do de salud y el tamaño del hogar son determinantes significativos y con signo negativo. Asimismo, el contar con un cónyuge mayor o pensionado también reduce la probabilidad de participación. Por el contrario, el nivel educativo es el determinante positivo más importante. Causas y perspectivas de los cambios en la participación laboral La tendencia hacia una mayor actividad laboral entre los adultos mayores en Chile, desde la década del noventa, es un fenómeno común en casi todos de los países desarrollados (Blundell et al. 2016). No existe consenso sobre el peso re- lativo de las diferentes razones que podrían explicar este fenómeno. El modelo de la sección anterior permite evaluar algunas posibilidades en el caso chileno. La explicación más evidente es el crecimiento del nivel educativo de la po- blación, lo que se correlaciona con un aumento de las tasas de participación. Tal como fuera mencionado anteriormente, debido a que la educación es una inversión costosa, aquellos con mayor nivel de inversión permanecerán en el mercado de trabajo durante un mayor período de tiempo de manera de maxi- mizar los rendimientos de ésta. La teoría económica también predice que una mayor esperanza de vida incentiva la permanencia en el mercado de trabajo a fin de sustentar un mayor nivel de consumo. Figura 5.6 Educación y participación laboral de las mujeres chilenas vs. promedio de la OCDE a. Nivel de educación femenina b. Participación laboral femenina por nivel de educación Educación Educación terciaria terciaria Educación Educación secundaria superior secundaria superior Educación primaria Educación primaria o secundaria inferior o secundaria inferior 0 10 20 30 40 50 0 20 40 60 80 100 Chile OCDE - Promedio Chile OCDE - Promedio Fuente: Elaboración propia en base a OCDEstat. 134 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 5.7 Tendencias en la educación de las mujeres chilenas a . Educación de las mujeres por cohorte 100% 80% 60% 40% 20% 0% 19 14 19 19 19 24 19 29 19 34 19 39 19 44 19 49 19 54 19 59 19 64 19 69 19 74 19 79 19 84 9 -8 - - - - - - - - - - - - - - - 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 19 Edu Basica Edu Media Edu Univers Fuente: Elaboración propia en base CASEN 1990-2015. b. Escolarización de las mujeres entre 25-34 y 55-64 en la OCDE 80 40 70 35 60 30 50 25 40 20 30 15 20 10 10 5 0 0 Brasil Chile OCDE SueciaAutralia Japón Corea Corea Brasil Chile OCDE Japón AutraliaSuecia Fuente: OCDE STAT. Otro determinante esencial de la participación laboral es el estado de salud de los individuos. Éste puede afectar la productividad y por tanto el salario de oferta. Los resultados obtenidos no muestran una tendencia clara en la pro- porción de adultos mayores que declaran contar con un mal estado de salud, por lo cual no queda claro si este factor impulsaría aumentos adicionales en la participación laboral en el futuro. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 135 Finalmente, los resultados del modelo también apuntan a un impacto de las pensiones en la propensión a trabajar en la tercera edad. Beneficios en concepto de pensiones más altos se encuentran negativamente correlacionados con la de- cisión de participación. El mecanismo en este caso es que las pensiones aumen- tan el salario de reserva al reducir la utilidad del consumo marginal. Chile se encuentra entre los países de la OCDE con las tasas más bajas de participación laboral femenina. Es importante notar que, para un nivel edu- cativo dado, las mujeres chilenas tienen una participación relativamente simi- lar al promedio de la OCDE (figura5.6). La razón más importante de la baja participación femenina es el bajo nivel educativo entre ellas y, en particular, la baja proporción de mujeres con educación terciaria. La tendencia positiva en el nivel educativo de las mujeres (figura 5.7a, 5.7b), junto con la baja en la tasa de fecundidad permite sugerir que la participación laboral femenina podría seguir subiendo en el futuro incluso sin intervención del estado. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre con los adultos mayores, la brecha con respecto a los promedios de la OCDE es aún muy grande, con lo cual mejorar el acceso a la educación terciaria de las mujeres debería ser un objetivo principal si se pretende incrementar su participación. Asimismo, la presencia de hijos y familiares con necesidad de cuidado repre- senta una restricción a la participación económica de las mujeres. Por tal moti- vo, la discusión de política pública debería centrarse en iniciativas que alivien el peso de esta responsabilidad o la hagan compatible con una preferencia laboral. Esto último, debería tener en consideración, la diferencia de salarios de oferta y salarios de reserva de las mujeres. En tanto el salario de oferta recibido en el mercado de trabajo no logre compensar el costo de oportunidad de participar, operarán fuertemente los incentivos a la realización del trabajo no remunerado dentro del hogar. Demanda de trabajo de adultos mayores y mujeres. Brechas salariales por edad y género En la sección anterior, se ha observado el potencial crecimiento que tiene la población económicamente activa en Chile asociado con dos dimensiones: la postergación de la vida laboral y el incremento de la actividad de las mujeres. Ambos hechos permiten compensar el efecto adverso sobre el tamaño de la fuerza de trabajo producto del envejecimiento poblacional. En efecto, los re- sultados hallados señalan que, en Chile, la participación femenina tiene gran espacio para crecer y podría ser incentivada mediante políticas públicas. No obstante, si bien existen razones para argumentar que la oferta de trabajo po- dría expandirse, surge la inquietud referida a la capacidad de la demanda para absorber a los nuevos trabajadores. La respuesta a este interrogante no es trivial, 136 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile pero es posible extraer algunos indicios analizando las brechas salariales según edad y género de los trabajadores. La idea que está detrás de esta aproximación es que si estos grupos de trabajadores sufren penalidades salariales con respecto a los hombres adultos, esto puede indicar una menor demanda laboral para el tipo de competencias que poseen o el tipo de ocupación que ellos prefieran, o inclusive discriminación irracional por parte de los empleadores. A su vez, una menor demanda laboral podría frenar la expansión futura de la participación en estos grupos de individuos debido al efecto desaliento que podría generar. ¿Qué tipos de empleos ocupan los adultos mayores? Con el fin de tener una mejor comprensión sobre el tipo de ocupación en el que se emplean los adultos mayores, en la presente sección se analizan las caracterís- ticas de los empleos ocupados por ellos en relación a los que tenían cuando eran adultos jóvenes. Para evitar los efectos de cohorte y los efectos proveniente del estado de edad, el análisis se enfoca en aquellos individuos nacidos en la década del cuarenta, lo que permite el seguimiento entre las edades de 55 y 75 (tabla 5.3) Los resultados hallados no presentan cambios sustanciales en términos de ocupación y actividad económica: las proporciones en cada categoría son simi- lares a diferentes edades. El cambio más notable es el número de horas traba- jadas por semana y el tipo de contrato laboral. Los trabajadores de mayor edad –particularmente las mujeres– tienden a trabajar menos horas, al tiempo que pasan de una relación de dependencia a ocupaciones por cuenta propia. Entre las mujeres que trabajan, la cantidad de horas trabajadas tiene una reducción en promedio del 38%, entre los cincuenta y los setenta años de edad. Para los hombres la disminución es menor, pero es considerable en otras partes de la distribución. El empleo por cuenta propia representa el 30% de las mujeres y el 34% de los hombres que trabajan a la edad de cincuenta años, contra más de la mitad entre aquellos de setenta años. Dos interpretaciones son compatibles con estas observaciones. Por un lado, es posible que el trabajo por cuenta propia sea el resultado de mayores dificul- tades para poder insertarse o mantenerse en el mercado de trabajo a través de una relación de dependencia. Lo mismo podría pasar con el trabajo a tiempo parcial. Por otro lado, una hipótesis alternativa podría sugerir que los adultos mayores valoran la mayor flexibilidad disponible en el trabajo a cuenta propia y a tiempo parcial, ya que les permite una salida gradual y no repentina del mer- cado de trabajo. Ello toma mayor relevancia en contextos donde la regulación dificulta el trabajo a tiempo parcial o no permite demasiada flexibilidad en la jornada laboral, ni en el lugar de trabajo. En este sentido, un código laboral poco flexible puede desincentivar el empleo asalariado formal entre los adultos mayores y, en casos muy extremos, hasta su participación económica. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 137 Tabla 5.3 Características del empleo de los adultos mayores (cohorte nacida entre 1940 y 1950) Características Mujeres Hombres Edad 56-59 61-65 66-70 71-75 56-59 61-65 66-70 71-75 Distribución de horas trabajadas semanalmente P10 18 14 8 8 30 25 20 12 P25 31 29 20 16 40 40 36 30 P50 48 44 40 30 48 48 45 45 p75 54 50 48 45 56 54 50 48 Tipo de trabajo (% de empleados) Independiente 30,6 38,9 49,5 57,7 34,4 38,5 45,5 50,6 Trabajador o empleado 38,9 29,4 22,9 18,3 56,6 52,5 44,6 40,2 Doméstica 18,5 17,7 15,5 13,1 0,4 0,6 1,0 1,6 Empleador 4,7 6,0 6,8 4,9 8,2 7,9 8,5 6,9 Industria (% de empleados) Comunitarios, sociales y 52,0 46,2 40,7 35,4 17,6 20,3 18,2 22,2 Mayorista y minorista 27,2 32,5 36,7 41,1 15,2 14,6 16,8 20,5 Fabricación 12,1 10,4 11,5 10,9 13,9 11,8 11,4 10,7 Agricultura, caza, 4,4 5,7 5,6 4,7 21,6 23,8 23,5 20,8 Financiación, seguros, 2,7 3,2 3,9 6,1 4,5 4,9 7,4 6,8 Ocupación (% de empleados) Ocupación elemental 28,2 32,8 27,8 30,9 17,2 22,5 21,9 20,7 Trabajadores de servicio 19,1 23,4 22,8 24,0 8,4 7,7 9,0 9,8 y ventas Gerentes 9,1 13,5 13,9 16,5 8,8 9,4 9,9 9,9 Trabajadores de oficios y 7,6 9,4 13,7 12,6 20,6 19,9 20,8 16,4 afines Profesional 11,5 8,5 6,3 5,0 9,0 7,0 6,2 9,5 Agrícola cualificado, 3,9 3,5 3,5 3,1 13,0 14,9 15,5 16,2 Operador de planta y de 1,2 0,9 1,0 0,5 11,0 11,0 10,5 10,4 maquinaria Fuente: Elaboración propia en base a CASEN 1990-2015. La muestra considerada corresponde a las cohortes 1935-39, 1940-45 y 1946-50. 138 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Tabla 5.4 Salarios horarios de los adultos mayores hombres VARIABLES (1) (2) (3) (4) (5) Ln(wit) Ln(wit) Ln(wit) Ln(wit) Ln(wit) Edad 50-54 -0.024** 0.021** 0.023*** 0.023*** 0.017** (0.010) (0.009) (0.009) (0.008) (0.008) Edad 55-59 -0.031** 0.061*** 0.062*** 0.057*** 0.030*** (0.012) (0.011) (0.010) (0.010) (0.009) Edad 60-44 -0.081*** 0.089*** 0.089*** 0.067*** 0.034*** (0.017) (0.015) (0.015) (0.014) (0.013) Edad 65-69 -0.195*** 0.037 0.035 -0.017 -0.048** (0.025) (0.024) (0.023) (0.021) (0.019) Edad 70-74 -0.303*** 0.002 0.013 -0.069** -0.131*** (0.040) (0.036) (0.035) (0.035) (0.036) Edad 75-79 -0.402*** -0.067 -0.050 -0.149** -0.228*** (0.079) (0.072) (0.076) (0.075) (0.079) Educación básica -0.296*** -0.330*** -0.304*** -0.230*** (0.084) (0.077) (0.071) (0.060) Educación media 0.030 -0.014 -0.037 -0.047 (0.085) (0.077) (0.071) (0.061) Educación superior 0.734*** 0.656*** 0.590*** 0.202*** (0.085) (0.077) (0.072) (0.062) Tiempo parcial -0.160*** -0.154*** -0.166*** (0.018) (0.017) (0.017) Horas trabajadas -0.020*** -0.019*** -0.019*** (0.002) (0.002) (0.002) Horas trabajadas^2 0.000*** 0.000** 0.000** (0.000) (0.000) (0.000) Trabajador por cuenta propia -0.694*** -0.582*** (0.029) (0.028) Obrero o empleado -0.735*** -0.695*** (0.029) (0.028) Servicio doméstico puertas -0.852*** -0.655*** adentro (0.032) (0.034) Servicio doméstico puertas afuera -1.055*** -0.879*** (0.029) (0.031) Constante 6.913*** 6.837*** 7.754*** 8.533*** 8.665*** (0.025) (0.085) (0.101) (0.098) (0.099) Observaciones 87,404 87,404 87,404 87,404 87,256 R-squared 0.046 0.291 0.335 0.385 0.456 Indicadores de años Y Y Y Y Y Indicadores de ocupación N N N N Y Indicadores de actividad N N N N Y Fuente: Elaboración propia en base a CASEN 1990-2015. Notas: Errores estándar entre paréntesis. ***, **, y * indican el nivel de significancia estadística al 1, 5, y 10 por ciento, respectivamente. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 139 La brecha salarial por edad Se comienza analizando los salarios horarios recibidos por los adultos mayo- res empleados de los hombres. Los salarios por hora son medidos utilizando la información proveniente de CASEN 1990-20152. El punto de partida es una regresión puramente descriptiva de los salarios horarios sobre un perfil etario flexible (tabla 5.4, columna 1). Los resultados muestran una disminución de los salarios que comienza a los 50 años y se acelera a mediados de la edad de los sesenta. La segunda columna, que corresponde a la regresión de salario minceriana que ha sido utilizada en la sección anterior, muestra que esta disminución se puede explicar por cambios en la proporción de trabajadores con diferentes niveles de educación. Las terce- ra y cuarta columnas añaden características del empleo como el número de ho- ras, que implican una penalidad en el salario horario, y categorías de ocupación, actividad económica y tipo de empleo. Una vez que se controlan los efectos de esta selección, los salarios por hora siguen creciendo hasta la edad legal de jubilación, momento en el cual se observa una brecha, con penalidades del 5%, 13% y 23% para los grupos etarios 65-69, 70-74 y 75-79, respectivamente. El mismo análisis se realiza para el grupo de mujeres, donde se obtienen resultados muy similares (tabla 5.5). Una alternativa diferente de encarar este problema es indagar directamente a los adultos mayores acerca de su experiencia en el mercado laboral. Según un estudio reciente (Herrera Ponce y Kornfeld mate, 2018), sólo el 23% de los trabajadores chilenos mayores declaran que dejarían de trabajar en ausencia de necesidad económica. Y alrededor de un tercio de los individuos de entre 65 y 75 años que no trabajan declaran su preferencia por trabajar si pudieran encon- trar un buen empleo. Finalmente, más de tres cuartos de los chilenos de entre 55 y 74 años piensa que es difícil para los trabajadores adultos mayores encontrar empleo y el 45% cree que los empleos disponibles son de baja calidad. Estas estadísticas referidas a las declaraciones sugieren que son pocos los adultos mayores que se ven forzados a trabajar en empleos de baja calidad por necesidad económica, lo cual podría explicar las brechas salariales moderadas que se obtienen a partir del modelo presentado. Asimismo, indican que existe una gran oferta laboral potencial no satisfecha. 140 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Tabla 5.5 Salarios horarios de los adultos mayores mujeres VARIABLES (1) (2) (3) (4) (5) Ln(wit) Ln(wit) Ln(wit) Ln(wit) Ln(wit) Edad 50-54 -0.020** 0.029*** 0.027*** 0.017*** 0.003 (0.008) (0.007) (0.007) (0.006) (0.006) Edad 55-59 -0.056*** 0.042*** 0.039*** 0.016** -0.003 (0.009) (0.008) (0.008) (0.007) (0.007) Edad 60-44 -0.096*** 0.060*** 0.050*** 0.016* -0.007 (0.010) (0.009) (0.009) (0.009) (0.008) Edad 65-69 -0.151*** 0.040*** 0.019* -0.036*** -0.053*** (0.013) (0.012) (0.011) (0.011) (0.010) Edad 70-74 -0.186*** 0.017 -0.018 -0.096*** -0.133*** (0.021) (0.020) (0.020) (0.020) (0.021) Edad 75-79 -0.231*** -0.007 -0.048 -0.168*** -0.175*** (0.035) (0.033) (0.031) (0.028) (0.027) Educación básica -0.209*** -0.211*** -0.203*** -0.135*** (0.049) (0.048) (0.044) (0.038) Educación media 0.148*** 0.156*** 0.154*** 0.073* (0.050) (0.048) (0.044) (0.038) Educación superior 0.845*** 0.823*** 0.805*** 0.417*** (0.050) (0.048) (0.045) (0.039) Tiempo parcial -0.113*** -0.246*** -0.220*** (0.016) (0.015) (0.014) Horas trabajadas -0.026*** -0.030*** -0.027*** (0.001) (0.001) (0.001) Horas trabajadas^2 0.000*** 0.000*** 0.000*** (0.000) (0.000) (0.000) Trabajador por cuenta propia -0.685*** -0.550*** (0.017) (0.016) Obrero o empleado -0.879*** -0.734*** (0.016) (0.016) Servicio doméstico puertas -0.954*** -0.677*** adentro (0.087) (0.085) Servicio doméstico puertas afuera -1.079*** -0.817*** (0.043) (0.043) Constante 7.166*** 7.074*** 8.120*** 9.095*** 9.243*** (0.015) (0.051) (0.068) (0.065) (0.074) Observaciones 194,929 194,929 194,929 194,929 194,546 R-squared 0.036 0.243 0.284 0.340 0.441 Indicadores de año Y Y Y Y Y Indicadores de ocupación N N N N Y Indicadores de actividad N N N N Y Fuente: Elaboración propia en base a CASEN 1990-2015. Notas: Errores estándar entre paréntesis. ***, **, y * indican el nivel de significancia estadística al 1, 5, y 10 por ciento, respectivamente. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 141 Tabla 5.6 Salarios horarios VARIABLES (1) (2) (3) (4) (5) (6) Ln(wit) Ln(wit) Ln(wit) Ln(wit) Ln(wit) Ln(wit) Indicador Mujer 0.213*** 0.220*** 0.250*** 0.279*** 0.169*** 0.180*** (0.003) (0.003) (0.010) (0.018) (0.008) (0.006) Edad 0.046*** 0.040*** 0.040*** 0.039*** 0.028*** 0.032*** (0.001) (0.001) (0.002) (0.004) (0.002) (0.002) Edad^2 -0.000*** -0.000*** -0.000*** -0.000*** -0.000*** -0.000*** (0.000) (0.000) (0.000) (0.000) (0.000) (0.000) Educación media 0.356*** 0.214*** 0.249*** 0.215*** 0.160*** 0.167*** (0.003) (0.003) (0.009) (0.013) (0.008) (0.007) Educación superior 1.050*** 0.541*** 0.668*** 0.617*** 0.343*** 0.379*** (0.005) (0.005) (0.017) (0.020) (0.013) (0.010) Tiempo parcial -0.191*** -0.263*** -0.204*** -0.144*** -0.158*** (0.007) (0.026) (0.033) (0.018) (0.015) Horas trabajadas -0.023*** -0.031*** -0.019*** -0.020*** -0.017*** (0.001) (0.003) (0.004) (0.002) (0.002) Horas 0.000*** 0.000*** 0.000 0.000*** 0.000* trabajadas^2 (0.000) (0.000) (0.000) (0.000) (0.000) Trabajador por -0.661*** -0.743*** -0.671*** -0.189*** -0.269*** cuenta propia (0.015) (0.033) (0.051) (0.026) (0.023) Obrero o -0.872*** -1.174*** -0.987*** -0.475*** -0.023 empleado (0.015) (0.033) (0.055) (0.025) (0.023) Servicio doméstico -0.671*** -0.823*** -0.528*** -0.376*** 0.340*** puertas adentro (0.018) (0.041) (0.063) (0.043) (0.057) Servicio doméstico -0.991*** -1.198*** -0.956*** -0.619*** -0.095*** puertas afuera (0.016) (0.038) (0.055) (0.030) (0.028) Constante 5.367*** 7.731*** 8.325*** 7.350*** 8.182*** 7.943*** (0.017) (0.034) (0.118) (0.169) (0.092) (0.063) Observaciones 745,512 743,850 42,978 67,924 68,216 82,458 R-squared 0.308 0.482 0.516 0.561 0.396 0.387 Años 1990-2017 1990-2017 1992 2000 2009 2017 Indicadores de Y Y Y Y Y Y ocupación Indicadores Y Y Y Y Y Y de actividad económica Fuente: Elaboración propia en base a CASEN 1990-2015. Notas: Errores estándar entre paréntesis. ***, **, y * indican el nivel de significancia estadística al 1, 5, y 10 por ciento, respectivamente. 142 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile La brecha salarial por género A partir de la estimación del mismo modelo de salarios a trabajadores adul- tos, pero para todos los grupos etarios, se identifica una brecha salarial entre hombres y mujeres (tabla 5.6). La brecha salarial es equivalente al 22%, incluso después de controlar por nivel de educación, experiencia potencial (edad), horas trabajadas, categoría de actividad económica, puesto y ocupación. Si se estima el modelo en diferentes años, se observa que la brecha ha ido disminuyendo con el tiempo, de un 25% en el año 1992 a un 18% en el 2015. En comparación, Blau y Kahn (2017) en- cuentran que, en los Estados Unidos en 2010, la brecha era 18% si se ajusta por el nivel educativo y la experiencia, pero solamente 8,4% una vez controlada por las características del empleo. Con una metodología de descomposición diferen- te, Ñopo (2012) identifica que la brecha de género en Chile tiene la particula- ridad de afectar más a mujeres con mayor educación, en quintiles de ingresos altos, y en puestos profesionales y de gerencia. La existencia de este “techo de vidrio” puede ser un freno importante a la adquisición de capital humano y a la participación laboral de las mujeres más productivas, quienes son precisamente las que podrían compensar el efecto del envejecimiento en la población econó- micamente activa. La formación continua en un contexto de envejecimiento Actualmente, Chile se beneficia de una población relativamente joven, donde la proporción de personas dependientes respecto de las personas en edad de tra- bajar se encuentra en su mínimo valor. Con el fin de aprovechar plenamente el potencial de esta ventana demográfica favorable, es importante que los jóvenes reciban una educación integral y adquieran las habilidades que les permita acce- der a la amplia gama de oportunidades económicas disponibles en el país. A pe- sar del progreso en el acceso a la educación básica, Chile aún mantiene algunas restricciones en términos de desarrollo de habilidades, especialmente para los jóvenes más pobres. En especial para este grupo de jóvenes, la deserción escolar, el embarazo adolescente y la posibilidad de no participar en el sistema formal de educación, en el empleo o en sistema de capacitación, aún prevalecen y cons- tituyen un impedimento para el objetivo de acumulación de capital humano. Ello constituye un riesgo latente de desaprovechamiento del bono demográfico. En ausencia de cambios profundos en el desempeño educativo y la capa- citación, una fuerza laboral más envejecida y con habilidades potencialmente desactualizadas, junto con jóvenes estudiantes inadecuadamente capacitados o con ausencia de integración al mercado laboral, tiene al menos dos riesgos que merecen ser atendidos. Por un lado, constituye una restricción para la poster- Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 143 gación de la vida laboral, al menos en empleos formales y productivos, de to- dos aquellos trabajadores adultos mayores que tienen la intención de continuar activos. Por otro lado, no permite el aprovechamiento del bono demográfico, en términos de generación de ingresos y ahorros y, por tanto, no permitiría el incremento de la productividad en el mediano y largo plazo. Por tal motivo, el espacio de política pública resulta excepcional. La literatura sugiere3 que la formación durante la edad adulta depende, en gran medida, de experiencias previas en la vida. Aunque la adquisición de habi- lidades generalmente es asociada con el sistema de educación formal, el sistema educativo constituye sólo una de las formas en que los individuos desarrollan sus habilidades. Las personas pasan un promedio de 30 a 40 años en el mercado laboral y la inversión en capital humano durante dichos años es fundamental para aumentar y mantener la productividad. La formación continua a lo largo de la vida se vuelve aún más importante en un contexto de envejecimiento. Por lo tanto, la educación básica formal y la familia desempeñan un papel importante al proporcionar a las personas las herramientas necesarias para apro- vechar al máximo su tiempo en el mercado laboral. Sin embargo, en un mercado de trabajo en constante transformación, los individuos continúan acumulando habilidades fuera del ámbito del sistema formal de educación. Las oportunida- des de formación continúan una vez en el mercado laboral, donde los trabaja- dores desarrollan habilidades a través de programas de capacitación formal o canales informales (capacitación en el trabajo o interacción con colegas). Aunque el aprendizaje durante la vida laboral se produce a través de varios canales, aproximadamente el 90% de las habilidades recién adquiridas se obtie- nen de manera informal, a través de la interacción con colegas o el desempeño de nuevas tareas. La calidad de estas nuevas habilidades es una característica del trabajador, de las características propias del trabajo en sí mismo y de la interac- ción entre éstos dos, es decir, la combinación entre las habilidades ofrecidas por el trabajador y las requeridas por la demanda de trabajo. Varios factores determinan la efectividad y la calidad de la formación du- rante la edad adulta y la vida laboral. Desde una perspectiva individual, la edad y el nivel de educación juegan un papel importante, ya que los trabajadores más jóvenes y con mayor nivel educativo son más propensos a aprender de sus compañeros con mayor facilidad. El tamaño de la empresa también es relevante, ya que los trabajadores de las empresas más grandes tienen mayores ofertas de capacitación. Los enfoques actuales de los programas de formación continua benefician principalmente a los individuos de mayor rendimiento y, por lo tanto, son más propensos a intensificar la desigualdad en lugar de disminuirla. La información para diez países de América Latina y el Caribe corroboran que las personas más educadas no sólo tienen una ventaja inicial sobre las personas de menor nivel 144 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile educativo, sino que la brecha crece a lo largo de sus vidas laborales. En este sen- tido, los trabajadores con menor nivel de educación tienen más probabilidades de ser trabajadores por cuenta propia o desempeñarse en ocupaciones infor- males, y cuentan con una menor probabilidad de realizar la transición hacia el empleo formal (Kheyfets y Pomes-Jimenez, 2017). Una mayor proporción de estos trabajadores muestra una baja permanencia en el trabajo (con una relativa "adherencia" del sector), y sus patrones de ganancias son consistentes con un menor desarrollo de habilidades a lo largo del tiempo. Las habilidades quedan obsoletas a menos que éstas sean requeridas. Por lo tanto, las políticas de formación continua deben abordar dos rea- lidades coexistentes. La primera de ellas es que las políticas de educación y capacitación deben ayudar a los trabajadores menos educados a cerrar la brecha de habilidades con sus pares de mayor nivel de calificación. La segunda es que tales políticas deben diseñarse de tal manera que puedan aumentar la producti- vidad de todos los trabajadores y empresas por igual. En ese sentido, cualquier iniciativa debe dirigirse tanto a los trabajadores como a los que están fuera del mercado laboral. Para ello, se requiere de la participación del sector privado, en tanto es el sector demandante de empleo que tiene un mejor conocimiento so- bre el tipo de habilidades que se requieren en un mercado de trabajo cambiante. En este sentido, y con el fin de aprovechar el bono demográfico invirtiendo en la formación de la fuerza de trabajo, resulta indispensable el diseño de políticas de formación continua que considere la siguientes características: (i) mayor di- versificación de los proveedores de capacitación, con una participación de las instituciones privadas; (ii) un interés público más articulado en la certificación de habilidades y un reconocimiento del aprendizaje informal; y (iii) la provisión de capacitación impulsada desde la demanda laboral. En este sentido, es importante señalar la importancia de la iniciativa adop- tada por el Gobierno de Chile, la que elimina los topes máximos de edad para el acceso a los programas nacionales de capacitación y desarrollo de habilidades otorgados por el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SENCE). Tra- dicionalmente, los sistemas formales de educación, en todos sus niveles, fueron diseñados para generar las habilidades necesarias en la era industrial en la cual la historia laboral de los trabajadores se encontraba claramente definida. En el contexto actual, esto ya no representa la forma en que las personas se insertan en el mercado laboral ni la forma en que las personas desean/necesitan trabajar a medida que envejecen. Resulta vital la posibilidad de combinar las actividades laborales con la ca- pacitación y actualización de habilidades. Generalmente, dicha combinación encuentra limitaciones en tanto las personas dedican su tiempo al trabajo sin poder hacerlo para su capacitación. En efecto, generalmente los programas de formación continua, tanto subvencionados o provistos directamente por el sec- Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 145 tor público, asumen que los beneficiarios deberían dejar de trabajar para su participación. Es precisamente esto la fuente de creación de obstáculos no de- seados hacia el aprendizaje permanente. El gobierno ha identificado que los límites de edad referidos a la pobla- ción objetivo que puede acceder a los programas de capacitación ofrecidos por SENCE constituían un obstáculo en el alcance del objetivo de incrementar el capital humano entre los adultos mayores e incentivar una mayor participación económica. Por tal motivo, se ha adoptado la decisión de eliminar tales límites. Habiendo avanzado en la eliminación de los límites regulatorios de acceso a los programas de formación, resulta indispensable seguir con la identificación de barreras no intencionales (financieras, de horario, etc.) que impiden a los trabajadores tomar los cursos ofrecidos por el SENCE, o aprovechar cualquier otra oportunidad de actualización de sus habilidades. El sistema de pensiones y el impacto del envejecimiento en el gasto publico Una potencial consecuencia del envejecimiento poblacional es el impacto sobre el gasto público en pensiones, a menos que la edad de jubilación efectiva se vaya postergando a medida que aumenta la esperanza de vida. Una forma de obtener este resultado es retrasar la edad de jubilación por ley o incluso indexarla legal- mente a la esperanza de vida, como es el caso de Dinamarca desde la reforma adoptada en el año 2006 (“opción coercitiva”). Una estrategia alternativa, adop- tada por el Gobierno de Chile en su proyecto de reforma, es crear incentivos económicos para que las personas voluntariamente posterguen su jubilación y/o sigan contribuyendo a su cuenta individual después de la edad legal de jubila- ción (“opción basada en incentivos”). Jubilación y retiro de los trabajadores chilenos En la literatura, la decisión de retirarse y la de jubilarse raramente han sido dis- tinguidas, puesto que tradicionalmente las dos se producen simultáneamente e incluso muchos sistemas de pensiones restringen la posibilidad de tener ingresos laborales de manera simultánea con el percibimiento del beneficio previsional (Friedberg, 2000). Por el contrario, el diseño de las reglas del sistema de pen- siones chileno genera incentivos a la participación laboral en la vejez. Chile no tiene una edad legal de jubilación anticipada, como es el caso de algunos países tales como Estados Unidos. Por el contrario, la opción de jubilarse anticipada- mente está restringida a los afiliados con un saldo en su cuenta individual de ahorro para la vejez que podría generar una pensión de cierto valor, determina- do por la regulación4. Asimismo, solicitar una pensión no impide que un afiliado 146 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile participe activamente en el mercado de trabajo, por lo que las decisiones de retirarse y jubilarse no se encuentran asociadas directamente. En un modelo que asume que las personas son racionales y tienen infor- mación completa, la decisión de jubilarse pone en balance ciertas cuestiones a considerar. Por un lado, el deseo que pueda tener el hogar de empezar a consu- mir sus ahorros acumulados, por ejemplo, en caso de retirarse del mercado de trabajo o de hacer frente a gastos inesperados. Y, por otro lado, la voluntad de seguir beneficiándose de los retornos conseguidos por las carteras de inversión de los fondos de pensiones, postergar el pago de impuestos sobre dichas ganan- cias, incurriendo en el costo de las comisiones (“teoría de la liquidez”). En la práctica, en el año 2017 la gran mayoría de los hombres que solicita- ban su pensión tenían exactamente la edad legal de jubilación establecida en 65 años (tabla 5.7). Sólo un 13% tenía una edad superior a la edad legal de retiro. Es más común entre las mujeres postergar su solicitud de pensión más allá de la edad legal de 60 años, pero raramente lo hacen después de los 65 años. La literatura ha identificado en diferentes contextos que las parejas suelen jubilarse de forma simultánea lo cual podría explicar estos comportamientos en mujeres casadas (Casanova, 2010). Tabla 5.7 Porcentaje de los nuevos pensionados en 2017 que reclamaron su pensión temprana o la postergaron Todos Vejez anticipada Pospone pensión Edad promedio % pensionados Edad promedio % pensionados Edad promedio pensión total pensión total pensión Mujeres 61,4 0,3% 57, 0 28,8% 64,6 Hombres 65,4 4,8% 60, 5 13,3% 69,6 Fuente: Superintendencia de pensiones. Debido a las restricciones impuestas por las reglas del sistema, las personas que se jubilan anticipadamente tienen un mayor número de meses cotizados y un ingreso imponible más alto que aquellos que se pensionan o bien a la edad legal o que posponen su retiro (tabla 5.8). Los hombres que retrasan sus soli- citudes son, en su mayoría, afiliados con pocos meses contribuidos y menores ingresos imponibles, lo cual podría reflejar un menor apego al empleo formal. También es limitada la proporción de chilenos que no asimilan el hecho de jubilarse con el de retirarse. La mayoría de los hombres reclaman su pensión y dejan de trabajar simultáneamente alrededor de los 65 años (Figura 5.8). Alre- dedor del 20% de los hombres combinan una pensión y un ingreso laboral más allá de la edad de jubilación. Muy pocas mujeres combinan una pensión y un ingreso laboral. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 147 Tabla 5.8 Características de los afiliados que solicitan una pensión anticipada vs. exacta vs. postergada Vejez anticipada Edad legal Pospone pensión Meses contribuidos a la edad de 50 Mujeres P25 82 17 4 Mediana 98 49 40 p75 121 90 105 Hombres P25 56 15 5 Mediana 87 49 37 p75 111 81 97 Ingreso anual imponible a la edad de 50 ($ chilenos) Mujeres P25 1.276.921 225.552 27.909 Mediana 2.898.135 830.771 646.193 p75 5.939.417 2.121.773 2.694.763 Hombres P25 1.112.824 254.151 9.303 Mediana 3.342.988 1.276.086 970.650 p75 7.791.354 2.794.381 3.101.319 Fuente: Elaboración propia en base a datos administrativos (Historia Previsional de Afiliados). Figura 5.8 Participación laboral y solicitud de pensiones (cohorte de nacimientos 1945-1955) a. Mujeres b. Hombres 100% 100% 80% 80% 60% 60% 40% 40% 20% 20% 0% 0% 50 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 50 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 No trabaja, no recibe pensión Trabaja, no recibe pensión No trabaja, recibe pensión Trabaja, recibe pensión Fuente: Elaboración propia en base a EPS 2004-2015. 148 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Cambios en la edad legal de jubilación (“opción coercitiva”) El hecho de que los hombres reclamen su pensión a la edad de jubilación regla- mentaria y dejen de trabajar a esa misma edad, sugiere que al menos parte de ellos hubiera dejado de trabajar antes si hubieran podido acceder a su ahorro previsional. En otras palabras, es probable que las restricciones a la jubilación anticipada hagan que los hombres trabajen más tiempo del que lo hubieran he- cho en la ausencia de éstas, por ejemplo, al no disponer de ahorro líquido para financiar su consumo hasta recibir su pensión. De ello se deduce que retrasar la edad de jubilación reglamentaria, es decir la opción coercitiva mencionada más arriba, sería una forma efectiva de lograr que la participación laboral aumente a esas edades. Esta opción podría tener un costo importante en términos de bien- estar para los que se ven forzados a trabajar más tiempo si existieran dificultades para encontrar empleo a estas edades. La situación es diferente para el caso de las mujeres, en la medida en que no se observan penalidades salariales importantes en las edades que siguen a la edad legal de retiro (tabla 5.5). El hecho de que casi un 30% ya posterga su jubilación indica que el costo en términos de bienestar de subir la edad legal de jubilación a los 65 años sería más reducido que en el caso de los hombres5. Fomentar el retraso a la jubilación (“opción basada en incentivos”) El presente proyecto de reforma del sistema de pensiones del Gobierno de Chile adopta una estrategia basada en incentivos económicos con el objetivo de lograr la postergación voluntaria de la solicitud de pensión por parte de los afiliados. La ventaja de diseñar mecanismos basados en incentivos es que úni- camente los trabajadores que se pueden beneficiar de una jubilación más tardía alterarán sus decisiones, mientras que los que se verían penalizados no. Si se compara con la opción coercitiva, estos incentivos tienen un costo inmediato pagado por el presupuesto público y su efectividad depende del comportamien- to de los afiliados. El proyecto combina un elemento de matching con el hecho de hacer más líquido el ahorro previsional que se realiza después de la edad estatuaria de jubilación. Específicamente, las mujeres que cumplan con 16 años cotizados y hombres con 22 años de cotización antes de la edad legal de pensión, y sigan cotizando con posterioridad a dicha edad, recibirán un reconocimiento espe- cial: el aporte por cada uno de esos años cotizados después de la edad legal de pensión se incrementará un 50% (hasta 0,225 UF por cada año). Asimismo, los afiliados podrán disponer libremente del 50% de ese esfuerzo adicional antes del momento de jubilarse. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 149 La estrategia del matching es un instrumento relativamente nuevo, inicial- mente introducido en países de ingresos altos, pero que se han ido expandiendo más recientemente en otros países, inclusive en Chile con el Subsidio Previ- sional a Trabajadores Jóvenes (SPTJ) y el Subsidio al Empleo Joven (SEJ). La experiencia internacional ha sido compilada en Hinz et al. (2012). Aunque los efectos de largo plazo no son todavía conocidos, el mecanismo parece tener im- pactos significativos en aumentar la probabilidad de participación en programas de ahorro voluntario. Los autores resaltan dos aspectos importantes a la hora de determinar el éxito de estos programas. El primero es la concepción de las opciones por defecto del programa, es de- cir las reglas que se aplican a un individuo que no ha tomado ninguna decisión propia. En muchos contextos diferentes se ha demostrado que los individuos tienden a no modificar las opciones que fueron elegidas para ellos por el admi- nistrador del programa. Por ejemplo, la participación en cuentas de ahorro indi- vidual aumentó drásticamente en Estados Unidos cuando la opción por defecto pasó de “no participar” a “participar” (Choi et al., 2004; Benartzi et al., 2007). Figura 5.9 Conocimiento del sistema de pensiones (EPS 2002-2004) a. Conoce la edad b. Conoce el saldo de legal de jubilación su cuenta AFP c. Conoce la tasa de d. Conoce los requisitos para cotización obligatoria obtener la pensión mínima No Si Fuente: Landerretche Martinez (2008). 150 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile En el caso de los jubilados chilenos, podría ser importante la forma en la que las opciones de jubilarse o no son presentadas a los afiliados que llegan a la edad legal de hacerlo. Una opción por defecto podría ser seguir contribuyendo a la cuenta previsional incluso para aquel que ya ha solicitado una pensión y siga trabajando. El segundo ingrediente clave para que la estrategia basada en incentivos fun- cione es que los individuos conozcan y entiendan estos incentivos. Por ejemplo, en el caso del matching, que fue introducido en la presente reforma del Go- bierno de Chile, es necesario que el afiliado esté consciente de haber pasado el umbral de 16 años contribuidos para que los incentivos económicos puedan tener un efecto. Desafortunadamente, el conocimiento relativo sobre el sistema de pensiones es muy bajo en Chile, no sólo en términos de sus reglas generales, sino también de la situación en la que cada afiliado se encuentra (figura 5.9). Si bien tres de cada cuatro afiliados saben cuál es la edad de la pensión esta- tutaria para hombres y mujeres, sólo la mitad de ellos afirman conocer su pro- pio saldo de ahorro para la pensión (De Mesa et al., 2006). Un cuarto conoce la tasa de cotización y una pequeña minoría conoce el nivel de la pensión mínima. Otro obstáculo mayor a la efectividad de la estrategia de la reforma, relacio- nado con el bajo conocimiento del sistema, es la falta de confianza en éste por parte de los afiliados. Es difícil convencer a alguien que no confía en el sistema que su ahorro debe permanecer más tiempo en el fondo de pensión. Esto puede explicar, por ejemplo, la baja participación de los afiliados en el pilar de ahorro voluntario. La literatura recomienda proporcionar información personalizada y en momentos precisos en el que esta información sea de utilidad para el indivi- duo (Lusardi, 2008). Conclusiones El envejecimiento poblacional en Chile supondrá una disminución relativa de la población económicamente activa y, por tanto, un freno al crecimiento eco- nómico, a menos que aumenten las tasas de participación. Chile se beneficia de tendencias positivas hacia una mayor participación de los adultos mayores cuyo prolongamiento depende de la capacidad de la demanda laboral para ab- sorber a estos trabajadores. Al envejecer, los trabajadores suelen permanecer en el mismo sector económico, pero privilegian el tiempo parcial y el autoempleo. Si bien no se observan bajas en los salarios horarios hasta después de los 65 años de edad, existe una percepción de que hay pocos trabajos de calidad para los adultos mayores. Mejorar la capacitación de estos trabajadores, identificar y contener la discriminación por edad y facilitar el acceso a empleos más flexibles es necesario para que su participación siga aumentando. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 151 La participación laboral femenina también ha sido creciente en los últimos treinta años, pero sigue baja comparada con los otros países de la OCDE, lo que indica que queda mucho espacio para fomentar esta tendencia. La causa prin- cipal de la menor participación femenina es la baja proporción de mujeres con educación terciaria. Mejorar el acceso de las mujeres a altos niveles de educa- ción permitirá que más mujeres trabajen, además de aumentar la productividad de la fuerza laboral chilena. Para que las mujeres inviertan más en educación es necesario reducir y eliminar la brecha salarial de género, sobre todo con res- pecto al acceso a puestos elevados (“techo de vidrio”). El peso de las responsa- bilidades en el cuidado de menores, de parientes adultos y de otros miembros del hogar con dependencias funcionales también constituye una restricción a la participación laboral femenina y desalienta la inversión en capital humano. El Estado puede ayudar a que estas responsabilidades sean mejor compartidas y más compatibles con la participación laboral de las mujeres, mejorando la oferta de cuidado en guardería, y promocionando que los hombres tomen parte del permiso posnatal. Otro objetivo frente al envejecimiento es limitar su impacto en el gasto público en las pensiones solidarias. El componente principal del sistema de pen- siones en Chile –de ahorro y capitalización individual– no produce incentivos fuertes al retiro anticipado como pasa en muchos sistemas de reparto. Pero también se observa que muy pocos trabajadores posterguen su jubilación más allá de los 65 años. Para evitar que la mayor esperanza de vida se traduzca en pensiones más bajas o gastos públicos insostenibles es necesario que la edad de jubilación media también aumente, como va aumentando la edad de retiro de la actividad económica. La reforma que ha presentado el Gobierno de Chile es consistente con este fin. Sin embargo, una estrategia basada en incentivos económicos (matching, liquidez parcial de las cotizaciones) requiere una mejor comprensión y confianza en el sistema de la que ahora tienen los chilenos. Es necesario plantear mecanismos que mejoren la confianza del afiliado sobre las instituciones previsionales, y basarse en estrategias de comunicación modernas y personalizadas. Notas 1 “Casado” incluye uniones de derecho común. Soltero se entiende como “no casado” y, por lo tanto, incluye a los individuos divorciados o viudos. 2 El modelo excluye salarios horarios por encima del percentil 95 y por debajo de 200 pesos chilenos por hora. 3 CAF (2017). 4 Los requisitos para pensionarse anticipadamente por vejez son (i) obtener una pen- sión igual o superior al 70% del promedio de las remuneraciones imponibles perci- 152 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile bidas y rentas declaradas, y (ii) obtener una pensión igual o superior al 80% de la pensión máxima con aporte solidario, vigente a la fecha en que se acoja a pensión. 5 No se observa una caída significativa de los salarios de las mujeres económicamente activas entre los 60 y 65 años. Por el contrario, dicha caída es importante entre los hombres en actividad de mayores de 65 años. Referencias bibliográficas Apella, I. y G. Zunino, 2018. “Envejecimiento, Cambio Tecnológico y Mercado de Traba- jo en América Latina y el Caribe”. Mimeo. Benartzi, Shlomo, Ehud Peleg, and Richard H. Thaler, 2013. "Choice architecture and retirement saving plans." The behavioral foundations of public policy: 245-263. Bertranou, F., and J. Mastrángelo. 2003. “Envejecimiento, trabajo, retiro y seguridad social en Chile.” IV Conferencia Internacional sobre Investigaciones en seguridad Social “La seguridad social en una sociedad longeva.” Antwerp, Belgium. Blau, F.D. and Kahn, L.M., 2017. The gender wage gap: Extent, trends, and explana- tions. Journal of Economic Literature, 55(3), pp.789-865. Blundell, Richard, Eric French, and Gemma Tetlow, 2016. "Retirement incentives and labor supply." Handbook of the economics of population aging. Vol. 1. North-Ho- lland. 457-566. Casanova, Maria, 2010. "Happy together: A structural model of couples’ joint retire- ment choices." Work. Pap., University of California Los Angeles. 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Concretamente, es posible esperar una mayor demanda de recursos del sector público para finan- ciar el gasto en sectores sociales, tales como salud y pensiones, al tiempo que una restricción a la generación de ingresos debido a la reducción potencial del tamaño de la fuerza de trabajo como factor productivo. En el capítulo 3, se ha observado que, de no mediar cambios normativos o de comportamiento, el gasto público social total, compuesto por el sector educa- ción, salud y pensiones, podría pasar del 10% del PBI en 2019 al 11% y 14% en los años 2050 y 2100, respectivamente. A diferencia de lo que ocurre en otros países de la región, el impacto del envejecimiento poblacional sobre el gasto público es moderado debido a que muchos servicios sociales son financiados por el sector privado, tal como el consumo de servicios de educación en la etapa universitaria y las transferencias en pensiones. Con respecto a la demanda de bienes y servicios de educación, a medida que Chile avanza en la transición demográfica el esfuerzo económico (fiscal y privado) requerido para mantener los actuales niveles de cobertura y gasto por alumno es menor, empujado por una disminución de la población objetivo. Según las estimaciones presentadas previamente, que responden puramente al cambio demográfico, se podría liberar aproximadamente un 0,4% del PBI entre 2019 y 2100. El sector salud, en cambio, enfrentaría un desafío fiscal debido al cambio en la estructura demográfica. En efecto, se estima un crecimiento en el consumo de servicios y bienes para el cuidado de la salud financiado por el sector público, desde aproximadamente un 3% del PBI en 2019 hasta un 4,4% en 2100. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 155 Finalmente, las transferencias públicas asociadas al sistema de pensiones se mantendrían relativamente estables en el orden del 5% del PBI hasta el año 2050. Ello se encuentra asociado al traspaso de los beneficios previsionales des- de el régimen público de reparto hacia el sistema de capitalización administra- do por las AFP. Posteriormente, con la maduración del nuevo régimen de capita- lización, el componente demográfico se volvería más relevante e implicaría un crecimiento en el gasto público del orden de 2,5 puntos porcentuales del PBI. Frente a este potencial panorama futuro, y más allá de cualquier política de contención de gasto, el desafío que plantea la transición demográfica, a cual- quier sociedad, es el desarrollo de sus capacidades para incrementar los recursos destinados al financiamiento de un nivel de gasto potencialmente mayor. Por tanto, resulta importante establecer las bases para lograr una dinámica econó- mica que asegure un crecimiento del PBI per cápita aun en un contexto de creciente tasa de dependencia total. En este sentido, la transición demográfica hacia una población más enveje- cida plantea una interrogante asociada con la capacidad de la economía para mantener su tasa de crecimiento del PBI per cápita, a medida que la población envejece. En general, se postula que el envejecimiento poblacional podría tener efectos negativos en la economía, incluyendo una caída del producto per cápita, debido a la reducción de la fuerza de trabajo y del nivel de ahorro. Si el com- portamiento de las personas a cada edad, en relación a las decisiones tomadas en términos de oferta de trabajo y ahorro, se mantuviera constante, la oferta de trabajo y el ahorro per cápita tenderían a disminuir con el aumento de la parti- cipación de los adultos mayores en la población. En este contexto, el objetivo del presente capítulo es plantear algunas simu- laciones de proyección del gasto público social, si se consideran diferentes es- cenarios factibles de crecimiento de la población económicamente activa. Para ello, se plantean tres posibles escenarios: El primero asume un incremento de la participación laboral femenina. Tal como se ha observado previamente, la participación laboral de las mujeres, si bien se encuentra en niveles por debajo de la de los hombres, ha registrado una tendencia creciente a través de los años. En el segundo escenario, se asume la posibilidad de un retraso en la edad efec- tiva de retiro del mercado de trabajo. Del mismo modo, en los últimos años se ha observado un crecimiento de la participación de los adultos mayores, lo que retrasa su retiro del mercado de trabajo. Finalmente, en el tercer escenario, se asume un incremento de los flujos migratorios netos, los cuales se vuelcan a la fuerza de trabajo y dinámica demográfica. 156 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Expansión de la participación económica femenina En el capítulo 5, se ha analizado la evolución de la participación económica se- gún sexo y edad. Un hecho característico es la creciente participación femenina en la mayoría de los rangos de edad durante los últimos veinte años. En efecto, la participación femenina ascendió del 28% en 1996 al 37% en 2015. Dicho au- mento se da en todos los grupos etarios a partir de los 25 años de edad. Si bien la participación económica permanece muy por debajo de la tasa de actividad de los hombres (73%), este contexto permitiría sugerir que la fuerza de trabajo podría continuar aumentando a un ritmo sostenido a medida que más mujeres ingresan al mercado laboral. En efecto, siguiendo a Miller et al. (2016), las importantes transformaciones en la estructura etaria –una gran reducción de la proporción de jóvenes, la consi- derable concentración de la población en edad de trabajar y el inicio del proceso de envejecimiento– generan unas condiciones favorables para el incremento de la participación de las mujeres en las actividades económicas. En primer lugar, la población femenina se está concentrando en los grupos de edad activa, lo que significa que hay un mayor número de mujeres disponibles para participar en la fuerza de trabajo. En segundo lugar, la caída en la tasa de fecundidad implica una reducción de la “carga” de cuidado infantil que, en general, ha recaído sobre las mujeres –dada la distribución desigual de tareas hogareñas entre géneros– li- berando tiempo para la actividad económica remunerativa, en especial, durante el período en el que la proporción de adultos mayores dependientes no aumen- te significativamente. A partir de ello, la estrategia consiste en aumentar las tasas de participación de la fuerza laboral femenina por edad (a) en un factor , hasta el año (t) en que converjan a las tasas de participación laboral masculina. Lo anterior para es- timar, para cada año t, en el período 2019-2100, el gasto social como porcentaje del PBI, si se considera el proceso de envejecimiento demográfico que ocurre en este periodo de tiempo. Para ello, se conceptualiza el PBI total, para cada año t como la suma del “PBI femenino” y el “PBI masculino” que resulta de la multiplicación de cuatro facto- res, a saber, la productividad por trabajador , la tasa de ocupación , la tasa de participación de la fuerza laboral y la población , lo anterior para cada sexo y para cada edad simple (a). Por su parte, el gasto social total se conceptualiza como la suma por edades de la multiplicación entre el gasto social per cápita por edad simple (a) y la población total por edad simple (a). Formalmente la ecuación que se utiliza es la siguiente: (1) Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 157 En donde (2) Donde el Producto Interno Bruto femenino (PBIf ) y el Producto Interno Mas- culino (PBIm ), en el año t son definidos, matemáticamente, como: (3) y (4) siendo el factor de incremento de la tasa de participación femenina del año . Si se reemplazan estas expresiones en la ecuación (2), se obtiene el PBI en el año t, que es equivalente a: (5) Y si se reemplaza el PBI en la ecuación (1), se obtiene: (6) De este modo, las ecuaciones expresan un escenario en el que la estrategia para proyectar el gasto social como porcentaje del PBI consiste en incrementar la tasa de participación laboral femenina por edad del año t-1, , a una tasa hasta el año en que converja a los actuales niveles de participación laboral masculina, por edad simple, para luego proyectar el gasto social como porcen- taje del PBI haciendo variar la población en cada grupo etario, Na , según la trayectoria de envejecimiento de la población. Bajo este escenario, los supuestos asumidos son: • La productividad, la tasa de ocupación y la tasa de participación laboral mas- culina para cada edad simple se mantienen constantes en los niveles observa- dos en el año 2017, a lo largo de todo el período que abarca la proyección. • La productividad y la tasa de ocupación femenina para cada edad simple se mantienen constantes en los niveles observados en el año 2017, a lo largo de la proyección. Sin embargo, la tasa de participación laboral femenina va- 158 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile ría en un factor , hasta el límite temporal en el que converge a las tasas de participación laboral masculinas por edad. Dicho factor se asume que es 1% anual. • La población varía a lo largo de la proyección, producto del envejecimiento de la población. • En relación a los consumos y transferencias sociales y las tasas de cobertura de los servicios sociales (educación, salud y pensiones), se asume que se mantienen inalterados durante el período que abarca la proyección. La figura 6.1 presenta la partición económica por edad simple, según sexo ac- tual y la tasa de participación femenina por edad simple, que se observaría bajo el supuesto de convergencia a las tasas masculinas, adoptado en este escenario. Esto último, en particular, para las mujeres que se encuentran en el rango etario entre los 15 y 60 años de edad. Figura 6.1 Tasa de participación económica según sexo y edad simple. Año 2017 120% 100% 80% 60% 40% 20% 0% 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90+ Edad Participación laboral hombres Participación laboral mujeres Participación laboral mujeres (simulada) Fuente: Elaboración propia en base a CASEN. El supuesto realizado establece que la tasa de participación laboral femenina promedio entre las edades 20 a 60 años crece desde un 63% entre las edades 20 a 60 en el 2017 a un 87,8%, a medida que converge a las tasas masculinas. Este incremento impacta en la tasa global de participación laboral de las mujeres, la que se observa en la figura 6.2. En ella, se presenta la proyección de las tasas Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 159 globales de participación laboral masculinas y femenina entre los años 2019 y 2100, bajo los siguientes escenarios: • Las tasas globales de participación laboral masculina y femenina varían sólo por efecto del cambio demográfico. • La tasa de participación laboral femenina varía tanto por la convergencia a las tasas de participación laboral masculina por edad como por la dinámica demográfica. Los resultados hallados permiten sugerir que, en un escenario en el que solo varía la demografía, las tasas globales de participación laboral tanto masculina como femenina tienden a decrecer. La tasa global de participación laboral mas- culina disminuye de un 73,3% a un 60,5% en el periodo 2019-2100. A su vez, la tasa global de participación laboral femenina disminuye de un 48,9% a un 34,9% en el periodo bajo estudio. Estos resultados se encuentran asociados con el envejecimiento poblacional y al aumento de los adultos mayores en relación a las personas en edades productivas. Por otro lado, la tasa global de participación laboral femenina aumenta bajo el supuesto de convergencia a las tasas de participación masculina. A partir de este supuesto, la tasa global de participación laboral femenina crece entre los años 2019 y 2053, pasando de un 48,9% a un 54,5%. A partir del 2054 co- Figura 6.2 Proyección de tasas globales de participación laboral. Años 2019-2100 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 2022 2025 2076 2019 2028 2034 2037 2040 2043 2046 2049 2052 2055 2058 2061 2064 2067 2070 2073 2079 2082 2085 2088 2091 2097 2100 Participación laboral femenina Participación laboral femenina (simulada) Participación laboral masculina Fuente: Elaboración propia. 160 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile mienza a disminuir hasta un 49,7% valor cercano al observado el año inicial de la estimación. Bajo este escenario, el crecimiento de la participación femenina entre los años 2019 y 2053, se debe a la convergencia de las tasas de participación por edad, entre los 15 y los 60 años de edad, a las tasas de participación laboral masculinas. De este modo, el crecimiento tiene un límite definido por el año en que se logra la convergencia en las edades señaladas. Una vez alcanzada la convergencia, no se producen mayores incrementos en las tasas de participación laboral femenina por edad, por lo que la tasa global de participación comienza a decrecer en función del envejecimiento de la población. Aún así, la tasa de participación laboral femenina bajo el supuesto de con- vergencia resultaría mayor a la vigente a lo largo de toda la proyección. Ello se encuentra estrechamente relacionado con las grandes brechas de género que se registran actualmente, lo que implica que existe un espacio muy amplio para incrementar la participación económica total. La figura 6.3 presenta la proyección del gasto público social (educación, salud y pensiones) como porcentaje del PBI, considerando sólo el efecto demo- gráfico y el que tiene en cuenta el cierre de la brecha en las de participación laboral entre hombres y mujeres (escenario 1). Figura 6.3 Gasto público social como porcentaje del PBI con incremento de la tasa de participación laboral femenina. Años 2019-2100 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 2022 2025 2076 2019 2028 2034 2037 2040 2043 2046 2049 2052 2055 2058 2061 2064 2067 2070 2073 2079 2082 2085 2088 2091 2097 2100 Pensiones (Escenario1) Educación (Escenario1) Salud (Escenario1) Pensiones (efecto demográfico) Educación (efecto demográfico) Salud (efecto demográfico) Fuente: Elaboración propia. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 161 El incremento de la participación laboral femenina generaría un aumento del PBI, lo que resultaría en un peso relativo menor del gasto público social so- bre el total de lo producido si se lo compara con la proyección del gasto público social, si se considera sólo el efecto del envejecimiento de la población. En par- ticular, un incremento de la participación laboral femenina hasta converger a la tasa de participación de los hombres entre las edades 15 a 60, podría generar un incremento del PBI tal que el peso relativo del gasto público social se reduzca en 1,1 punto porcentual del producto, en el periodo de la proyección: 0,5pp en concepto de pensiones, 0,2pp en educación y 0,4pp en salud. La disminución del porcentaje PBI que representa el gasto social, producto del aumento de la tasa de participación laboral femenina, es creciente mientras ésta converge a las tasas de participación laboral masculina. Posteriormente, una vez alcanzada la convergencia en las tasas de participación laboral, el gasto social como porcentaje del PBI tiende a estabilizarse, en tanto el único factor que seguiría afectando estas dinámicas es el cambio demográfico. Retraso en la edad efectiva de retiro del mercado de trabajo Un escenario alternativo que se propone es el retraso en la edad efectiva de retiro. Un patrón bien definido que se observa en la región, en términos de las decisiones de los individuos referidas a su participación en el mercado de traba- jo, es el retraso tanto en la entrada como en la salida del mismo. En este sentido, Chile presenta una disminución de la participación económica entre los grupos etarios más jóvenes y un incremento de la participación de aquellos de más de 55 años de edad. La magnitud del incremento de la participación económica de los adultos mayores de 60 años en Chile es significativa, la cual pasó de 20% en 1996 a 25,6% en 2015. A la vista de estos resultados, en la presente sección se proyecta el gasto público social como porcentaje del PBI, donde se asume un incremento de la participación laboral de los adultos mayores de 60 años y la consecuente dismi- nución en el gasto por pensiones en este grupo etario, con el fin de tener una mejor comprensión del impacto que ello tendría sobre la generación de recursos para el financiamiento del gasto social1. El siguiente escenario implica aumentar la participación laboral de la po- blación de entre 60 y los 70 años de edad y disminuir en la misma magnitud el número de pensionados2, con el fin de observar como varía el gasto social como porcentaje del PBI en un contexto de envejecimiento poblacional. Para ello, se conceptualiza el PBI total como la suma del PBI generado por dos grandes grupos etarios, de 0 a 59 años de edad y de 60 años y más, donde se utilice –al igual que en el caso anterior– la productividad por trabajador según edad , la tasa de ocupación, la tasa de participación de la fuerza laboral, 162 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile , y la población total Na,t en cada grupo de edad: (5) En donde el PBI es la suma del PBI que produce el grupo etario de personas hasta los 59 años y del PBI que produce el grupo etario de 60 años y más. Lo producido por ambos grupos etarios se descomponen en la productividad, , las tasas de ocupación, , y sus respectivas tasas de participación laboral, . No obstante, la tasa de participación laboral del grupo de personas de entre los 60 y los 70 años de edad es incrementada en un factor, que sigue la siguiente ecuación y restricción: (6) Sujeto a la restricción que los incrementos sólo aplican para las personas entre los 60 y 70 años de edad, como se muestra a continuación: Por otro lado, el gasto social en el año t es equivalente a la suma del gasto en educación, en salud y en pensiones del pilar solidario. Así, el gasto en educación y salud se descompone en dos factores: el benefi- cio per cápita por edad ( geda 2017 ; gsala2017 ) y la población por edad Na,t ; mien- tras que el gasto en pensiones se descompone en el gasto por beneficiario por edad ( gbenpena2017 ), la tasa de cobertura por edad del pilar solidario y la población por edad Na,t , como queda establecido en la siguiente ecuación: (7) Así, el escenario que se proyecta considera que el número de beneficiarios de pensión del pilar solidario Npena,2017 , que fueron observados en el año 2017, se re- duce en la misma magnitud en que disminuye la fuerza laboral en (Nfl,a,2017 * φa ), producto del aumento en las tasas de participación laboral. Lo anterior sujeto a la restricción de aplicación etaria del factor de incremento, es decir se reduce el nú- mero de pensiones del pilar solidario en el tramo etario de 60 a 70 años de edad. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 163 Si se reemplaza en la ecuación (5) se obtiene: (8) Con todo lo anterior, la estrategia de cálculo será aumentar la participación laboral de la población entre los 60 y los 70 años de edad t=2017 en un factor φa , tal que la tasa de participación laboral masculina actual entre las edades 65 a 70 alcance un 60%, y que la tasa de participación laboral femeni- na actual entre las edades 60 y 70 años alcance un 55%3, con la consecuente disminución en el número de pensionados mujeres y hombres en los rangos y magnitudes respectivas. Una vez incorporados estos ajustes, se proyecta el PBI y el gasto social lo que hace variar la población en cada grupo etario Na,t , según la trayectoria del envejecimiento de la población. Así, la proyección bajo este escenario tiene los siguientes supuestos principales: • La tasa de participación laboral de los hombres de entre 65 y 70 años au- menta hasta alcanzar una participación de un 60%, que es la tasa de parti- cipación a la edad de 65 años (Figura 6.4). La tasa de participación laboral masculina para el resto de las edades se mantiene constante en los niveles actuales. • La tasa de participación laboral femenina entre las edades de 60 y 70 años aumenta hasta un 55%, que es la participación a los 60 años (Figura 6.4). La tasa de participación laboral femenina para el resto de las edades se mantie- ne constante en los niveles actuales. • La productividad y las tasas de ocupación, tanto masculinas como femeninas por edad, se mantienen constantes en los niveles observados. • La tasa de cobertura y los beneficios promedio por beneficiarios del gasto so- cial en educación y salud para cada edad se mantienen constantes a lo largo de la proyección. • La tasa de cobertura efectiva del sistema pensiones en la población entre los 60 y los 70 años de edad se reduce. Esto, debido a la disminución del número de pensionados producto del aumento de la población activa en este grupo etario. La reducción es en la misma magnitud que el aumento de la pobla- ción activa. • Los beneficios promedio en concepto de pensiones se mantienen constantes. • La población varía a lo largo del período, producto de la transición demográ- fica. 164 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 6.4 Población económicamente activa según género 120% 100% 80% 60% 40% 20% 0% 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 Edad Hombres Mujeres Total Fuente: Elaboración propia. La figura 6.4 muestra visualmente el impacto sobre las tasas de participación laboral de hombres y mujeres, de un incremento hasta un 55% de las tasas de participación laboral de mujeres entre los 60 y los 70 años de edad, y de un incremento de hasta un 60% de las tasas de participación laboral de hombres entre los 65 y los 70 años de edad. A partir de esta simulación en tasas de participación, la figura 6.5 presenta los resultados de la proyección del gasto social desde 2019 hasta 2100. Los resultados hallados muestran que la disminución del gasto social en educación y en salud, que está expresado en puntos porcentuales del PBI, es relativamente modesto en relación a la disminución del gasto en pensiones en puntos porcentuales del PBI. Esto se debe a que la disminución en el gasto en educación y salud como porcentaje del PBI se explica por el aumento del pro- ducto como consecuencia de la mayor participación laboral entre los adultos mayores, grupo cuyo aporte al PBI puede ser considerado bajo dada la caída en productividad y tasas de ocupación producida en esta etapa del ciclo de vida. No obstante, la disminución que se observa en el gasto en pensiones como porcentaje del PBI es mayor, en términos relativos, dado que considera, no sólo el aumento en la participación laboral, sino también una disminución en el nú- mero de pensionados, producto del aumento de las tasas de actividad entre los adultos mayores. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 165 Figura 6.5 Proyección del gasto social como porcentaje del PBI con postergación de edad de jubilación 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 2022 2025 2076 2019 2028 2034 2037 2040 2043 2046 2049 2052 2055 2058 2061 2064 2067 2070 2073 2079 2082 2085 2088 2091 2097 2100 Pensiones (Escenario2) Educación (Escenario2 Salud (Escenario2) Pensiones (efecto demográfico) Educación (efecto demográfico) Salud (efecto demográfico) Fuente: Elaboración propia. En particular, la postergación de la edad de jubilación para las personas entre los 60 y 70 años de edad podría generar un incremento del PBI y una reducción del gasto en pensiones del pilar solidario, tal que el peso relativo del gasto pú- blico social se reduzca, en relación al escenario en donde sólo cambia la demo- grafía, en 0,63 punto porcentual del producto, en el periodo de la proyección: 0,5pp en concepto de pensiones, 0,03pp en educación y 0,1pp en salud. Incremento del flujo inmigratorio Una dimensión importante que afecta a la estructura poblacional en los países, en especial de América Latina y el Caribe, son los flujos migratorios. Las migra- ciones en Chile se encuentran ligadas a factores tanto internos como externos. Entre los primeros, se destacan el nivel de crecimiento económico, la estabilidad política y paz social, en tanto que, entre los segundos, se encuentran los con- flictos sociales y políticos de los países vecinos y crisis económicas, entre otros. Pasada la inmigración europea de principios del siglo XX, la cantidad de inmigrantes comenzó a decrecer hasta alcanzar menos del 1% de la población a fines del siglo. Sin embargo, a partir del año 1982 la tendencia se revierte y comienza un período de incrementos, llegando al último censo de 2012 a repre- 166 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile sentar el 2% de la población total, cifra que es más del doble que la observada veinte años antes. En un contexto de reducción del tamaño de la fuerza de trabajo, la inmigra- ción podría ser una alternativa para aliviar la restricción que el envejecimiento plantea e incrementar la fuerza de trabajo y posponer un tiempo la ventana de oportunidad demográfica. En efecto, el gobierno de Chile posee una agenda de actividades bien definida dirigida a incentivar la inmigración y cubrir, de este modo, demandas laborales regionales previamente identificadas. En este contexto, el siguiente escenario plantea un incremento de la po- blación proyectada por edades debido a la incorporación de inmigrantes a la sociedad, para así observar cómo varía el gasto público social como porcentaje del PBI. Para lo anterior, se utiliza la descomposición del PBI utilizada en los dos casos anteriores, aunque en el presente ejercicio se otorga un incremento de la población total Na en cada edad en un factor por inmigración. El factor por inmigración se aplica hasta que la población migrante total representa el 10% de la población total. Una vez que la población migrante alcanza el 10% de la población, el flujo de inmigrantes de los siguientes años es equivalente a los migrantes que fallecen, de tal manera que la población migrante represente un 10% de la población en cada año t. Lo anterior queda reflejado en las siguientes ecuaciones: (9) En donde (10) Al ser la población total en cada año t igual a la suma de la población nacional más la población migrante Nm,a , en cada edad simple, a. En el escenario propuesto, el incremento de la población migrante en al año tNm,a,t-1 * φa,t está sujeta a la restricción de que la población migrante debe representar, en cada año t, un 10% de la población total. Formalmente, la restricción se expresa como: (11) Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 167 reemplazando en (9), se obtiene: (12) En este escenario, la estrategia de cálculo será aumentar la población nacional total proyectada por edad Nnm,a por un flujo de población migrante. La variación de la población migrante por edad (1+φa,t ) debe cumplir con la restricción de que, en cada año t, la población migrante debe representar un 10% de la pobla- ción total. Luego, se aplica el mecanismo de proyección del gasto social como porcen- taje del PBI haciendo variar la población Na según la propia proyección de Na- ciones Unidas y los incrementos (1+φa,t ) producto de la inmigración, sujetos a la restricción de un 10% de inmigrantes con respecto a la población total. Como en los casos anteriores, el resto de los factores se mantiene constante a lo largo de la proyección (productividad y tasa de ocupación en cada grupo etario). De este modo, la proyección bajo este escenario tiene los siguientes supuestos principales: • El PBI varía según la dinámica de la población que, en este escenario, está influenciada por la transición demográfica y por el flujo de inmigrantes ne- cesarios para que estos representen en todo momento t un 10% de la po- blación total. La estructura etaria de la población migrante está basada en la observada en el año 2017. • El resto de las variables que explican el PBI en el modelo de proyección, se mantienen constantes en los niveles observados: productividad, tasas de ocupación y tasas de participación laboral. • El gasto social varía, al igual que el PBI, según la dinámica de la población que, en este escenario, está influenciada por el proceso de envejecimiento, y por el flujo de inmigrantes necesarios para que estos representen un 10% de la población. Es decir, se asume como escenario límite que toda la población inmigrante genera derechos de acceso a los sectores sociales. • El resto de las variables que explican el gasto social en el modelo de proyec- ción se mantienen constantes en los niveles observados. Estás variables son el gasto social por beneficiario y la tasa de cobertura de los programas sociales. La figura 6.6 presenta el impacto sobre el total de la población, a lo largo del pe- riodo de proyección, de un aumento del flujo de inmigrantes hasta un nivel en el cual representa el 10% de la población total. En un primer periodo, el flujo de inmigrantes crece hasta alcanzar el 10% de la población total. Luego, el flujo de 168 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 6.6 Población total. Años 2019-2100 25.000.000 12% Migrantes como % de la Población total 10% 20.000.000 8% Población 15.000.000 6% 10.000.000 4% 5.000.000 2% 0 0% 2022 2025 2076 2019 2028 2034 2037 2040 2043 2046 2049 2052 2055 2058 2061 2064 2067 2070 2073 2079 2082 2085 2088 2091 2097 2100 Población Ceteris Paribus Población+migrante Porcentaje de la población que es migrante Fuente: Elaboración propia. inmigrantes crece a una tasa que permite mantener dicha relación porcentual. A partir de este supuesto, la figura 6.7 presenta la estructura poblacional por edad para los años 2050 y 2100 con y sin el flujo migratorio. De los gráficos anteriores se puede observar la evolución de la población por edades entre los años 2050 y 2100 bajo, por un lado, un escenario en el cual sólo varía la estructura demográfica y, por el otro, uno en el cual se incor- pora la corriente migratoria. Mientras que el impacto de la inmigración en el año 2050 se concentra en las edades activas del ciclo de vida, es decir aumenta sustantivamente la población en edades productivas, en el año 2100, a medida que envejece la población migrante, el impacto también se produce sobre la población adulta mayor. Con esta estructura poblacional, se estima la ecuación (12) para el período comprendido entre los años 2019 y 2100 (Figura 6.8). La dinámica de la estructura demográfica junto con la incorporación de la población inmigrante genera en el mediano plazo una reducción del esfuerzo fiscal en términos de puntos del PBI, que se requiere para financiar el gasto público social. Ello como consecuencia del incremento del producto debido al mayor tamaño de la fuerza de trabajo sin efectos significativos sobre el nivel del gasto social. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 169 Figura 6.7 Población por edad con y sin inmigración. Años 2050 y 2100 2050 2100 400 400 350 350 300 300 Miles de personas Miles de personas 250 250 200 200 150 150 100 100 50 50 0 0 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 Edad Edad Sin migración Con migración Sin migración Con migración Fuente: Elaboración propia. Figura 6.8 Proyección del gasto público social como porcentaje del PBI bajo un escenario de flujo inmigratorio. Años 2019-2100 9% 8% 7% 6% 5% 4% 3% 2% 1% 0% 2022 2025 2076 2019 2028 2034 2037 2040 2043 2046 2049 2052 2055 2058 2061 2064 2067 2070 2073 2079 2082 2085 2088 2091 2097 2100 Pensiones (Escenario 3) Educación (Escenario 3) Salud (Escenario 3) Pensiones (efecto demográfico) Educación (efecto demográfico) Salud (efecto demográfico) Fuente: Elaboración propia. 170 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Así, es posible observar en el periodo 2019-2050 la máxima reducción del gasto social (año 2036) con respecto al escenario en donde sólo se modifica la demografía, de 0,9pp del PBI a 0,48pp en pensiones, 0,22pp en educación y 0,18pp en salud. A partir de la década de 2050, una vez que las cohortes de inmigrantes enve- jezcan, podría apreciarse un aumento de los requerimientos de financiamiento del gasto público en pensiones y salud. Así, es posible observar al año 2100 un aumento del gasto social con res- pecto al escenario en donde sólo se modifica la demografía, de 0,29pp del PBI: 0,38pp en pensiones, (una disminución) de -0,13pp en educación y un aumen- to de 0,04pp en salud. Conclusiones El sustento fiscal en un contexto de envejecimiento podría verse fuertemente condicionado por la evolución de la tasa de dependencia demográfica. En este sentido, la transición demográfica hacia una población más envejecida implica, por un lado, una reducción del tamaño de la población en edad de trabajar y, por otro, un incremento de la población pasiva, en particular de los adultos mayo- res. Este cambio en la estructura etaria de la población afecta directamente a la capacidad de sustento fiscal del Estado, es decir una reducción de la capacidad de financiamiento al tiempo que se registra un incremento de las erogaciones. Lo primero se encuentra asociado a la posible menor capacidad de recaudación tributaria debido al menor tamaño de la población que transita por su ciclo su- peravitario de vida. Lo segundo, y como se ha discutido precedentemente, a un aumento potencial del gasto en servicios sociales tales como salud y pensiones, con perfiles de consumo y transferencia claramente concentrado en los adultos mayores. Sin embargo, ello asume que la dependencia económica se encuentra de- finida simplemente por las edades de los individuos. Si bien la teoría del ci- clo de vida muestra tres etapas claramente diferenciadas y, en mayor o menor medida, tales períodos se asocian a un patrón de consumo e ingresos, ello no necesariamente implica que las mismas sean inflexibles para adaptarse a nuevos escenarios. En otras palabras, la duración de cada etapa (prelaboral, laboral y poslaboral) podría variar entre las personas y se encuentra condicionada por diferentes factores, no sólo la edad. En este sentido, no existe una definición univoca de cuáles son los grupos dependientes de ingresos de terceros. La capacidad de generación de ingresos no sólo se encuentra en función de la edad, aunque ella condiciona indirectamente a través de otras cualidades. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 171 En primer lugar, las personas no abandonan sistemáticamente la actividad económica a una determinada edad. En general, los avances de la medicina (particularmente preventiva) permiten llegar a la adultez en un mejor estado de salud que en el pasado, lo que genera las condiciones para seguir en actividad en el mercado de trabajo por un período más extenso. De este modo, el período de dependencia en la vejez podría posponerse. Por tal motivo, la magnitud de la fuerza de trabajo es lo que define el grupo poblacional dependiente de terceros y el grupo superavitario. A su vez, la par- ticipación económica se encuentra condicionada por diversos factores, a saber, el estado de salud de las personas, el nivel de capital humano en proceso de acumulación o acumulado, la edad, etc. Si se supone una mejora gradual del estado de salud y aumento de la longe- vidad de las personas, es posible esperar que las mismas deseen permanecer un mayor tiempo en el mercado de trabajo motivadas, por un lado, por su preferen- cia de sentirse activos y, por otro, por ahorrar para financiar un período mayor de vida. Si, al mismo tiempo, el proceso de formación educativa se extiende en el tiempo, es de esperar que en promedio los jóvenes retrasen su ingreso al mercado laboral. Ambos fenómenos combinados hacen que las “edades” que definen el bono demográfico se vayan moviendo acompañando este proceso. Por tal motivo, el desafío consiste reconocer que el bono demográfico tiene ciertas características que le dan dinamismo, y ello requiere generar condicio- nes que permita aprovecharlo constantemente al reconocer que la transición demográfica ejerce su presión y en algún momento el dinamismo mencionado tendería a calmarse. En este contexto, la dificultad es el déficit global de oportunidades de em- pleo productivo. En el mundo hay países sin capacidad para aprovechar el di- videndo demográfico debido a que una proporción importante de su fuerza de trabajo o bien está buscando un empleo o está constituida por trabajadores poco calificados, con empleos de baja productividad y baja calidad en la econo- mía informal y que perciben salarios muy bajos. En este sentido, los tres escenarios planteados en el presente capítulo postu- lan la posibilidad de crecimiento de la fuerza de trabajo y, por tanto, la prolon- gación del bono demográfico. En efecto, es posible identificar algunos espacios en el mercado de trabajo que permitirían suavizar el impacto que el envejeci- miento poblacional tendría sobre el gasto público social a partir de la expansión de la población económicamente activa y, con ella, el producto. Tres fenómenos podrían observarse en el mercado de trabajo de Chile: El incremento de la participación económica de las mujeres, la de los adultos ma- yores y el recibimiento de una corriente de inmigrantes del resto de mundo que contribuyan a la fuerza de trabajo. La ocurrencia de estos hechos permitirían suavizar la incidencia del gasto público social en términos del producto debido 172 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile a la mayor capacidad de la economía en la generación de recursos. Para ello, resulta necesario cerrar déficits de trabajo decente, en especial el asociado al empleo informal. Mantener una tasa de crecimiento económico sos- tenida, facilitar la formalización del empleo y reducir la volatilidad macroeco- nómica y del mercado de trabajo son dimensiones significativamente importan- tes que deben ser consideradas. Alternativamente a las condiciones macroeconómicas y de mercado de tra- bajo, la generación de condiciones propicias para un envejecimiento activo re- sulta de alta importancia. Es decir, permitir condiciones en las cuales los adultos mayores mantengan su independencia con menores costos sociosanitarios y su nivel de productividad. Las iniciativas dirigidas a fomentar un envejecimiento activo deben ser definidas tanto desde una perspectiva del ciclo vital como de solidaridad intergeneracional. En este sentido, las generaciones jóvenes actuales son los adultos mayores de mañana. La calidad de vida y el nivel de capital humano acumulado durante la juventud condicionan las oportunidades que tendrán durante la adultez. Asimismo, la generación de instrumentos o instituciones que permitan bajar la “carga” que el trabajo no remunerado tiene sobre el tiempo de las mujeres es crucial, debido a que, como se ha observado, la contribución al producto del incremento de la participación económica de las mujeres es significativa. Notas 1 El concepto de retiro no es sinónimo de pensionado, en tanto una persona puede estar pensionada y aún así continuar en la actividad económica. Para los fines del pre- sente ejercicio, se propone un escenario de máxima en el cual se asume que aquellas personas que retrasan su retiro del mercado de trabajo también lo hacen en el acceso al beneficio de pensiones. 2 El supuesto detrás es que, a lo largo de la proyección, un porcentaje de la población de las nuevas cohortes en edad 60 a 70 años aumentan su participación laboral y, en consecuencia, postergan el retiro del mercado laboral. Se asume que las personas que ingresan al mercado laboral se encuentran afiliados al Sistema de Capitalización Individual, por lo que se reduciría el gasto social del pilar solidario del Sistema de Pensiones. 3 Se diferencia la magnitud del incremento en las tasas de participación laboral debido a las diferencias en las edades normativas de jubilación entre hombres y mujeres y a las tasas de participación laboral que se observan actualmente en el grupo etario 60 a 70 años entre ambos géneros. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 173 174 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile CAPÍTULO 7 Transición demográfica y efectos macroeconómicos Introducción S i bien la transición demográfica se relaciona con variables que van más allá de la esfera económica, existe una dimensión de interacción entre las variables económicas y las demográficas que es fuente tanto de oportu- nidades como de desafíos en lo que hace al crecimiento económico. Los desa- rrollos analíticos recientes (Albrieu y Fanelli, 2013; Mason, 2005; Mason y Lee, 2006 y 2007, entro otros) sugieren que, mientras la etapa del bono demográfico se caracteriza por ser la más favorable para el crecimiento económico, la etapa de envejecimiento puede ser una fuente de restricciones e, incluso, de inestabi- lidad macroeconómica. Desde esta perspectiva, uno de los desafíos que enfrenta el país es lograr mantener una tasa sostenida de crecimiento del PBI per cápita una vez alcan- zada la etapa de envejecimiento. En otras palabras, el reto de Chile es lograr “hacerse rica antes que hacerse vieja”. Esta preocupación se basa en el argumento tradicional que sostiene que el crecimiento económico es una función de las dotaciones factoriales, trabajo y capital tanto físico como humano, más un componente residual denominado productividad total de los factores. A partir de esta estructura argumental, al- canzada la etapa de envejecimiento con una reducción del tamaño de la pobla- ción en edad activa, es decir de la fuerza de trabajo, se enfrentaría una reducción de la capacidad de crecimiento del producto per cápita. Siguiendo a Fanelli (2015), en el proceso de diseño de las políticas públicas, las restricciones y oportunidades asociadas con la demografía ocasionalmente ocupan un primer plano. Los cambios demográficos se producen muy gradual- mente y, por ende, las políticas orientadas a enfrentar dichos cambios son con facilidad desplazadas de la agenda pública por las urgencias de la coyuntura económica. Un ejemplo paradigmático, en este sentido, es que frecuentemente los gobiernos recurren a los fondos del sistema de seguridad social –destinados a solventar el déficit de ciclo de vida futuro–, para financiar el déficit fiscal corriente. Es una forma de conseguir financiamiento generando un pasivo “in- Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 175 visible” para las cuentas públicas, que se deja como legado a las generaciones venideras. Un elemento que también contribuyó a reducir la visibilidad de las cuestiones demográficas es que sólo recientemente han comenzado a estar dis- ponibles datos relativos a los ingresos y consumos específicos por cohorte. Sin dudas, estos desarrollos irán teniendo una influencia cada vez mayor en el dise- ño de políticas públicas (Mason y Lee, 2011). El objetivo del presente capítulo es estudiar el vínculo entre la macroecono- mía y la demografía en Chile. La pregunta que se intenta abordar es: ¿qué fac- tores macroeconómicos deben considerarse para aprovechar la etapa del bono demográfico a los efectos de acumular activos y hacer crecer el ingreso por habitante?1 El capítulo se encuentra estructurado de la siguiente manera: En la sección siguiente se presenta un conjunto de indicadores relacionados con la transición demográfica necesarios para caracterizar la etapa en la que se encuentra Chile e identificar los canales a través de los cuales la demografía influye sobre la ma- croeconomía, en general, y sobre los dos dividendos demográficos y el período subsiguiente de envejecimiento, en particular. La tercera sección avanza un paso más en precisar esos canales y, al recurrir a las metodologías y datos aportados por el proyecto de NTA, evalúa los perfiles de consumo e ingresos de las co- hortes en el caso chileno y el déficit de ciclo de vida. En base a ello, se define y cuantifica la capacidad de la economía para sostener el nivel de consumo. La cuarta sección estudia la contribución de la estructura poblacional sobre el crecimiento económico, en tanto que la quinta sección discute las potenciales fuentes de crecimiento en un contexto de envejecimiento poblacional. Final- mente, se presentan algunas reflexiones finales del capítulo. Transición demográfica, ventana de oportunidad y ahorro En el transcurso de la transición demográfica es posible identificar tres grandes etapas. La primera, que se denomina transición temprana, la segunda, que suele identificarse como el bono demográfico y la última, que se identifica como la etapa de envejecimiento poblacional. Durante la etapa del bono demográfico, la transformación de la estructura poblacional va determinando una trayectoria creciente de la proporción de la población en edad de trabajar en detrimento de segmentos que no participan del mercado de trabajo y que no generan ingresos derivados de su participación en actividades productivas (básicamente niñez y tercera edad). En la medida en que el proceso de transición demográfica avanza y que los países van llegan- do a la etapa de envejecimiento de la población, dicha tendencia se revierte y los sectores dependientes incrementan su participación relativa en el total de la población. En esta etapa el aumento de la población dependiente ocurre 176 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile exclusivamente a través del incremento de la participación de los segmentos pertenecientes a la tercera edad, ya que durante la etapa de envejecimiento suele observarse una reducción de la participación relativa de los estratos más jóvenes de la población. Como ya se ha señalado previamente, Chile se encuentra en el medio de su ventana de oportunidad demográfica (VOD), y permanecerá allí hasta el año 2050. Los países que se encuentran dentro de la VOD muestran una mayor proporción de gente en edad activa. Esto implica que aun si la productividad media de cada trabajador se mantuviera constante, el ingreso por habitante po- dría aumentar gracias a la expansión relativa de la población en edad de trabajar. Es evidente que el ingreso per cápita no será el mismo si trabaja el 50% o el 60% de la población. Este hecho, como se discute más adelante, es central para que se genere el primer dividendo demográfico. Una forma directa de evaluar el efecto de la demografía en relación con esto, es calcular el indicador de "depen- dencia": el cociente entre la población que no está en edad de trabajar (menores de 15 años y mayores de 65) y la que sí lo está (entre 15 y 64 años). La figura 7.1 presenta la inversa de este indicador, el cual expresa cuántos trabajadores potenciales existen por cada persona dependiente2. Figura 7.1 Inversa de la tasa de dependencia. Años 1950 - 2100 70% 2,2% 53% 1,7% 35% 1,1% 18% 0,6% 0% 0% 1960 1965 2045 1955 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005 2010 2015 2020 2025 2030 2035 2040 2050 2055 2060 2065 2070 2075 2080 2085 2090 2095 2100 Inversa tasa de dependencia (eje derecho) Población < 15 / Población total Población > 65 / Población total Población 15 - 64 / Población total Fuente: Elaboración propia en base a División de Población, Naciones Unidas. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 177 Los resultados de la figura sugieren claramente por qué Chile se encuentra en una etapa favorable para el crecimiento económico: la oferta potencial de trabajo estará en niveles elevados y alcanzará un máximo en el año 2020 de 2,2 trabajadores potenciales por persona dependiente. Por supuesto, para que esta oferta potencial se convierta en efectiva la economía deberá crear suficientes puestos de trabajo. Por tal motivo, Mason y Lee (2011) advirtieron que los be- neficios de la demografía no son automáticos. Por otra parte, la cantidad relativa de personas en edad de trabajar comenzará a caer en el período de envejecimiento que sigue al cierre de la VOD desde 2050 en adelante. Según las proyecciones de Naciones Unidas, en 2050 el indicador tomará un valor de 1,65 trabajadores potenciales por dependiente. Si la econo- mía no se preparó para dicha etapa durante el bono demográfico, la carga para las generaciones futuras podría ser muy significativa, pues habrá más personas dependientes por trabajador. En efecto, como se aprecia en el gráfico 1, la pro- porción de personas mayores a 65 años alcanzaría cerca del 22% de la población total, superando la participación de los jóvenes. Un rasgo demográfico favorable que presenta Chile es que se proyecta que la duración de la VOD será la mayor de toda América Latina y el Caribe. En efecto, mientras en Chile la duración del bono es de 60 años, en Argentina, Brasil y Colombia la duración es de aproximadamente cincuenta años, y en Uruguay 35 años menos. Cuando un país se encuentra dentro de la VOD, al incrementarse el tamaño de las cohortes que están en edad de trabajar se eleva la proporción “ahorradores primarios”. Esto es, la proporción de personas que por su edad se caracterizan por una alta propensión al ahorro debido a que tienen mayores ingresos y a que deben prepararse para el retiro. Por lo tanto, cuanto mayor sea la participación de este grupo, mayor será la propensión media al ahorro de la economía. Asi- mismo, si la esperanza de vida sube, aumenta el stock de activos necesario para financiar un período de retiro más largo y ello demanda más ahorro. Estos he- chos, como se explica más adelante, son los que dan lugar al segundo dividendo demográfico. De lo anterior se desprende que una forma de evaluar empíricamente la potencial influencia de la demografía sobre el ahorro es examinar la proporción de ahorradores primarios en la población. La figura 7.2 muestra la evolución del grupo de ahorradores primarios como proporción de la población en edad de trabajar. Se utilizan dos definiciones de “ahorrador primario”. La primera defini- ción abarca las cohortes de entre 30 y 49 años, que es el grupo de trabajadores primarios que considera la metodología de NTA a los efectos de comparar inter- nacionalmente. La segunda definición toma en cuenta la capacidad de generar superávit de ciclo de vida (exceso del ingreso laboral sobre el consumo): se con- sideran las cohortes que tienen entre 27 y 61 años que, según se examina más 178 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Figura 7.2 Ahorradores primarios como porcentaje de la población total. Años 1950-2100 50% 38% 25% 13% 0% 1950 1965 1980 1995 2010 2025 2040 2055 2070 2085 2100 Población 30 - 49 Población 27 - 61 Fuente: Elaboración propia en base a Naciones Unidas, División de Población y estimaciones de NTA. abajo, son las que muestran un exceso del ingreso laboral por sobre el consumo para el caso específico de Chile (figura 7.3). La proporción de los ahorradores primarios revela que ambas definiciones determinan trayectorias cualitativamente similares: de la mano de la caída en la tasa de dependencia, después de alcanzar su valor máximo en 2020, comen- zaría a decrecer a medida que avanza el bono demográfico. En este contexto, es posible conjeturar que la etapa actual de la transición demográfica es muy propicia para el crecimiento económico: la capacidad de ahorro de la economía se encuentra en sus niveles máximos mientras aún no pesan excesivamente las demandas de los trabajadores retirados. Buena parte de los efectos económicos del bono y el envejecimiento operan a través del stock de capital con que cuenta cada trabajador y la disponibilidad de espacio fiscal. Los siguientes puntos merecen subrayarse en el caso chileno: En relación con el stock de capital, es necesario considerar que, si bien al caer el ahorro, se reduce la capacidad de acumulación de capital; al disminuir la cantidad relativa de personas en edad de trabajar, no es necesario acumular tanto capital ya que los requerimientos de empleo de las nuevas cohortes son menores. De hecho, si los retiros de trabajadores aumentan, queda disponible el capital que los trabajadores retirados utilizaban, se eleva la relación capital/ trabajo y, con ello, la productividad. En otras palabras: si la sociedad acumuló Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 179 una buena cantidad de capital durante el bono, los problemas del envejecimien- to se atenúan. El peso de las cohortes que conforman el grupo de ahorradores primarios influye sobre el tamaño del espacio fiscal. Al incrementarse el peso de los aho- rradores primarios –y probablemente su productividad y salario gracias a una mayor relación capital producto–, también se ensancha la base tributaria y, por lo tanto, el espacio fiscal: ceteris paribus, cuanto mayor el tamaño relativo de la fuerza laboral, mayor la base tributaria y el espacio fiscal disponible. Como el Estado es el que invierte en obra pública de infraestructura, bienes públicos y capital humano, si el espacio fiscal se utiliza con eficiencia el crecimiento se potencia. No obstante, existe un trade-off en la medida que la recaudación tri- butaria reduce el ingreso disponible y el ahorro privado: el segundo dividendo (SD) se potencia sólo si la rentabilidad social de la inversión pública es superior a la privada, debido a fenómenos como las externalidades, las ventajas de coor- dinación o la producción de bienes públicos. Cuando la sociedad envejece, en cambio, el espacio fiscal se reduce. Esto se debe no sólo a que se achica la base tributaria por caída de ingresos del trabajo sino, también, porque aumenta el gasto público en pensiones y salud, tal como fuera discutido previamente. Este es un motivo importante para cimentar la salud de las finanzas públicas en el período previo a la etapa de envejecimiento. En resumen, el análisis de la estructura demográfica indica que en los próxi- mos 30 años se configuraría para Chile un período propicio para el ahorro, la inversión, la creación de empleos de productividad y, finalmente, el crecimiento del producto por habitante. Durante dicho período, la economía podría favore- cerse por el aumento en el peso relativo de las cohortes compuestas por indivi- duos en edad de trabajar y, dentro de ellas, las compuestas por ahorradores pri- marios. Como la materialización de los beneficios potenciales no es automática y, además, lo que es una ventaja demográfica en un período puede convertirse fácilmente en un pasivo social (desocupación) o económico, si los recursos se asignan mal, ello significa que, de aquí hasta el cierre de la VOD, los errores o el rezago en la implementación de políticas “valen doble”. El déficit de ciclo de vida y la razón de sustento del consumo Lo visto hasta aquí se basa en información poblacional. Con el fin de profun- dizar el análisis de las potenciales consecuencias económicas de la transición demográfica resulta necesario incorporar información sobre el comportamiento de las cohortes aportados por las estimaciones de NTA, lo cual permitirá a su vez definir el déficit de ciclo de vida y los dividendos demográficos. Tal como fuera presentado en el capítulo 3, la figura 7.3 muestra, en prome- dio, la conducta de consumo y la capacidad de generación de ingresos laborales 180 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile de cada una de las a cohortes de la sociedad. Se representa el perfil de consumo per cápita de la cohorte a por el coeficiente φ y el ingreso laboral per cápita por γa3. En base a la discusión presentada, se espera que en el caso de los grupos económicamente dependientes (menores de 14 y mayores de 65 años) se obser- ve que φa>γa y que ocurra lo contrario con las cohortes en edad de trabajar. La figura 3.a exhibe los valores de φa y de γa que corresponden a cada edad para el caso chileno, lo que brinda una visión sintética de las diferencias entre el consu- mo y el ingreso laboral a cada edad. Al igual que en el capítulo 3, estos valores se encuentran expresados en relación al ingreso promedio de los individuos de entre 30 y 49 años. Cuando la curva correspondiente al consumo es inferior a la de ingresos, se registra un déficit de ciclo de vida per cápita (DCVPC), ya que ese déficit se define como la diferencia entre consumo e ingreso laboral de cada cohorte. Los resultados presentados en la figura 7.3.a permite establecer que, por un lado, la relación entre el ingreso laboral y el consumo varía significativamente en función de las edades y, por otro, los grupos que tienden a generar déficit de ciclo de vida son los que no están en edad de trabajar. Más específicamente, en Chile, el período de la vida en que las personas generan un superávit de ciclo de vida (ingreso laboral superior al consumo: DCVPCa< 0) se ubica entre los 27 y los 61 años. En términos per cápita, el superávit generado en ese lapso de la vida, no obstante, no es suficiente para compensar los déficits (DCVPCa> 0) que hayan sido generados en la primera y en la última parte de la vida; antes de los 27 y luego de los 61 años. Figura 7.3 Perfiles de ingreso y de consumo según edad. Año 2016 a. Per l de consumo (φa) e ingreso (γa) b. Relación γa / φa 120% 3,00 90% 2,25 60% 1,50 30% 0,75 0% 0 0 6 12 18 24 30 36 42 48 54 60 66 72 78 84 90+ 21 24 27 30 33 36 39 42 45 48 51 54 57 60 63 Edad Edad Consumo Ingreso Chile Argentina China Uruguay Brasil Corea Fuente: a) CELADE-CEPAL / Holz (2018). b) elaboración propia en base a información del Proyecto de Cuentas Nacionales de Transferencias (http://ntaccounts.org) Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 181 Si la suma de los déficits de ciclo de vida per cápita, a través de toda la vida es positiva, ello implica que el gasto de consumo supera al ingreso laboral y, por lo tanto, hay que recurrir a ingresos no laborales (transferencias privadas o del gobierno, renta de la propiedad o venta de activos existentes) para financiar la diferencia. Las decisiones sobre el nivel del DCV y su financiamiento en el nivel microeconómico de las cohortes tienen consecuencias macroeconómicas de relevancia. La figura 7.3.b otorga una forma sintética de evaluar la posición chilena en relación con parámetros internacionales. Allí se grafica el cociente entre el ingreso laboral per cápita y el consumo per cápita (γa /φa). Si el indicador es mayor a uno, ello revela la presencia de un superávit de ciclo de vida per cápita e implica que esa cohorte está contribuyendo en forma neta, con su ingreso laboral, al ahorro agregado. De la figura surge que los países asiáticos de alto cre- cimiento seleccionados tienen una propensión a consumir per cápita bastante más baja que las que se observan en los países de América Latina. Los cocientes de la República de Corea y China son muy superiores a uno (en China alcanza máximos superiores a 2). Sin embargo, Chile resulta la excepción de la región, pues tiene un indicador similar al de la República de Corea. Asimismo, las eda- des entre las cuales se verifica un superávit del ciclo de vida son más extensas. Esta evidencia indica que, contrariamente a lo que ocurre en Argentina, Brasil y Uruguay, en Chile el grupo de ahorradores primarios chilenos tiene una propen- sión a renunciar al consumo similar a la de la República de Corea. Una inquietud importante que surge de la constatación de la transición de- mográfica se refiere a la capacidad de la población trabajadora para financiar a quienes dependen económicamente de ellos, mientras cambia la estructura etaria y aumenta su edad media. La categorización de personas entre trabajado- res o dependientes, en base a límites etarios arbitrarios, limita este tipo de dis- cusión, en cuanto no permite reflexionar sobre las implicancias de los cambios de conducta socioeconómicos esperables en términos de participación en el mercado de trabajo, permanencia en el sistema educativo, entre otros. Asimismo, una tasa de dependencia puramente demográfica asume que la capacidad de generar ingresos y la propensión al consumo son homogéneas al interior del grupo de personas en edad de trabajar y dependientes. Sin embar- go, aspectos como el desempleo, el salario y la propensión al consumo difieren según la edad, tal como se refleja en las estimaciones del ingreso laboral y con- sumo por edad discutidas precedentemente. Finalmente, no se debe olvidar, sin embargo, que estas cifras sobre consumo e ingreso están expresadas en términos per cápita de cada cohorte y la cantidad de habitantes en cada cohorte no es la misma. Por ejemplo, si bien el déficit de la cohorte de 90 años es muy alto, la cantidad de personas de esa edad es muy baja. 182 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile A partir estas consideraciones, Mason y Lee (2007) proponen afinar la me- dida de este indicador, tanto en lo que refiere a su numerador como a su de- nominador. Buscan que el numerador refleje mejor la generación de recursos efectiva (observada en términos económicos), y no potencial (en base a medidas demográficas), por lo que proponen ajustar la población en edad de trabajar por el ingreso promedio por edades. A su vez, buscan que el denominador capture el uso de los recursos, por lo que proponen ajustar la población por el consumo promedio por edades. En otras palabras, se trabaja con los conceptos de consumidores efectivos (Nt) y productores o trabajadores efectivos (Lt). Si se denomina xat a la cantidad a de habitantes en la cohorte a en el momento t y la edad máxima que se puede alcanzar es ω, se puede definir: (1) (2) Es decir que la cantidad de consumidores efectivos a tomar en cuenta en cada cohorte, depende no sólo de la cantidad de personas que componen la cohorte en cada punto del tiempo xat sino, también, del consumo per cápita de cada una de ellas φa . La cantidad de trabajadores efectiva se computa de igual forma considerando los ingresos per cápita por cohorte γa . En base a estas definiciones, es posible preguntar de manera más precisa que sobre la base sólo de la tasa de dependencia, qué ocurre a través de la transición demográfica con la capacidad que la población trabajadora tiene para mantener a quienes dependen de ellos. Con tal propósito, se define la razón de sustento del consumo (RS) como la relación entre la cantidad de trabajadores efectivos y de consumidores efectivos: RSt = Lt / Nt (3) Es evidente que, si RSt sigue una trayectoria ascendente, la capacidad para sustentar el consumo de la sociedad aumentará aún teniendo en cuenta los diferentes tamaños de las cohortes y que cada una de ellas genera un déficit de ciclo de vida per cápita diferente. A partir de la estimación de la razón de sus- tento, el coeficiente RS sube en la medida que el país se encuentra en la VOD y comienza a descender a partir de que se comienza a salir del bono demográfico. La figura 7.4.a muestra que, efectivamente, ése es el caso chileno. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 183 Figura 7.4 Razón de sustento del consumo. Años 1950-2100 a. Chile b. Países seleccionados 0,8 1,40 0,7 1.05 0,6 0,70 0,5 0,35 0,4 0 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 2015 2020 2025 2030 2035 2040 2045 2050 2055 2060 2065 2070 2075 2080 2085 2090 2095 2100 Argentina Alemania Chile Uruguay Brasil Japón Rep. de Corea China Fuente: Elaboración propia en base a CELADE-CEPAL / Holz (2018), Proyecto de Cuentas Nacionales de Transferencias (http://ntaccounts.org) y División de Población, Naciones Unidas. La Figura 7.4.b indica que este movimiento, primero ascendente y luego descendente, es típico de los países que, a partir de un cierto punto, experi- mentan el bono demográfico. En comparación con los países vecinos, la RS de Chile –que ingresa en la VOD en 1990– es más elevada en concordancia con una mayor duración de la ventana demográfica y con una menor propensión al consumo de las cohortes, que reduce el valor de los consumidores efectivos (Nt). No obstante, ningún país llega a la marca de 1, con la notable excepción de China. Si se considera la definición de consumidores y trabajadores efectivos –al tener en cuenta que los coeficientes φa y γa están normalizados en base a ym– el consumo agregado total (C) y el ingreso laboral total (YL) de la población se pueden expresar como: (4) (5) Con base en esto se puede definir, a su vez, una variable clave para comprender la influencia de la demografía sobre la macroeconomía si se parte de las deci- siones de las cohortes en el nivel microeconómico: el déficit de ciclo de vida (DCV) agregado. Esta variable es la diferencia entre el consumo total de todas las cohortes y el ingreso laboral de las mismas (YL): (6) 184 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Y en términos del YL de la población: (7) Esta expresión revela la existencia de una relación directa entre la evolución de la razón de sustento, la propensión a consumir en relación al ingreso laboral y el déficit de ciclo de vida agregado. Dadas las características demográficas, cuando la RS se eleva, el déficit agregado se reduce puesto que, como muestra el gráfico 4, la RS tiene valores menores que uno5. Esto es lo que ocurre en la etapa del bono y, por ello, un menor déficit permite en principio ahorrar más ya que la sociedad puede destinar menos de su ingreso laboral a solventar el déficit. La propensión a ahorrar no subirá, por supuesto, si se dan movimientos compen- satorios en la propensión a consumir en relación al salario (C/YL). Por ejemplo, los coeficientes φa podrían aumentar si los agentes sienten que al tener un me- nor déficit no es necesario seguir ahorrando con la misma fuerza o si, en base a una mayor recaudación en la etapa del bono, el gobierno proveyera bienes de consumo que previamente eran financiados por las familias, liberando recursos privados que los particulares deciden destinar al consumo y no al ahorro. El DCV correspondiente al año 2016 para Chile, según la metodología de CNT, excedía en un 45% al ingreso laboral. En la Figura 7.5.a, se presenta la evolución de la relación DCV/YL en las últimas décadas y su proyección futura, si se considera sólo el efecto de la demografía (esto es, al asumir que el ingreso per cápita y el consumo se movieron al unísono). Figura 7.5 Déficit de ciclo de vida en relación con el ingreso laboral total. Años 1955-2100 a. Chile b. Países seleccionados 0,5 0,9 0,675 0,375 0,45 0,25 0,225 0 0,125 -0,225 0 -0,45 1955 1975 1995 2015 2035 2055 2075 2095 1955 1965 1975 1985 1995 2005 2015 2025 2035 2045 2055 2065 2075 2085 2095 Argentina Alemania Chile Uruguay Brasil Japón Rep. de Corea China Fuente: Elaboración propia en base a CELADE-CEPAL / Holz (2018), Proyecto de Cuentas Nacionales de Transferencias (http://ntaccounts.org) y División de Población, Naciones Unidas. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 185 Como se observa, la razón DCV/YL tiende a subir hasta unos años antes de ingresar a la VOD cuando alcanza un máximo de 49% del ingreso laboral y, luego, cae de manera sistemática, se espera que la tendencia continúe en los próximos años. La comparación internacional (figura 5.b) indica que el movi- miento del DCV en relación al ingreso laboral en Chile sigue la trayectoria que es típica de los países que gozan del bono demográfico y se diferencia del caso de un país como Japón que tiene una población de mayor edad. La explicación por la que la razón entre el DCV y el ingreso laboral de Chile se encuentra por encima de la de la República de Corea, no se asocia con diferencias en las propensiones al ahorro. El principal factor que está detrás de este resultado es la diferencia en la estructura etaria de la población. En otras palabras, si Chile tuviera la misma estructura poblacional por edades que tiene la República de Corea, el resultado del DCV sería similar. Nótese, por otra par- te, que todos los países registran un déficit de ciclo de vida, con la excepción de China, un país con una propensión a consumir tan baja que genera un superávit de ciclo de vida de manera persistente. Como el consumidor chino en promedio gasta menos de lo que recibe por ingreso salarial, los trabajadores aportan su cuota a la acumulación de capital. Dividendos demográficos y crecimiento económico Siguiendo el análisis desarrollado por Mason y Lee (2005), los efectos de la transición demográfica sobre el proceso de crecimiento económico se relacio- nan con lo que estos autores denominan primer y segundo “dividendo demográ- fico”, también conocidos como dividendos de crecimiento. Según estos autores, durante la etapa del bono demográfico, se genera una ventana de oportunidad demográfica caracterizada por condiciones favorables para impulsar el creci- miento económico. Los denominados dividendos demográficos son, precisa- mente, las manifestaciones más notables de los cambios que provoca la transi- ción demográfica sobre la expansión de la actividad económica. El primer dividendo de crecimiento refiere a que, durante la VOD, se incre- menta la participación relativa de la población en edad de trabajar. Esto implica que, durante la etapa del bono demográfico, la población involucrada directa- mente en la producción de bienes y servicios se incrementa en relación a la po- blación dependiente. Por efecto de este cambio en la estructura de edades de la población, se favorece el incremento del producto por habitante. Obviamente, este primer dividendo de crecimiento desaparece, e incluso se revierte, cuando se ingresa en la etapa de envejecimiento poblacional, periodo en el cual vuelve a crecer la participación de los estratos dependientes en el total de la población. El segundo dividendo de crecimiento que se genera durante la VOD, es atri- buible a que, en la etapa del bono demográfico, se observa un incremento de 186 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile la proporción de la población que puede considerarse “ahorradores netos” (sus niveles de ingreso disponible exceden al gasto de consumo). Esta situación, en que se favorece el incremento de la tasa de ahorro de la economía, puede ser aprovechada para aumentar la inversión. En definitiva, el segundo dividendo de crecimiento se relaciona con la posibilidad de realizar una mayor acumula- ción de capital físico. Al ingresar en la etapa de envejecimiento poblacional, la proporción de ahorradores netos en la población total comienza a descender. Sin embargo, los efectos del segundo dividendo no tienen por qué ser necesa- riamente transitorios. En efecto, si durante esta etapa se concretan inversiones de calidad, por ejemplo, al desarrollar infraestructuras con alto impacto produc- tivo, es posible que se logre un incremento sostenido de la productividad, que extenderá en el tiempo los efectos del segundo dividendo, al menos durante una primera parte de la etapa de envejecimiento de la población. El primer dividendo, es decir, el aporte de un mayor tamaño de la fuerza de trabajo al producto, constituye un fenómeno transitorio, mientras que el segundo dividendo produce beneficios duraderos materializados en un mayor crecimiento de la productividad y un crecimiento sostenido. Puede apreciarse que la transición demográfica dista de ser un proceso neu- tro respecto a la dinámica de crecimiento económico. La ausencia de neutra- lidad se relaciona, precisamente, con los dos dividendos del crecimiento. El primer dividendo impacta sobre la disponibilidad del factor trabajo, y genera condiciones favorables para la expansión de la economía durante la etapa del bono demográfico. Por el contrario, durante la etapa de envejecimiento pobla- cional el efecto del primer dividendo se revierte y comienza a presionar a la baja sobre el crecimiento de la economía. Por su parte, el segundo dividendo del crecimiento actúa sobre las condiciones de ahorro de la economía, lo que impacta de forma indirecta sobre la capacidad de financiar proyectos de inver- sión y, por lo tanto, sobre la acumulación de capital físico. Si bien el impacto del segundo dividendo recae de forma directa sobre las condiciones para la acumulación de capital físico, dado que la dinámica de la productividad total de factores se encuentra estrechamente asociada con la acumulación de capital físico y a la concreción de mejoras en los niveles educativos de la población, es esperable un efecto adicional de este segundo dividendo a través de la produc- tividad total de factores. A modo de ejemplo, los países denominados tigres asiáticos, que han co- menzado la transición demográfica unas décadas antes que América Latina, han estado transitando por un sendero de crecimiento económico durante varias décadas. De acuerdo con Ha y Lee (2015), una parte significativa de dicho crecimiento se encuentra asociada a los dividendos demográficos. No obstante, no resulta seguro que dicha senda de crecimiento se mantenga en el tiempo en todos los países de Asia debido a que la magnitud de los dividendos demográ- Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 187 ficos es diferente según país. Si la transición demográfica constituye una fuerza impulsora del crecimiento económico, es probable que éste pueda comenzar a estancarse a partir de la finalización del bono demográfico, y se requieran del impulso de otras fuentes de crecimiento económico. A medida que la razón de sustento, es decir la población en edad de trabajar como porcentaje de la pobla- ción total –comienza a descender–, ello podría constituirse en una preocupación. Young (1995) argumenta que el milagro de los tigres asiáticos se debe, prin- cipalmente, a la acumulación de factores. Desde el punto de vista de los divi- dendos demográficos, esta acumulación de factores se debe en gran medida a los cambios que tienen lugar durante la transición demográfica, en particular el crecimiento más acelerado de la población en edad de trabajar en relación con los consumidores, es decir el primer dividendo demográfico, lo cual aumenta di- rectamente el aporte económico, mientras que el segundo dividendo –aumento del ahorro y la inversión con acumulación de riqueza– hace que el capital físico y humano por trabajador aumente y con ello la productividad. Deaton y Paxson (1997) y Lee, Mason y Miller (2003) mostraron que la transición demográfica de Asia aumentó significativamente la tasa de ahorro, lo que permitió realizar el segundo dividendo demográfico jugando un papel importante en la convergencia económica con resto de los países desarrollados. Con el fin de tener una mejor comprensión referida al impacto que la di- námica demográfica tiene sobre el crecimiento económico de Chile, en parti- cular la generación de los dividendos demográficos, a continuación, se realiza un tradicional ejercicio de descomposición factorial del crecimiento del PBI de Chile. Este tipo de herramienta permite estimar, por un lado, el aporte de la acumulación de los factores productivos primarios y, por otro, la contribución al crecimiento de la productividad total de los factores. El aporte de los facto- res puramente demográficos permitirá evaluar la significación de la ventana de oportunidad que ofrece la transición demográfica en el caso de la economía chilena. El ejercicio de contabilidad del crecimiento que se implementa en este tra- bajo sigue los lineamientos del trabajo pionero de Solow (1956). Este tipo de metodología se basa una función de producción neoclásica a nivel agregado, en la que se consideran como factores de producción las dotaciones de capital físico y trabajo, incluido el capital humano. Los factores productivos son combi- nados a partir de una tecnología de rendimientos constantes a escala. En concreto, se asume la siguiente función de producción agregada: (8) 188 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Donde: Y es el producto bruto interno A es el factor tecnológico o la productividad total de los factores (PTF) K es el stock de capital en la economía L representa la cantidad de mano de obra ocupada en la economía h es la calidad de la mano de obra o capital humano por trabajador α es la participación de la retribución al capital en el PBI Al dividir (1) por el tamaño de la población N, el producto per cápita viene dado por la siguiente expresión: (9) Donde: k es el stock de capital por trabajador es la tasa de empleo, siendo Nw la población entre 15 y 64 años de edad representa la razón de sustento, es decir la inversa de la tasa de depen- dencia El ritmo de crecimiento económico puede ser medido por la tasa de variación del PBI per cápita, el que se ha discutido precedentemente. Esta puede ser descompuesta por la variación de cada uno de sus componentes. Si se toma logaritmo y se diferencia con respecto al tiempo la ecuación (2), es posible descomponer la variación de la siguiente manera, donde g (.) representa la tasa de crecimiento. (10) En función de esta descomposición, es posible identificar el aporte del primer dividendo al crecimiento: g (mi ). Por su parte, las fuerzas que dan lugar a un po- tencial segundo dividendo están asociadas con los incentivos al ahorro durante la VOD y con los cambios en el peso de las cohortes que ahorran. Como el SD, a diferencia del PD, opera a través del ahorro y la acumulación del capital, si el SD se materializa ello se reflejará en un mayor dinamismo de la productividad del trabajo y de la productividad total de los factores. Esto es, el SD sólo se produce si el ahorro se comporta de manera tal que la dotación de capital crece más rápido que los trabajadores efectivos durante la VOD. Si esto se logra los Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 189 beneficios serán no transitorios en la medida que el stock de capital será más alto permanentemente. La figura 7.6 presenta los resultados del ejercicio de descomposición fac- torial de crecimiento del PBI per cápita para Chile según decenio, desde 1960 hasta 2014. Los resultados confirman la importancia del primer dividendo en la expli- cación del crecimiento económico, en tanto en los últimos catorce años, de un crecimiento anual promedio del PBI per cápita del 2,2%, 0,7% y 0,69%, se atri- buye al nivel de empleo y a la razón de sustento (población en edad de trabajar como porcentaje de la población total), respectivamente. Asimismo, un 1,07% es producto del stock de capital por trabajador. La característica particular es que la productividad total de los factores no sólo no ha sido fuente del creci- miento, sino que su contribución al crecimiento del producto per cápita ha sido negativa (-0,4%). Si la transición demográfica constituye una fuerza impulsora del crecimien- to económico, es probable que éste pueda comenzar a estancarse a partir de la finalización del bono demográfico, y se requieran del impulso de otras fuentes para impulsar el crecimiento. A medida que la razón de sustento comienza a descender, ello podría constituirse en una limitación para el crecimiento econó- mico. No obstante, dadas las vigentes tasas de ahorro, la acumulación de capital futura y el incremento de la productividad podrían tener lugar y ver realizado el segundo dividendo. Figura 7.6 Chile: Descomposición factorial del crecimiento del PBI per cápita. Años 1960-2014 2000 - 2014 1990 - 2000 1980 - 1990 1970 - 1980 1960 - 1970 -1,50 -0,75 0,00 0,75 1,50 2,25 3,00 Capital por trabajador Capital humano Empleo Razón de sustento PTF Fuente: Elaboración propia en base a Penn World Table 9.0 y División de Población de Naciones Unidas. 190 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Para ello, la pregunta que surge en este contexto es, entonces, cuáles son los factores que operan sobre el ahorro agregado durante el bono demográfico. En primer lugar, el PD se produce de manera automática al cambiar el valor de RS y el mayor ingreso generado por el PD puede dedicarse tanto al consumo como a la inversión en activos. Sólo en el caso de que al menos parte del ingreso per cápita extra que produce una alta RS durante la VOD se ahorre y se invierta se potenciará la capacidad de crecimiento de la economía, lo que contribuye a la materialización del SD. En segundo lugar, el SD puede también fortalecerse por la generación de ahorro extra asociado con el peso creciente de los ahorradores primarios en la población que se produce durante la VOD. En este sentido, es de esperar que los ahorradores primarios aporten significativamente a la acumulación de activos a medida que transcurra el período de la VOD, porque aumenta la población que ha completado o está cerca de completar sus años productivos y necesita ahorrar para el retiro. En tercer lugar, al incrementarse la expectativa de vida, aumenta la cantidad de años que se espera vivir con posterioridad al retiro, lo que eleva la cantidad de recursos necesaria para financiar el consumo en los años extra de vida. En otras palabras: aumenta la demanda de riqueza de ciclo de vida (RCV) necesa- ria para sostener el consumo durante el retiro. Estos impulsos al ahorro, que son inherentes a toda transición demográfica, a su vez, tendrán más o menos fuerza en función de factores microeconómicos y estructurales que afectan los incentivos. Entre los factores a tener en cuenta cabe mencionar: la presión tributaria sobre los ahorradores primarios; las trans- ferencias familiares a hijos y ancianos y la generosidad del sistema de seguridad social, que determina qué porcentaje de las necesidades del retiro se espera que sean cubiertas con riqueza de transferencia (RT) en vez de serlo en base a acti- vos acumulados durante la vida activa. Chile, a diferencia de la mayoría de los países de América Latina, mantiene una tasa de ahorro nacional alta, lo cual requiere que se mantenga en el tiempo y financia inversiones productivas de manera de aprovechar el bono demográ- fico, acumular capital durante el mismo y de ese modo lograr un incremento de la productividad en la etapa de envejecimiento, es decir, realizar el segundo dividendo. Chile ha mantenido un nivel de ahorro interno relativamente alto en déca- das recientes, particularmente al compararlo no sólo con los países de la región, sino también con el promedio de la OCDE (figura 7.7). De mantenerse estos niveles de ahorro, e inclusive incrementarse en los próximos años, se podría alcanzar la sostenibilidad del crecimiento de la economía en el mediano y largo plazo. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 191 Figura 7.7 Tasa de ahorro bruto como porcentaje del PIB, países seleccionados. Años 1986-2013 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 2001 2003 2005 2007 2009 2011 2013 2015 2017 1999 China OCDE América Latina y el Caribe Chile Japón Rep. de Corea Fuente: Banco Mundial, World Development Indicators. La tasa de ahorro bruto en Chile se relaciona en parte con el comporta- miento de los “ahorradores primarios”, el grupo poblacional que, por su edad, se encuentra en la etapa del ciclo de vida con mayores oportunidades de ahorro. Este grupo comprende a los adultos que ya han pasado la etapa de formación de familias y transferencias importantes de recursos hacia sus hijos, pero aún conti- núan generando ingresos importantes. En este contexto, si bien la productividad no ha tenido un rol importante en el crecimiento económico de la última déca- da, de no aprovecharse el bono demográfico, ésta deberá ser la principal fuente de crecimiento del país. Fuentes de crecimiento económico, más allá de los dividendos demográficos A partir de lo discutido precedentemente, resulta relevante preguntarse cuáles son las opciones de política pública a fin de mitigar los potenciales efectos ad- versos que el envejecimiento poblacional plantea sobre la dotación del factor productivo trabajo, generando las bases que favorezca un crecimiento del pro- ducto per cápita sostenido en el largo plazo. Sostener que el envejecimiento poblacional tiene efectos negativos irreversi- bles sobre la tasa de crecimiento del producto per cápita de una economía, pro- 192 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile ducto de la reducción del tamaño de la fuerza de trabajo, implica asumir que la dotación de factores productivos es la única variable explicativa del crecimiento económico. Sin embargo, ya desde los primeros trabajos de Solow (1956) y los posteriores desarrollos de la teoría del crecimiento endógeno (Romer, 1986; Lucas, 1988; Rebelo, 1991; entre otros), señalan que no sólo las dotaciones de factores productivos son variables determinantes, sino que también es posible añadir el incremento de la productividad total de los mismos. El marco teórico pionero elaborado por Solow (1956) plantea que el creci- miento del producto per cápita en el largo plazo termina agotándose, a menos que hubiese cambios exógenos en el nivel de conocimiento tecnológico. El mo- delo predice que si las economías sólo se diferencian en el nivel del stock de ca- pital per cápita, en el largo plazo presentarían una tendencia a la convergencia de la tasa de crecimiento y del nivel de ingreso per cápita. Dentro de este marco de análisis, con un progreso tecnológico exógeno, el envejecimiento poblacional plantea algunas limitaciones sobre la capacidad de crecimiento de la economía, en tanto implica una reducción de la dotación de uno de sus factores productivos, la fuerza de trabajo. Ello deja como único recurso disponible para el mantención del crecimiento a la elevación de: i) la productividad parcial de la fuerza de trabajo; y ii) de la productividad total de los factores productivos. No obstante, aunque el crecimiento de la productividad total de los factores se asocia con hechos exógenos, y enteramente explicado por el progreso tecno- lógico, el modelo neoclásico provee una aproximación a los factores que con- tribuyen con el crecimiento de la productividad parcial de la fuerza de trabajo. A partir de la ecuación (10), el crecimiento del producto per cápita, depen- de de cuatro factores: El primero es la dotación del factor productivo trabajo y g (l) y g (m). La segunda es la intensidad o profundización del capital g (k), el cual captura el incremento del stock de capital por trabajador. El tercero es el crecimiento de la calidad del trabajo, g (h), el cuarto es el crecimiento de la productividad total de los factores g (A), la cual captura el impacto del cambio tecnológico y otros factores que afectan el crecimiento más allá de los factores productivos tradicionales, básicamente a partir de la generación y aprovecha- miento de las economías de escala. Esta última fuente de crecimiento es la motivación de desarrollos posterio- res de la teoría del crecimiento. En tanto la teoría tradicional lo consideraba exógeno, contrariamente la teoría del crecimiento endógeno, presenta argumen- tos a partir de los cuales ello puede ser el resultado de fuerzas endógenas dentro del mismo proceso de acumulación. Al considerar esto, entonces, es posible sugerir que existen, al menos, cua- tro alternativas de política pública de mediano y largo plazo que fomenten un crecimiento sostenido del producto per cápita en un escenario futuro de Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 193 envejecimiento poblacional. Ellas son: i) la expansión de la población econó- micamente activa (l); ii) el incremento de la relación capital por trabajador (k); iii) el aumento de la inversión en capital humano (h) que permita mejorar la productividad parcial del trabajo; iv) y la creación de incentivos hacia la gene- ración de conocimiento y cambio tecnológico, lo que permite lograr una cons- tante mejora en la organización de los factores de manera tal de incrementar la eficiencia económica (A). Expansión de la PEA La percepción sobre el impacto que la transición demográfica tendría sobre el mercado de trabajo, y a través de él sobre el nivel del producto y bienestar social de la población, ha sido escéptica. En general, se asume que el primer dividendo, dado por el período de menor tasa de dependencia demográfica, se encuentra definida según la distribución etaria de la población. Por tanto, al finalizar la transición, el envejecimiento terminaría reduciendo la dotación total de trabajo y, consecuentemente, poniendo límites a la capacidad de crecimiento sostenido del producto. Sin embargo, la definición de la ventana de oportunidad, tal como fuera presentada en anteriormente, a partir de los grupos etarios, pierde de vista el proceso de toma de decisiones de los propios individuos, particularmente en relación a su participación en el mercado de trabajo. En efecto, es posible la existencia de al menos dos fenómenos que le otorguen cierta dinámica al bono demográfico más allá de la edad media de la población: el incremento de la participación económica de las mujeres y el retraso en la edad de retiro del mercado de trabajo por parte de los trabajadores adultos mayores. El primero de los fenómenos se encuentra asociado por la activación de las mujeres. En este sentido, en Chile, así como en gran parte del mundo, el aumen- to de la tasa de actividad en los últimos 30 años fue generado mayoritariamente por el incremento de la participación laboral femenina. De acuerdo a lo estudia- do en el capítulo 5, entre los principales factores que explican este comporta- miento suele considerarse la reasignación de recursos desde la industria manu- facturera al sector terciario, lo que aumentaría la demanda de mujeres, así como la reducción de las brechas salariales entre mujeres y hombres, que afectaría la asignación de las tareas dentro y fuera del hogar. También debe considerarse el efecto del aumento del nivel educativo de las mujeres, así como el incremento de los retornos a la educación a partir de la década de los noventa, entre otros. Por otra parte, tanto los incentivos generados desde el propio sistema de pensiones como los niveles de capital humano acumulado durante la vida labo- ral, retrasan el retiro del mercado de trabajo de un grupo importante de adultos mayores, sosteniendo al menos parcialmente la dotación de trabajadores. En 194 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile este sentido, las rigideces propias de los sistemas contributivos de pensiones, en términos de requisitos de elegibilidad (cantidad de años de contribución y edad), limitan el retiro de la actividad. Alternativamente, el incremento de la tasa de educación formal y, por tanto, la mayor acumulación de capital humano incrementa la probabilidad de participación activa en el mercado de trabajo de los adultos mayores. Esto último asociado con el costo de oportunidad del capi- tal humano acumulado que una persona debe afrontar al retirarse del mercado de trabajo, lo que sugiere que a mayor nivel educativo, mayor probabilidad de permanecer en el mercado de trabajo después de la edad mínima de retiro. En otras palabras, a mayor capital invertido en educación mayor el interés del indi- viduo de seguir obteniendo el retorno sobre dicho capital. Complementariamente, la generación de incentivos, particularmente finan- cieros, para la homogeneización de la edad legal y efectiva de retiro, permitiría suavizar la reducción de la fuerza de trabajo. En este sentido, es posible asumir que el sistema previsional podría generar incentivos al retraso en el retiro en tér- minos de ganancia financiera del trabajador. Tal ganancia se encuentra constitui- da por dos componentes: el valor presente del salario obtenido en la actividad junto a un beneficio previsional futuro mayor asociado con un “premio” por la cantidad adicional de períodos de contribución adquiridos y menor cantidad de años de goce del beneficio esperado6. Dicho incentivo opera naturalmente en el régimen de capitalización, en tan- to un período de contribución más prolongado favorece la generación de un mayor fondo de jubilaciones y pensiones, que junto con la misma cantidad de años como beneficiario, implica el percibimiento de un mayor beneficio. Asi- mismo, y dado el carácter mixto del sistema previsional chileno, se espera que la misma ganancia financiera sea otorgada a los beneficios pagados por el régimen de reparto. No obstante, no hay que perder de vista que el primer dividiendo es un fenó- meno de carácter potencial, en tanto su aprovechamiento se encuentra sujeto a las condiciones del mercado de trabajo que permitan la máxima utilización de la fuerza de trabajo, no sólo en términos de cantidad de empleo generado sino también de su calidad. Aún en condiciones de mercado de trabajo favorable, la expansión de la participación laboral de aquellos grupos que tradicionalmente permanecen in- activos permitiría suavizar el potencial efecto negativo sobre el crecimiento del producto per cápita, pero no lo elimina en el largo plazo, dado que una vez agotados todos los recursos inactivos, el envejecimiento termina definiendo una menor tasa de actividad. Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 195 Incremento del stock de capital per cápita La segunda fuente de crecimiento del producto per cápita, el aumento de la razón capital por trabajador podría verse afectada por los cambios demográficos de dos maneras. La primera, dada cualquier relación de equilibrio, es un ajuste mecánico asociado con el tiempo que requiere el stock de capital para adap- tarse a los cambios en la dotación de trabajo. En el corto plazo ello implica un incremento de la relación K/L en respuesta al envejecimiento de la población. La segunda es el cambio en la relación de equilibrio de largo plazo. Dicha re- lación puede experimentar una modificación como consecuencia de diferentes factores, tales como los posibles cambios en la calidad del trabajo –otra fuente directa de crecimiento de la productividad laboral– y las variaciones en el perfil global de demanda entre los sectores que mantienen diferentes intensidades en la utilización del capital como factor productivo. En este sentido, los cambios inducidos por el envejecimiento en el perfil de consumo entre sectores con dife- rentes intensidades de capital pueden tener implicancias sobre la productividad laboral que no son triviales7. Como fuera mencionado, la importancia del aumento del stock de capital por trabajador se encuentra asociada al concepto de segundo dividendo demo- gráfico. El período durante el cual transcurre el bono demográfico o ventana de oportunidad es propicio para el desarrollo económico, ya que el superávit del ciclo de vida agregado, es decir, la sumatoria de la diferencia entre ingresos y consumo de los grupos de trabajadores con capacidad de ahorro, permite incre- mentar el ahorro y, por tanto, a través del buen direccionamiento del mismo, la inversión. Al seguir a Mason y Lee (2011), el segundo dividendo tiene efectos positivos sobre el crecimiento que se asocian con el período previo al enveje- cimiento y que no son transitorios. Éste opera, básicamente, a través del incre- mento del ahorro y la consiguiente acumulación de capital físico y de activos externos. Al incrementar la relación capital/trabajo sube la productividad y al elevar el stock de activos externos mejora el ingreso nacional. Por supuesto, este segundo dividendo surgirá en la medida en que los marcos institucionales y de políticas induzcan a los individuos, a las empresas y a los go- biernos a incrementar la tasa de ahorro nacional y que éste sea direccionado al financiamiento de la acumulación de capital. En un contexto de tipos de interés bajos, de mercados financieros no desarrollados, volatilidad macroeconómica, sin alternativas de inversiones, resulta poco viable que los ahorradores primarios puedan sostener las inversiones requeridas para mantener la acumulación de capital y, por tanto, la productividad y el crecimiento económico. En este contexto, las iniciativas de política pública que se implementan du- rante la ventana de oportunidad o bono demográfico juegan un papel impor- tante. Tanto el primero como el segundo dividendo son tributarios del bono 196 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile demográfico, y resulta importante generar condiciones que incentiven el ahorro por parte de los agentes económicos, en particular de aquellos que se encuen- tran en la etapa superavitaria del ciclo de vida. Inversión en capital humano – h El concepto de capital humano se encuentra latente en toda función de pro- ducción. De manera implícita en la teoría tradicional del crecimiento a través del concepto de calidad del trabajo (h), y de manera explícita en los nuevos modelos de crecimiento endógeno como determinante del cambio tecnológico (A). En este sentido, la inversión dirigida a mejorar las capacidades y habili- dades de la fuerza de trabajo constituye en sí misma una fuente importante del crecimiento del producto per cápita. Dentro de este concepto de inversión pueden ser incluidas las erogaciones destinadas a financiar la educación formal, el entrenamiento laboral e inclusive el cuidado de la salud. Es posible identificar dos grupos poblacionales sobre los cuales dirigir la atención en materia de formación de capital humano. Por un lado, la población joven en edad de transitar por el proceso de educación formal. En este sentido, los esfuerzos dirigidos no sólo a expandir la cobertura del sistema educativo (tasa de escolaridad) sino también su calidad, constituyen claramente el objeti- vo de la política de formación de capital humano. Durante el período que transcurre el bono demográfico, la tasa de depen- dencia escolar va disminuyendo y ello libera recursos que, con el mismo nivel de gasto total en educación, permitiría incrementar el nivel de inversión per cápita, de manera tal de mejorar la calidad de la misma, tanto en términos de insumos requerido como de conocimientos transmitidos. Toda iniciativa que incentive la inversión en educación durante la etapa de la niñez y juventud genera retornos en el largo plazo en términos de mayores capacidades, tanto básicas como técnicas, y a través de la mayor productivi- dad alcanzada mayor ingreso laboral. La expansión de la cobertura del sistema educativo formal no implica solamente alcanzar a un mayor porcentaje de la población objetivo, sino también la extensión de la cantidad de años de estu- dios. En general, se identifica una tendencia al retraso en la edad de entrada al mercado de trabajo por parte de los jóvenes y ello se encuentra asociado con la mayor permanencia en el sistema formal de educación. Fomentar esta conducta en toda la población joven constituye una clara política de formación de capital humano. Por otro lado, la población adulta joven, es decir la que participa activamente en el mercado de trabajo, debería encontrar incentivos a la continuidad de su inversión en la formación laboral. En otras palabras, la participación por parte de los trabajadores actuales en los procesos de formación continua permite una Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 197 mejor adaptación al cambio tecnológico necesario para mantener, e incluso in- crementar, su nivel de productividad laboral. Las decisiones de inversión se encuentran definidas dentro de un proceso de maximización intertemporal de la utilidad, y una de las variables clave en dicho proceso son los precios relativos de los factores. Es posible esperar que los precios de los factores productivos, tales como la tasa de interés y los salarios, tenderán a cambiar de manera considerable durante la transición demográfica. De acuerdo con Kim y Hewings (2012), en una economía que atraviesa un pro- ceso de envejecimiento de su población, la fuerza de trabajo (capital físico) se vuelve relativamente escasa (abundante); por tanto, el precio del trabajo (capi- tal físico) debería moverse hacia arriba (abajo). La implicancia de estos cambios potenciales de los precios relativos de los factores es que los agentes tengan incentivos a incrementar el tiempo destinado a la inversión en educación, ya que es esperable que, en el mediano y largo plazo, la retribución al factor trabajo crezca en relación a la del capital. Paralelamente, también es posible encontrar algunos desincentivos asociados con la existencia de un costo de oportunidad de la inversión. Sadahiro y Shima- sawa (2002) señalan que un incremento en el tiempo dedicado a la inversión en educación reduce el tiempo dedicado al trabajo por tanto también disminuye su nivel de ingreso y consumo y por ende su nivel de utilidad. Ello es particu- larmente probable entre los individuos pertenecientes a los hogares de menores recursos. Como consecuencia de ello, se generan espacios factibles para la polí- tica pública a fin de sortear tales desincentivos. Seshadri y Yuki (2004) sugieren que las transferencias dirigidas al financia- miento del sistema de formación incrementan la eficiencia y reduce la desigual- dad en el equilibrio del estado estacionario. La aplicación de una transferencia monetaria dirigida a financiar el costo de oportunidad de la inversión en forma- ción, tanto en educación formal como en los procesos de formación continua, representa un instrumento de incentivos a la inversión en capital humano. El objetivo principal de una política de estas características es evitar el alcance de equilibrios socialmente subóptimos en términos de niveles de capital invertido. En esta misma dirección, Becker et al. (1990) postula la existencia de equili- brios múltiples en la producción de capital humano. Por un lado, podría obser- varse una tendencia decreciente en la rentabilidad de dicho tipo de inversión, es decir, una especie de círculo vicioso que es característico de las economías en vías de desarrollo en las que el capital humano es escaso. Los individuos invier- ten cada vez menos en educación porque la rentabilidad es cada vez menor. En consecuencia, la acumulación de capital humano tiende a agotarse. Alternativamente, podría presentarse el caso donde se exhibe un compor- tamiento creciente que corresponde a países desarrollados con gran stock de capital. Estos países experimentan una especie de círculo virtuoso pues, a medi- 198 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile da que se invierte más en capital humano, se obtiene una mayor rentabilidad y existen incentivos para seguir haciéndolo. Para cortar el círculo vicioso, una al- ternativa para que los individuos inviertan en capital humano consiste en otor- gar un subsidio que compense la disminución de la rentabilidad de la inversión. Las estrategias de subsidios a la educación podrían reducir los costos y mo- dificar la tendencia decreciente de la tasa de retorno de la inversión en capital humano. Esta propuesta de subsidio ha sido formulada por Lucas (1988) y Bec- ker et al. (1990) para países que tienen un stock de capital escaso y cuya tasa interna de retorno es decreciente. Complementariamente al efecto que la inversión en capital humano tiene sobre la calidad de la fuerza de trabajo, la promoción de dicha acumulación durante las etapas jóvenes de la vida podría incrementar la participación futura en el mercado de trabajo entre los adultos mayores debido a una mejor calidad del empleo y rentabilidad. En relación a los incentivos generados hacia la población joven, los pro- gramas de transferencias de ingresos a los hogares constituyen un instrumento comúnmente utilizado, a través de los cuales se financia el costo de oportunidad del hogar a cambio de la asistencia de los niños del hogar a los establecimientos educativos. En relación a los programas de promoción de los programas de formación continua, el fundamento detrás de este tipo de iniciativas se sostiene en la posi- ble conducta pasiva que los trabajadores de mayor edad tengan sobre este tipo de inversiones. Es posible asumir que a medida que avanza el envejecimiento, la edad promedio de los trabajadores aumenta, y éstos sean menos activos en términos del tiempo dedicado a la inversión en capital humano, producto del relativamente bajo rendimiento marginal de la educación. Ello es particularmente importante debido a que ocurriría en un contexto donde las habilidades ya adquiridas por parte de los trabajadores en sus propios lugares de trabajo comienzan a volverse obsoletas en un contexto de introduc- ción de nuevas tecnológicas. Kim y Hewings (2012) clasifican la obsolescencia de las habilidades en dos tipos de categorías según la causa de la misma: obsoles- cencia "técnica" y "económica". La primera hace referencia a la erosión natural de las habilidades producto del envejecimiento de las personas. La segunda, por el contrario, es atribuida a causas externas tales como el avance tecnológico y los cambios en los requerimientos técnicos en el sector productivo. Por tanto, el envejecimiento poblacional en un contexto de cambio tecnológico rápido pro- voca una acelerada obsolescencia de las habilidades técnicas a nivel agregado. El entrenamiento de los trabajadores como política para incrementar el ca- pital humano y compensar una caída de productividad asociada a la edad está teniendo mayor relevancia en el debate. Economías con una estructura etaria más envejecida comenzaron a impulsar fuertemente este tipo de intervenciones Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 199 ya en los primeros años del nuevo siglo, para enfrentar problemas de oferta de fuerza trabajo y sostenibilidad fiscal del sistema de pensiones. En particular, los países de la Unión Europea consolidaron la experiencia de intervenciones aisladas en términos de educación formal, educación de adultos, capacitación y formación laboral para acercarse mayormente a un sistema integral de forma- ción continua que abarque todas las etapas del ciclo de vida de los individuos. Heckman et al. (1998) revela que los procesos de aprendizaje post escuela, incluido el proceso de learning by doing, representan entre un tercio y la mitad del total de las capacidades formativas que la fuerza de trabajo adquiere en la econo- mía moderna. Este renovado interés de la política hacia los programas de forma- ción continua, fue acompañado por una vasta producción de la literatura sobre la estimación empírica de los impactos de programas de educación y formación sobre la productividad de los trabajadores, medida a través de cambios en los sala- rios (Blundell et al., 1999; Carneiro y Heckman, 2004; entre otros). Aunque todos estos estudios se enfocan sobre la experiencia de países desarrollados, no obstante, ofrecen una referencia para ejercitar cambios en el perfil de productividad en los países que aún se encuentran atravesando el bono demográfico. En efecto, es posible encontrar un retorno marginal más alto que en los países ricos de la OCDE, dada la menor dotación inicial de capital humano. Complementariamente, durante la primera mitad del presente siglo, es posible que se genere una convergencia moderadamente rápida hacia los patrones de logros educativos, composición de la fuerza trabajo y productividad observados en los países más desarrollados. Investigación y desarrollo La creación de conocimiento a través de actividades explicitas de investigación y desarrollo es una extensión adicional de la acumulación de capital que merece especial atención. Se ha argumentado que la inversión en capital humano cons- tituye un factor importante de crecimiento económico, a partir del incremento en la calidad del trabajo que ello implica. No obstante, el crecimiento del capital humano no es una condición suficiente para el crecimiento autosostenido, si no se destina parte dicho stock de capital hacia la generación de conocimiento y capacidades tecnológicas. En este sentido, se ha argumentado que parte del crecimiento del producto per cápita se encuentra explicado por la productividad total de los factores. La idea detrás de este concepto es que los factores productivos, en su conjunto, pueden presentar rendimientos marginales crecientes a escala. Es decir, que un incremento proporcional de todos los factores implica un crecimiento del pro- ducto más que dicha proporción. Esto es una de las causas de la presencia de economías de escala en la función de producción (costos medios decrecientes). 200 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile El esfuerzo destinado a mejorar cualquier proceso productivo persigue como último objetivo mejorar la productividad conjunta de los factores productivos y, de ese modo, obtener el mismo nivel de output a un costo menor. Por tal moti- vo, el incentivo propio de los sectores productivos por buscar mecanismos que permitan mejoras en la organización de sus factores y, de ese modo, ser más efi- cientes resulta precisamente, en términos agregados, en lo que se ha denomina- do como g(A). Es decir, la búsqueda constante de mejoras tecnológicas permite la creación de rendimientos marginales a escala y, por tanto, se convierte en sí mismo en una fuente de crecimiento económico. La noción de generación de capacidades tecnológicas o innovación intenta capturar esta idea y abarca no sólo la creación de nuevas tecnologías de produc- ción, sino que también incluye las actividades de compra, adaptación y cambio de tecnologías existentes (Chudnovsky, 1999). Así, parte del crecimiento del producto autosostenido es el resultado del avance tecnológico debido a la generación de economías de escala en el pro- ceso productivo. Pero, al mismo tiempo, aunque no se generen rendimientos crecientes al interior de la firma que implementa un cambio tecnológico, podría generar rendimientos crecientes a nivel global de la economía. Ello debido a que el conocimiento se constituye en un factor de producción que se caracteriza por ser no rival y parcialmente excluyente. Estas características de bien público permiten la presencia de rendimientos crecientes a escala a nivel global, debido a la generación de efectos externos generados por el proceso de investigación y desarrollo de una firma y los spillovers que se generan, y que afectan el stock de conocimiento disponible para el resto de las firmas. Este argumento fue el pro- puesto por Romer (1986), quien incorporó el cambio tecnológico a los modelos económicos en los que se sitúa a la innovación en el núcleo del crecimiento del producto, como un factor adicional de producción. A partir de ello, la innova- ción deja de ser ya un factor exógeno en la medida en que se reconoce que éste es el fruto de la inversión intencional de recursos por parte de las firmas maxi- mizadoras de beneficios (endógeno). De este modo, se reconoce al cambio tecnológico como una fuerza esencial para el crecimiento económico que incentiva la continuidad en la acumulación de capital. En conjunto, la acumulación de capital y el cambio tecnológico son los responsables de gran parte del incremento en el producto obtenido por hora trabajada. Este proceso puede darse de manera natural y endógena, producto de los in- centivos propios del sector productivo. Tal como señala Schumpeter (1942), el impulso fundamental que configura y mantiene en movimiento la maquinaria capitalista proviene de los nuevos productos de consumo, los nuevos métodos de producción o transporte, los nuevos mercados. Este proceso, incesantemente revoluciona la estructura económica desde adentro, que destruye la antigua es- Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 201 tructura y crea una nueva. El mismo, denominado de “destrucción creativa” es el hecho esencial que tiene lugar en el capitalismo. El proceso de destrucción creativa resulta de decisiones continuas de inver- sión en la generación de conocimiento e innovación tecnológica tomadas por las empresas. En estas decisiones influyen los mismos factores que afectan la inver- sión en general. De hecho, tanto la calidad de la regulación como la protección de los derechos de propiedad, el código tributario, el régimen macroeconómico, la intensidad de la competencia y el desarrollo de infraestructura inciden en las decisiones de inversión en innovación, a veces incluso más significativamente que para las inversiones en capital fijo (OCDE, 2013). Las características de este tipo de inversión, que favorecen la existencia de economías de escala, también generan incentivos para el alcance de niveles su- bóptimos de inversión. La producción de conocimiento e innovación se de- sarrolla en un contexto de asimetría de información y de existencia de exter- nalidades. La presencia de fallas de mercado genera el alcance de equilibrios subóptimos en relación al óptimo social, y ello justifica la intervención del Es- tado. En este sentido, los principales objetivos de la política científica y tecno- lógica pasan por asegurar una corriente continua de innovaciones y favorecer la difusión de las mismas en la estructura productiva. Por un lado, el conocimiento es considerado un bien no rival y no excluyente. Con estas propiedades, las firmas rivales podrían aprovecharse de la inversión en innovación realizada por una empresa, y generan un diferencial entre el re- torno privado y social de dicha inversión. Ello genera claros desincentivos a la inversión privada en la producción de conocimiento. Por otro lado, una segunda característica en la producción de este tipo de bien es el grado de incertidumbre sobre la que se enmarca. De acuerdo con Hall (2002), el retorno de la inversión en innovación es más incierto e incluye periodos de gestación más largos. Ello limita el nivel de inversión en esta área, particularmente cuando el inversionista es un agente distinto al inventor. Por tal motivo, el mercado donde inversionistas con capacidad de financiamiento e inventores se encuentran para lograr una asociación suele parecerse al mercado de los limones de Akerlof (1970). Los inversionistas, quienes cuentan con menor nivel de información, son más escépticos a financiar un proyecto con alto grado de incertidumbre o exigen una tasa de retorno mayor, que excluyen del mer- cado a los proyectos con menor incertidumbre (problema de selección adversa). Ello se potencia por el hecho de que los innovadores podrían mostrar reticencia a revelar información detallada acerca de sus proyectos debido al riesgo de de- rrame (las externalidades). En este contexto, existen varias restricciones que pueden influir en las de- cisiones de inversión en innovación y conocimiento por parte de una empresa, tales como el riesgo de derrame, el nivel de capital humano y el financiamiento. 202 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Si bien no es el propósito principal de este capítulo, se plantean algunas líneas de acción pública sugerida por OCDE (2005), a partir de la experiencia en países desarrollados. El logro de un consenso público-privado de largo plazo reside en la im- portancia de mantener el apoyo público y de actualizar constantemente las políticas de innovación. Asimismo, es menester fomentar la adopción de tecnología extranjera, la generación de infraestructura de investigación y la inversión en capital humano. Esto último debería ser impulsado junto con el apoyo a la investigación aplicada en sectores estratégicos previamente identificados, en conjunto con una protección inicial de los derechos de propiedad intelectual. Todo ello debería estar acompañado por un conjunto de instrumentos de políticas, tales como las transferencias presupuestarias directas a institutos tec- nológicos públicos, los esquemas de incentivos fiscales para la innovación priva- da, el financiamiento de programas de investigación orientados por misión y el uso de la compra pública. De acuerdo con OCDE (2005), estos instrumentos se fueron enfocando cada vez más en la generación de externalidades, por ejem- plo, mediante el financiamiento a la investigación colaborativa y el despliegue de tecnologías multipropósito que se difunden en diferentes sectores, como la biotecnología y las tecnologías de la información y la comunicación. Los países en vías de desarrollo encuentran mayores restricciones para avan- zar en el proceso de creación de nuevas tecnologías, como consecuencia no sólo de restricciones en el financiamiento, tamaño de mercados y absorción de ries- go, sino también debido al stock de capital humano acumulado. Sin embargo, ello no implica una restricción para que se dé el avance tecnológico. A modo de ejemplo, Corea del Sur comenzó a ser más activa en la adaptación de tecnolo- gías extranjeras mediante la innovación imitativa e ingeniería inversa. Para ello, las empresas coreanas empezaron a invertir más intensivamente en el desarrollo de capacidades tecnológicas locales, sobre todo a través de licencias tecnológicas y acuerdos de transferencia de saberes técnicos (know-how) con empresas mul- tinacionales instaladas en Corea. Se suele argumentar que los países en desarrollo pueden sacar una ventaja al adoptar y adaptar los esfuerzos de innovación realizados por los países de- sarrollados. Sin embargo, las iniciativas de adopción de nuevas tecnologías de producción no son más sencillas que las actividades de generación. En efecto, la disponibilidad de recursos complementarios clave, tales como el capital hu- mano, las instituciones y los recursos naturales, constituye una variable decisiva para la eficaz y eficiente adaptación de nuevas tecnologías diseñadas en los paí- ses desarrollados. Por tal motivo, resulta necesaria la realización de inversiones locales en aprendizaje e innovación. Y este tipo de inversiones cuentan con las mismas características de bien público e información asimétrica que afectan a Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 203 las inversiones en innovación en general, por tanto, se requiere la participación activa del Estado en su rol de promotor. Reflexiones finales La literatura sugiere que para enriquecerse antes de llegar a la etapa de enve- jecimiento es vital aprovechar el segundo dividendo demográfico y que, para hacerlo, se requieren políticas apropiadas, particularmente en lo relativo a la generación de ahorro y su canalización hacia la inversión. El énfasis en este punto obedece a que es fácil malgastar los recursos extra que la demografía crea en la etapa del bono demográfico y, si ello ocurre, las oportunidades de inversión y los desafíos de política en la etapa de envejecimiento serán muy diferentes dependiendo de si se llega o no a ser rico sobre la base de utilizar bien los dividendos. Asimismo, en este capítulo se ha llamado la atención sobre la contribución de los diferentes factores productivos en el crecimiento econó- mico, como mecanismo para entender cuáles son las fuentes de crecimiento en el mediano y largo plazo. Del análisis surge que Chile tiene las condiciones básicas para lograr ser rica antes de que envejezca. En este sentido, el país mantiene una razón entre consumo e ingreso similar a la de la República de Corea, con una propensión al ahorro mayor a la de sus vecinos latinoamericanos. Asimismo, la cantidad de cohortes superavitarias es muy superior a la de los países comparadores selec- cionados en este capítulo. Por tal motivo, Chile enfrenta las mejores condiciones demográficas y económicas para incrementar su tasa de ahorro y, por tanto, de inversión, de manera de lograr aumentos de productividad global de la econó- mica en el largo plazo, momento en el que el tamaño de la fuerza de trabajo se reduzca. En este sentido, y tal como fue discutido a lo largo de este capítulo, las fuen- tes de crecimiento económico no se agotan con las dotaciones factoriales, sino que se incluye la productividad parcial de cada factor productivo y la produc- tividad total de los mismos. A partir de ello, el incremento de la productividad de los factores constituye el principal desafío que enfrentan las economías que se encuentran atravesando la transición demográfica. En el presente capítulo, se han discutido cuatro alternativas de política pú- blica de mediano y largo plazo que permitirían fomentar un crecimiento sos- tenido del producto per cápita, aun en un escenario futuro de envejecimiento poblacional. Algunas de ellas ligadas directamente con la dotación factorial y otras con la productividad. Una primera alternativa consiste en la expansión la población económica- mente activa. Es posible sugerir como política de corto y mediano plazo la generación de las condiciones para la incorporación a la actividad económica 204 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile de aquellos grupos poblacionales tradicionalmente inactivos (mujeres y adultos mayores). Ello permitiría moderar los efectos en el mediano plazo de la dis- minución del tamaño de la fuerza de trabajo producto del envejecimiento. En relación a la expansión de la PEA femenina, resulta necesario mencionar que el aumento de la PEA registrado en Chile en los últimos años es producto de la inserción de las mujeres al mercado de trabajo. La generación de incentivos, tanto en términos de equidad de actividades y remuneración como de servicios complementarios, permitiría expandir aún más su participación. Respecto de los adultos mayores, existen claros incentivos al retraso de la edad de retiro del mercado de trabajo asociado con un mayor stock de capital humano con el que se llega a la vejez. Por tal motivo, la implementación de “premios” financieros podría potenciar dichos incentivos. No obstante, esta estrategia permite suavizar los efectos sobre la reducción de la fuerza de trabajo en el mediano plazo, aunque no así en el largo. Una vez incorporados todos aquellos grupos inactivos a la población económicamente activa, el envejecimiento seguiría incrementando la edad media de los trabaja- dores, al ser la productividad de la fuerza de trabajo la que defina parcialmente el ritmo de crecimiento del producto. Una segunda dimensión que propicia una tasa positiva de crecimiento del producto per cápita es el aumento de la dotación de capital por trabajador, lo cual favorece un incremento de la productividad laboral. Chile se encuentra en un escenario moderadamente favorable para llegar a la etapa de envejecimiento con una mayor dotación de capital. Ello como consecuencia del período de bonanza por el que atraviesa, durante el cual se registra la mayor cantidad de ahorradores primarios y la menor propensión al consumo que se observa, en relación a sus vecinos. Por tal motivo, el aprovechamiento del bono demográfico implica generar los incentivos, tanto desde el mercado de trabajo como desde el sistema financiero, para elevar el nivel de ahorro y, por tanto, la inversión y acumulación de capital físico. En efecto, el esfuerzo presente debe direccionarse a reducir el déficit de oportunidades de empleo productivo, en tanto una pro- porción importante de la fuerza de trabajo o bien está buscando un empleo o está constituida por trabajadores poco calificados, con empleos de baja calidad en la economía informal y con salarios muy bajos. Asimismo, y con las condi- ciones del mercado financiero en términos de respeto de derecho de propiedad, alternativas de colocación de activos y tasas de interés son fundamentales para generar mayores incentivos al ahorro. Complementariamente, y si se considera no sólo la dotación del factor traba- jo sino su calidad, surge un tercer espacio de acción constituido por la genera- ción de las condiciones para lograr una mayor acumulación de capital humano. El capital humano, entendido como las habilidades cognitivas y técnicas de los trabajadores, es una característica que define directamente la productividad de Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile 205 la fuerza de trabajo. El stock de capital humano se forma a partir de un proceso de decisiones de inversión realizada por los propios agentes económicos, quie- nes deben enfrentar un determinado costo de oportunidad. Por tal motivo, toda iniciativa de política dirigida a reducir dicho costo de oportunidad y mejorar la calidad de la formación de la fuerza de trabajo debe ser considerada prioritaria a los fines de fomentar un crecimiento sostenido. Finalmente, el cuarto factor condicionante del crecimiento económico lo constituye la generación continua de nuevo conocimiento o cambio tecnoló- gico, producido a través de la inversión en investigación y desarrollo, el cual permite mejorar la eficiencia en la utilización de los factores productivos. En este contexto, el desafío de mediano plazo consiste en generar las condiciones necesarias que incentiven un mayor nivel de inversión en este tipo de activida- des, que permita la mejora constante en el proceso de organización de los facto- res productivos, de manera tal de generar y aprovechar las economías de escala. El avance en esta dirección no implica solamente la generación genuina de nuevo conocimiento (ciencia básica), sino que también admite aquellas activi- dades asociadas con la adopción y adaptación de cambios tecnológicos desarro- llados en países desarrollados. En efecto, en una primera etapa del proceso de fortalecimiento del sistema de innovación, se destacan las actividades asociadas con la innovación imitativas y de ingeniería inversa de los inventos realizados en los países centrales. Ello requiere una participación activa no sólo del sec- tor privado, a partir de la toma de riesgos, sino también del Estado a través de programas de fomento y promoción de las capacidades tecnológicas locales, mediante el otorgamiento de licencias tecnológicas y acuerdos de transferencia de saberes técnicos (know-how) con las empresas multinacionales que se en- cuentren radicadas en el país. En resumen, la transición demográfica hacia una población más envejecida es un hecho gradual pero seguro. Ésta genera cierta presión sobre el nivel de erogaciones de determinados sectores sociales, pensiones y salud, por ejemplo, en función de la evolución del perfil etario de la población. No obstante, más allá del nivel de esfuerzo fiscal y económico que una sociedad debe realizar para financiar niveles crecientes de gastos, lo importante es el acompañamiento de la capacidad de la economía para hacer frente al mayor nivel de erogaciones, es decir el crecimiento del producto per cápita. En este sentido, se han plan- teado distintas fuentes alternativas de crecimiento, tales como la acumulación de capital físico y humano y la inversión en investigación y desarrollo, sobre las cuales la política pública tiene margen de acción para mantener un dinamismo económico que permita el incremento sostenido del producto aún en un con- texto de envejecimiento. 206 Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile Notas 1 En lo que sigue “período de la ventana de oportunidad demográfica” y etapa del “bono demográfico” se utilizan de manera indistinta. 2 La inversa del coeficiente de dependencia se define como: ITD=XA / (XY + XV), donde XY; XV y XA son, respectivamente, las poblaciones: Y=0-14 años (jóvenes); A=15-64 años (adultos); y V= 65 (adultos mayores). 3 Al seguir la metodología de CNT, el consumo de las cohortes incluye el consumo financiado por el gobierno y las transferencias en especie (ver Mason y Lee, 2011). También, de forma consistente con esa metodología, las variables φa y γa están expre- sadas utilizando el ingreso per cápita de los trabajadores de entre 30 y 49 años (ym) como denominador. Es decir, si ca y, yla son, respectivamente, el consumo y el ingreso laboral per cápita de la cohorte a,se tiene: φa = ca /ym y, también, γa = yla/ym. 4 Nótese que: , es decir, que el ingreso promedio per cápita de los asalariados de entre 30 y 49 años es igual al ingreso total salarial de esos asalariados dividido la cantidad de habitantes de esas cohortes de edad. 5 Y si SR>1 como en el caso de China, la economía genera superávit. Por lo que, si SR sube el superávit sube. 6 Ver por ejemplo Stock y Wise (1990) y Gruber y Wise (2002). 7 Si el perfil de consumo es diferente según grupo etario y se asume que la demanda de los adultos mayores está mayormente dirigida a bienes y servicios cuyo proceso de producción es capital intensivo, entonces el envejecimiento poblacional implica un cambio en el perfil de demanda global hacia sectores capital intensivos, lo que genera incentivos agregados a la acumulación de capital y, por tanto, el incremento de la relación K/L. Para mayor detalle ver Guest (2011). Referencias bibliográficas Akerlof, G., 1970. “The market for lemons: quality uncertainty and market mechanism”. The Quarterly Journal of Economics 84(3), pp. 488-500. Albrieu, R y J.M. 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